lunes, 8 de abril de 2013




Niña camba

María de los Ángeles García Tobón.                               
María Graciela Nerio Arriaga





El postestructuralismo se inicia como un antiestructuralismo al negar la posibilidad de encontrar una gramática permanente y estática para el fenómeno literario. Los postestructuralistas descubren la naturaleza esencialmente inestable de la significación. Dentro de las escuelas postestructuralistas juega un papel significativo la teoría de la deconstrucción o los deconstructivistas como Derrida, Deleuze y Bloom (Norberto de la Torre González).
La deconstrucción es un término utilizado por el filósofo post-estructuralista francés Jacques Derrida. Consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas (de ahí el nombre de deconstrucción), mostrando que lo claro y evidente dista de serlo, puesto que los útiles de la conciencia en que lo verdadero en sí ha de darse, son históricos, relativos y sometidos a las paradojas de las figuras retóricas de la metáfora y la metonimia (Wikipedia 2013).
            A partir del método post-estructuralista se analizará el cuento “Niña camba” escrito por Flor D. García Dávila, en dicho método se sostiene que los textos literarios siempre contienen huecos que el lector debe llenar lo cual es el objetivo de este trabajo.
Cecilia es una mujer que vive encerrada, reprimida. Interpreta lo que ella cree es el papel de la mujer perfecta, esperando siempre a un hombre, arreglándose solo para él y su vida siempre será relativa a él, esto la lleva a dejar pasar muchas oportunidades, a no saber quién es ni a tener sueños.
Al principio del cuento Cecilia desea descorrer las cortinas para ver los buques náufragos, refiriéndose a éstos como sueños frustrados, pero en vez de eso decide mirarse en el espejo y se encuentra con el rostro de un hombre, como si no pudiera verse a ella misma pero en su lugar solo ve sus problemas.
Ni siquiera tenía la libertad de asomarse a la puerta, recordaba el sabor de la arena en sus pies descalzos. Los pies descalzos representan la libertad que solía tener, enfatizando así que antes tenía la posibilidad de ir a diferentes lugares y que en su actual estado no se le permite.
Tomando como referente mitológico a una “sirena” la autora en pocas palabras expresa que Cecilia fue en algún momento libre, seductora y poderosa mientras que en el presente es una “ninfa”, una acompañante. El eufemismo ninfa esconde a menudo una especialización sexual que nada tiene que ver con las habilidades de las náyades, oréades o haimdríades de la mitología clásica y entra de lleno en el mercado del sexo (Julián Bravo Vega 2002).
Cecilia se engaña a sí misma creyendo que fue por voluntad propia que se volvió una “ninfa”, sin embargo su decisión no pudo haber sido tomada con conciencia puesto que estaba desesperada por cambiar de vida, idealizando una existencia perfecta sin tener más opción que esa. Ingenuamente creía que se sentía realizada como mujer, las otras quisieron advertirle como sería su vida de ahora en adelante, querían abrirle los ojos para que se diera cuenta de que ellas alguna vez también estuvieron ilusionadas pero tarde o temprano Cecilia acabaría despertando de su sueño y al igual que ellas se quedaría sin salida.
Ella pasa de estar más que acostumbrada a su encierro, a descubrir la verdad en lo trivial y cotidiano de su existencia. Poco a poco comienza a darse cuenta de lo poco que está viviendo y de lo mucho que se pierde, inicia por el deseo de contemplar cómo la gente se va mientras que ella debe permanecer siempre encerrada entre las cuatro paredes esperando a que un hombre llegue.
En el cuento se infiere que Cecilia es prostituta; cuando se habla de la pasarela, la autora hace un especial hincapié en los zapatos altos. El zapato indica el status o la posición social en la vida, tiene un simbolismo equivalente: representa tanto la libertad como el ser poseído y es también un símbolo de control, puesto que su posesión da poder sobre la persona (J.C. Cooper, 2004). Si bien las zapatillas estilizan la figura, hacen ver más alta, más sexy y más atractiva a la persona que los usa y realzan la belleza y elegancia de las piernas femeninas, se sabe que los tacones son un fetiche: objetos con una fuerte carga erótica. Y comúnmente los relacionamos con las sexoservidoras, a las que se les ha llamado "las del tacón dorado" (María Esther Espinosa Calderón, 2008).
Aún cuando sale a la calle con una sonrisa a cenar con un hombre, menciona que la arena se quedó esperándola una vez más y que el barco anunció otra partida por lo tanto aunque salió solo fue para complacerlo a él y no hizo nada por ella misma. Cada barco que zarpa es una oportunidad que Cecilia pierde,  asociando los barcos con la libertad, con la exploración, con la búsqueda de uno mismo.
 “La Verena” no debe interpretarse como un nombre escogido al azar por la autora puesto que la antropóloga Verena Stolcke, conocida por sus artículos sobre la sexualidad, el género y el sexo, es vital en este cuento. Stolcke resalta que la opresión de la mujer no se debe a factores biológicos o psicológicos sino que "a lo largo de la historia, la mujer había sido construida como el "segundo sexo", "la otra del hombre" (…) La ordenación jerárquica era un invento patriarcal para legitimar la autoridad masculina". Hoy en día, y mirando un poco hacia atrás, se puede pensar que esta mirada sobre la mujer que se inició en tiempos antiguos continúa hasta nuestros días y a través de los medios se consolida y reafirma diariamente esta valoración sobre el género femenino. Suponiendo que ha pasado mucho tiempo con esa vida, llega un momento en que lee a Verena y ella le avisa del accidente, es decir, se da cuenta de lo fallido de su comportamiento, asume su sexualidad y deseos abiertamente, como naturales en vez de reprimidos como hasta ahora. Al momento de irse se enfrenta a sus dudas, si está haciendo lo correcto, si podrá enfrentarse a la vida fuera de ahí; no guarda rencores ni resentimientos y antes de que la duda la invada completamente se aleja sabiendo que eso es lo mejor.
A partir de ese momento Cecilia se libera, deja atrás la vida que solía tener al colocar a un lado las zapatillas. Los niños corrían descalzos hasta alcanzar la edad adulta, por lo tanto Cecilia se siente libre de la vida que llevaba al quitárselas.

Al final, Cecilia llega al embarcadero y por fin encuentra la respuesta a la pregunta ¿qué le falta a este barco? Los barcos se asocian con la libertad, con la exploración, con la búsqueda de uno mismo. Al barco solamente le faltaba Cecilia, faltaba que ella tuviera el valor de enfrentarse a sus miedos e inseguridades, y a todo lo que no le permitía ser ella misma. Las cortinas de su casa le dicen adiós, es decir, todo lo que le impedía ver la realidad se queda entre las cuatro paredes que la aprisionaban, y ahora aunque está confundida y no sabe a dónde se dirige, es feliz.



Bibliografía

(2004). En J. C. Cooper, Cuentos de hadas: alegorías de los mundos internos (págs. 18 - 19). España: Sirio.
González, N. d. (s.f.). Notas acerca de la redacción y el discurso.
Robato, F. (31 de Marzo de 2008). Recuperado el 12 de Marzo de 2013, de Infografía - diseño - ilustración: http://fernando1957.blogspot.mx/2008/05/navebarco.html
Stolcke, V. (2004). La mujer es puro cuento:* la cultura del género. Estudos Feministas , 77 - 105.
Vega, J. B. (2002). Ninfa intertextual: actualización de un modelo literario. 370 - 372.
Wikipedia. (s.f.). Recuperado el 11 de Marzo de 2013, de http://es.wikipedia.org/wiki/Deconstrucci%C3%B3n

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