viernes, 13 de marzo de 2015

Aproximación a las voces femeninas y la transtextualidad en la Región más Transparente de Carlos Fuentes


Mtra. Alma Guadalupe Corona Pérez
Mtra. María Selene Alvarado Silva
Alma Jazmine de Saavedra Corona
Cuerpo Académico: márgenes al canon literario hispanoamericano
Siglos XIX al XXI. Facultad de Filosofía y Letras

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla



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http://cenicientademendigosyladrones.blogspot.mx/
Uno de los escritores y teóricos que más ha insistido en enfatizar y estudiar la dimensión filosófica de la novela es Milan Kundera. Si bien teorizar en torno a la novela ha sido preocupación de todos los tiempos, como es el caso del propio Carlos Fuentes que en numerosas ocasiones lo ha hecho, coincidimos con el primero cuando, acertadamente, afirma que la novela es: “…una meditación sobre la existencia a través de personajes imaginarios” (Kundera; 2000: 81).
Señala, además, que la novela acompaña constante y fielmente al hombre desde el comienzo de la Edad Moderna, agregaríamos, que hay un símil muy interesante con respecto a la compañía que la mujer proporciona al hombre desde que éste fue, míticamente creado, por Dios. Cuando fue creado el hombre de un cúmulo de tierra y agua, cabe señalar que hay ediciones de la Biblia que citan textualmente la palabra ‘lodo’, Dios pudo observar casi lastimeramente que había creado un hombre demasiado solo y que éste necesitaba a un ‘alguien’ para vivir y compartir.
            Esperó que Adán durmiera profundamente para poder extraer una de sus costillas y con ella creó una mujer, una compañera: Eva.
Los sucesos siguientes y el destierro consecuente rubricaron uno de los más interesantes y excepcionales eventos para la historia mítica de la humanidad.
La novela, por su parte, se ha constituido en la infatigable e inteligente hija y compañera del hombre, el artista es como ese mítico Dios hacedor que de sólo tierra y agua hizo al hombre y de uno de sus huesos a su compañera. El escritor, en un claro acto estético, con papel y tinta construye el soporte de vidas ficticias, que no importa si son verdaderas o simples mentiras lo único que importa es que sean verosímiles, tal y como lo sentenciara el Marqués de Sade en su Prólogo a Los crímenes del amor.
Volviendo a Kundera, él nos remarca con respecto a la novela, que: “La ‘pasión de conocer’… se ha adueñado de ella para que escudriñe la vida concreta del hombre y la proteja contra ‘el olvido del ser’, para que mantenga el mundo de la vida bajo una iluminación perpetua.” (13).
Es en este primer sentido e intento que la novela puede llegar a ser considerada como una parte consustancial y neurálgica de la memoria histórica de los pueblos.
A través de la novela puede quedar plasmado: el espíritu de un pueblo, la atmósfera física y social de una época, el sello personal de los individuos y la impronta –positiva o negativa- de las tradiciones, porque: “El novelista no es un historiador; ni un profeta; es un explorador de la existencia humana. (…) Y todas las novelas de todos los tiempos se orientan hacia el enigma del yo. La novela conoce el inconsciente antes que Freud, la lucha de clases antes que Marx, practica la fenomenología (…) antes que los fenomenólogos.” (48).
Las interrogantes planteadas por La región más transparente (1958) de Carlos Fuentes, además de importantes resultan oportunas -en este inicio de siglo XXI- y exquisitamente inquietantes, vistas introspectivamente. Debemos tomar en cuenta que esta novela considerada fundacional fue publicada casi al cierre de la primera década de la segunda mitad del siglo XX, etapa por todos reconocida como efervescente y colmada de información de todos los niveles.
