viernes, 19 de junio de 2015

SOR JUANA ANTE LA PRECEPTIVA DE BALTASAR GRACIÁN

Karla Avilés Gutiérrez



Fuente de imagen:
http://redfilosofia.es/atheneblog
Los siglos XVI y XVII fueron siglos que se distinguieron por eventos tanto históricos como literarios. Vieron nacer a grandes figuras de la literatura tanto en España, en la Nueva España y en otros lugares del mundo. Este trabajo estará enfocado a la puesta en práctica de una de las preceptivas más trascendentes, se trata de Agudeza y Arte de ingenio de Baltasar Gracián, aplicado a un soneto de la monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. Antes de iniciar me gustaría que recordemos algunos de los eventos más importantes de la época de nuestros dos escritores.
En cuanto a lo literario aparecen mediados del siglo XVI, dos tendencias básicas distinguían a los preceptistas italianos, la de los “finalistas” y la de los “hedonistas”. La primera reconsidera  principios como mímesis, catarsis, es decir, es de raigambre aristotélica. Aquí aparecen los nombres de Sperone Speroni, Giraldo Cinzio y Francastoro. La segunda, por su parte, busca una invención fascinadora y una excitación agradable. Los máximos exponentes de esta corriente fueron Mazzi, Carchi, Minturno. En el fondo se oculta la disputa entre el estudio del texto literario como una estructura y la poética de la inefabilidad. Ambas tendencias, sin embargo, conservan el gradiente moral. Hacia finales de este siglo, aparecen nuevos preceptistas (Pallavicino, Castelvetro, Piccolomini, Riccobono, Tasso) con una nueva estética de índole barroca. Hay en ellos una renuncia al fin moral y educativo de la literatura. Pugnan por el “embellecimiento de lo verdadero en versos delicados”. De 1647 a 1651 se halla en los varios pueblos de Aragón dedicado a la predicación y a la enseñanza en los Colegios de la Compañía.
En lo histórico, 1642 tiene lugar la secesión y guerra de Cataluña, fomentada por Francia que intenta apoderarse de Rosellón. La conquista de América. La batalla de Lérida contra los franceses y el éxito de los españoles, entre otros eventos no de menor importancia.
En el ámbito intelectual los preceptistas españoles buscaron sin éxito una teoría de la literatura que se opusiera de modo consistente a los italianos. Entre ellos encontramos al que será herramienta fundamental para este trabajo: Baltasar Gracián. Es en este marco que Gracián propone una estética absolutamente barroca, es decir, un estilo en que “los misterios hagan preñado, las ponderaciones profundo, los empeños picante, las ironías le den sal, las paronomasias donaire, las sentencias gravedad” (Gracián, 2001: 103)
Cuando Gracián comienza a publicar lo hace bajo el seudónimo de Lorenzo Gracián y sin permiso y aprobación de sus superiores eclesiásticos. Esta situación le fue tolerada durante el periodo intelectual que va de El político (1640) a Oráculo manual (1647). Sin tomar en cuenta las advertencias, publica los tres tomos de El criticón -el último en 1657- sin permiso y bajo el antiguo seudónimo. Fue reprendido de modo severo y, como castigo, se le retiró la Cátedra de Escritura. Gracián se disgustó tanto con la decisión que intento abandonar la orden. Este permiso le fue negado. Pocos meses después, en diciembre de 1658, muere.
Baltasar Gracián en El Arte de ingenio, de 1642 muestra su conocimiento poético y retórico adquirido en sus estudios de la compañía. Hay en la reflexión de Gracián un rompimiento con las preceptivas clásicas, renacentistas, a las que trata de superar en el estudio y denominación de los fenómenos estilísticos. Sobre la obra de preceptiva de Gracián, Marcelino Menéndez Pelayo, tomando en cuenta la confusa y poco clara división entre conceptismo y culteranismo, dice:
La Agudeza y arte de ingenio no es de ningún modo una retórica culterana: es precisamente lo contrario; es una retórica conceptista, un tratado de preceptiva literaria, cuyo error consiste en haber reducido todas las cualidades del estilo a una sola; todas las facultades que concurren a la producción de la obra artística a una sola también. Es el código del intelectualismo poético. El autor se propone dar artificio a la agudeza, y la agudeza es para él la única fuente de placer estético, la noción genérica que abraza dentro de sí todas las perfecciones y bellezas del estilo. (Menéndez Pelayo, 1985: 582)

