La otra melancolía: Soledad, arte y locura
Por: Martha Ordaz.
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Obra gráfica de Gustavo Mora publicada en la Revista Óclesis 6 |
La Modernidad trajo el concepto de psicosis
y de su mano llegó la ambigüedad y el prejuicio. Hoy, definir la locura
requiere un cauteloso recorrido histórico, médico, científico y antropológico.
Aún así sería necesario marcar un sinnúmero de especificaciones para
medianamente lograr algún resultado; obtendríamos confusión, y apenas un
recuento de sus muchos rostros.
El carácter coloquial y hasta doméstico del vocablo resulta paradójico
frente al matiz ajeno que va tomando en cuanto queremos definirlo. Parece la
locura inasible por una parte y, por otra, demasiado familiar; tanto en la Antigüedad como en la Edad Media la locura
estaba lejos de ser asociada siquiera con la sanidad; su naturaleza era
demoníaca: el loco era un poseso de las fuerzas malignas, se trataba, claro, de
la locura “evidente”, la de la extrañeza, los gritos, los arrebatos; sin
embargo, no hay que olvidarnos de la otra: la silenciosa, la que apenas colindaría
en las ambivalencias morales o las excentricidades del espíritu. Vayamos hacia
el tiempo de la confusión.
Durante los siglos xvi y xvii los locos eran encadenados y
aislados. Philippe Pinel, médico francés con una visión revolucionaria, entraba
del brazo del pensamiento científico cuando decidió quitar las cadenas a los
enfermos en l790 y establecía una nueva perspectiva basada en observaciones
clínicas con pretensiones objetivas.
Más tarde, en el siglo xviii,
se veía a los locos como enfermos
mentales y fue el momento en el que serían llamados lunáticos. La influencia perniciosa de la Luna desplazaba a los
demonios a un paso de distancia del Medioevo, en pleno xviii: el tiempo de la exaltación del espíritu humano.
De las cadenas que Pinel pretendió erradicar con su innovación
pisicológica ha permanecido su metáfora: la idea del manicomio y, más lejos, el
acto mismo de la segregación social.
El aislamiento todavía hoy es una herencia del Medioevo como el símbolo
máximo del temor al contagio. La lepra, el mal de aquellos siglos, significaba
la condena al aislamiento; el razonamiento general desecharía en segundos la
ingenua insinuación de la locura como mal por contagio, pero lo cierto es que
la sociedad tiene sus únicos y auténticos razonamientos donde el loco es la
amenaza.
Así coexisten los argumentos que lo aíslan para su tratamiento y
curación (lejos de su reintegración a la sociedad y a las economías) al tiempo
que se protege también al mundo (supuestamente sano) del lastre social de estos
individuos.
El loco ha perdido sus garantías y su voluntad. Nadie lo escucha, pues
sus palabras resultan ininteligibles, sus argumentos caóticos y absurdos, y finalmente
es desposeído de sus afectos materiales por no tener voz legal. El loco se
vuelve una cosa para ver: para ser observado, documentado, analizado; es objeto
y no más individuo. El dramatismo entre un caso y otro es tan vario como lo es
en sí misma toda la clasificación de los transtornos mentales: infantiles, paranoides,
neuróticos, orgánico-mentales, de la afectividad, de la ansiedad, de la personalidad,
esquizofrenia, etc.
Entre el paciente que ha perdido el contacto con la realidad (psicótico[1]) y el que expresa un estado de malestar y ansiedad
sin perder este contacto (neurótico[2]) se cifra toda la melancolía, la soledad.
Existe el loco que sueña, el que espera, el que crea; tanto como el
peligroso que piensa y objeta; el que vive aislado en un mundo que le pertenece
donde nadie ingresa porque él en parte así lo elige y porque nadie querría
pertenecer a él.
Es virtualmente imposible establecer quién padece alguno de estos
transtornos y quién no, aunque apenas un uno por ciento de la población es
susceptible de padecer un trastorno de tipo psicótico, todos los demás estamos
completamente abandonados a cualquier estadio de la neurosis.
Sin duda, uno de los mayores saldos de nuestra modernidad no sólo ha
sido la renovación constante de la nomenclatura psicológica, sino también el
llamado mal de la mente y del alma que ha acabado por generalizarse: la
depresión, el más común de los trastornos mentales.