Fue el momento en el que ya se podían ‘ver’, en retrospectiva, los efectos de la Revolución Mexicana, incluso la gran brecha abierta por tal movimiento armado en las letras mexicanas aun dejaba ver su sombra, la misma novela de Fuentes La muerte de Artemio Cruz (1962) toca fibras políticas y socio-históricas revolucionarias.
Este artículo busca cumplir con los objetivos de aproximarnos a las más importantes voces femeninas integradas al argumento de La región más transparente así como tomar en cuenta el trabajo de transtextualidad realizado por Carlos Fuentes en la novela mencionada.
Ambos aspectos son re-dimensionados dado el peso literario de los mismos para el desarrollo del argumento y bajo el signo de un ciudad-protagonista a la cual podría asignársele un rol hasta cierto punto femenino, sin embargo, en la novela la ciudad de México, como personaje, se ‘abre’ frente a nosotros como un espacio urbano, masculino, reinventado bajo la técnica del collage, por eso resulta de capital importancia recurrir a la transtextualidad, concepto retomado, estudiado y redefinido por Gérard Genette fundamentalmente en su texto Palimpsestos. Literatura en segundo grado (1989).
Considerado mexicano, pese a haber nacido en Panamá en el año de 1928, Carlos Fuentes, ciudadano del mundo desde muy joven, por cumplir su padre funciones diplomáticas, le ha dado a la Historia del Arte una fértil, importante y larga trayectoria como novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo, diplomático, guionista de cine, crítico, politólogo, barroco y catedrático. Doctor Honoris Causa por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en el año de 2003, entre otros doctorados otorgados por Universidades de todo el mundo, su obra se ha hecho acreedora a Premios Internacionales como el Biblioteca Breve, el Rómulo Gallegos, el Alfonso Reyes, el Cervantes de Literatura y el Príncipe de Asturias, entre los más importantes.
Los días enmascarados (1954) es el primer peldaño de una interminable y hasta hoy inagotable escalera ascendente en el ámbito literario, no sólo mexicano sino internacional, Fuentes nos entregó un puñado de relatos en los que ya había personajes femeninos que débilmente, desde la inmanencia, asomaron a la trascendencia cuando la narrativa latinoamericana se estaba reinventando, entre la denominada ‘nueva novela latinoamericana’ y el boom, entre Pedro Páramo y Rayuela, entre 1956 y 1962, no sólo hay diversos aspectos de un mismo fenómeno que no puede ser traducido de otra forma más que como la madurez de la narrativa en América Latina.
Es un periodo en el que insistentemente sobresalen tres o cuatro nombres de escritores latinoamericanos, entre los más citados están Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y, por supuesto, Carlos Fuentes quien, vale la pena enfatizar, fue el más activo ya que se consolidó como un escritor excepcional e intenso, conocedor y analista de la realidad hispanoamericana, cuidadoso –casi hasta la obsesión- e innovador, así como incansable viajero.
Con cuatro importantísimas e indispensables obras publicadas en un espacio de cinco años: La región más transparente, dedicada a Rita, Las buenas conciencias (1959), La muerte de Artemio Cruz (1962) y Aura (1962).
En las cuatro obras hay presencia constante de personajes femeninos de considerable importancia que van recortándose frente a nuestra mirada para impregnarnos de sus aromas a tinta perfumada, basta mencionar que en la polémica Aura hay una protagonista dual que es presente y es pretérito en una misma e enigmática persona cuya conexión son unos indescifrables ojos verdes, en ella Fuentes se revela como un audaz edificador de propuestas literarias no sólo pioneras sino totalmente novedosas en México.

