lunes, 28 de noviembre de 2016

CON BROCHE DE ORO
Por: Saúl Gaboa

El pasado 26 de noviembre se llevó a cabo el gran cierre del XXV aniversario del festival Vaniloquio en el municipio de san Pedro Cholula.
Desde sus inicios hasta la fecha, ha tenido el fin de promover la cultura y dar un festival de calidad a los habitantes así como atraer el turismo y consolidar a este hermoso municipio como una entidad turística y sobre todo de muy buena calidad.
Este año se cerró con broche de oro con la presencia de Yuridia Valenzuela Canseco mejor conocida como Yuri, un cantante de calidad y de 38 años de carrera artística, el gran concierto inició a las nueve de la noche abriendo con el ya típico concierto de campanas donde iglesias como la Santísima, la Magdalena, San Pablo Tecámac, Jesús Tlatempa, santuario de nuestra Sra. De Guadalupe y San Matías Cocoyotla, entre otras, formaron parte del concierto y en el que sonaron sus campanas acompañadas de fuegos artificiales, que durante 30 minutos los espectadores de este hermoso cierre pudieron disfrutar. Dando así entrada al gran concierto que cerraría la noche. 
La presencia de Yuri al escenario estremeció y en galardonó al pueblo Choluteca, abriendo con el tema Este amor no se toca que es del año 1981, del álbum Llena de dulzura pero que por supuesto encantó a los espectadores con la nueva actualización musical. La presentación inició a las 9:40 de la noche, teniendo una duración de 1:30 horas y en la cual cantó temas que motivaron al público como El apagón, Invencible, Maldita primavera, y Qué te pasa. Así como temas de su nuevo álbum y gira en curso “Invencible”.

Para finalizar el concierto, el edil de San Pedro Cholula, José Juan Espinoza Torres, otorgó un reconocimiento a la cantante y agradeció su presencia para ese gran cierre, así como también al pueblo Choluteca por asistir y seguir formando parte de dichos eventos, los cuales se llevan a cabo año con año

jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Por qué nos da miedo morir?

Por: Alejandro Barradas


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https://eltemplodelaluzinterior.com
Se acerca el tiempo, nuestro tiempo, no nos alegramos ni reímos, sino lloramos, al final, al tener que dejar esta vida; pero por qué llorar, por qué sufrir, si al fin descansaremos. Lloramos porque nos da miedo dejar esta vida, estamos acostumbrados a un mundo material, tangible y que podemos sentir; nos da miedo morir, pero no por saber qué nos espera, sino por saber que dejamos aquí, en la tierra; sin embargo, no sabemos, que, al irnos, podríamos encontrar algo mejor, algo inesperado.
Así como lloramos al nacer, lloramos al morir. Al nacer, se dice que lloramos porque no queremos dejar nuestra antigua vida e irónicamente lloramos al nacer porque no queremos dejar nuestra actual vida, ésa que un día no queríamos tener. Tenemos una, dos, tres o cientos de vidas, no sabemos; sin embargo, no queremos dejar la actual porque nos acostumbramos a un mundo material.
Las religiones, las corrientes filosóficas, todas nos hablan de un mundo al que llegaremos, unas nos muestran un mundo de paz y amor, otras de una vida eterna, de un nirvana, de portal a un mundo real superior, e inclusive de la reencarnación; sin embargo, son formas para que aceptemos que tenemos que dejar este mundo algún día, en algún momento, pero también deben ser formas de enseñar que tenemos que disfrutar de esta vida, puede ser la única, la última, la primera o una más pasajera; tenemos que aprender que ésta es nuestra vida hoy, y que disfrutar es nuestra única opción veraz y tangible.
Llora porque dejarás esta vida, porque ese mismo llanto que un recién nacido suelta, es el mismo llanto de un anciano al dejar la vida; lloramos para vivir, cuando también estamos llorando para morir. Pero ¿por qué nos da miedo morir? Nos da miedo porque sabemos que al final de todo estaremos solos otra vez.

Daniel Alejandro Barradas De Ita
(Federico Bachmann)


sábado, 19 de noviembre de 2016

Sumergida de deseo
Por: María José Pérez García.

