viernes, 21 de agosto de 2020

 

H.P. Lovecraft: Horror, Ficción Cósmica y el asunto esotérico

a 130 años de su nacimiento

 

Por: Francisco Hernández Echeverría

Fuente de imagen:

https://www.radiobeast.es/


Howard Phillips Lovecraft es un famoso escritor que ha pasado a la historia de la Literatura por su obra fantástica y de terror, pero últimamente ha llamado la atención de los estudiosos sus temas en los que llega a tocar el esoterismo y el misticismo.


Nació el 20 de agosto de 1890, en la ciudad de Providence, Rhode Island, EEUU, Fue hijo único de un padre que murió de locura cuando él tenía solo ocho años. El pequeño futuro escritor crecería entonces bajo el sobreprotector cuidado de su madre y dos tías. Siendo un niño superdotado, tempranamente se sintió muy atraído por la poesía y la lectura de novelas góticas, de los hermanos Grimm y Homero. Se dedica al estudio de la química y la astronomía, la cual influyó profundamente en sus escritos.

Después de una infancia en total soledad, a los 14 años, Lovecraft comenzó a escribir fuertemente influido por Edgar Allan Poe, pero ello no le daría para comer, así que tuvo que ganarse la vida con el ingrato trabajo de revisor de textos de los aspirantes a escritor. Nunca se sintió completamente estadounidense, ya que se sentía ligado a los ingleses que habían llegado a EEUU y que no por ello, dejaban de sentirse orgullosamente británicos. Por eso en su escritura se nota la preferencia por los términos anglófonos, un estilo y un vocabulario alejado de la América de finales del siglo XIX que estaba construyendo su propia tradición literaria de cara a un pueblo recientemente formado y en búsqueda de generar su propia identidad.

La mayor parte de sus trabajos los realizó durante los últimos diez años de su vida, entre 1927 y 1937, obra dividida por los especialistas en tres fases: Los cuentos de horror (1905-1920), El ciclo del sueño (1920 -1927) y los Mitos de Cthulhu (1927-1935). Y aunque su producción es inmensa, no fue muy reconocida en vida del autor: “Come ogni artista, come ogni grande genialità che anticipa i tempi, anche lui venne messo da parte dalla critica e dal pubblico a lui contemporaneo, sicuramente troppo avanguardistico nei suoi temi e nelle sue storie” [1] (Merigo, 2018).

El 15 de marzo de 1937, Lovecraft muere en el hospital Jane Brown Memorial, de Providence, un cáncer de intestino le arrebata la vida.

El talento de Howard Phillips Lovecraft radica en la creación de atmósferas en las que oscuros abismos delinean en el individuo y en la humanidad en su conjunto giros nihilistas y pesimistas que fueron bien asimilados por Friedrich Nietzsche. En su mundo,  no hay lugar para la esperanza, dando a entender que el universo nos quería aquí pero sin saber siquiera por qué o para qué, es decir, sin darnos un propósito: “Non c’è amore, non c’è redenzione; anche la ricerca della conoscenza si risolve in un naufragio senza speranza di ulissea memoria”[2] (Merigo, 2018).

Por lo tanto, no hay teleología, sino la revelación de un terror insondable y sobrenatural, de inquietantes y apocalípticas visiones que caminan paralelamente al estudio astronómico: el horror cósmico, faro de la ficción lovecraftiana. Básicamente, extraños e inquietantes seres del abismo estelar intentan afirmar su dominio sobre los pueblos de la tierra, escondidos en lugares inalcanzables y defendidos por sus monstruosos adeptos que viven en indescriptibles sitios que van más allá del entendimiento humano.

En razón de todas estas imágenes de locura y horror, Lovecraft ha llegado a ser uno de los máximos exponentes de la literatura de terror y cándido precursor de la tradición estadounidense de ciencia ficción.