Si es éste el diagnóstico para las masas en los tiempos que vivimos,
somos acaso todos locos y estamos todos solos. Compartimos la misma celda
medieval y las cadenas en medio de un ruido blanco que está por encima de las
voces. Los paralelismos entre medio
urbano, tecnología y primer mundo
en relación con la incidencia de la depresión son cada vez más evidentes y
preocupantes.
De pronto el mundo moderno nos ofrece en una mano la maravilla de la
ciencia, los adelantos tecnológicos y la infalible magia de los medios; y en la
otra al hombre síntesis del confort y la competitividad: hombres y mujeres
estresados y deprimidos; no olvidemos el crédito del Prozac y de toda la puntual
ingeniería química que nos bendice desde los años cincuenta para acá.
Juan José Ipar pregunta si “¿sería
posible, además, aproximarse a un psicótico sin intentar imponerle una
valoración del mundo –la propia- presumiblemente mejor o más sana que la suya?”[3], a la que agregaríamos otra que queda para
pensarse: si el arte, como un valor cultural y social, ligado a la entidad del
loco, no está lejos de ser una imposición, sino peor: ¿no es un despojo?...
En medio de un vertiginosa vida del siglo xxi donde todos guardan en alguna parte algún extraño
trastorno, el loco se mezcla entre la gente, se homogeniza; finalmente lo hace
de forma natural porque está solo en un mundo deprimido y melancólico. A los
locos los dejamos solos porque no oímos sus voces en medio del ruido de lo
cotidiano, lo normal y común; los abandonamos.
Cuando pensamos en el “artista loco”, la idea de extravagancia es la
primera en aparecer; personajes del tipo de Salvador Dalí son la muestra
inequívoca, su “locura”, aun cuando nos parece incómoda y puede en distintos
momentos apabullarnos, no dejan de ejercer una cierta fascinación sobre
nosotros. Su locura no los despega totalmente de la realidad compartida por la
colectividad, no en vano Dalí mismo se jactaba de ser el famoso Avida Dollars, un rasgo de excentricidad
y de apego a lo real, apenas su caso se acomoda en distintos padecimientos de
tipo neurótico.
No nos queda duda de la calidad de su trabajo plástico, y tampoco de su
locura. La crítica lo admite loco y artista; sin embargo, cuando hablamos de
términos como el de l’art brut
aparece la controversia. La discusión se sostiene en dos extremos: el primero
plantea que el arte de los enfermos mentales no es arte en sí mismo por
obedecer únicamente a un ejercicio terapéutico sin valor estético, sin
lineamientos y sin argumentación—la clave del arte postmoderno—, y el segundo
extremo exalta el valor artístico de estas manifestaciones sin obedecer a la
integración o no del autor en un medio cultural y social.
El arte como tal exige del autor una primera condición, la conciencia
de crear; partiendo de esto es oportuno preguntarnos si el artista “común” y el
enfermo mental comparten esta conciencia. Cierto es que el enfermo mental —me
refiero a los casos de los talleres creados para terapia— de alguna forma es
presentado ante la posibilidad plástica por su terapeuta, es decir, no es él
quien decide hacerse de lienzos o la
compra de estos o aquellos materiales (a diferencia del artista que se asume creador).
Sin embargo, ambos frente a los materiales y al lienzo tienen la plena
libertad tanto de materiales como de colores y, por supuesto, de técnicas. No
sólo en materia de la “materia física”, sino en un plano más lejano y complejo,
el plano en el que radica el arte en esencia: la argumentación.
La elección de lo que se plasmará, el tema, la metáfora o, más simple o
más complejo —difícil decisión— la sensación que se plasmará en un cuadro
abstracto. Por supuesto que existe una conciencia creadora en el enfermo
mental, aun cuando su desapego de la convención lo prive de una “educación
estética”. El art brut da cuenta también de un instinto estético.
Parece que el hombre posee aún en su primitivismo (si queremos llamarlo
así) un equilibrio; el enfermo mental de tipo sicótico puede o no obedecer a
lineamientos morales o de tipo espiritual —quizás una categoría de mayor
artificio—pero puede con toda vastedad manifestar instintivas nociones de
composición, perspectiva, altos contrastes, simbología, líneas de valor, etc.
