sábado, 15 de diciembre de 2012


VECINDAD, MORBOSIDAD 
Y OTROS FETICHES

Por: Francisco Hernández Echeverría.
Óclesis

Fuente de imagen:
http://www.literatuya.com/informes-literatura/474_raymond_carver.htm
Con solo leer el título nos traerá de golpe el incómodo altercado suscitado durante el cierre de la Cumbre Iberoamericana del 2007 en la ciudad de Santiago de Chile, en la que un ridículo personaje pasado de moda, no elegido democráticamente (¿qué hacía allí entonces?) y al que algunas distraídas e infantilizadas mentes aún en estas tierras, llaman “rey”, quiso callar despóticamente al presidente de Venezuela Hugo Chávez, con un “¿por qué no te callas?”.
En efecto, bajo el epígrafe de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1988, Anagrama) el escritor Raymond Carver fatalmente nos remontará a esa cáustica enfermedad, a propósito de la temática de este número de Óclesis, que no hemos podido abolir del todo tanto del inconsciente colectivo del invasor como del nuestro, el que todavía crean que tengamos que acatar las bárbaras disposiciones de alguien que aún se cree monarca colonial y se hace el “olvidadizo” de que sus ancestros provocaron el peor holocausto contra nuestra gente, superando incluso los del propio Hitler y Stalin.
No obstante estas accidentales y lamentables consideraciones, Carver con esta colección de cuentos nos presenta esa otra enfermedad de la desintegración de la sociedad moderna: marginación, sociedad excluyente, “separación hombre-naturaleza, indiferencia por ritmos biológicos y cósmicos, progresivo, progresivo abandono de la actividad manual, aceleración de los cambios en la estructura y dinamismos sociales, sin tiempo para adaptación, uniformidad en educación, ocio, trabajo, vestido y alimento” (Marina, 2004).
Influenciado por el célebre escritor ruso Anton Chékhov, Raymond Carver — desgraciadamente fallecido (1988) en el momento en que comenzaba a alcanzar el reconocimiento literario, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo— se caracterizó por utilizar como pincel la palabra cotidiana para pintar relatos que critican el insulso mundo norteamericano, que por ende colonial es el nuestro propio, y lograr magistrales finales inesperados, esa “inesperada capacidad de provocar una impresión fortísima, una indeleble conmoción” (2002). De ahí que se ha dicho que uno de los elementos más característicos de los relatos de Carver:

[...] es el profundo pesimismo que le distingue. La incertidumbre de la vida humana no parece dejar abierta posibilidad alguna de evasión. Pero a pesar de la realidad pura y dura de la vida norteamericana, y de la evocación casi continúa de situaciones patéticas (a menudo tragicómicas) y, es tal su habilidad para indagar en la psicología humana que siempre nos estremece con esa cotidianidad absurda [...] Es un gran libro de relatos. Carver tiene esa manera peculiar de ver la vida americana, la real, la de una clase media que no está en las grandes ciudades. Explota las atmósferas y te sumerge en un escepticismo descorazonador. Nos introduce en unas vidas dónde las pequeñas tragedias se perciben tras el velo de los personajes, dónde la miseria del alma se escapa por entre los rincones del libro (comentarios 2006: http://www.fnac.es/dsp/).

Fuente de imagen:
http://clubdecatadores.wordpress.com/2011/07/10/%C2%BFquieres-hacer-el-favor-de-callarte-por-favor-raymond-carver/
Destacado representante del Dirty realism (Realismo sucio), Carver nos presenta “una gama de anónimos perdedores de una sociedad que parece haberse olvidado de ellos: desempleados, alcohólicos, divorciados, seres solitarios que van hacia la deriva y que no tienen otra cosa que hacer sino mirar la televisión, evitando mirar a su propio interior y comprobar que no son más que sombras cargadas de desesperanza” (http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1556), o bien, de aquellos —como dice Hugo Presman (2006)— que a obligado el sistema a vivir “una especie de inmediatismo, entendido como la necesidad del disfrute repentino e ilimitado en tiempo y espacio”.
Ahora bien, muestra de lo anterior lo podemos apreciar en el cuento titulado “Vecinos”, tomado precisamente de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, una historia que nos hace conscientes de esa parte morbosa que todo humano tiene y que trata de oscurecerla inmediatamente por salud psicológica. Comienza con Bill y Arlene Miller, una pareja común, insípida, cuya acción se limita simplemente a correr como corre un hámster en su simpática rueca, por lo que a menudo se comparan con la apasionante e intrigante vida que lleva Jim y Harriet Stone, sus vecinos de enfrente. Una ocasión, los Stone se ven precisados a salir de viaje por un lapso de diez días y durante su ausencia los Miller cuidarían su apartamento y alimentarían a la mascota.
Desde el primer momento, los Miller exploran aviadamente el apartamento de los Stone, principalmente Bill, quien abre la nevera, se recuesta en los sillones y en la cama matrimonial, abre todos los roperos, vitrinas, recorre los cuartos, cocina, baño, y hasta se permite beber de las  botellas del mueble bar. Ningún rincón se salva de esa curiosa mirada, inclusive llega al grado de vestirse con la ropa tanto de Jim como de Harriet. Como si a través de este ritual pudiera atravesar la intimidad de sus célebres vecinos.
También Bill realiza pequeños hurtos, como es el caso del frasco de píldoras de Harriet o unos cigarrillos del cajón junto a la cama. Cada vez que incursiona en el apartamento de los Stone o sencillamente con mirarlo, es un pretexto para que Bill le haga el amor a su esposa. De esta manera, fetichismo, erotismo, parafilia, travestismo, fantasías, objetos e intenciones de masturbarse en ese ambiente ajeno, confluyen para dar forma a una patológica atmósfera que Carver se encarga de restregarnos en la cara para comprender que no sólo sucede esto en la sociedad estadounidense sino en todo tipo de sociedad que la tenga como modelo.
El encuentro de unas fotos, después la cuestión de que si los Stone volverán o no, son situaciones que se van entrecruzando, pero que dejan un final abierto, ilógico, notablemente enigmático, que no dice absolutamente nada, pero que no impide que el espectador se reconozca en esos “dramas triviales que, por habituales, ya casi han dejado de sorprendernos”.
Es tan magnífico el relato, que inclusive el lector llega a sentir cómo violenta de la mano de los personajes principales la intimidad de un hogar ajeno, faltar el respeto a la vecindad, dejarse llevar por la seducción que produce voltear la mirada hacia ese “otro yo” que aparece cuando irrumpimos un espacio que no nos pertenece, como si a través de mirar y tocar los objetos ajenos pudiéramos arrancar cierto secreto al otro, un toque de fantasía que en boca de Arlene dice correctamente: “Es extraño [...] Ya sabes... entrar así en casa de alguien”.

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CARVER, Raymond (2002): ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? Madrid: Anagrama.
MARINA, Pedro (01 de diciembre, 2004): “Aspectos socioculturales de la enfermedad”, en Universidad de Oviedo (España). Obtenido el 23 de marzo de 2007, desde: http://www.uniovi.es/psiquiatria/docencia/material/Psicomedica/PM_SocioCultEnfermd.pdf
PRESMAN, Hugo (2006): “Víctor ‘Frente’ Vital”, en El Ortiva (Buenos Aires). Obtenido el 13 de enero de 2008, desde: http://www.galeon.com/elortiba/cumbiavi.html

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