Ahora bien, algunos especialistas han advertido en toda esta elaboración terrorífica lovecraftiana centelleos de ocultismo y esoterismo, y otros, han negado ello, diciendo que sólo se trata de horror fantástico y deidades inventadas por él porque Lovecraft es un teórico consumado en casi todos los géneros que abarcan el terror, desde el terror gótico a la fantasía al estilo de Lord Dunsany:

 

Weird ou spectral ou gothic ou fantastic, c’est toujours d’horreur qu’il s’agit, et la constellation de synonymes que nous avons décrite est subsumée par la formule du titre (Supernatural Horror): admettons alors que c’est l’horreur liée à la representation du surnaturel qui fait, aux yeux de Lovecraft, l’unité de la tradition littéraire du weird tale, et admettons aussi que les textes de Lovecraft ne sont que les derniers rejetons de cette tradition: des récits d'horreur, donc […] Lovecraft est un théoricien de l’horreur et un écrivain horrifique[3] (Lazzarin, 2004: 2).

 

En ese mismo tenor, Brian J. Reis, en un artículo titulado “Structurally Cosmic Apostasy: The Atheist Occult World of H.P. Lovecraft” (Apostasía estructuralmente cósmica: el oculto mundo ateo de H.P. Lovecraft, 2013), plantea que Lovecraft siguió el mismo método que Helena Petrovna Blavatsky utilizó para desenmarañar la pugna materialismo-espiritualismo en lo que respecta a la interpretación de los problemas de lo oculto. Por un lado, la fundadora de la Sociedad Teosófica echó mano de la Teosofía para limpiar las verdades espirituales de la contaminación de las prácticas espiritistas y, por ende, se opuso al materialismo científico que se había adueñado del ambiente intelectual del siglo XIX. De ahí, su afirmación de que había traducido un antiguo libro por medios ocultos en el que se hablaba del verdadero origen de la humanidad, pero que no llegó a concluir.

            Por el mismo camino, Lovecraft, que se decía ateo y seguidor del materialismo de Thomas Henry Huxley —aunque en realidad este naturalista tenía una posición filosófica que estaba entre el materialismo y el idealismo— explotaba ante cualquier afirmación religiosa y también escribió un texto que nunca fue revelado (Necronomicon), en el que ocupó muchos conceptos teosóficos como la cuestión de que el estado actual del hombre es sólo una etapa de un ciclo cósmico.

            No obstante, la diferencia entre Blavatsky y Lovecraft, es que éste último siempre admitió que su libro era producto de la ficción, y con ello, contradecía a la autora de Isis Unveiled (Isis sin velo), utilizando su propio método, de que no había entidades que estuvieran dictando cosas a los mortales.

 

[…] l’originalité des œuvres de cet auteur […] réside dans la position qu’elles occupent entre un ésotérisme que Lovecraft crée de toutes pièces et un matérialisme qui repousse la futilité des croyances religieuses. C’est avec cette contradiction qu’il crée un monde imaginaire influencé par le contexte américain de l’entre-deux-guerres. Les changements et tensions engendrés par les années vingt et trente lui inspirent cet univers placé sous le signe de la démence et des progrès scientifiques[4] (Gorusuk, 2013: 7).

 

Consecuentemente, al ser Lovecraft un hombre bastante materialista, racionalista y ateo, los aspectos habituales del terror no le convencían, y buscaba algo en lo que pudiera creer y que lograra suplir a vampiros, fantasmas y demonios. Así, mirando las estrellas, encontró en ellas la respuesta.

Irónicamente, pese a su ya mencionado materialismo y racionalismo, su obra ha influido en numerosas corrientes esotéricas, inclusive en la formación de Órdenes que reclaman su inspiración. Lo que ha dado pie a que otra corriente de estudiosos afirmen que el Soñador de Providence estaba imbuido de asuntos ocultos y que por alguna razón no quiso darlos a conocer y prefirió encubrirlos en el seno de su ficción. John Engle en uno de sus ensayos comienza diciendo lo siguiente:

 

His pantheon of deities and the mythology interlinking them has become a rich tapestry for a myriad of successive authors, as well as a powerful influence on the style of horror fiction. Yet a particular subset of his adherents have taken a step further from the norms of appreciation, emulation, and inspiration, and into the realms of quasi-religious adulation. The very real world of esoteric magical and occult practices has adopted Lovecraft and his works into its canon, which have informed the ritual practices, or even formed the bedrock, of certain cabals and magical circles. This bizarre phenomenon has swept Lovecraft's work into a real world realm that has received little serious academic study. It is especially bizarre because Lovecraft himself was a committed rationalist. That core tension between Lovecraft’s rejection of the occult and the occult’s embrace of his fiction drives much of this essay[5] (Engle, 2014: 85).

