martes, 29 de enero de 2013


Borges Zahir, perdido en su laberinto

Por: Flor D. García Dávila

Fuente de imagen:
http://museodelaeterna7.blogspot.mx/
Habla, incomprensible, el Universo, con su materia y su energía. Y nosotros sólo tenemos las palabras para construirlo, para hacer propio lo otro que no somos. Que también somos.
Borges resulta amante del artificio de la búsqueda por excelencia: la literatura. Su narrativa, más que otra cosa, es intratextualidad, metalenguaje. Más allá de toda filosofía subyace una profunda reflexión. Una preocupación paradójicamente explicada: nadie que haya emitido alguna vez un signo, esperando respuesta, se ha sustraído de la visión certera, quizá fugaz, de la insuficiencia del lenguaje; más específicamente, de la lengua.
Se ha dicho que sus grandes temas son los laberintos, los espejos, los libros, el tiempo...

I
El laberinto

El estructuralismo lo describió formalmente: contra la simultaneidad de las cosas de la naturaleza, el lenguaje es lineal en tiempo y espacio –en el caso de la escritura-, y sin embargo, permutable, reinventado y reinventable, multidimensional. Como la vida, entramada laberíntica.

[...] Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective.
[...] Para la otra vez que lo mate –replicó Scharlach- le prometo ese laberinto, que consta de una sola línea recta y que es invisible, incesante.
La muerte y la brújula

II
El espejo del mundo

Decía Platón que somos sombra, reflejo de un mundo superior de luz. En nuestra vanidad, en nuestra impotencia, nos hemos recreado igualmente en sombra, palabras que dan forma al pensamiento, que se hace texto y pierde considerablemente la esencia que no nos ha sido revelada.  Ése es el secreto milagro de El Aleph (א), un solo símbolo que en sí mismo guarda la posibilidad de lo innombrable, de todo lo que es y existe “[...] se dijo que tiene la forma de un hombre que señala el cielo y la tierra, para indicar que el mundo inferior es el espejo y es el mapa del superior.”
Vivimos de discurso; nuestra historia, nuestros recuerdos; existimos para quien nos ha visto y marcado con un nombre; en el paso del tiempo, para quienes nos han leído. Lo que sé de Borges está en los libros; suyos y de otros. No podré tenerlo de otra manera.

III
La literatura

Todos los que hemos escrito tenemos la huella de los que fueron antes que nosotros, remontando nuestra ascendencia hasta los mismos dioses, hasta el polvo que creó toda materia. Nada hay nuevo bajo el sol, pero no podemos apartarnos de la búsqueda de nuestro origen.
Aun más, los que consagran su existencia a la literatura como Homero, como Borges, vivirán acaso en el sueño de la originalidad; acaso se volverán inmortales.

[...] Cuando se acerca el fin, escribió Cartaphilus, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.
El inmortal

IV
Borges, zahir

He de admitir que mi primer encuentro con Borges fue terrible. Apabullante. Árido y cerebral. Sobre todo comenzando con Tlön, Uqbar, orbis tertius. Nuca me gustaron los autores que detrás de su complejidad no tuvieran una migaja para las mentes simples. “[...] No sospechaba yo que esos ‘pensamientos’ eran un artificio contra el Zahir y una primera forma de su demoníaco influjo.
[...] Zahir, en árabe, quiere decir notorio [...] la plebe, en tierras musulmanas, lo dice de “los seres o cosas que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por enloquecer a la gente”.
Para mi fortuna o desgracia, aun en mis noches de insomnio no he de llegar a ser Borges. Me consuela saber que si quisiera hacer un recorrido por los nueve círculos del alter ego, iría de la mano de Julio, mas, ¿qué pasaría si los círculos fuesen tan amplios que sólo alcanzara a distinguir una línea recta?
....

Ya ciego, extendió la mano para tocar a su enemigo, el último habitante. Podía afirmar con certeza que ahí... El espejo resbaló de su percha. Ahora estaba solo. Echó a andar sobre un libro de arena y jamás llegó a su destino: la pauta se le dividía en mitades infinitas. Un laberinto sin muros.

Texto publicado en Momento Diario. Diciembre de 2006.

Lunes de lucha libre en las calles poblanas
Por: Jorge Luis Gallegos Vargas
Óclesis