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http://www.fantasymundo.com/articulos/3052
Hay millones de preguntas que han resurgido mientras descubría quien era Blanca, haciendo de mí una persona que ha quedado manchada por cierta culpa al disfrutar de esta lectura, en donde “ritual” se convirtió en mi palabra favorita, pero ¿acaso no son los rituales un símbolo de adoración o festejo?, ¿No es un ritual aquel que se manifiesta derivado de una creencia que se adopta?, O bien, ¿Pueden ser simplemente acciones especiales que salen de lo cotidiano?, he quedado sumergida de deseo por un ritual, un ritual tan gráfico, tan claro, tan erótico pero a la vez tan lleno de intriga, culpa y soledad.
La sexualidad, un tema –tan– “tabú” hoy día, un tema en donde las personas con doble moral levantan en lo más alto del asta su bandera, un tema en el que todos negamos con la cabeza como si se estuviera presenciando un partido de tenis y no entendemos que, según Alexander Lowen, “La sexualidad no es distracción o una actividad de medio tiempo. Es una forma de ser”.[1] Concuerdo con dicho autor, ya que la sexualidad no es más que un conjunto de condiciones, fenómenos y prácticas asociadas a la búsqueda del placer sexual, logrando de esta forma satisfacer alguna necesidad, misma que nació de un deseo, el cual cada persona desarrolla de una manera diferente.
¿Es entones el “deseo sexual” una necesidad errónea?, ¿Una necesidad que no merece ser satisfecha?, “algo” tan mío que aspira a ser compartido con alguien más, me parece es la forma más exquisita de desear, pero según la sociedad y Verónica Arcos debo sentir vergüenza y culpa por querer complacer una de las necesidad que todo ser humano tiene y obtener como respuesta que “no me miren, se levanten y caminen hacia la puerta” (Somoza, 1996), tan exquisito es esto que me siento pecar, haciendo de esta forma que el pecado y yo “bailemos con la sinceridad del deseo” (Somoza, 1996).
Todos somos conscientes de que soñamos y fantaseamos con aquella Blanca silenciosa, una fantasía que sólo nosotros conocemos, siendo socorrida por nuestros deseos más carnales y primitivos, hago énfasis en la palabra silenciosa porque si esa fantasía nuestra pudiera ser exteriorizada miles de Blancas morirían y cientos de Lazaros “se alejarían dignamente con un silencio poderoso” (Somoza, 1996).
Tomo como profesores a Héctor, y a Aschenbach, personaje del libro Muerte en Venecia escrito por Thomas Mann, cuando se refiere a que el deseo es algo que se apodera de uno mismo, es algo que no se pide, es algo que sin darte cuenta te posee cual demonio y se hace dueño de tu ser, porque existe ese “…terror sagrado que invade al hombre de sentimientos nobles cuando se le presenta un rostro semejante al de los dioses, un cuerpo perfecto y fuera de sí, apenas si se atreve a mirarlo…” (Mann, 2011), porque junto con ellos soy testigo de que “…la belleza es a la vez visible y digna de ser amada…” (Mann, 2011). Ambos personajes se embelesan por la belleza y adolescencia de sus respectivos personajes secundarios.
Es la adolescencia la etapa en donde el comportamiento sexual despierta y estos se transforman en seres sexuales, muchos de nosotros fuimos Elisa alguna vez, temerosos de hacer algo que nuestro cuerpo pedía a gritos y llenándonos de dudas sobre si lo que estábamos haciendo, pensando o sintiendo estaba bien o mal lo que queríamos hacer, o fuimos un Lázaro repletos de culpa por disfrutar de algo como la sexualidad a tan corta edad o tal vez una combinación de ambos.
No puedo llamar a Héctor culpable, de la misma forma en la que no puedo llamar a Elisa y a Lázaro víctimas, pero tampoco puedo llamar a Verónica prejuiciosa porque estaría siendo hipócrita con mi forma de pensar, fue el deseo el que los hizo actuar de la forma en la que lo hicieron. Siendo honestos, ¿Quién no ha sentido atracción por alguien, que de acuerdo al punto de vista de la sociedad, “no es adecuado”? Debemos comprender que el deseo sólo es el anhelo de saciar un gusto, es algo que nace desde el fondo de nuestro ser y,  a veces, incluso es imperceptible para nosotros, y cuando nos damos cuenta de que existe, ya no hay vuelta atrás, y nos sentimos obligados a satisfacer ese deseo incontrolable.
Espero que algún día, todos podamos experimentar algo tan revelador como un  ritual de la ceguera.

Trabajos citados

Mann, T. (2011). muerte en venecia. México: grupo editorial tomo, S.A de C.V.
Somoza, J. C. (1996). silencio de blanca. Madrid: suma de letras .




[1] Adriana Gonzalez. (2013). Sexualidad: ¿Qué es?, ¿Cómo la expreso?, ¿Es una forma de vincularse? Recuperado de: http://bsexcurious.blogspot.mx/2013/09/sexualidad-que-es-como-la-expreso-es.html),