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La incorporación del narrador de segunda persona gramatical de manera prolongada combinada con el futuro como tiempo verbal predominante, alcanzó en México esplendor gracias a la pluma de Carlos Fuentes en La muerte de Artemio Cruz, con esta innovación se consigue marcar una nueva pauta que repercutió en la construcción de las voces narrativas, dentro de una narración prospectiva.
Siempre presente en los círculos artísticos y académicos, leído, criticado y –probablemente- no suficientemente analizado aún, se nos presenta cincuenta años después, con su novela La región más transparente, misma que a base de un arduo trabajo y búsqueda de formas literarias novedosas empezaba a dejar atrás el tipo de regionalismo instaurado por la ya larga, hasta el momento, Novela de la Revolución.
Es una novela compleja en su estructura, vale la pena insistir que no sólo es de estructura complicada, sino que es extensa y frecuentemente discursiva –como la gran Comedia Humana de Honore de Balzac- está llena de detalles memorables, pero no deja de ser amena, didáctica, por todos los ángulos de lectura sobre la ciudad de México como espacio urbano, cosmopolita y hasta por momentos divertida.
Si con Pedro Páramo de Juan Rulfo se obtiene un retrato de la triste y desolada vida rural mexicana, en blanco y negro, en La región más transparente nos encontramos con el urbano rostro de un México contemporáneo que se divierte, baila y ríe frecuentemente buscando la respuesta a la interrogante: ¿qué significa en el fondo el acto de ser mexicano?.
Frente a la pregunta, está la complicada segmentación que sufre la novela para obtener la simultaneidad entre las relaciones del espacio y el tiempo, dos de las más importantes categorías del relato, vertebradas por la presencia del personaje Ixca Cienfuegos. Él y México son los factores comunes  a todo el resto de personajes de la novela.  Normalmente tenemos una narración homodiegética testimonial, cuando es Ixca el que habla, se trata, de una narración simultánea que emplea el presente perfecto, el futuro, el presente y realmente poco, el pretérito.
Poseedora de tres partes, señaladas sólo por enigmáticos números arábigos, la primera y la tercera parte resultan relativamente cortas, por lo menos comparadas con la segunda. Cabe recalcar que son los únicos tres números que aparecen junto con los años que entre paréntesis se encuentran después de los nombres al inicio de las subpartes, el resto es una numeración “tentativa” y que de manera operativa he colocado.
 La primera cuenta con ocho estructuras narrativas o subpartes de las cuales dos tienen nombre de personajes femeninos: Gladys García (1951), como la segunda subparte, si consideramos a la Introducción como la subparte número uno y que precisamente lleva como título: Mi nombre es Ixca Cienfuegos, éste es el único título de la Parte 1, escrito en itálica. La segunda ocasión en la que encontramos el nombre de una mujer dándole nombre a una subparte es en la séptima: Norma Larragoiti (1920–1940).  
El peso importante de la novela se concentra en la Parte 2, en ella son cuatro las apariciones de subpartes con títulos con nombres femeninos: 8. Rosenda (1911-1935), 14. Pimpinela de Ovando (1912-1951), 22. Hortensia Chacón (1918-1951) y 26. Mercedes Zamacona (1914-1915); debemos tener en cuenta que ésta es la parte más extensa de la novela: veintisiete subpartes.
La brevísima parte 3 está integrada sólo por tres subestructuras, de ellas la última lleva el intertextual nombre de la novela agregando un complemento del nombre: La región más transparente del aire, en ésta únicamente la primera subparte lleva el nombre de Betina Régules (1954).
Por lo tanto hay un evidente desequilibrio en el peso establecido entre los personajes femeninos y los masculinos que dan título a cada subparte, de facto, la novela cuenta con más personajes masculinos que femeninos.
De manera paratextual encontramos dos estructuras o campos de relaciones que se nos ofrecen como esquemas previos: en primer lugar, un Cuadro Cronológico establecido comparativamente entre la Novela –a partir de 1900 y hasta 1972-  con la aclaración al final: “Acción central de la novela.” (14), y la Historia -desde 1876- con la llegada de Miguel Alemán a la Presidencia de la República Mexicana. En un segundo término aparece la lista de Personajes, identificados por familia, grupos sociales, el pueblo, los revolucionarios y simbólicamente ‘cerrada’ por los denominados Guardianes: Ixca Cienfuegos y Teódula Moctezuma, hijo y madre respectivamente.