 

Total que el asunto esotérico aún está por escribirse, y conforme se avance en el estudio de la obra lovecraftiana irá saliendo a la luz todo ese caudal que emana de su obra. De momento conformémonos con saber que la actualidad de Lovecraft la podemos encontrar en esa descripción que hace de una humanidad desolada que, si en pleno siglo XX solo fue un presagio ominoso, hoy es un espejo y retrato mítico de una sociedad que ha día a día sigue perdiendo el control sobre su propio destino, sobre su propia vida, sobre su propia finalidad.

 

 

Referencias bibliográficas

 

 

ENGLE, John (2014): “Cults of Lovecraft: The Impact of H.P. Lovecraft’s Fiction on Contemporary Occult Practices”. Mythlore (EEUU), Vol. XXXIII, No. 1, Otoño-Invierno, pp. 85-98.

GORUSUK, Elisa (2013): “Science et mythologie dans les oeuvres d’Howard Phillips Lovecraft”. Mémoire de master, Université Stendhal. Grenoble, Francia.

LAZZARIN, Stefano (2004): “Horreur, hyperbole et réticence chez Lovecraft”, en Belphégor (Francia), Vol. III, No. 2, pp. 1-33.

MERIGO, Marta (2018): “H. P. Lovecraft: un mondo fantastico all’ombra di Cthulhu”, en Art Special Day. L’Arte nel tuo quotidiano (Milán, Italia), 20 de Agosto. Recuperado el 18 de Septiembre de 2019, desde: http://www.artspecialday.com/9art/2018/08/20/lovecraft-mondo-allombra-di-cthulhu/

 



[1] Como todo artista, como todo gran genio que se anticipa a los tiempos, él también fue marginado por la crítica y por el público de su tiempo, seguramente por ser demasiado vanguardista en sus temas y en sus relatos (Trad. nuestra).

[2] No hay amor, no hay redención; incluso la búsqueda de conocimiento es un irremediable naufragio sin esperanza de ulissea memoria (Trad. nuestra).

[3] Raro o espectral, gótico o fantástico, siempre es una cuestión de horror, y la constelación de sinónimos que hemos descrito está subsumida por la fórmula del título (Horror sobrenatural): admitamos entonces que es el horror ligado a la representación de lo sobrenatural lo que hace, a los ojos de Lovecraft, la unidad de la tradición literaria del cuento extraño, y admitamos también que los textos de Lovecraft son solo el último florecimiento de esta tradición: las historias de terror […] Lovecraft es un teórico del terror y un escritor de terror (Trad. nuestra).

[4] […] la originalidad de las obras de este autor […] radica en la posición que ocupan entre un esoterismo que Lovecraft crea desde cero y un materialismo que rechaza la trivialidad de las creencias religiosas. Es bajo esta contradicción que crea un mundo imaginario influenciado por el contexto estadounidense de los años de entreguerras. Los cambios y tensiones engendrados por los años veinte y treinta le inspiran este universo puesto bajo el signo de la locura y el progreso científico (Trad. nuestra).

