Economía,
Política y Educación: La Inquebrantable Relación
Juan Carlos Pérez Castro[1]
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Es evidente que, en nuestra actualidad,
hablar sobre estos tres aspectos nos remite a pensar en las condiciones
vivenciales de nuestro país con respecto a estos tres importantísimos factores
que determinan el futuro de un país. También, cada uno de estos factores será
analizado a grandes rasgos, ya que la intención del presente escrito no es la
de hallar el hilo negro del fracaso del país por llevar una aplicación correcta
de estos campos específicos de conocimiento, pues esto ameritaría un trabajo
sumamente extenso de investigación y que iría más allá de las posibilidades de
este escrito, pero, si por el contrario, intentare dar una visión general de
cada uno de ellos formulando la siguiente hipótesis: ¿La relación entre
economía, política y educación, en nuestro país, responde a una situación de
estructura de control social más que a una emancipación concreta del individuo?
Por una parte, la
economía en nuestra actualidad ha sido contemplada desde la visión del
estructuralismo, siendo Antonio Barros de Castro y Carlos Francisco Lessa,
quienes, en 1981, nos muestran en su libro “Introducción
a la economía” algunos puntos que sentaran la base de estas
interpretaciones:
Según estos autores
el primer conducto en el sistema económico permite ver el relieve: los
elementos claves del proceso productivo, los factores y las unidades en que se
organizan. Los sectores en que la economía puede ser dividida, así como las cuestiones
iniciales planteadas por la diversidad de su construcción factorial. Los flujos
generados en un periodo determinado que transitan por el sistema económico, en
contraste con las “reservas” existentes en el sistema. La dicotomía básica
vigente en el proceso productivo entre la corriente real de bienes y servicios
y la corriente nominal de ingresos. Dicotomía esta que se refleja en otras
denominaciones, como producto e ingreso, oferta y demanda, ventas y compras,
etc. El carácter orgánico del sistema económico cuyos elementos se muestran
íntimamente relacionados […] Como se puede observar, de acuerdo con estos
autores lo más importante en este enfoque para analizar el sistema económico,
es la división de los elementos – factores, división de flujos y de reservas,
así como la división de corrientes reales y nominales y finalmente, el carácter
orgánico del sistema.[2]
Así, podemos entender
que desde que se ha tenido este sistema económico, ha influido en las
características concretas de adquisición de bienes monetarios y la repartición
de presupuestos en la nación, siendo esto aceptado debido a la apertura y la
conjunción con otras materias de estudio que permite el propio estructuralismo:
El estructuralismo
nace en las primeras décadas del siglo XX como una corriente cultural
caracterizada por concebir cualquier objeto de estudio como un todo, cuyos
miembros se relacionan entre sí y con el todo de tal manera que la modificación
de uno de ellos modifica también los restantes y que trata de descubrir el sistema
relacional latente (es decir, su estructura), valiéndose de un método que
rechaza por igual el análisis (la descomposición) y la síntesis
(recomposición). Opuesto, pues, al asociacionismo como el atomismo.[3]
Por otro lado, la
política se ha manifestado como un agente que ha olvidado casi por completo al
hombre, interesando casi por completo solo en el desarrollo de su ciencia como
teoría del poder, y, en muchas ocasiones, vinculada al marco de la economía,
para justificar los excesos de los sistemas capitalistas: “El capitalismo es el
sistema que busca crear capitalismo a fin de seguirse reproduciendo de forma
indefinida, por ello es que crea los medios y las condiciones para seguir
reproduciéndose, para ello debe revolucionar dichos medios a fin de seguir
obteniendo la plusvalía” (Contreras, 2016).
Entonces, hemos encontrado un vínculo directo entre economía y política, ya
que parece ser que uno se remite al otro a manera de justificar el control
sobre los procesos de producción, así como la detentación del poder que estos
casos necesitan. A la sazón, podemos determinar que ambos aspectos se
encuentran en una correlación directa en cuanto a la dirección del país, y que
toma una mayor forma en cuanto comprendemos que el sentido del capitalismo es
generar el mayor número de ganancias enriqueciendo a quienes controlan los
procesos de producción: “El problema del poder ya no es que extraer de las
fuerzas vivas, sino como componer las fuerzas vivas para que produzcan al
máximo” (Deleuze, 2013).
