martes, 31 de marzo de 2015

De la representación de Pancho Villa en el cine

Por: Jorge Luis Gallegos Vargas[1]


Fuente de imagen:
http://elportaldemonterrey.com/?p=6430
Si hablamos de cine nacional y caudillos, Pancho Villa es sinónimo de ello. Se tienen datos de que en 1914 Villa firmó un contrato con la Mutual Films. La cinta encargada fue The life of General Villa, y esta tenía por objetivo mejorar la imagen del Centauro de Norte ante la opinión pública de los Estados Unidos y conseguir fondos que le permitieran adquirir armas.
Actualmente, son más de sesenta películas en las que la Revolución Mexicana ha servido como contexto para el desarrollo de la trama. Están consideradas como las dos mejores El compadre Mendoza (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa (1935), ambas del director Fernando de Fuentes.  Fue en 1933 cuando la revuelta fue puesta en pantalla por primera vez. El prisionero 13 (1933), El compadre Mendoza (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935. Los filmes de De Fuentes representan una visión de compromiso social, demostrando simpatía hacia los agraristas y los personajes que lucharon al lado del caudillo del norte; además, la dirección de estas historias se hicieron lejos de la institucionalización de los ideales revolucionarios de los años cuarenta e, incluso, son un documento alejado de la historia oficial.
El prisionero 13, narra la vida de un revolucionario fusilado, mostrando que la Revolución no es más que una historia de traición. Por otro lado, ¡Vámonos con Pancho Villa!, basada en la obra de Rafael F. Muñoz, plasma la desilusión y el horror que causó el combate armado de 1910 a los campesinos. A estos nombres, se anexan los de filmes como Enemigos (1933), Rebelión (1934), El Tesoro de Pancho Villa (1935), La Adelita (1937), La Valentina (1938), Con los dados de Villa (1939), La justicia de Pancho Villa (1940), Los de abajo (1939), de directores como Guillermo Hernández Gómez, Chano Ureta, Manuel G. Gómez, Miguel Contreras Torres, son sólo algunos nombres de los inicios de las representaciones del acontecimiento histórico.
Rafael Baledón fue el encargado de poner en pantalla al Centauro del Norte con filmes como El Secreto de Pancho Villa y El tesoro de Pancho Villa. Ismael Rodríguez hizo lo propio con la trilogía Así era Pancho Villa (1957), Pancho Villa y la Valentina (1958) y Cuando ¡Viva Villa! es la muerte (1958), trasladando a la figura revolucionarias a imágenes falsas, de súper héroes, reduciendo a Villa “a un acopio de cuentos con finales sorpresivos matizados por la ingeniosa filosofía popular del héroe más cerca de la anécdota cotidiana que de los libros de texto.” (Aviña, 2004: 71) Los años cincuenta vieron convertirse a figuras como Pedro Armendáriz, Fernando Fernández y José Elías Moreno en el mito villista.
Entre Pancho Villa y una mujer desnuda es sin duda un filme que nos muestra diferentes revoluciones. En primera instancia, utiliza a una figura significativa de la Revolución Mexicana, como es Pancho Villa, para hacer una crítica a la cultura machista de nuestro país. Aunado a estas razones, este texto, que en primera instancia fue una obra de teatro, surge en un momento decisivo en el que la mujer comenzó a ocupar papeles importantes en la vida pública.
Además de tener el sexo en común, comparten el interés y la pasión hacia Francisco Villa. Un día, Gina va en busca de Adrián y le propone que se vaya a vivir con ella y que tengan un hijo, encontrándolo con otra mujer. Es entonces, cuando la protagonista se enrola en una relación con Ismael un hombre más joven que ella y que, además, es su socio. Después de unos meses de ausencia, Adrián regresa en busca de Gina pero se da cuenta que ésta ha decidido rehacer su vida; éste intenta reconquistarla e imagina que Pancho Villa es su consejero; éste último, le da consejos machitas para hacer hacerla sucumbir, sin embargo, ambos fracasan en el intento.  
El Villa de Berman y Tardán es una representación fársica y exagerada del caudillo. Se mofan de la figura mítica, dotándole una dosis de humor, sirviendo para caricaturizar al mexicano; el Centauro del Norte, de Sabina e Isabel, es viril, masculino, características que sirven para ridiculizar a la cultura mexicana.      
Entre Pancho Villa y una mujer desnuda, desde el título, denota que nos encontraremos ante el espíritu machista de una época: 1910, intentando recontextualizar las demandas y el abandono de la mujer de inicios del siglo pasado, con las preocupaciones colectivas y sociales de la mujer contemporánea, dejando al descubierto que tanto la lucha del Centauro del Norte, así como la lucha feminista, contando entre sus bases con planteamientos de un pensamiento utópico.




[1] Acerca del autor: es maestro en literatura Mexicana por la FFyL de la BUAP y miembro activo en Óclesis, Víctimas del artificio.

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