El tempo narrativo de la novela suele ser lento y atomizado, incluso se inicia con el empleo del pretérito y el presente en una suerte de dualidad que no sólo es densa sino que nos ofrece la posibilidad de un hilo argumental ondulado de permanente presente: “Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F. Esto no es grave. En México no hay tragedia: Todo se vuelve afrenta.” (19)
La región más transparente es el gran escenario de un país en paulatina reconstrucción frente a un apremiante presente y un futuro complejo, incierto y multicolor; esa es una de las razones por las que se le considera como una novela fundacional.  Fuentes mismo reconocería en El espejo enterrado (1992), magna obra ensayística, que: “La historia reciente de la América Latina es caótica, veloz, contradictoria.” (Fuentes; 1992: 339).
Es indudable que, en La región…, tenemos el retrato al óleo de un México integrándose a un mundo cambiante y sórdido, Fuentes nos ofrece una radiografía a colores del sistema nervioso social de un país que se pregunta frecuentemente: ¿quiénes y cómo somos?, si tomamos en cuenta de que se trata, no sólo de una nación en construcción sino también de una nacionalidad: “En México, por primera vez, una nación hispanoamericana se vio como realmente era, sin disfraces, brutal a veces, a veces insoportablemente tierna.” (1993: 332)
Resulta de gran importancia el análisis literario de una novela con estas peculiaridades en la que hay un buen número de personajes que podemos considerar como ‘centrales’ y una gran protagonista: la propia ciudad de México, como cuna, punto de partida y encuentro, como columna vertebral de un complicado cuerpo en el que las voces femeninas se distinguen por representar a los distintos contextos y problemáticas citadinas, como una piedra facetada.
Cada voz femenina “refuerza” la descripción del plano socio-económico de la protagonista-ciudad, amén de que vamos a encontrarnos con mujeres que han dejado de ser simples soportes en el complicado andamiaje narrativo.  Fuentes coloca voces transgresoras en mujeres de ojos inquietos, el discurso masculino nos lleva hacia la configuración de un lenguaje femenino, poderoso y decidido; el ‘patriarca’ le ofrece sus fuertes y ásperas palabras a las mujeres que exigen poseer voz propia en una novela de búsqueda y rupturas: “-¡Estoy viva! ¿Sabes? (…) –Y no dependo de nadie, ¿sabes? (…) –Y puedo jodérmelos a todos, ¿sabes?, a todos…” (1993: 334). Norma Larragoiti, sonrisa en labios lo dice, además de haber señalado con desdén: “-Toma, pendejo, y aprende a distinguir.” (333).
Betina Régules es: “una de las chicas bien más populares de la capital, y a la cual los cronistas de sociedad llamaban ‘la niña dorada’,…” (436). Más que otra cosa es una niña mimada y engreída que exclama: “-En París nos alojamos en el Crillon- le decía con la voz más alta que de costumbre a Jaime  -Papá dice que por allí ha pasado toda la historia de Francia. Figúrate, en esa misma plaza estaba la guillotina.” (438)
La novela representa la elaboración de un retrato total y totalizante que incluye a todas las clases sociales citadinas con sus respectivos paralelos económicos y morales y, pese a que, son Federico Robles, Manuel Zamacona, y por supuesto, Ixca Cienfuegos los personajes de mayor peso, también hay otras voces femeninas, además de las ya mencionadas, que ‘cruzan’ al México contemporáneo, convertido en la otrora “región más transparente”, gracias a la pluma de Fuentes.
Una de esas voces es la de doña Teódula Moctezuma, madre de Ixca, junto con él se encarga de defender un extraño proyecto de retorno al pasado bastante indefinido y ambiguo, además de ser la mítica ‘guardiana’ al lado del ‘guardián’ Ixca, su voz es un lamento y un canto escrito en el cuaderno pautado de la memoria mexicana cuando rememora el pasado: “Aquí estás, Celedonio, y encima de ti el nahuaque cercano, para que tus huesos no dejen de cantar nunca-.” (214). Por supuesto que el tipo de expresión que Fuentes coloca a Teódula no es de matices citadinos, más bien es un lenguaje en el que se advierten giros regionales de sumo interés: “Teódula recogía un ídolo, lo besaba y se pegaba tres veces en el pecho: -Y la ixcuina de cuatro caras, que es la que te cubre y te llena de mugre para que no te olvides de quién éres, y luego el de las dos caras, para que los veas a ellos y nos veas a nosotros, y no llegues nunca y nunca te vayas.” (214)