Fuente de imagen:
http://blog.mecate.mx/category/convocatorias/page/12/
Mentadas de madre. Gritos. Comida. Cerveza. Cigarros. Refrescos. Chicles. Cacahuates. Pepitas. Todos están ahí: la señora de la tercera edad; el ejecutivo panzón que dejó a un lado la corbata y el portafolios; los chavos ‘nice’ convertidos en ‘nacos de clóset’; los niños y las niñas bonitas que arrancan más de un suspiro; el niño berrinchudo que quiere la máscara a la fuerza, los despistados; los fanáticos y las familias enteras que cada lunes se dan cita en la 13 oriente 402. La lucha de clases se olvida por algunas horas y la Arena Puebla deja de lado a los rivales enmascarados, dando paso a los verdaderos gladiadores: los asistentes.
El escandaloso aroma que despiden las papas, las rajas de chile jalapeño, la cebolla y las milanesas, mezcladas con la tan digerible grasa, se anuncian hasta la esquina de la 4 sur y 15 poniente. La primera lucha de parejas se lleva a cabo entre los comerciantes y los automovilistas que intentan pasar sobre la 13 poniente con dirección hacia boulevard 5 de mayo.
Lucharán de dos a tres caídas sin límite de tiempo, por el bando de los técnicos los vendedores de comida, máscaras, playeras y los ya míticos luchadores de plástico con todo y ring; por el bando de los rudos los automovilistas y conductores de ruta que quieren llegar a su destino.
Las telas negras se extienden por el pavimento. El Santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, Blue Panter, Pierrot, Psicosis, Súper Muñeco y muchos más se dan cita desde las seis de la tarde esperando a que algún aficionado los encarne. Los precios varían: las más sencillas “de a veinte ‘peso’, la de la Parca de a 100 ‘peso’ porque tiene más tela”. Las máscaras riñen para ver cuál es la consentida; los ganadores: Místico, Dr. Wagner y la Parca.
La comida llega un poco más temprano: las cemitas desde las tres y media, los pellejudos tacos al pastor un poco después: a las seis y media. Las largas filas para comprar las cemitas, preparadas con milanesa, papas, jitomate, aguacate, jamón, rajas y cebolla,  bañadas delicadamente en aceite, no se hacen esperar. Los puestos dedicados a la venta de éstas no se dan abasto. Cualquier automóvil, es bueno para recargarse y esperar el turno de ser atendido; no importa si es el flamante Honda del año o el nostálgico Renault de ‘zapatito’. Los tacos al pastor, hamburguesas, hot dogs, elotes y esquites no tienen la misma popularidad que las oriundas de Puebla, pero también son socorridas por los hambrientos ávidos de una noche de agruras.
La misma constante se presenta en las taquillas: extensas filas humanas para adquirir un boleto de balcón, ring general o ring numerado. La hilera da la vuelta, todo sea por conseguir el pase al espectáculo. Los revendedores hacen de las suyas. Algunos desesperados compran y fomentan la corrupción.
El calvario inicia para los conductores y pasajeros. La presencia e ineficacia de los agentes de tránsito se hace valer. Algunos tardan hasta diez minutos en pasar un tramo no mayor a cien metros. Pitidos, acelerones, amarres, amagues, mentadas de madre, todo aquello no impide que la gente se arremoline en la tradicional Arena Puebla.
Poco a poco el recinto comienza a cobrar vida. Alrededor de las ocho de la noche se abren las puertas para dejar pasar a los asistentes para que, una hora más tarde, dé inicio el espectáculo de todos los lunes por la noche; aunque el verdadero espectáculo dé inicio horas antes en la 13 oriente.

sábado, 26 de enero de 2013


“Grave error”
Por: Isis Samaniego
Óclesis

Han habido veces en que no quisiera leer un periódico; en que he cerrado los ojos y los oídos para que la realidad no me llame a cuentas; hay veces, que la abrupta necesidad de ganarme el pan cierra toda posibilidad de soñar y de leer  en los labios lo cotidiano que cruza por la calle.
Me opongo a abrir los ojos en mi inmune planeta, pequeño y escindido de los otros mundos; la intricada jungla que crece a mi alrededor está llena de letras y poesía y literatura con la cual protejo la felicidad de ser un ser inhóspito, intocable y misántropo.
Mas no por cerrar los ojos este mundo muda de ropas, ni por tapar mis oídos se hacen sordos: “grave error”. La historia sigue corriendo y está sujeta al tiempo y a las circunstancias de cada movimiento. He tratado de alejarme de las malas noticias, de los malos agüeros, pero mi país es la cuna  de éstos.
Los malos gobiernos creen que la historia se nos olvida, que los días de guardar traerán consigo paz, ojalá y este pueblo tan muerto de hambre y de justicia no se duerma en sus laureles.
Fuente de imagen: http://www.pisitoenmadrid.com/blog/2009/01/el-error-de-la-obviedad/

Oaxaca esta ahí y los derechos individuales, sociales y políticos de este estado han sido violados sistemáticamente, tanto por el gobernador repudiado como por el gobierno legitimado en un fraude.
En este instante que escribo, se siguen violando los derechos de alguien, se está criminalizando a hombres y mujeres por pedir un cambio de gobierno; alguien más recibe ciento veinte tiros en el cuerpo como saldo de negocios mal habidos; un diputado especula con la tierra de los ejidos y otros muchos diputados se niegan a dar a conocer su declaración patrimonial.
Este es el país al cual me niego, donde día a día perfecciono mi mutismo y la garganta se torna afónica en un grito desesperado y sin palabras, donde el silencio empieza su reinado con otro año más de impunidad, donde los de arriba se niegan a dar voz a los sin voz y niegan reconocer que hay un rechazo a las políticas neoliberales que han depredado al país y ha toda Latinoamérica. Ojalá la resistencia popular sobreviva y dé cuentas y dignidad a la lucha que por más de quinientos años el pueblo ha sobrellevado.
Ni perdón ni olvido para nuestros desaparecidos y muertos, seguridad para los observadores de los derechos humanos en Oaxaca y en todos los estados de la República Mexicana. Cumplimiento a los acuerdos de San Andrés Larraizar. A trece años del levantamiento zapatista.
Lo sabemos: todos los verdugos han utilizado uniformes y dentro de un puño hay odio y resentimiento; esperando tras una institución, puede haber cobijadas miles de pesadillas y dentro de este gobierno hay muchas afrentas que cobrar, porque el tonto del pueblo no voto por él.