[5] El entramado que hace de su panteón de deidades con la mitología, se ha convertido en un rico escenario para un sinnúmero de autores posteriores, así como en un poderoso referente en la forma en que se diseña la ficción de terror. Sin embargo, una particular subcategoría de sus seguidores han dado un paso más allá de las normas de apreciación, emulación e inspiración, para dirigirse a los reinos de una adulación cuasirreligiosa. El mundo real de las prácticas mágico-esotéricas y ocultas atrapó a Lovecraft y a sus obras dentro de su canon, motivando prácticas rituales, o incluso, poniendo las bases para ciertas cábalas y círculos mágicos. Este extraño fenómeno ha extendido el trabajo de Lovecraft a un ámbito del mundo real que ha recibido pocos estudios académicos serios. Es especialmente extraño porque el propio Lovecraft era un racionalista comprometido. Esa tensión central entre el rechazo de Lovecraft hacia lo oculto y la admisión de lo oculto de su ficción, impulsa gran parte de este ensayo (Trad. nuestra).

 

martes, 4 de agosto de 2020

Interpretación discursiva y fenomenología

 

 Carmina Carina Ortega Moreno[1]

Introducción

Obra gráfica:
Ulises Bernal

El presente escrito tiene la finalidad de realizar una reflexión argumentada en torno a la manera en la que se ha concebido la comunicación como un acto de interpretación de “fines”, en el cual, las personas emiten información que es decodificada por “otro” a partir de sus previos conocimientos. Esta concepción ha sido estudiada en diferentes áreas del saber, tales como la lingüística, la filosofía y la sociología. 

            Y, aunque cada una de estas disciplinas ha estudiado la comunicación humana como un objeto de conocimiento, todas tienen puntos en común, en los que, de alguna u otra forma, el hombre, los signos y la interpretación, constituyen sus principales pilares del conocimiento, en un momento determinado, pues cada uno de estos elementos varía en cada persona, cultura y pensamiento.

Interpretación y fenomenología

De acuerdo a Calsamiglia y Tusón la comunicación “se entiende como un proceso de interpretación de intenciones” (1999, p. 183). Tomar esta idea como una premisa válida implica considerar que cada ser humano analiza y comprende todos los elementos que percibe a partir de sus previas experiencias y concepciones. Ya las autoras de Las cosas del decir citando a Tusón y Unamuno (1999), hacen referencia a que todo lo que se expresa se dice con una intención, la cual se trata de averiguar con el “mínimo coste de procesamiento” (p.184), basado en “previos conocimientos” (ibíd.) sobre las características del individuo.

Aplicar este esquema en el cual un sujeto (A) le dice a otro (B) algo que será interpretado por B de acuerdo a su subjetividad, abre una puerta a una interpretación equivocada, y Calsamiglia y Tusón (1999) lo reconocen, ya que mencionan que no extraña la presencia de malos entendidos entre la gente a partir de estas acciones. Especialmente, cuando no se activan los “esquemas apropiados” (p.184). Ante esta idea, cabe cuestionar ¿de dónde se pueden obtener los esquemas apropiados para interpretar adecuadamente los mensajes que se presentan en la comunicación? Parte de la respuesta a esta pregunta la expresa Benveniste (1999) en su texto Problemas de lingüística general II, ya que expresa que la sociedad y el lenguaje se implican mutuamente. ¿Qué significa esto?, que el ser humano construye su sociedad a través del uso de los signos que conforman el lenguaje y en el interior de ese contexto se encuentran los esquemas que permiten interpretar, en un alto porcentaje de acierto, las percepciones de varios sujetos sobre los objetos que componen el mundo.

Esta idea hace referencia, de manera indirecta, a la sociología fenomenológica, que tiene por objeto “la comprensión de la estructura significativa del mundo de la vida cotidiana” (Nuñez, 2012, p.50). Uno de sus representantes más significativos es Alfred Schütz, quien se basó en Husserl y Weber para desarrollar sus ideas.

De acuerdo a Rizo:

La propuesta de la Sociología Fenomenológica implica la explicación del verstehen, la experiencia de sentido común del mundo intersubjetivo de la vida cotidiana. Según Schütz, los sujetos que viven en el mundo social están determinados por su biografía y por sus experiencias inmediatas, de modo que cada individuo se sitúa en un determinado lugar en el mundo, y su experiencia es única e irrepetible. Los sujetos aprehenden la realidad desde esta posición que ocupan en el mundo (2009, p.26).

