lunes, 2 de enero de 2017

José Revueltas: un autor que rompió sus propios muros

Jorge Luis Gallegos Vargas[1]


Fuente de imagen:

http://www.revistac2.com/ideario/
La Historia de la Literatura Mexicana ha visto en José Revueltas a uno de sus más polémicos escritores; siempre adelantado a su época, rompió las formas de escritura de la década de los treinta e incorporó temas que innovaron la narrativa nacional desde el monólogo interior, la memoria, la fragmentación.
José Revueltas Sánchez nació el 20 de noviembre de 1914 en Durango. A su llegada al Distrito Federal, en 1920, cursó la primaria en el Colegio Alemán, escuela en la que estudió hasta la muerte de su padre; posteriormente, ingresó a la escuela pública. A corta edad tuvo su primer acercamiento con la muerte: se fugó con un amigo y se internó en la morgue del Hospital General; este evento, quizá, marcó la vida y la escritura de José.
Desde pequeño fue rebelde. A la muerte de su padre, por una afección renal, los problemas económicos se hicieron presentes: Consuelo, hermana mayor del escritor, se hizo cargo de los negocios y la familia emigró de la Colonia Roma a La Mereced; gracias a esto, Revueltas conoce el mundo del arrabal, los barrios y la miseria. Es en el barrio de La Merced la que sirvió de inspiración para presentar en sus novelas personajes marginales. El acercamiento que Fermín, hermano mayor, tuvo con el Parido Comunista, alentó al joven José a ingresar a las filas del comunismo. Para ese entonces, ya militaban en él los artistas plásticos José Clemente Orozco y Diego Rivera. Manuel Rodríguez fue de vital importancia en la vida de Revueltas; éste significó la entrada del escritor en el Partido Comunista, el cual era considerado ilegal. Esta asociación política constituyó una afrenta seria al Partido Nacional Revolucionario (PNR); ese mismo año fue encarcelado por primera vez: la redada se llevó a cabo mientras se hacía un mitin en el Monte de Piedad: los camaradas izaron una bandera roja en el Zócalo, acto que fue considerado como peligroso para el gobierno. A su salida de la correccional, participó en huelgas obreras, mítines políticos y movilizaciones campesinas. Además, dentro de la cárcel se impregnó de ideas de solidaridad, anticristianas,  y convivió con seres marginales, apáticos, olvidados por el sistema; todos ellos, quedaron registrados en las páginas de la vida narrativa de Revueltas.
            En 1932, vuelve a caer preso. Fue detenido en una manifestación y trasladado, primero, a la Jefatura de la Guarnición y, posteriormente, fue llevado a la prisión de Santiago Tlatelolco y días más tardes fue enviado a las islas Marías, lugar en el que permaneció por cinco meses. Este hecho fue trascendente para el autor, el traslado al archipiélago, el viaje en el viejo lanchón El Progreso y estar preso en la isla, sirvió de inspiración para su primera novela, la cual plasma este acontecimiento. En las Islas Marías, José reconoció el espacio carcelario mexicano, se impregnó de las vivencias del mundo marginal, entendió que la burguesía traicionó los ideales promovidos por la Revolución Mexicana.
            La cárcel orilló a Revueltas a refugiarse en la escritura. Su participación como escritor comenzó en un folleto llamado El Activista, lugar que le sirvió como trinchera para cuestionar a la burguesía y afianzar sus ideales comunistas. Grandes escritores significaron un bastión importante para ir configurando la escritura de José: D.H. Lawrece, Gorki, Tolstoi, Gorostiza, Novo, Chejov y Thomas Mann. Todos ellos, fueron analizados por Revueltas, unos significaron una aportación importante para la escritura revueltiana, otros fueron severamente criticados.
            En 1938 comienza a laborar en El Popular, el Diario del sureste –en Mériday El Machete, publicación en la que escribieron personajes como Xavier Guerrero, Diego Rivera, Fermín Revueltas, José Clemente Orozco, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros, entre otros. José se propuso abrir una brecha para una narrativa nueva, en la que los jóvenes escribieran desde su condición proletaria; así, la actividad literaria de Revueltas se consagró entre 1935 y 1940.
            En 1941 publica su primera novela: Los muros de agua, historia que no fue muy bien acogida por la crítica literaria. En 1943, mientras escribía para El Popular, redacta su segunda novela: El luto humano, historia que en el extranjero fue recibida con beneplácito. Ésta es una historia adelantada en su época, no existe linealidad, el tiempo está fraccionado y utiliza el monólogo interior; además, hace una crítica a la Revolución mexicana y a la Guerra Cristera. Ese mismo año, fue expulsado del Partido Comunista Mexicano. Un año más tarde, en el 44, publica el libro de cuentos Dios en la Tierra; en esta serie presenta una crítica a los cristeros y a la crueldad de Dios reflejada en el mundo terrenal.  
         Para los años posteriores presenta dos obras significativas: la primera Los días terrenales (1948), obra que coincidió con su ingreso al Partido Popular, de Vicente Lombardo Toledano, y en ella hace una crítica mordaz a los ideales comunistas mexicanos. La segunda fue la obra de teatro El cuadrante de la soledad (1950) puesta en escena que significó la primera obra mexicana en llegar a las cien representaciones y en la que actuaron importantes actores como Wolf Rubinski, Lina Santamaría, Tana Lin, Armando Arriola, Rosaura Revueltas y, en los personajes principales, Rafael Banquells y Silvia Pinal. Las críticas de estas obras no fueron favorecedoras, situación que lo alejó de las marquesinas literarias durante un buen tiempo; no obstante, siguió colaborando en distintos periódicos; además, se reincorporó al Partido Comunista.
        Fue hasta 1950 cuando publica Los motivos de Caín novela que pudo salir gracias a Juan José Arreola; además, visitó la URSS. En 1962, publica Los Errores y en 1969 El apando.
           Revueltas muere el 14 de abril de 1976. Gracias a sus creaciones literarias se ganó el reconocimiento de autores como Octavio Paz, Augusto Monterroso, Efraín Huerta, José Agustín, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, entre otros, dejando como legado a la literatura nacional una obra crítica, que enjuicia al sistema político mexicano y que, a pesar de la polémica que desató, logró un reconocimiento como el mejor narrador que ha dado nuestro país.



[1] El autor es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por la FFYL de la BUAP, licenciado en Comunicación por la ECCH. Es maestro en Literatura Mexicana por la FFYL de la BUAP. Miembro activo de Óclesis. Víctimas del Artificio. 

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