“Todos ellos tienen sed de venganza y de sangre, y la alegría de verterla es la que les mantiene en pie, por muy cansados y rendidos que se encuentren”.

                                                                  Oscar Wilde, “ego te absolvo”

Por eso quisiera cerrar las páginas de este diario y cerrar los ojos sin escuchar la guerra que esta floreciendo en las catacumbas de este pueblo, tapar mis oídos a esos gritos de rebeldía y construir mis paredes de libros, de esos donde te enseñan a soñar y no prestar mis oídos a gritos sordos.
“Grave error”, el mundo no se para, si cerramos los ojos.


Texto publicado en Momento Diario. Enero de 2006.

Sobre la mujer
Jorge Luis Gallegos Vargas
Óclesis

Fuente de imagen:
http://www.artelista.com/obra/5181356691598110-mujersentadasobremujer.html
Para hablar de la presencia de la mujer en la sociedad, específicamente en la mexicana, hay que remitirnos al mundo mexica: la sociedad era primordialmente patriarcal; la mujer debía ser dócil; las niñas eran educadas para las labores del hogar; el hombre podía tener varias mujeres, sin embargo, una de ellas era considerada como la esposa legítima.
         A la llegada de los españoles, las indígenas seguían bajo el yugo del hombre, estuvieron condicionadas según al estrato social al que pertenecían: la mujer española tenía que casarse antes de adquirir la mayoría de edad; las mestizas realizaban actividades domésticas y mercantiles; las criollas recibían educación, aunque estaban encargadas de su casa, mientras que las de mayor status social sólo se encargaban de tener una gran descendencia.
         Llegado el siglo XIX la mujer comenzó a trabajar en actividades tales como tortilleras, atoleras, tamaleras, costureras, otras más permanecían supeditadas a las órdenes del hombre. A principios del XX la soldadera fue parte importante de la Revolución; la imagen de la adelita apareció junto a la del hombre de sombrero y bigote. En 1917 la mujer adquiere presencia jurídica, no obstante, fue hasta 1947 cuando participa por primera vez en comicios municipales y en 1953 en los nacionales.
         Así pues, el rol de la mujer ha sido el de la mujer callada, la mujer silenciada, la mujer sumisa, la mujer abnegada, la mujer prostituida, la mujer maltratada, la mujer humillada, la mujer que se tiene que definir a partir de lo ‘otro’, la mujer que es castigada con la menstruación, la mujer que desde niña es mutilada, según de Beauvoir, “por la ausencia de un pene”.
         La misma Simone dice que el culpable de esta situación de inferioridad es el hombre, ya que ha sido él el que ha organizado a la sociedad. Para la autora existencialista francesa, la mujer es “un falso infinito, se descubre como finitud y mediocridad y al mismo tiempo mentira. En verdad, ella representa lo cotidiano de la vida y es tontería, mezquindad y fastidio”. Y es que la mujer en su afán de ser hombre (entendido como ser humano) se encuentra consigo misma, como un ‘algo’ inferior, como un ‘algo’ que se reprime y es reprimida por la misma sociedad.
         La problemática de la mujer, según la periodista Cecila Loira, tiene que ver “(...) con un asunto de cultura, en las que las mujeres deben cumplir el papel de amas de casa, dependientes económicas, sin una opción y proyecto de vida propios”. Quizá es ella misma la que se reprime por servir al hombre, por servir a sus hijos, siendo quizá la familia la gran causante de que la mujer permanezca reprimida en la sociedad, convirtiéndose la cocina en una forma de vida.
         La también periodista Marta Lamas, dice que “la subordinación de las mujeres parece enfrentarse con algo arcaico e inmodificable”. Hoy día, mientras el feminismo está en boga y se tratan de alcanzar igualdades en todos los aspectos (laborales, sociales, incluso sexuales), la mujer se ha dado cuenta de que sigue sometida a las diferencias biológicas. La misma Lamas asevera que “la diferencia sexual es, y seguirá siendo por algún tiempo, un abismo perturbador entre las mujeres y los hombres”; tal parece que estas discrepancias son y seguirán siendo el tormento de las mujeres.
         Asimismo, aunque actualmente se vocifere que hombres y mujeres son iguales, siguen existiendo mujeres maltratadas mental y físicamente, mujeres que son golpeadas y que, como asegura el periodista y escritor Héctor Aguilar Camín “su golpeador nunca va a cambiar”.
Pero... ¿qué sería del mismo hombre sin la existencia de la mujer? ¿Acaso no es ella la que engendra? ¿No es de ella la culpa de que existan “los machos”? ‘¿Es la mujer una simple máquina de hacer hijos? ¿Es un objeto de placer, un objeto sexual? ¿No es ella víctima de la misoginia y misógina al mismo tiempo?
         Y... ¿qué sería de la mujer si el hombre fuera el humillado, el denigrado, el prostituido? Posiblemente este mundo sería mejor, no lo sé, mi perspectiva de “macho” no concibe esa idea, porque, como dice el escritor Augusto Monterroso, “hay que estar loco para ser mujer.”
Fuente de imagen:
http://agrega.educacion.es/buscador

ELEMENTOS NEOCLÁSICOS EN EL SÍ DE LAS NIÑAS
LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Por: Hugo I. López Coronel
Óclesis

