lunes, 9 de enero de 2017

El arte Paleocristiano o el arte religioso actual, ¿quién trasgrede a quién?

Por: Noé Cano Vargas[1]


“[...] una de las tareas del arte [es] menos representar al mundo que representarlo de tal manera que sea la causa de que lo veamos de un modo especial y con cierta actitud” (Fodor, 1993, pág. 46).


Fuente de imagen:

http://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/2013/
Jesús Cristo en la tradición judeo-cristiana es considerado el Mesías, el hijo enviado de Dios, su vida transcurrió entre el año 0 al 33 de nuestra era común, él fue el fundador de una nueva forma de percibir el mundo, este acontecimiento dividió nuestra era en dos, en un antes de Cristo (a.C.) y un después de Cristo (d.C.), permitió el surgimiento de una ideología que dejó de proyectar la vida del hombre como un eterno retorno para posicionarlo como un proyecto con una trayectoria histórica futura hacia el fin de los tiempos; es decir, progreso y continuidad, por último, es el punto de partida para el surgimiento del cristianismo y la religión católica.
Jesús Cristo murió en un madero con estructura en forma de T -con los siglos fue modificado para representar una cruz-, fue bajado y sepultado a la usanza judía, su cuerpo fue envuelto y puesto en una catacumba, el resto es interpretación. Después de ese acontecimiento del año 33 al 313 d.C., el cristianismo se presenta como una nueva opción de culto, sus discípulos y los seguidores de Cristo empiezan a propagar la fe alrededor del imperio, hacen lo posible por seguir sus mandatos y continuar su obra, a eso le sigue una época de persecución y vigilancia hacia los cristianos por Diocleciano a finales del siglo III.
La persecución hace que los nuevos creyentes oculten su fe, se escondan y busquen un lugar en donde congregase, amparados en que la ley general romana prescribe respeto a las tumbas, no les queda otro lugar más que formar comunidades subterráneas clandestinas en las afueras de la ciudad, al amparo de las catacumbas pudieron plasmar, oficiar y organizarse para realizar su obra: hacer discípulos en Roma, Alejandría, Siracusa, Nápoles y así sucesivamente en otras naciones.
El hecho vivencial e histórico de los primeros cristianos tiene como base sus creencias, el resultado es una expresión externa, se manifiesta no de manera aislada sino como resultado de la convivencia del hombre y sus circunstancias, es resultado de sus necesidades sociales, psicológicas, económicas e ideológicas en el sentido estricto de vivir, de hacerse, entenderse y comprenderse, entonces se vuelve acción, creación, artefacto, manifestaciones plásticas de un tiempo y espacio determinado, herramientas de la su vida cotidiana.
La propagación del cristianismo en sus primeros años fue acompañada de manifestaciones artesanales “específicas” para representar la fe en Cristo: el anagrama o nombre de Cristo en griego [XP], Dios como principio y fin de todas las cosas mediante el alfa y el omega, primera y última letra del abecedario griego, el pez (iesus xristos theous uios soter), el crismón, el cordero, la figura del orante, el buen pastor, todo esto actualmente denominado arte Paleocristiano se presenta en los primeros tres siglos de nuestra era en concordancia con la ley de Dios presente en el antiguo testamento, en el libro de Éxodo capítulo 20, versículo 4: ”No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra.”
El problema empieza cuando esa creación espontánea y subjetiva es utilizada para un fin diferente, la pieza cambia, se transforma, se bizantiniza, la historia se vela, esa pieza material paleocristiana es usada e interpretada en épocas futuras a conveniencia del vencedor de la contienda, es vinculada a diversos intereses -económicos, comerciales, políticos, ideológicos-, se transforma en arte bizantino, cristiano, medieval, trabaja en función de razones institucionalizadas, el proceso es lento, primero,  Constantino el grande con el Edicto de Millán  en el año 313 d.C. decide llevar una política de tolerancia religiosa al cristianismo en vez de intentarla destruir mediante persecuciones, a finales de siglo, el 27 febrero del año 380, se convirtió en la religión exclusiva del Imperio Romano por decreto del emperador Teodosio, es implantado como obligación, de ahí en adelante la obra es financiada por emperadores, alto clero y clases patricias, para que las masas se conviertan había que invertir, el poder económico permite crear obras arquitectónicas, escultóricas y pinturas, un arte con tendencia al lujo muy considerable, por tanto, con materiales nobles especialmente costosos, y no sólo eso, las nuevas obras permiten un periodo de transición en que las formas clásicas van transformándose a formas medievales, donde las condiciones históricas garantizaron que la sociedad continuará con los valores culturales de la antigüedad incorporando como base los preceptos de la cristiandad, el arte se expande ya no siguiendo la regla base de adorar a Dios y a Cristo, ejemplo de ello son: decoración de catacumbas, monolitos, bajorrelieves en sarcófagos, elementos romanos con nuevo valor simbólico: Eros y Psiquis representan a Cristo y el alma; El mito de Orfeo simboliza la resurrección; se ilustran oraciones y pasajes de textos sagrados mediante escenas del Antiguo Testamento, surgen baptisterios, grandes basílicas, pasado el tiempo se incorporan imágenes de apóstoles, santos, vírgenes, mártires, religiosos, etc., la lista continúa hasta la actualidad.
Con lo antes descrito, ¿Cómo definir el arte religioso actual?, ¿Qué le da identidad y valor si tomamos como referencia que su base es el arte paleocristiano?, ¿Cuál es su utilidad?, ¿el arte paleocristiano está presente en el arte religioso o es el resultado de decisiones institucionales?, si la respuesta es afirmativa, entonces, su uso presenta una actitud transgresora e irónica, “porque irónico es todo acto en que suplantamos un movimiento primario con otro secundario, y, en lugar de decir lo que pensamos, fingimos pensar lo que decimos” (Ortega y Gasset, 2001, pág. 30).
La pregunta es quien transgrede a quien, si definimos transgredir como “Actuar en contra de una ley, norma, pacto o costumbre”, será que el arte paleocristiano es el transgresor por atentar por las formas de comportamiento actual, o el arte religioso actual transgrede al paleocristiano por transformar el sentido claro y preciso que pretendían proyectar los cristianos de los tres primeros siglos de nuestra era, “se los dejo de tarea”, y si realizamos un análisis adecuado podremos evitar caer en un utopismo cultural, pues
“…se cae en él siempre que se reciben sin previa revisión ciertos principios intelectuales, morales, políticos, estéticos o religiosos, y dándolos desde luego por buenos se insiste en aceptar sus consecuencias. Nuestro tiempo padece gravemente de esta morbosa conducta”. (Ortega y Gasset, 2001, pág. 24)

Bibliografía

Gowing, L. (2001). Historia del Arte, arte paleocristiano y medieval. Barcelona, España: Folio.
Herrera Lima, M. (agosto 2006). La estética filosófica y la interpretación del arte contemporáneo. Ensayo crítico sobre las razones del arte. Crítica, revista hispanoamericana de filosofía, 61-73.
Ortega y Gasset, J. (2001). El tema de nuestro tiempo/La rebelión de las masas. México: Porrúa.





[1] Acerca del autor: Noé Cano Vargas es Maestro en Historia por la BUAP y miembro activo en Óclesis, Víctimas del Artificio.

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