VECINDAD, MORBOSIDAD
Y OTROS FETICHES
Por: Francisco Hernández Echeverría.
Óclesis
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Fuente de imagen: http://www.literatuya.com/informes-literatura/474_raymond_carver.htm |
Con solo leer el título nos traerá de golpe el incómodo altercado
suscitado durante el cierre de la Cumbre Iberoamericana
del 2007 en la ciudad de Santiago de Chile, en la que un ridículo personaje
pasado de moda, no elegido democráticamente (¿qué hacía allí entonces?) y al
que algunas distraídas e infantilizadas mentes aún en estas tierras, llaman
“rey”, quiso callar despóticamente al presidente de Venezuela Hugo Chávez, con
un “¿por qué no te callas?”.
En efecto, bajo el epígrafe de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por
favor? (1988, Anagrama) el escritor Raymond Carver fatalmente nos remontará
a esa cáustica enfermedad, a propósito de la temática de este número de
Óclesis, que no hemos podido abolir del todo tanto del inconsciente colectivo
del invasor como del nuestro, el que todavía crean que tengamos que acatar las bárbaras
disposiciones de alguien que aún se cree monarca colonial y se hace el
“olvidadizo” de que sus ancestros provocaron el peor holocausto contra nuestra
gente, superando incluso los del propio Hitler y Stalin.
No obstante estas accidentales y lamentables consideraciones,
Carver con esta colección de cuentos nos presenta esa otra enfermedad de la desintegración
de la sociedad moderna: marginación, sociedad excluyente, “separación
hombre-naturaleza, indiferencia por ritmos biológicos y cósmicos, progresivo, progresivo
abandono de la actividad manual, aceleración de los cambios en la estructura y dinamismos
sociales, sin tiempo para adaptación, uniformidad en educación, ocio, trabajo,
vestido y alimento” (Marina, 2004).
Influenciado por el célebre escritor ruso Anton
Chékhov, Raymond Carver — desgraciadamente fallecido (1988) en el momento en
que comenzaba a alcanzar el reconocimiento literario, tanto en Estados Unidos
como en el resto del mundo— se caracterizó por utilizar como pincel la palabra
cotidiana para pintar relatos que critican el insulso mundo norteamericano, que
por ende colonial es el nuestro propio, y lograr magistrales finales
inesperados, esa “inesperada capacidad de provocar una impresión fortísima, una
indeleble conmoción” (2002). De ahí que se ha dicho que uno de los elementos
más característicos de los relatos de Carver:
[...] es el profundo pesimismo
que le distingue. La incertidumbre de la vida humana no parece dejar abierta
posibilidad alguna de evasión. Pero a pesar de la realidad pura y dura de la
vida norteamericana, y de la evocación casi continúa de situaciones patéticas
(a menudo tragicómicas) y, es tal su habilidad para indagar en la psicología
humana que siempre nos estremece con esa cotidianidad absurda [...] Es un gran
libro de relatos. Carver tiene esa manera peculiar de ver la vida americana, la
real, la de una clase media que no está en las grandes ciudades. Explota las
atmósferas y te sumerge en un escepticismo descorazonador. Nos introduce en
unas vidas dónde las pequeñas tragedias se perciben tras el velo de los
personajes, dónde la miseria del alma se escapa por entre los rincones del
libro (comentarios 2006: http://www.fnac.es/dsp/).
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Fuente de imagen: http://clubdecatadores.wordpress.com/2011/07/10/%C2%BFquieres-hacer-el-favor-de-callarte-por-favor-raymond-carver/ |
Destacado representante del Dirty
realism (Realismo sucio), Carver nos presenta “una gama de anónimos
perdedores de una sociedad que parece haberse olvidado de ellos: desempleados,
alcohólicos, divorciados, seres solitarios que van hacia la deriva y que no
tienen otra cosa que hacer sino mirar la televisión, evitando mirar a su propio
interior y comprobar que no son más que sombras cargadas de desesperanza” (http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1556),
o bien, de aquellos —como dice Hugo Presman (2006)— que a obligado el sistema a
vivir “una especie de inmediatismo, entendido como la necesidad del disfrute
repentino e ilimitado en tiempo y espacio”.
Ahora bien, muestra de lo anterior lo podemos
apreciar en el cuento titulado “Vecinos”, tomado precisamente de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por
favor?, una historia que nos hace conscientes de esa parte morbosa que todo
humano tiene y que trata de oscurecerla inmediatamente por salud psicológica. Comienza
con Bill y Arlene Miller, una pareja común, insípida, cuya acción se limita
simplemente a correr como corre un hámster en su simpática rueca, por lo que a
menudo se comparan con la apasionante e intrigante vida que lleva Jim y Harriet
Stone, sus vecinos de enfrente. Una ocasión, los Stone se ven precisados a
salir de viaje por un lapso de diez días y durante su ausencia los Miller
cuidarían su apartamento y alimentarían a la mascota.
Desde el primer momento, los Miller exploran
aviadamente el apartamento de los Stone, principalmente Bill, quien abre la
nevera, se recuesta en los sillones y en la cama matrimonial, abre todos los
roperos, vitrinas, recorre los cuartos, cocina, baño, y hasta se permite beber
de las botellas del mueble bar. Ningún
rincón se salva de esa curiosa mirada, inclusive llega al grado de vestirse con
la ropa tanto de Jim como de Harriet. Como si a través de este ritual pudiera
atravesar la intimidad de sus célebres vecinos.
También Bill realiza pequeños hurtos, como es
el caso del frasco de píldoras de Harriet o unos cigarrillos del cajón junto a
la cama. Cada vez que incursiona en el apartamento de los Stone o sencillamente
con mirarlo, es un pretexto para que Bill le haga el amor a su esposa. De esta
manera, fetichismo, erotismo, parafilia, travestismo, fantasías, objetos e intenciones
de masturbarse en ese ambiente ajeno, confluyen para dar forma a una patológica
atmósfera que Carver se encarga de restregarnos en la cara para comprender que no
sólo sucede esto en la sociedad estadounidense sino en todo tipo de sociedad
que la tenga como modelo.
El encuentro de unas fotos, después la cuestión
de que si los Stone volverán o no, son situaciones que se van entrecruzando,
pero que dejan un final abierto, ilógico, notablemente enigmático, que no dice
absolutamente nada, pero que no impide que el espectador se reconozca en esos “dramas
triviales que, por habituales, ya casi han dejado de sorprendernos”.
Es tan magnífico el relato, que inclusive el lector
llega a sentir cómo violenta de la mano de los personajes principales la
intimidad de un hogar ajeno, faltar el respeto a la vecindad, dejarse llevar
por la seducción que produce voltear la mirada hacia ese “otro yo” que aparece
cuando irrumpimos un espacio que no nos pertenece, como si a través de mirar y
tocar los objetos ajenos pudiéramos arrancar cierto secreto al otro, un toque
de fantasía que en boca de Arlene dice correctamente: “Es extraño [...] Ya
sabes... entrar así en casa de alguien”.
___________________
CARVER, Raymond
(2002): ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? Madrid: Anagrama.
MARINA, Pedro (01 de
diciembre, 2004): “Aspectos socioculturales de la enfermedad”, en Universidad de Oviedo (España). Obtenido
el 23 de marzo de 2007, desde: http://www.uniovi.es/psiquiatria/docencia/material/Psicomedica/PM_SocioCultEnfermd.pdf
PRESMAN, Hugo (2006):
“Víctor ‘Frente’ Vital”, en El Ortiva (Buenos Aires). Obtenido el 13 de enero
de 2008, desde: http://www.galeon.com/elortiba/cumbiavi.html
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