Tras el esplendor y la libertad del teatro barroco en el siglo XVII, se imponen la mesura y contención con el Neoclasicismo en el XVIII. El teatro neoclásico se ciñe a las normas clásicas, la más importante de las cuales está en la observancia de la regla de las tres unidades (de acción, de tiempo y de lugar), y aspira a cumplir una función pedagógica entre los espectadores.
Es la época de la Ilustración. Y su obra dramática más representativa en España está en El sí de las niñas, en la cual Leandro Fernández de Moratín expone, mediante el artificio teatral, su visión crítica del problema de los matrimonios concertados sin libertad entre contrayentes desiguales en edad y fortuna. Con esta comedia su autor empezó a poner las primeras bases del teatro español contemporáneo.
Muy discretos son los valores literarios que ofrece España en el siglo XVIII. Es la época de la decadencia. El desmedido afán por imitar invadió muchos aspectos de la actividad social, política, económica e intelectual de España. Podemos corroborarlo con estas palabras de Quintana: “Todo concurría a este efecto inevitable: nuestra corte, en algún modo francesa, el gobierno siguiendo máximas y el tenor observados en aquella nación; los conocimientos científicos, las artes útiles, los grandes establecimientos de civilización, los institutos literarios, todo se traía, todo se imitaba allí: de allí el gusto en las modas, de allí el lujo en las casas, de allí el refinamiento en los banquetes; comíamos, vestíamos, bailábamos, pensábamos a la francesa...”
Leandro Fernández de Moratín (Madrid, 1760 - París, 1828) fue un perfecto ejemplo del Ilustrado, el hombre adelantado a su tiempo. De formación autodidacta pero elitista, es un profundo renovador (tanto práctico como teórico) del teatro español, introdujo elementos provenientes del teatro europeo coetáneo, gracias a sus constantes estancias en cortes de Inglaterra, Francia e Italia. Con la invasión Napoleónica se situó en el bando de los afrancesados, y tan sólo pudo regresar a España a edad muy tardía. Entre sus obras destacan La derrota de los pedantes (1789), El viejo y la niña (1790), La comedia nueva (1792) y El sí de las niñas (1806). Moratín trata un problema muy de la época: el de los matrimonios de conveniencia, que imponían muchos padres a sus hijos. La comedia se ajusta a la regla neoclásica de las tres unidades: la obra desarrolla una sola historia (acción), ésta ocurre en un único escenario (lugar) y durante un sólo día (tiempo).

Argumento

La joven doña Francisca (Paquita), que ha sido educada en un convento de monjas de Guadalajara, es destinada por su madre, doña Irene, para esposa del anciano don Diego. La joven, a su vez, está enamorada de don Carlos, un militar que es sobrino de don Diego. La acción transcurre en una posada de Alcalá de Henares a la que acude don Carlos para impedir la boda de su amada sin saber que es la prometida de su propio tío. Cuando logra enterarse del propósito de éste, don Carlos renuncia a su amor, pero el bondadoso anciano comprende que los jóvenes se aman y es él quien generosamente se sacrifica, bendiciendo la unión de doña Francisca y don Carlos, contra los deseos de la autoritaria doña Irene.
Simbolismo: Tratado sobre la seudo libertad, el argumento de El Sí de las Niñas se centra en una de las preocupaciones del hombre de finales del siglo XVIII: el respeto a las normas e imperativos sociales, el derecho al matrimonio por amor, el conflicto de la autoridad paterna y el papel de la mujer en la sociedad. La prensa periódica publica numerosos artículos sobre el papel de la mujer en la familia, su derecho a la educación; todo esto en un momento en que la Pragmática de 23 de marzo de 1776 -Carlos III- obligaba a los hijos menores de 25 años a respetar la decisión paterna sobre contraer matrimonio. “Un hecho biográfico de Moratín, como cuenta su biógrafo y amigo Melón, explicaría, quizás, el porqué del tema: de muchacho se enamoró de Sabina Conti, pero ésta tuvo que casarse con su primo hermano, el escritor Gianbattistta Conti, de unos cuarenta años de edad. Este hecho puede que le influyera a la hora de escribir “La niña y el viejo” y “El sí de las niñas”, aunque no se puede afirmar rotundamente por las coincidencias más o menos inexactas de las fechas del hecho y del escrito de los libros”.
Con estos referentes, tema de moda y preocupación personal, los personajes giran en torno a la idea del casamiento irregular.
Don Carlos es presentado como el personaje principal, el sobrino de don Diego, el prometido de Paquita; arde en amores por ésta y es correspondido. Varios contemporáneos de la obra extrañaron la aparente contradicción entre su valor en el campo de batalla y su timidez ante su tío, pero esto es un error de enfoque. Moratín da idea de Carlos como un joven apasionado y valiente capaz de atropellar ciertas convenciones sociales, de sacar la espada por amor; así para los ilustrados y los partidarios de los Borbones, será un delincuente y un bárbaro, mientras que para los tradicionalistas será un símbolo del españolismo. Es el valiente enamorado de Paquita que no dudará en luchar por su amor contra su tío y las convenciones sociales. Calamocha es el criado de don Carlos. Presenta graciosamente a su amo como si se tratara de un enamorado del siglo XVII utilizando un lenguaje de perdonavidas. Paquita es la muchacha con la que pretende casarse don Diego. Se la define como coqueta y discreta. Doña Irene es la madre de Paquita. Es autoritaria en la medida justa: “unos buenos padres no ordenan, sino insinúan, proponen, aconsejan”, el exceso de autoridad de los padres es criticado no porque esté mal, sino porque puede provocar “una rebeldía peligrosa”. Doña Irene permite a Moratín poner de relieve que bajo el Antiguo Régimen la Iglesia constituía un remedio para muchas familias con malos trances económicos. Lo que interesa de la relación Iglesia / doña Irene es que desde que murió el marido de doña Irene, ella depende exclusivamente de su parentela eclesiástica, por lo que la influencia de ésta sobre ella es determinante. Las tías monjas ejercen una presión constante sobre su sobrina para que se case con don Diego. Dan a la niña una educación que pertenece ya entonces al pasado, y que no conviene a las necesidades de la época. Moratín afirma sobre esta educación que tiene como finalidad la de asegurar la autoridad absoluta de los padres en los asuntos matrimoniales de los hijos. Pero este exceso de autoridad puede ser contraproducente. Este es el sentido fundamental de “El sí de las niñas”: prevenir las graves consecuencias que puede acarrear un exceso de autoridad paterna