A los seres humanos no nos basta la clasificación de las
manifestaciones culturales, no nos basta la propia clasificación de nuestros
padecimientos, de nuestras carencias; tenemos por fuerza, el ímpetu de
clasificar también nuestro espíritu. Por fortuna suele salir victorioso de vez
en vez y se vuelve escurridizo, y uno de sus escondites mejores, donde suele
pasearse con regocijo, es el arte, sin importar lo morales o amorales que
resultemos, nuestra sanidad mental y demás protocolos sociales. Es una fortuna
descubrirnos vencidos por nosotros mismos.
Texto publicado en la Revista Óclesis 6.
Me parece un texto bastante interesante y muy bien redactado, nos ayuda a entender como se desarrolla la idea de que la sociedad nos dicta quien es "el normal" y quien es "el loco" hasta en los tiempos modernos.
ResponderEliminarEs un texto muy cierto, interesante y fácil de comprender, la forma de su estructura hace que sea más interesante y no se pare de leer
ResponderEliminarEl contenido de ésta lectura es amplio respecto a investigación, esta bien adecuado a cada etapa de la sociedad, así mismo crea una reflexión en el lector, pues el contenido busca la manera de generar tensión y crear un ambiente adecuado para generar conciencia en el tema de la lectura
ResponderEliminarMe pareció bastante interesante muy bien hecha y bien redactada,te muestra como las cosas cambian pero aún así siguen viendo como alguien diferente a alguien que tiene algún problema mental y como te das cuenta quien esta bien (normal) y quién es diferente.
ResponderEliminarEs un texto muy claro a mi parecer, ya que nos cuenta como es que se va dando la idea de de como nos dice que nosotros como sociedad podemos identificar un "loco" entre las tan tas personas "normales" que hay
ResponderEliminar“La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que es cada vez más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano”. -Aldous Huxley
ResponderEliminarEs un artículo sumamente interesante, lleva a la reflexión de qué consideramos como locura. Exponiéndolo tras una secuencia de fechas y argumentos bien redactados. Grandioso trabajo.
“Nada tiene tanto poder para ampliar la mente como la capacidad de investigar de forma sistemática y real todo lo que es susceptible de observación en la vida”. -Marco Aurelio.
Es un texto muy claro a mi parecer, ya que nos cuenta como es que se va dando la idea de de como nos dice que nosotros como sociedad podemos identificar un "loco" entre las tan tas personas "normales" que hay
ResponderEliminarno se por que en el otro comentario no aparecio mi nombre profe
Me resulta interesante el pensar que todos, de alguna forma, estamos locos y tenemos que estar atados por estás cadenas imaginarias que son la sociedad y las reglas morales en sí. El arte nos provee de libertad, y que muestra más grande de arte ñ, y de libertad en si, qué el que no concideren arte tu obra. La locura siempre será mal vista por aquellos que se jactan de una vida "perfecta" antes la lupa de las perspectivas sociales, sin embargo el loco es más libre en algunas ocasiones.
ResponderEliminarConsidero que es un texto sumamente interesante, la manera en la cual aborda el debate polémico de la locura me parece pertinente, fomenta una lectura crítica en la cual se está pendiente de los detalles, además de que logra situar al lector como un integrante más de este grupo y sentirse identificado.
ResponderEliminarRealmente genial, me gustó mucho.
La manera en la que se presenta y explica la problemática psicosocial, me parece bastante fiel y acertada a como es realmente.
ResponderEliminarEs un texto bien explicado, que te muestra la poca importancia que se les suele dar a los locos. Se entiende perfectamente todo el mensaje del escritor, que es reflexionar sobre el artista, su locura y el rechazo que esto produce.
ResponderEliminarUn texto sumamente interesante y que aborda una problemática no solo social, sino filosófica la cual se pregunta ¿qué es lo normal? Y se basa de muchos elementos que de verdad te hacen dudar que es la realidad que es lo normal por el modo veloz en el que está redactado, muy interesante a decir verdad.
ResponderEliminarMe agrada la forma en la que relaciona el concepto de "Locura" con el "Arte" e incluso de "Hombre". Hace una observación crítica acerca de cómo la humanidad necesita clasificar todo lo que lo rodea para sentirse conforme; de igual forma se entiende que el hombre en sí es un ser lleno de locura que en el mundo actual y tecnológico permanece en el anonimato.