 

Y, por ende, sus emisiones comunicativas estarán afectadas por sus experiencias. Esta idea se asemeja a la paráfrasis descriptiva que retoman Calsamiglia y Tusón (1999) en su obra, en la que la forma de vida del individuo lo determina.

Las experiencias de vida de los individuos son los “objetos de estudio” de lo que las personas perciben y transmiten, ya que éstas pueden estar conformadas por elementos simples como el nombre de ciertos objetos hasta experiencias complejas como un evento de convivencia familiar o una investigación doctoral.

De acuerdo a Nuñez, haciendo referencia a Weber, “conocer el significado que el individuo atribuye a sus actos es la vía de acceso hacia el significado de las relaciones sociales” (2012, p.53). Esto implica que cada individuo desarrolla su propio sistema de signos y le atribuye múltiples significados a todos los elementos que conoce, y el hecho de que uno o más sujetos compartan esa información, permitirá el intercambio de ideas. A este fenómeno se le llama intersubjetividad, e implica que las propias concepciones del sujeto puedan ser conocidas por el otro, y el otro, también puede dar a conocer, con elevado nivel de claridad, sus propias concepciones; es decir, ambos individuos pueden conocer su subjetividad.

Esta acción es relevante en el mundo actual debido a que explica parte de lo que cuestiona John Searle, al comienzo de su obra en el capítulo primero, él plantea las preguntas:

 

 ¿Cómo se relacionan las palabras con el mundo? ¿Cómo es posible que cuando un hablante está ante un oyente y emite una secuencia acústica ocurran cosas tan destacables como: el hablante quiere decir algo; el oyente comprende lo que se quiere decir; ¿el hablante hace un enunciado, plantea una pregunta o da una orden? (1969, p.13).

La relación de las palabras con el mundo, se dan a partir del significado que les da el sujeto en su contexto social, cultural e histórico, determinado. Así, por ejemplo, si Platón escribió diez libros que conformaron el texto titulado La república, en el año 380 a. C, y en su libro siete presenta ideas acerca de una caverna. Se cita a continuación un fragmento:

(…) compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden mover la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas (Platón, 2010, pp.405-6).

 

De su obra (que es un diálogo), se interpretarán muchas ideas. Unos, por ejemplo, dirán que habla de la educación, otros del conocimiento, otros de la verdad y algunos más, brindarán una explicación más compleja de su texto; con base en su edad, nivel de preparación y experiencias. Una explicación, que se puede considerar acertada, es la del académico Angelo Altieri Megale, quien en su obra Dos ensayos: Platón y Anselmo de Aosta, expresa que el mito de la caverna presenta:

 

(…) dos planos de la realidad y de la vida en el interior de la caverna se halla el mundo de la opinión (doxa) o “reino de lo visible” (oratón), fuera de ella, el “mundo de la ciencia” (episteme) o “reino de lo inteligible” (noetón)” (2000, p.47)

 

Lo que indica al lector su alto grado de preparación respecto al tema, aunque, no por ello, necesariamente, le da a conocer sus experiencias sobre su vida o su contexto cotidiano.

Pasando a la otra pregunta de Searle, en relación con la posibilidad de un evento comunicativo, en el cual intervienen un hablante y un oyente, y en el que se enuncia, se cuestiona o se ordena; se puede mencionar que las bases de un conocimiento bien fundamentado, nos permiten realizar estas acciones, esto significa que a partir de que el sujeto adquiera mayor conocimiento y experiencias, y sepa cómo utilizarlas, podrá intervenir con mayor certeza en el mundo de la vida.

Aunado a estas ideas cabe cuestionar ¿qué elementos se requieren para conformar adecuadamente un fenómeno, una experiencia?