martes, 22 de enero de 2013


De la mujer en el cine:
Una mirada hacia el estudio de ella en la pantalla

Por: Jorge Luis Gallegos Vargas

Óclesis



Fuente de imagen:
http://lacintacorta.blogspot.mx/

La irrupción del séptimo arte en el mundo, hacia el año de 1895, trajo para las mujeres el común denominador de todas las artes: marginalidad. Y es que es precisamente en la cultura occidental, en donde predomina un discurso patriarcal,  la misma que ha relegado a la mujer en la historia del cine.
         Cuenta la Historia cinematográfica oficial que Georges Mèlies fue el primero en sentir la necesidad de contar historias a través de la pantalla; no obstante, la “otra historia”, la que no está registrada en los libros oficiales, atribuye a una mujer la primicia de plasmar la primera película narrativa; es así como “El hada de las coles” de Alice Guy ve la luz en 1896. Las primeras décadas del siglo XX fueron fructíferas para las directoras cinematográficas. Aquí, cabe resaltar la figura de Lois Weber, quien en 1913 aborda por primera vez temas como la relaciones interraciales, el derecho al aborto y el derecho al control de la natalidad. Entre 1913 y 1927 figuraron alrededor de veintiséis cineastas.
          Andrew Sarris en “The American Cinema”, una recopilación hecha de la historia del cine, resaltan sólo dos nombres de mujeres: Ida Lupino y Mae West, dejando fuera el nombre de Dorothy Arzner, quien es considerada, por los estudiosos del cine, como una de las mejores diez mejores directoras que ha dado la industria hollywoodense. Otra de las grandes olvidadas de la historia oficial del cine es, la considerada primera directora feminista, Germanine Dulac, quien estuvo ligada al cine francés en las primeras décadas del siglo XX.
Actualmente, la situación parece ser la misma o casi la misma. Y es que aunque ya son más las directoras las que figuran en los créditos de los filmes, se les sigue relegando a un segundo puesto, dejándolas fuera de nominaciones a premios, exhibiendo en menos medida sus creaciones, dejando clara la diferencia entre los discursos creados por y para los hombres y los creados por y para las mujeres.
         Los estudios de las figuras de la mujer en el cine no se hicieron esperar. Así pues, el feminismo hace su aparición en el séptimo arte intentando redefinir al hombre para que éstos no sean vistos como entes físicamente masculinos, los reta a mostrar su autonomía, extermina su coherencia, sin ridiculizarlos.
         La tendencia a hablar del tema de la mujer en el cine surge en los años sesenta, con el único fin de verlas como un sector homogéneo; en décadas anteriores solían fraccionarse los estudios según las divisiones de sexo, raza o preferencia sexual: se realizaba, entonces, un estudio desde un aspecto meramente audiovisual.
         Así pues, es en la década de los sesenta cuando se empieza a estudiar a la mujer desde una concepción cultural, misma que se ha recreado el los discursos y mensajes audiovisuales; es decir, lo que le interesa al feminismo, en conjunción con la teoría cinematográfica, es crear un análisis detallado de cómo es que la mujer se desenvuelve en su medio, sin importar sus condiciones biológicas o económicas.
         El feminismo pues, ha encontrado en el cine un espacio para la legitimación del discurso patriarcal; bajo esta mirada, entonces, se aboga por una representación de ella a partir de su imagen de “otro”, no como un ente de castración, como un objeto de deseo; busca la reivindicación de las mujeres en pantalla, resaltando sus características de humano, aún y cuando se traten textos ideados por mentes masculinas; busca que la mujer en el cine no sea un simple reflejo de los estereotipos creados, marcados y remarcados por la cultura occidental.
         Además, se busca que las mujeres sean reflejadas de una forma verosímil; que sean vistas como entes pensantes, inteligentes, débiles pero al mismo tiempo fuertes, independientes; que no sean plasmadas como seres que únicamente son útiles para derramar lágrimas, para meter en problemas a los hombres o para realizar las labores domésticas.
          Este tipo de estudios ha servido para romper con los estereotipos fijados por el cine clásico de Hollywood, en donde las mujeres únicamente podían representar los papeles de la madre, la vecina, la virgen, la enfermera, la vampiresa, la esposa fiel...
          El cine ha ido abriendo espacios para todas aquellas interesadas en hacer cine. Actualmente, no sólo la mujer es un rostro dentro de la pantalla. También es guionista, directora, fotógrafa, escenógrafa...
          Los estudios de la mujer dentro del cine ha virado sus perspectivas y ha ampliado su campo de investigación. Ya no sólo se ocupa de los estereotipos fijados por la cultura patriarcal – mujeres rubias, altas, con grandes senos – ; ahora, hay líneas de investigación que se orientan hacia el estudio de los nuevos objetos de deseos masculinos: las negras, sólo basta nombrar a actrices como Hally Berry o Tyra Banks; de las latinas que ya no sólo ocupan los personajes secundarios, ni de sirvientas, acá podemos mencionar a Salma Hayek o Penélope Cruz; de los personajes de películas con temas lésbicos, entre muchos otros.
Cabe hacer la aclaración que el feminismo, en el cine, no busca la ridiculización del hombre, sino que éste sea visto como un individuo físicamente masculino, dejando de lado sus características éticas para darle paso a su condición de ser humano.
La adhesión al cine de los movimientos feministas buscan que los derechos y la situación de la mujer cambie; sin embargo, la mujer aún se encuentra subyugada al sistema patriarcal y a un discurso en donde todavía impera lo masculino.
Asimismo, se busca que exista una reivindicación del papel de la mujer, para que éstas puedan ser protagonistas de sus propias historias y no ser solamente la sombra del hombre: el objeto que únicamente aparece como ornamentación.