Ahora bien, tenemos el
caso de la educación. Por un lado, las supuestas reformas que se han tratado de
llevar a cabo, no han sido pensadas nuevamente en función de la sociedad, más
bien, han sido pensadas y ejecutadas a conveniencia del sector privado, es decir,
en favor del sector empresarial, ya que de esta manera aseguran la obtención de
mano de obra calificada y barata. Bien es cierto que las condiciones de
educación deben responder a modelos de competencia para encontrarse adecuados a
la estructura estratificante de la que emana, y que las condiciones reales de
la educación deben apuntar a otros contextos, pues se debe reflexionar en el
tipo de persona que se está tratando de construir. Entonces, ¿a qué obedece que
la educación se encuentre subsumida en el caos? Bueno, es más difícil de lo que
parece. Los análisis realizados por Walter Benjamín (precursor del
estructuralismo), nos muestran que las estructuras están determinadas para
unificar los estratos sociales, de manera que puedan ser observados en su
totalidad como distintos, como capas que no guardan relación, aunque en
realidad la guarden de manera muy profunda. Por otro lado, debemos tomar en
cuenta que la educación no se remite al aula, y que los medios de comunicación
influyen de manera directa en esta:
La televisión —como
su propio nombre indica— es “ver desde lejos” (tele), es decir, llevar ante los
ojos de un público de espectadores cosas que puedan ver en cualquier sitio,
desde cualquier lugar y distancia. Y en la televisión el hecho de ver prevalece
sobre el hecho de hablar, en el sentido de que la voz del medio, o de un
hablante, es secundaria, está en función de la imagen, comenta la imagen. y,
como consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un animal
simbólico. Para él las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que
las cosas dichas con palabras.
Conforme esta cita, observamos
que el fenómeno de la educación sirve a otros intereses, y no propiamente al de
educar en mejores condiciones a nuestra sociedad.
De todo lo anterior se
debe decir que, la hipótesis planteada (¿La relación entre economía, política y
educación, en nuestro país, responde a una situación de estructura de control
social más que a una emancipación concreta del individuo?) es positiva, ya que esta plantea la afirmación de que las
condiciones de nuestra actualidad están sometidas a una estructura entrelazada
para la formación de un control social, control donde observamos que los
agentes económico-políticos influyen en la toma de decisiones directa, y que
las supuestas estructuras que se nos habían planteado con anterioridad (como
las expuestas en 1981 y ya anteriormente citadas), responden a otras
realidades, aunque la idea original fuera concebida para otros fines.
En conclusión, pensar
en un estructuralismo social, en nuestra actualidad, debe abrirnos los ojos
hacia la realidad a la que se dirigen estas, y nos pondría a pensar en la
posibilidad de cambiar a otros modelos sociales, donde se descentralice las
funciones de poder o, en todo caso, donde cada parte de la estructura obedezca
a sus propias condiciones, solo respondiendo a una implicación de mejora social
y no a una superestructura de carácter hegemónico (si bien es cierto que Marx
ya contemplaba esto, la superestructura entendida en Marx alude a las
condiciones de la cultura, a diferencia de la expuesta en el presente ensayo,
pues aquí se está pensando como el sustrato que determina las relaciones de
poder en el aparato de estado).
Bibliografía:
Contreras,
Carlos (2016): Ensayo sobre la relación
entre Democracia y Violencia en México. Metapolitica (México), Año XX, No.
94, Julio-Septiembre.
Deleuze, Gilles
(2013): El Saber. Cursos Sobre Foucault.
Buenos Aires: Cactus.
Sartori,
Giovanni (1998): Homo Videns. La Sociedad
Teledirigida. México: Taurus.
[1]
Estudiante de
Filosofía de la FFyL de la BUAP, miembro de Óclesis y del Círculo de Estudios
Lovecraft Puebla, colabora dando seminarios sobre Ciencias Sociales y
Humanidades en el Programa de Estudios Universitarios de la BUAP. Ha publicado
en antologías de Literatura Fantástica en la Ciudad de México.
[2] ROZGA, Rizard, “Economía
espacial del México: El Enfoque Estructuralista”. Disponible en línea:
http://observatoriogeograficoamericalatina.org.mx/egal3/Geografiasocioeconomica/Geografiaeconomica/05.pdf
https://es.scribd.com/document/156332327/El-Estructuralismo-Por-Agustin-Rico-Ortega