De acuerdo Heidegger, citado en Xolocotzi (2009), la experiencia puesta en la fenómeno pregunta:

1.       Por el “qué” originario que es experienciado en él (contenido)

2.       Por el originario “cómo” en que es experienciado (referencia)

3.       Por el originario “cómo” en que el sentido referencial es ejercido (ejercicio)

Estas tres direcciones de sentido (sentido de contenido, de referencia y de ejercicio) no están colocadas sencillamente las unas junto a las otras. “Fenómeno” es una totalidad de sentido según estas tres direcciones. La “fenomenología” es la explicación de esta totalidad de sentido […].

 

 

Tal como lo menciona Heidegger, (lo que se presenta a continuación es una manera de interpretarlo), reflexionar sobre la experiencia, implica cuestionar los elementos, de inicio, que conforman la experiencia [que puede ser un objeto de estudio o una situación determinada], es decir, que se presenta el fenómeno, de qué manera se originó y cómo sucedió.

            Estas ideas me recuerdan a las cosas que distingue Aristóteles sobre los objetos:

° Materialà Composición o contenido.

° Formalà Forma.

° Eficiente à Origen o, constructor.

° Finalà Objetivo o finalidad.

            Ya que éstas mismas brindan características para estudiar un objeto. Y, si se toma el fenómeno o la experiencia como un objeto de estudio pueden utilizarse [diferentes tipos de clasificación] propuestas teóricas para distinguir los elementos que los conforman.

            Aunado a ello, considero que la idea que plantea Saussure (en su Curso de lingüística general) acerca del signo se encuentra estrechamente relacionado con los planteamientos ya presentados, debido a que él expone que el signo une “un concepto y una imagen acústica” (1991, p.102). A partir de la cual, se presenta una relación entre los signos que utilizamos y las palabras, ideas o imágenes a las que hacen referencia las personas en una conversación.

Ante este hecho cabe cuestionar ¿qué imagen se presenta en la mente de la otra persona o a qué hace referencia el objeto de expresión cuando lo mencionó? Esta pregunta nos remite nuevamente al comienzo de este trabajo, en el cual se menciona que la interpretación de nuestras expresiones depende de nuestras creencias, costumbres, contexto social, cultura, previos conocimientos y experiencias. Adicionando a esto, que en la medida que más se conozcan las convenciones sociales de un grupo determinado, mayor será la comprensión de conductas y formas de actuar sobre éste. 

 

A modo de conclusión

 

La interpretación es un proceso que abarca el análisis y la comprensión. Estas acciones se realizan al estudiar un objeto de estudio ya que brindan elementos significativos e información básica sobre un hecho, lugar, sujeto, etc.

Al respecto, Calsamiglia y Tusón han expresado que interpretar implica poseer los esquemas cognoscitivos correctos que serán para conocer el objeto de estudio bajo el contexto en el cual se encuentran.

Este hecho está relacionado con la fenomenología, ya que, quien analiza alguna cosa a partir de esta línea de estudio debe tomar en cuenta los antecedentes históricos que la conformaron para conocerla e interpretarla adecuadamente.

El análisis del discurso, como uno de los objetos de estudio que se trata de comprender, implica realizar un acto fenomenológico, en el que, a partir de la propia experiencia, se trata de conocer al otro (debiendo tomar en cuenta las experiencias de ese otro).

Uno de los problemas, que surge al tratar de analizar, es la interpretación equivocada, ya que lleva a creer que uno comprende lo que está percibiendo, pero puede, en realidad estar influenciado por la subjetividad.

Al respecto, uno de los problemas que se presenta en la sociedad humana, ante el acto de interpretar adecuadamente bajo los esquemas adecuados, es que las personas no siempre reflexionan sobre sus expresiones verbales/lingüísticas, corporales o kinestésicas, y esto trae consigo muchos problemas, pues, a falta de los “esquemas” correctos o del conocimiento cultural del otro o los otros, se cometen muchos errores de comunicación, aunque no por ello esa situación se convierte en un problema, si no, en una oportunidad para ampliar el panorama de conocimiento que ya se posee, implementando nuevas ideas, estructuras, formas de pensar y comportarse.

 

 Referencias

Altieri, A. (2000). Dos ensayos: Platón y Anselmo de Aosta. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Benveniste, E. (1999). Problemas de lingüística general II. México: Siglo XXI Editores.