ResponderEliminar" El aislamiento todavía hoy es una herencia del Medioevo como el símbolo máximo del temor al contagio" es una frase que me hace pensar en nuestra situación actual,pero eso no es todo, también en lo interesante que es ver cómo estás herramientas otorgadas por el propio sistema con la intención de generar algún tipo de distracción haciendo contraste a la vida cotidiana nos llevan a caer en un transtorno como la depresión.
ResponderEliminarAdemás de la mención que hace con respecto a la clasificación de todo en nuestra sociedad actual.
Uno de los resultados de la modernidad, es la velocidad con la que el humano se adoctrina a vivir. Y como consecuencia, se olvida de sí mismo, "es objeto y no más individuo". El humano genuino siempre se ha caracterizado por sus complejos, la soledad a partir de hechos y suposiciones será siempre una herramienta para entendernos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl texto es bastante interesante, nos presenta el rol que la sociedad nos dicta para distinguir moralmente de una persona "normal" a una "loca", que sufre rechazo por parte de los demás. También nos ayuda a reflexiona en cómo el arte se involucra mucho en esto y en la libertad.
ResponderEliminarCreo que este artículo quiere desmitificar la locura como algo malevolo, y reapropiarlo y normalizarlo para tener un mejor entendimiento de las distintas realidades.
ResponderEliminarEs bastante claro, conciso e interesante. El tema que engloba es muy amplio, y puede ser tan subjetivo como uno quiera leerlo, también opino que se adecua muy bien a la situación actual y al leerlo es fácil identificarte como un miembro dentro de esa sociedad de la que habla.
ResponderEliminarasí ya aparece mi nombre?
ResponderEliminarMe parece interesante el texto y como hace una crítica a las personas y la forma en la que clasificamos a los demás por diferencias psicológicas y sociales e incluso se llega a tratarles o llamarles de una manera despectiva, sin embargo la lectura te hace perteneciente de algunas características de estas personas para que entiendas desde otra perspectiva.
ResponderEliminarEs un texto muy claro a mi parecer, ya que nos cuenta como es que se va dando la idea de de como nos dice que nosotros como sociedad podemos identificar un "loco" entre las tan tas personas "normales" que hay
ResponderEliminarYa pude profe, acá esta mi comentario que apareció en los otros 2 que hice como "Unknow"
Como se explica al inicio del texto, desde siglos pasados se han determinado características específicas para definir a la locura. Con el paso del tiempo, esa locura adquiere diversos nombres que se van acoplando a diversos trastornos.
ResponderEliminarHoy en día, la tecnología y toda la información que obtenemos de inmediato, nos permite cuestionarnos acerca de la locura que podríamos tener. ¿Padezco alguna de las características que se menciona de este trastorno?, ¿acaso soy una persona libre para decidir quién soy? o ¿los demás se darán cuenta de lo loca que estoy o realmente todos lo estamos?
Me parece un texto con una gran gramática y ortografía. Creo que es un tema interesante en qué se está tratando, el cómo va evolucionando de alguna manera el concepto de la locura y como va cambiando el cómo lo tomamos. A mí parecer todos tendremos siempre un poco de locura, se diga lo que se diga, pero siempre se tendrá un poco de ella. Sin duda sería algo que se podría analizar y que sería algo interesante de descubrir como la locura nos afecta de diferentes formas.
ResponderEliminarEste texto me pareció sumente interesante;ya que abarca de una manera completa, el tema de como la sociedad clasifica a un "loco" y de la misma manera, me parece interesante la forma en cómo lo relaciona con el arte.Igual el texto nos genera reflexionar y pensar acerca de este tema.
ResponderEliminarEs un texto con buena gramática, redacción y es interesante. Habla un poco de la modernidad pero se centra mayormente en la locura, desde la edad media hasta la actualidad. Y como la sociedad se relaciona y trata a las personas "locas". Por qué a los humanos no les basta con la clasificación de culturas o carencias. En general te hace reflexionar sobre la locura.
ResponderEliminarUn texto con gramática y estructura impecable. El contenido es interesante ya que aborda el tema de la locura desde una perspectiva externa, tal vez a manera de juicio o prejuicio y como esta es vista por la sociedad de distintas epocas incluyendo la actualidad
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