Hablando de un poco de justicia, mejor me quedo con el Valeroso de la Mancha

Por: Hugo López Coronel

Óclesis


Supongo que el mundo está inundado de luz y mis ojos pueden verlo. Supongo que aún existen flora y fauna sobre este planeta, aún viento y una atmósfera que respirar, lluvia y figuras de nubes en el cielo, aún pedazos de bosques exentos de conciencia humana y planetas distantes, y montañas, mares, amaneceres; supongo. Y todo esto como regalo del mundo natural; mas, no es así con los valores de Justicia en una sociedad humana determinada, en donde éstos, los llamados valores de Justicia, se construyen desde el otro mundo, el que vivimos y nos vive por dentro, y desde el cual, creamos hacia fuera hasta tocar, teñir e iluminar todo lo contiguo y cotidiano en nuestras vidas. El sentido de Justicia tiene su comienzo en la propia soledad, en el silencio propio que conecta el mecanismo de la reflexión, en las penas propias y en las alegrías también propias y que, desde la raíz incansable por debajo de la piel, erupciona descifrada en signos o señas hacia el lado de afuera de nosotros mismos, alcanzando al prójimo que está al lado nuestro.



Fuente de imagen:
http://www.distintaslatitudes.net/numero-18-injusticia-en-america-latina
El sentido de Justicia, de las Leyes y del Derecho no son más cosa alguna que el mismo instinto de preservación de toda especie. Los instintos son los que nacen el vuelo organizado de las aves en sus migraciones, y son los que mueven a millones de mariposas en sus frágiles aleteos, y lo mismo sucede con la labor incansable de las hormigas, con la eficiente función de las metrópolis de abejas, con el paseo de las manadas de grandes mamíferos sobre las sabanas, con la danza colectiva de millones de peces para sobrevivir el concertado asedio de depredadores inclementes: ¡esto es la Justicia, las Leyes y el Derecho!, sin duda alguna, esenciales y eficientes, y por los que las otras tantas especies del planeta procrean y logran sobrevivir las Eras. Pero, ¿y el hombre? El ser generador de la fuerza misma que impulsó a la especie humana a abandonar África hace aproximadamente un millón de años para luego extenderse por todos los rincones del planeta. ¿Qué ocurrió, de manera cierta con nuestra especie? ¿En qué punto geográfico o de la línea del tiempo perdimos el rumbo? ¿Cómo explicamos hoy en día que hay millones de mexicanos que viven sin Justicia para ellos, y que no son sino víctimas de nosotros mismos, y esto, como el rasgo principal que nos distingue de las demás especies animales? Los grandes cambios radicales y todas las grandes revoluciones que han transformado el mundo han hablado de Justicia y supongo, que nacido desde aquel breve instante personal, punto de partida de una emancipación en la propia conciencia y de una sublevación implacable en nuestra mente contra los propios privilegios y las mentiras con las que nos distraemos, desviamos y nos engañamos diariamente. No somos más que los cotidianos opresores de nosotros mismos y, a la vez, nuestros libertadores íntimos. Con la liberación de nosotros mismos es que llegamos recién al punto de partida para iniciar el recorrido en el camino y dar comienzo al instante donde se puede ver la luz en el paisaje que nos rodea y escuchar los cantos del mundo. Vivimos tiempos donde los futuros gobiernos prometen hacer Justicia, trabajamos para empresas que ofrecen salarios llamados de Justicia, se promulgan leyes bajo el nombre de la Justicia para dar Justicia a quien carece de ella y hasta con la misma Justicia nos olvidamos de la misma. Eras van y vienen mientras a este país nunca se le ha hecho Justicia. Los grandes capitales y los poderosos intereses se sirven de la Justicia sin que nadie pueda hacer algo, en tanto millones de niños se quedan al margen de esa misma Justicia. Alguna vez, entreabrí ciertas páginas y leí las palabras propias del caballero valeroso de la Mancha –como él mismo se hace llamar–: ...“en la Edad de Oro, la Justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen...”. Y hablando de un poco de justicia... mejor me quedo con el Valeroso de la Mancha.

jueves, 17 de enero de 2013


Ashton Smith o la poética del no olvido de lo mítico

Por: Paco Echeverría.
Óclesis


El domingo 13 de enero de 2013 se cumplieron 120 años del nacimiento del escritor y poeta californiano Clark Ashton Smith, sirva de homenaje esta colaboración (corregida mínimamente) que apareció en el No. 5 de la revista Óclesis. Víctimas del Artificio dentro de la sección “Varda Inentro”, pp. 23-26, primavera de 2007.


