lunes, 26 de junio de 2017

Replantear el Humanismo

Por: Flor de Liz Mendoza Ruíz[1]

El panorama en el que estamos inscritos en la actualidad, con una serie de hechos impactantes, fuera de toda proporción y lógica, deberían llevarnos a reflexionar y buscar la manera en que, como sociedad, recuperemos el sentido humanista que hace algunos años aún mediaba las relaciones sociales e interpersonales.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el humanismo es una “doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos” (RAE, 2006: 795). A partir de esta definición podemos destacar dos aspectos fundamentales; primero, es una actitud el creer y reconocer que estamos relacionándonos todo el tiempo con otras personas, aunque en algunos ámbitos se prefiere que esta actitud sea minimizada, (baste consultar las imágenes que circularon las últimas semanas en donde personal de un hospital escucha a una mujer llorar la muerte de su hijo y permanece indolente debido a que no se les permite involucrarse de más con las personas que requieren de sus servicios). En segundo lugar, debemos reconsiderar la importancia de los valores humanos, pues con el paso del tiempo hemos ido desvalorizando, valga la redundancia, nuestras relaciones sociales.
Revisemos, por ejemplo, nuestra relación con la tecnología, con sus pros y sus contras. En los últimos años hemos sido testigos de cómo puede acortar distancias en muchos casos pero contribuye a la despersonalización, es decir, tenemos mejores relaciones con cualquier aparato electrónico que con la gente que vivimos y convivimos. Metafóricamente, recordando la novela de principios del siglo XX escrita por Isaac Asimov llamada “Yo Robot”, estamos experimentando cómo las máquinas y las computadoras se rebelan e intentan conquistar a la humanidad, nosotros mismos estamos permitiendo y creando las condiciones para que incluso tratemos a los demás como si fueran máquinas, viéndolos como si formaran parte de un mecanismo, como engranes de una maquinaria, sin ninguna característica humana.
Por tanto, debe ser una prioridad en nuestra agenda el retomar los valores, aquellos que consideremos que pueden generar las condiciones de vida pertinentes para nuestro desarrollo; aquellos que nos permitan consolidarnos como una sociedad consciente de que somos seres humanos; se trata de recrear condiciones de vida dignas y suficientes para un desarrollo conjunto de nuestra sociedad.
Una de las actitudes que más han mermado las relaciones humanas es el individualismo, la carrera en la que la mayoría se involucra con el fin de obtener los mayores y mejores beneficios, aún sin importar sobre quién o quiénes se han de imponer. En esta lógica, los mejores trabajos no son de las personas mejor preparadas, sino que se requiere conocer a la persona adecuada, o “comprar” los puestos importantes; ésta es una realidad que tiene nombre y se llama corrupción, pero es un antivalor que despersonaliza a quienes compiten, por ejemplo, por un empleo. Esto puede explicar por qué nos cuesta tanto trabajo desarrollar proyectos en equipo, y laborar con otros para alcanzar un bien común.
Considerar al otro como un ser humano nos brinda la oportunidad de conocernos mucho más a nosotros mismos, de construirnos y reinventarnos, no para alcanzar metas efímeras que se evaporan o brindan placeres pasajeros, sino para alcanzar el anhelo de todo ser humano: dejar su huella en este proceso que atravesamos al que llamamos vida.





[1] La autora  es Doctora en Ciencias del Lenguaje por la BUAP y profesora en la FCC-BUAP:

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