lunes, 22 de abril de 2013


Retiren a las mujeres vestidas como indias
Por: Alma Estrada Rodríguez. Colaboradora
 Óclesis
Fuente de imagen:
http://www.lr21.com.uy/mundo/1094055-indigenas-sobrevivientes-del-genocidio-esperan-justicia-en-guatemala
Ésta fue una reseña extraída del blog electrónico del grupo cultural Óclesis: víctimas del Artificio (www.oclesis.blogspot.com), publicada en el mes de mayo de 2010 (que por cierto dicho blog ya no existe pues el artificio de alguien sin ética ni escrúpulos se quedó con las claves y jamás pudimos recuperar la información –sí, hablamos del que fuera alguna vez “editor” de los espacios en la red-; ahora él lo usa descaradamente, pero ésa, es otra historia)[1], la cual nos instala en el relato de la situación de dos mujeres que en un día de descanso quisieron tomar un paseo por la zona exclusiva de Polanco, se dirigieron hacia una plaza comercial reconocida, muy lujosa, con la intención sólo de observar los aparadores. El paseo seguía su curso, con normalidad, hasta que se percataron de las miradas incrédulas de los vigilantes a quienes les preguntaron dónde estaba la entrada, estos al verlas encendieron sus radios, de manera que cuando entraron todo el personal sabía de su presencia.  Ellas siguieron observando los aparadores, preguntaron precios de algunas prendas, bolsas, joyería, todo esto era por curiosidad, ya que los precios eran exagerados. Decidieron pues tomar un descanso en un restaurante italiano, de la misma manera el personal estaba sorprendido por su presencia y de manera irónica ofrecieron sus servicios a las distinguidas damas.
Lo importante de esta excursión no es la plaza comercial, ni la joyería o un  sweater color hueso con flores bordadas que les encantó. Lo interesante fue la conmoción que causaron entre el personal y guardias de seguridad que las seguían con la mirada. Se trataba de Cecilia y Petrona, dos mujeres tzeltales del estado de Chiapas, portando sus trajes regionales y comunicándose a través de una lengua indígena, además Cecilia era la traductora de Petrona ya que ella, Petrona, no sabe español. Desde que los guardias de seguridad informaron de su llegada transmitieron por el radio: “Dos mujeres vestidas como indias acaban de entrar a la plaza”.
Esto es a lo que el autor y otros académicos llaman “discriminación de baja intensidad”, además menciona que en México la única encuesta conocida sobre discriminación a nivel nacional fue realizada en 2006. La cual indica que la frecuencia de discriminación  se da en los grupos más expuestos: mujeres, indígenas, adultos mayores, minorías religiosas, discapacitados y personas con preferencias sexuales diferentes. También hay gente discriminada por su origen étnico y en los empleos por su apariencia física. Un ejemplo de cómo la sociedad del siglo XXI vive influenciada por estereotipos falsos (Artificios, en voz de Óclesis) propagados por la moda y los medios de comunicación y el desentendimiento que se ha dado cuando se habla de cultura, etnias e identidad. El mundo actual y las formas de pensar influenciadas más por la modernidad y la globalización han dejado a un lado a este sector de la población hasta el punto de la discriminación.
Como menciona Guillermo Bonfil, batalla en un su artículo: México profundo, una civilización negada, se ha subornidado a las poblaciones indígenas de México a través de mecanismos de diferenciación social que colocan a los miembros de las culturas indígenas como personas ignorantes, primitivas, flojas etc. pero que esto sólo sirve para crear un escenario que justifica la tremenda desigualdad social en nuestro país. Se sabe que México es un país de diversidad cultural, pero también es un país mestizo. El mestizaje se ha dado en todas las regiones de una u otra manera, y en mayor o menor intensidad. Las ideas de belleza o imagen física y el lenguaje discriminador de algunos grupos muestran en el fondo un lado racista. En este racismo hay más que una preferencia de ciertos rasgos y tonalidades, la discriminación de lo indio es una negación como parte principal de “nosotros”, tiene más que ver con el rechazo a la cultura que a la piel bronceada. De este modo, se ha ignorado y ocultado el rostro indio de México, porque no se considera la presencia evidente e incluso inevitable de nuestra ascendencia indígena, mostrándonos un espejo en el que no queremos mirarnos.





[1] La información puesta en paréntesis fue agregada por la comisión editorial de Óclesis, Víctimas del Artificio.

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