Entre las muchas singularidades que se le pueden endilgar a la Literatura Fantástica, una se puede circunscribir como muy importante: la de haber producido una considerable cantidad de escritores de primera línea, que por desgracia, aún son desconocidos o yacen en el más absoluto olvido. Tal es el caso del poeta y escritor Clark Ashton Smith, nacido el 13 de enero de 1893 en Long Valley, California, y muerto el 14 de agosto de 1961 en Pacific Grove. Justo es tributarle este sencillo pero digno homenaje a 114 años de su nacimiento.

Fuente de imagen: http://www.gwthomas.org/clarkashtonsmith.htm


               En algunas ocasiones es la miopía de quererlo ver como simple entretenimiento, otras, la propensión hacia nuevas plataformas para la difusión literaria, lo que distrae la atención del público lector por lo fantástico, o bien, el solo hecho de que generalmente su postura se sumerge en la constelación mítica, antimoderna, lo que ha hecho que este género haya situado su morada lejos de la castrante modernidad utilitaria, históricamente unidimensional y de desarrollo material instrumentalizado.
                Es precisamente en este último rasgo donde las exploraciones poéticas de Smith se ajustan, creando un territorio que muy pocos se atreven a recorrer por la cantidad de códigos herméticos y verdades mitológicas que salen al paso para mostrar que, más que un ejercicio de la imaginación, el programa de poetización smithiano es una muestra, como dice el filósofo polaco Leszek Kolakowski, de que “el olvido de lo divino, tan característico de nuestra contemporaneidad, rebaja el valor del hombre, al privarle de un referente de altura, de un modelo ideal”.
                Aunque la educación de Clark fue muy limitada debido a la pobreza de su familia, hizo acopio de una sorprendente cantidad de conocimientos mediante una fuerte voluntad autodidacta: estudió palabra por palabra la Enciclopedia Británica y el Oxford Unabridged Dictionary (algunos dicen que fue el Webster), aprendió francés y castellano, y más tarde cultivó la pintura, la escultura, la poesía y el cuento.
                Inspirado en los cuentos de hadas, en Las Mil y una Noches, el Medioevo, los hermanos Grimm, Thomas Lovell Beodez, Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling, William Beckford, Charles Fort, Howard Phillips Lovecraft, Charles Buadelaire, Abraham Merrit, Robert W. Chambers y Arthur Machen, Smith comenzó a escribir sus primeras historias con apenas once años de edad. En 1907 aparece The Black Diamonds (Los diamantes negros) y la pequeña colección fantástica que después se publicaría como The Sword of Zagan and Other Writings (La espada de Zagan y otros escritos). Sin embargo, el desarrollo de este género en Smith tendría que esperar varios años para darse a conocer en el público.
                Durante el período 1911-1926, Smith se dedicó por completo a escribir poesía. Algunos poemas fueron publicados en periódicos locales, inclusive en el Auburn Journal, lo que le acarreó ser invitado en diversas ocasiones para declamarlos en clubes bohemios. Emily J. Hamilton, una profesora inglesa del Placer Union High School, al enterarse de la veneración que Smith sentía por el poeta George Sterling, le sugirió que le enviara algunos de sus poemas para ponerlos a su consideración. Por esas fechas, Sterling era en San Francisco una sólida figura literaria dentro de un círculo que incluía a lumbreras tales como Ambrose Bierce, Bret Harte, Joaquin Miller, Edwin Markham, Jack London y Gertrude Atherton.
                Sterling quedaría impactado por la madurez del trabajo de Smith, indicando que mostraba “verdadero ingenio” haber sido escrito por alguien tan joven (Smith acababa de cumplir 18 años). Le sugirió algunos cambios, le recomendó leer habitualmente a Robert Browning y el Antiguo Testamento, para contrarrestar así los muy normales excesos en que incurren los poetas jóvenes. Por abril de 1911, Sterling se tomó la libertad de citar el soneto de Smith “Last Night” (Anoche) durante una entrevista con el Town-Talk de San Francisco.
                Esto comenzó a genera cierto conocimiento público sobre el potencial creativo de que gozaba el joven poeta, por lo que repentinamente tuvo que viajar a San Francisco a solicitud de Boutwell Dunlap, un diplomático jubilado que, al llegar a sus oídos noticias sobre Smith, exigió la pronta presencia de su “descubrimiento”. En esta ciudad fue entrevistado por la prensa y gracias a Sterling pudo publicar algunas líneas del poema “Nero” (Nerón) en los diarios, las cuales llegaron a ser comparadas con el célebre poema “Thanatopsis” de William Bryant. Ahora, altamente valorado por la crítica, Smith aparecería en primera plana como “The boy genius of the Sierras” (El chico genio de las Sierras) o como “The new Keats of the Pacific Coast” (El nuevo Keats de Costa del Pacífico).
                En noviembre de 1912, Smith publica en San Francisco su primer volumen de poesías The Star-Treader and Other Poems (El viajero estelar y otros poemas), el cual encontró tanto elogio como desprecio descomunales. Algunos compararon a Smith con Shelley y Keats; otros lo acusaron de “siniestro”, incluso de “morboso”. No obstante dicha popularidad gratuito provocó que se vendieran más de mil copias de la obra.
                Otros poemas fueron publicados en las convencionales Current Literature (Literatura actual) y Current Opinion (Opinión actual) entre 1912-1913. Durante el verano de 1914, Smith participó en el coro de la obra Nec-Natama (Camadarería) de J. Wilson Shields, pero iba 2tan vacío de energía creadora” (según Hal Rubin, amigo del poeta) que pasarían seis años para que escribiera los quince poemas de Ode and Sonnets (Oda y sonetos, 1918), publicado por el prestigioso Book Club of California.
                Después sacó a la luz dos volúmenes más: Ebony and Crystal (Ébano y cristal, 1922) y Sandal Wood (Sandalia de madera, 1925). El primero estaba compuesto por 29 poemas en prosa y 85 poemas en verso, en el que se incluía el famoso “The Hashish-Eater-or-The Apocalypse of Evil” (El devorador de Hashish o El Apocalipsis del mal, 1920) —Smith recibiría la carta de un fan muy especial, Howard Phillips Lovecraft, quien ensalzaba este último poema como “la más grande orgía imaginativa dentro de la literatura inglesa”—; el segundo, se considera lo mejor de la poesía smithiana.
                Aunque los dioses aparecen frecuentemente nombrados en la acción, no es mera poesía sacra, sino que su destino es la recitación de la travesía órfica como núcleo de enseñanzas y revelaciones que amplían y universalizan nuestra conciencia, abriendo así la posibilidad de que se logre en nosotros ese Conocimiento reprimido como sombra, olvidado, pero latente. Se trata, pus, de una enseñanza simbólica e iniciática que utiliza como vehículo de expresión para transmitir las verdades más elevadas el lenguaje emotivo de la poesía, lenguaje que revalida para todo tiempo y lugar el despertar mágico de los mitos y la capacidad que tienen sobre nosotros, tanto de abrir las puertas de la percepción como de cerrarlas.
                A manera de ejemplo, veamos los siguientes trabajos de Smith titulados “The Unknown” (Lo ignoto) y “Cycles” (Ciclos).