Calsamiglia, H & Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. España: Ariel.

Nuñez, M. (2012). Una aproximación desde la sociología fenomenológica de Alfred Schütz las transformaciones de la experiencia de la alteridad en las sociedades contemporáneas. Sociológica, 27 (75), 49-67.

Platón. (2010). República. España: Alianza Editorial

Rizo, M. (2009). Sociología fenomenológica y comunicología: Sociología Fenomenológica y sus aportes a la comunicación interpersonal y mediática. Fronteiras 11 (1), 25-32.

Saussure, F. (1991). Curso de lingüística general. España: Akai.

Searle, J. (1969). Actos de habla. España: Planeta-Agostini.

Xolocotzi, A. (2009). Fenomenología Viva. Introducción. Fenomenología: ¿La filosofía del siglo XX? (pp.11-23) México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 



[1] Licenciada en filosofía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha participado como ponente en diferentes eventos académicos tales como el Primer Encuentro de estudiantes y pasantes de Filosofía “Construcción y Ruptura: Manifestaciones del pensamiento”, UNAM, con el ensayo titulado: Rousseau: La desigualdad entre los individuos, construcción del pensamiento y actuar humano y el XV Jornadas Filosóficas Leibniz, con el trabajo El pensamiento de San Agustín en sus confesiones, entre otros.


lunes, 3 de agosto de 2020

En un sueño

Por: Yessika María Rengifo Castillo[1]

Obra Gráfica: Tirsso castañeda

Obra gráfica:

Tirsso castañeda

Llegué a casa cansado de susurrar tus canciones en el jardín que alegró nuestras tardes.  Las azucenas habían florecido contándole a las nubes que tú y yo éramos felices en medio de un mundo turbulento que se roba días de sol. 

Las dos de la tarde se convirtieron en el himno de nuestro amor que jugaba con el algodón de su piel. Algodón que se enlazaba con mis manos sedientas de amor en una búsqueda desesperada por besar el néctar de sus pezones, que aceleraron mi corazón.  Sus piernas se abrían como las alas del Diamante de Gould en el verano, y mis fluidos llegaron como susurros del sol, entre sudores profundos que endulzaron mi cama.  Éramos uno, el mundo se esfumó en el canto de las rosas. En medio de nuestra oda celestial oí una voz que grito: Jaime, despierta se hace tarde para tu trabajo. Era mi madre, me recordó una vez más que en un sueño siempre estarías, vida mía.

 

 

 

 



[1] Yessika María Rengifo Castillo. Poeta, narradora, articulista, e investigadora. Docente, colombiana. Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana, especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo, y Magister en Infancia y Cultura de la Universidad Distrital Francisco José De Caldas, Bogotá, Colombia. Desde niña ha sido una apasionada por los procesos de lecto-escritura, ha publicado para las revistas Infancias Imágenes, Plumilla Educativa, Interamericana De Investigación, Educación, Pedagogía, Escribanía, Proyecto Sherezade, Monolito, Perígrafo, Sueños de Papel, Sombra del Aire, Plumilla y Tintero, Chubasco en Primavera, Íkaro, Grifo, La Poesía Alcanza Para Todos, Ibídem, Narratorio, Piedra Papel & Tijeras, Extrañas Noches, Cadejo, Microscopías, Psicoactiva, Ágora, Con voz  Propia, Un Mar de Letras, Cheshire, Luke, Revolución. Net, entre otros. Autora del poemario: Palabras en la distancia (2015), y los libros El silencio y otras historias, y Luciana y algo más que contar, en el librototal.com. Recientemente ha publicado su tercer y cuarto libro: La espera bajo el sello editorial Historias Pulp, y Entre Causas y Otras Causas en la casa editorial Letroides. Además, recientemente publicó bajo el sello Gazeta el libro: A los niños les cuentan.  Ganadora del I Concurso Internacional Literario de Minipoemas Recuerda, 2017 con la obra: No te recuerdo, Amanda.

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