Lo anterior obliga, indudablemente, a la consideración del barroco no como un simple período histórico del arte sino como un particular modo de relación del hombre con el mundo o, mejor, del sujeto con el objeto.
Por qué hacemos estas observaciones acerca de las cualidades del barroco? Porque es precisamente la autora que hemos elegido para la aplicación de la preceptiva de Gracián, un extenso y magistral ejemplo del manejo del estilo imperante en la época, el barroco. A este estilo Sor Juana añade una particularidad esencial en su escritura; la intuición o la sensibilidad del artista que le permitió abordar de manera puntual cualquier tema que trabajó. Desde el amor de pareja, la pasión, el engaño hasta cuestiones religiosas la obra de Sor Juana nos devela el ente en su forma más original y profunda. En un poema de amor nos devela el amor. En un Auto sacramental se nos descubre el comportamiento que se debía adoptar en la época. Al contrario de lo que se piensa, la obra de Sor Juana no es sólo un mero recursos retórico-estilístico, su obra la proyecta, nos proyecta, nos atrae, nos causa fruición estética, es polisémica, es artística. Cuando hablamos de una Sor Juana que cultivo el tema amoroso lo hacemos no creyendo que el tema es anterior a su vida conventual, más bien la monja fue transmisora de amores ajenos.
Cuando Gracián habla de que la poesía debe ser bella, toma una actitud que parece bastante moderna. Ver el poema como una construcción cuyo fin último es el de proporcionar goce estético. Además un poema será bello cuando el autor haya ordenado de un modo particular las palabras y las imágenes que el poema nos presenta nos ericen la piel, es decir, cuando esté escrito con agudeza. Al respecto podemos poner como ejemplo el soneto de Sor Juana que lleva por título “Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión”
Este que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Podemos decir primero que la poesía es poseedora de un lenguaje analógico, es decir, que está, fundado en la semejanza. Observamos en el soneto que las imágenes de los versos 9, 10, 11, 12, 13 y 14 están construidas con este principio. Artificio, flor, resguardo, diligencia, afán, cadáver, polvo, sombra y nada, son los elementos que se utiliza para dar cuenta de la pasión.
Para Gracián la idea de concepto es importante, lo define como “un acto de entendimiento que exprime la correspondencia que se halla entre los objetos” añadiendo que “la misma consonancia o correlación artificiosa es la sutileza objetiva”. La agudeza, la esencia del concepto que posee calidad literaria se percibe, se intuye diríamos nosotros, pero no se define; es para el entendimiento lo que la hermosura a los ojos, o la consonancia para el oído. (Valbuena, 1963: 660)
De lo anterior observamos en el poema de Sor Juana, sobre todo en los dos primeros cuartetos, el fenómeno de la agudeza y de concepto. La primera dota al soneto el elemento que da estatuto artístico o literario a un texto cualquiera, es decir, esto se ve reflejado en los tropos que el autor emplea en la construcción del poema. En el caso del soneto que estudiemos, podemos distinguir, sobre todo, la metáfora y la metonimia.
El segundo habla de que las palabras, los conceptos pueden ser un chiste, una idea banal, pero que el arte radica en la manera de exponerlo. Por eso cuando leemos un verso como el tercero y cuarto del soneto “/con falsos silogismos de colores/  es cautelosos engaño del sentido/” no nos viene a la mente una imagen o un referente, sin embargo, no deja de provocarnos goce por la manera en la que está urdido el lenguaje.
La poética de Sor Juana es barroca tanto en los temas como en la forma. Recordemos que el barroco, principalmente, se distingue por el abigarramiento de la forma, por la variedad de las imágenes, por el colorido, pero sobre todo porque produce la sensación del engaño, es decir, el creer que se ha encontrado un hilo conductor y descubrir que es el mismo hilo quien nos ha enredado. Esta idea barroca se distingue claramente en el primer cuarteto del soneto con palabras en contraposición como silogismos/engaño/falsos, no sólo eso, sino que el juego de las vocales (o, u, i, son cerradas y oscuras, y a, e claras y abiertas) dan la idea del contrarios de oxímoron, pero además, dan la impresión de que el poema está cargado de tonos que se dan por la combinación de las vocales abierta y cerradas, oscuras y claras.
            En cuanto al tema podemos decir, recordando que Gracián era asiduo lector de los epigramas de Marcial y que esto se caracterizaban, principalmente por su tono humorístico, que este soneto de Sor Juana habla no sólo de la pasión humana sino un poco de la fugacidad de la vida y lo hace con un tono satírico y una estructura muy parecida a la que Quevedo utilizó en el soneto “Amor constante más allá de la muerte”
            El último terceto cargado de repetición da, también, la idea del Ouroborous, el dragón mordiéndose la cola, o en términos de análisis literario tradicional, una estructura ad ovo. Es decir, todos los adjetivos describen una misma cualidad, es como si volvieran a un mismo punto de origen que, en este caso, termina siendo la nada. Da lo mismo leer los últimos tres versos en el orden en el que están escritos o de atrás hacia adelante: necia diligencia errada, afán caduco, polvo, sombra, nada, son adjetivos que parecen conducir a la degradación total del hombre.
            Se habló mucho en el presente trabajo de la obra de Baltasar Gracián, de su vida y sus ideas estéticas literarias, me gustaría finalizar hablando brevemente de Sor Juana Inés de la Cruz quien nación el mes de Noviembre de 1648. Fue una mujer excepcional que consiguió ganarse el cariño de personajes importantes de la época pues recordemos que fue amiga de Carlo de Sigüenza y Góngora, que a los diescisiete años vivía en la corte de Virrey Marqués de Mancera. Es en esta época que decide ir al convento del que, tiempo más tarde decide salir para reincorporarse a su vida de monástica en el convento de San Jerónimo donde años más tarde muere. Poseía un pensamiento harto desarrollado, un don de interpretación de la vida y sus símbolos que le permitió desarrollarse cultualmente en una época en la que las mujeres eran rechazadas y reprimidas. Era poeta, músico, docente, prestaba servicios a la comunidad, archivista y contadora, fue una intelectual.
BIBLIOGRAFÍA
De la Cruz, Juana Inés (1989). Obras completas. México, Porrúa, Colec. Sepan Cuantos
Gracian, Baltazar (2001) Agudeza y Arte de Ingenio. Madrid, Castalia.
Menéndez Pelayo, Marcelino (1985) Historia de las ideas estéticas en Espalña. México, Porrúa.
Valbuena Prat, Ángel (1963) Historia de la literatura española II. Barcelona, Gustavo Gili.



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