Lo ignoto

Las bóvedas del tiempo y del abismo
no conocen otro ejemplar de tu beldad;
y ningún escultor es capaz de cincelar
la esencia de tu forma y de tu faz.

Atraídos por un engañoso magnetismo,
buscamos y no hallamos tu fugaz
palacio... y el farol del ocultismo
no te ha revelado en tu magnitud.

¿Te escondes en la noche estrellada?
¿o moras en el átomo profundo?
¿Descubierta, serás pira humeante?,
¿o llama nueva de un mundo inaudito?...
¿o luz del cielo en faros terrenales?...
¿o fuego fatuo de los tremedales?


Ciclos

El hechicero se marcha. . . y su gran torre se hunde
poco a poco los comunales mares bajos y planos que lo aplastan todo. . .
Mientras multitud de siglos se alejan, regresan y caen
En el cíclico golfo que ciñe el cosmos entero,
todo es expansión y extensión más allá del infinito…
Hasta que las henchidas campanas de la joven Atlántida repiquen;
y otra vez, restaurada la torre del hechicero, se reconstruirán sus muros,
regenerándose un ciclo, coronado por un torreón.

Renacido, el mago renombra con más fuerza los potentes hechizos y espíritus
Revestido de deslumbrante oscuridad y ardiente flama,
recuperado de un sueño que ha durado eones. Todos los poderes
heredados de los genios y del sabio Salomón;
Y allí, consumiendo con cegadora gloria las tediosas horas,
llama sobre Shem-Hamphorash al Nombre sin nombre.


En el primer poema podemos observar un marco de erudición mítica compuesto de elementos tomados del esoterismo ocultista y de la ciencia (astronomía, matemáticas, física cuántica), generando un ambiente que une conocimiento sagrado y saber profano, lo ordinario se transforma en extraordinario y lo mítico se confunde con lo real.
                En el caso de Ciclos, se tata de un poema muy interesante: dentro del orden arquetípico, está ritmado al compas de los ciclos cósmicos, indisoluble a la linealidad de la Historia como eje central de ordenación; circularidad mítica que si llegara a desaparecer, solo quedaría en el hombre el animal mecánicamente socializado por el estado de derecho y el mercado. Quizá por esto, ante la inesperada fama, Smith se mostró apático, incapaz de respirar cómodamente la enardecida atmósfera de los clubes bohemios y salones literarios de San Francisco y optó, como Lovecraft, por ser enemigo de la modernidad y buscar la calma y la vida solitaria en su terruño de Boulder Ridge. Allí pasaría sus años en relativa oscuridad, dedicando parte importante de su tiempo en crear mundos de ensueño, macabros y fantásticos en torno a la cosmogonía cthuliana.
                Sería grato que este modesto trabajo sirviera como estímulo para poder acercarse a la vasta obra de Smith y así poder rescatarla del anonimato. Colosal trabajo de este poeta ambulante de reiteradas leyendas, cuentos de hadas y mitos que nos invita a emprender, cada vez que lo leemos, un viaje incierto a través de un cúmulo de avatares, que no son otra cosa que aspectos devoradores de nuestro inconsciente.