Debe llamar nuestra atención un detalle que resulta significativo y que está inserto en el más puro contexto dominado por la presencia masculina, dicho detalle es que, ni en el grupo de los revolucionarios, ni en el de los intelectuales hay presencia femenina. Las mujeres son abruptamente excluidas de dos de los ámbitos en los que, por lo menos actualmente en el mundo cotidiano, la mujer reclama a voces plenas un lugar para ejercer su acción.
El resto de grupos coparticipes en la vida ilustrada por la novela cuenta con representantes del sexo femenino en todos y cada uno de ellos: los de Ovando, los Zamacona, los Pola, los burgueses, los satélites, los extranjeros, el pueblo –por supuesto- y finalmente los guardianes.
Es notable remarcar que, Fuentes tuvo buen cuidado al elegir el tipo de expresiones correspondiente a cada una de sus personajes-mujeres, ya que de acuerdo a su status social dicha expresión se va adecuando, como ya lo habíamos enfatizado al mencionar a Teódula Moctezuma. Las expresiones en labios de Betina o Norma no son las mismas, ni entre ambas, ni con respecto a Teódula.
Una de las mujeres dueñas de una de las más interesantes historias personales que cruzan el paisaje de La región… es Hortensia Chacón, con un historial de maltrato y sufrimiento, relata sus padeceres en primera persona gramatical a Ixca sin que llegue a existir diálogo entre ambos: “(…) que yo era más hombre que él porque soportaba lo mío y lo suyo, que él no podía soportar su propia vida de paria a medias.” (352).
De mecanógrafa y doliente esposa de Donaciano, ya invidente, en silla de ruedas se convierte en la segunda esposa de Federico Robles: “Ciega. Así lo quisieron los dos. Donaciano, que me dejó ciega, y Federico, que me buscó ciega.” (353).
Hortensia es una y es muchas mujeres dispersas en las ciudades, capaces y dispuestas a hablar de su dolor de una manera en la que las palabras se convierten en una suerte de plegaria: “(…) mis ojos secos, a veces, reflorecen y recrean un espejo sin fondo en el que, más que las imágenes, vuelven a nacer unas aves turbias que vuelan detrás de mis párpados.” (354).
 Elocuentemente Hortensia agrega: “(…) cosidas al centro de mi vientre, y me devuelven horas de ciudad, de esta ciudad de México que me ha engendrado y me ha regalado mi vida y sus calles, que me ha visto correr por ella, parir mis hijos sobre su suelo, subir a sus camiones e interrogar su noche sin devolverme la imagen que le pido.” (354-355).
El grupo de mujeres que participan activamente en la novela nos muestran diversos rostros fácilmente reconocibles, sin embargo, tres son las historias subyugantes: la de Norma, la de Teódula y la de Hortensia.
Por el lado de la transtextualidad o transcendencia textual, cabe resaltar, que en la novela se presentan, fundamentalmente, el paratexto y el intertexto.  El paratexto ya ha sido señalado anteriormente, al comentar lo relacionado con la estructura de la diégesis. Con respecto a la intertextualidad podemos enfatizar que el recurso predominante es el de la alusión con su clara posibilidad de establecer referencias que, más que de otros textos, son de elementos citadinos como marcas comerciales, lugares, canciones, calles, partidos políticos, etc., que van ‘derramándose’ a lo largo del relato como ecos evidentes y delatores del contexto social dentro del cual ‘existen’ un breve lapso de sus vidas los personajes que mueven los hilos invisibles de La región más transparente: “La paz era el deseo verdadero del país, el anhelo del pueblo mexicano de un extremo a otro de la República, desde las puertas de la profesa hasta la esquina del Jockey Club.” (464). En otra línea tenemos: “Que si se debe hablar sobre los sarapes de Saltillo, que si Franz Kafka dependía del presupuesto de Wall Street.” (368).
A manera de conclusión, es importante remarcar que en una novela con la riqueza literaria de La región más transparente los puntos de análisis se multiplican de forma sorprendente, sólo estos dos matices: los personajes femeninos y la transtextualidad son merecedores de mucho más que un simple artículo. Tan sólo las voces femeninas son materia de futuros trabajos nuestros insertos en la teoría y vanguardia literaria.

BIBLIOGRAFÍA:

Fuentes, Carlos (1993). La región más transparente. Colección Popular. Ed. Fondo de Cultura Económica. 1958. Duodécima reimpresión. 1993. México.
____________. (1992). El espejo enterrado. Colección Tierra Firme. Ed. Fondo de Cultura Económica. México.
Genette, Gérard (1989). Palimpsestos. La literatura en segundo grado. Traducción: Celia Fernández Prieto. Serie Teoría y Crítica Literaria. Altea, Taurus, Alfaguara. Madrid.

Kundera, Milan (1992). El arte de la novela. Ed. Tusquets. Barcelona.

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