domingo, 17 de enero de 2016



 Una coincidencia transparente
Noviciado del reasombro

Por: Víctor Flores Anzaldo

Aristóteles afirma que “los hombres comenzaron a filosofar –ahora y desde el principio- al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que causa extrañeza y después, al progresar poco a poco, sintiéndose perplejos también ante cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, el sol, los astros y ante el origen de Todo”. (Cf. Metafísica I, 2) El Estagirita –nació en Estagira, Aristóteles- continúa con su disertación bajo la argumentación de que la ciencia y en especial el científico tienen por principio la admiración porque se afanan en el conocimiento. No obstante, esa capacidad parece estar disminuyendo hoy día, tal vez provocado por la sobre estimulación de los sentidos, por los medios electrónicos y por la vida tan agitada; llegando a pensar que con la ciencia y la técnica se contestan todas las preguntas, cuando en realidad se generan nuevas. Más, no es tarde para reparar en esa capacidad, reasombrarse es una prioridad ante la adversidad.

Fuente de imagen:
http://cronicasubterranea.blogspot.mx/2009_05_01_archive.html
De 1947 (el estrellamiento del OVNI de Roswell) al sesenta y dos (Discurso de Mac Arthur en la Academia de West Point, donde dijo “Ustedes ahora enfrentan un nuevo mundo, un mundo de cambios. La inteligencia en el espacio exterior…marca el conocimiento de otra historia de la humanidad…Ahora nos enfrentamos, no sólo con las cosas de éste mundo, sino con las ilimitadas distancias así como los insondables misterios del universo…del conflicto final entre una raza humana unida y la siniestra fuerza planetaria de alguna otra galaxia”.), los eventos inspiraron a los más connotados artistas norteamericanos, pero en 1968 se estrena en EUA “2001: Odisea del espacio” de Stanley Cubrick, que fue un rico caldo de cultivo de ficción y aventuras de la humanidad. La trama en cuatro partes, describen las apariciones de unos monolitos ortoédricos, que en diferentes épocas de la humanidad le han ayudado, con su sola presencia, a evolucionar en su inteligencia, los monolitos son creados y enviados estratégicamente a diferentes épocas y lugares por una inteligencia extraterrestre. El clímax de la película es impuesto por la rúbrica del tema de orquesta “Así habló Zaratustra”, poema sinfónico y simbólico de 1896 por Richard Strauss –no confundir con Strauss el de los valses-, en su opus 10, inspirado en la obra homónima del filósofo Federico Nietzsche, que en esencia trata del anunciamiento de una nueva forma de autoconsciencia e inteligencia del ser humano. En el aspecto musical el poema sintetiza, igual que la obra de Nietzsche: misterio y conocimiento. El Oscar de la Academia y varias nominaciones presagiaban que el día que una manifestación extraterrestre fuera evidente, entonces, la gente ya no se espantaría, ni intentaría suicidarse, como en la obra de H. G. Wells: “La Guerra de los Mundos”, al contrario, se asombraría, curiosearía, etc., acerca de ese nuevo aspecto de la realidad. No obstante, los actos de encubrimiento y contrainteligencia, principalmente del gobierno norteamericano, los hechos acerca de presencia extraterrestre (abducciones e implantes en humanos, disecciones de ganado, etc.) quedaron profundamente minimizados y ridiculizados. Aunque, como si de una operación de contrapropaganda se tratara, algo del pasado resurgió. Un círculo de cosechas o agroglifo, representado en un panfleto en latín del siglo XVI, llamado “El demonio de segar”, que representa un ser humanoide formando un círculo en un campo de siembra con un instrumento parecido a un siete al revés, el panfleto es una reacción de un terrateniente al cobro excesivo de los segadores de aquél lugar, el mensaje en latín expresa que “preferiría que el diablo segara el campo y pagarle antes que a los abusivos segadores.” Entonces, surgió el moderno agroglifo. Para 1976, en Winchister, Reino Unido, aparecen grandes círculos en sus campos de cultivo; por medio de dos embusteros de nombre Doug Bower y Dave Chorley en 1991 se declaran los artífices de los círculos de Winchister, para sorpresa de ellos y de los gobiernos encubridores en toda Europa se dan a conocer la aparición de nuevos círculos y cada vez más complejos; las autoridades ahora tratan de atribuirlos -por sus voceros oficiales (astrónomos, meteorólogos, pilotos, etc.)- a vórtices de aire, al clima y otras causas ambientales, también a imitadores de Doug y Dave. Pero en el año 2001 (¿ !) –sic- una réplica del mensaje lanzado desde Arecibo por Drake, Sagan y otros, apareció cerca del observatorio Chilbolton, norte 51° 8’ 39.80’’, oeste 1° 26’ 26.64’’. La réplica muestra la forma de vida de una civilización extraterrestre y la conformación de su biología, etc., para que los imitadores lograran el mensaje, debían tener conocimientos de biología molecular, astronomía, código binario, etc.; el quid del asunto es que el mensaje replica la información de una comunicación auténtica con seres inteligentes y de una tecnología muy avanzada. ¡¿No es acaso una transparente coincidencia que Nietzsche y Strauss gustaran de anunciar un nuevo despertar de la consciencia humana y, que ambos infundieran ese espíritu a sus obras respectivamente, a la vez, que inspiraran a Kubrick para fijar una coordenada futura, en apariencia ficticia y que en la fecha, una nimiedad, porque pudo ser 2003, 2004, etc., fijara el año en que recibiríamos un dato de tal magnitud como, finalmente, que 2001 haya sido promocionada “El año en que hacemos contacto”?! Llamémosle como deseemos, es el noviciado de un reasombro o admiración aristotélica, tradición de una civilización en la cual se forjó Occidente y que estaba perdiendo vigencia para las masas de esa misma tradición de pensamiento.