Por: Hugo Coronel
Óclesis
La
ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en
sociedad, es ciencia de una forma específica de conducta humana que responde a
la necesidad de un tratamiento científico de los problemas morales. La ética es
parte de cierto tipo de hechos tratando de descubrir sus principios generales,
y aunque parte de datos empíricos, no puede mantenerse al nivel de una simple
descripción o registro de ellos, sino que los trasciende con sus conceptos,
hipótesis y teorías. No existe una moral científica, pero sí
hay un conocimiento de la moral que puede ser científico. Lo científico radica
en el método, en el tratamiento del objeto y no en el objeto mismo. Pero si no
hay una moral científica de por sí, puede darse una moral compatible con los
conocimientos acerca del hombre, de la sociedad y, en particular, acerca de la
conducta humana moral. Todo individuo humano se enfrenta a la necesidad de
ajustar su conducta a normas que se tienen por adecuadas o dignas de ser
cumplidas. Esas normas son aceptadas íntimamente y reconocidas como
obligatorias; de acuerdo con ellas, los individuos comprenden que tienen el
deber de actuar en una u otra dirección. Acerca de este comportamiento, fruto
de una decisión reflexiva, los demás juzgan conforme también a normas y se
formulan juicios morales, tanto los actos como los juicios morales presuponen
ciertas normas que señalan lo que se debe o no hacer.
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Imagen extraída de http://lacrestadecicirro.blogspot.mx/2008/06/el-romanticismo-pintura.html |
El
Romanticismo, -algunas veces más que una actitud que desborda los límites del
movimiento artístico que lleva ese nombre- tuvo una fuerte carga de idealismo y
emociones. Por reacción al neoclasicismo y al llamado “Siglo de las Luces”, en
los que imperó la razón rectora, el despotismo ilustrado, la disciplina
clasicista, un afán universalista y las formas rígidas, el Romanticismo
proclamó una libertad total, un culto a lo irracional, lo instintivo, lo
pasional y lo onírico. Reivindicó afanes de libertad en contra de las formas
opresivas del gobierno y reclamó el valor de lo nacional como distintivo frente
a las variedades de lo universal y sobre todo, la autonomía del individuo
frente a las seriedades que buscaban unificar su sentir. Avaló la expresión de
la angustia y excitación del amor y los ideales individuales y nacionales. El
movimiento también produjo un clima de insatisfacción que se manifestó en
rebeldías individuales y revoluciones sociales y artísticas. Energía,
imaginación y sensibilidad son los ingredientes que necesitaron los románticos
para elevarse por encima de los estruendos de los cañones, sin descuidar los
intereses políticos y sociales de sus países, a tal grado que la mayor parte de
los escritores románticos desempeñaron un importante papel como pensadores
sociales; rebeldía, inconformidad, protesta, indisciplina, valoración de lo
individual y subjetivo; nueva posición frente a la vida; otros caminos para
decir las cosas; todo está mal, todo es defectuoso; protesta contra tanto
artificio en el arte; rebeldía contra todo, contra la política, ya que el
Romanticismo aparece en Europa casi al mismo tiempo que el régimen
constitucional; “Todo nace perfecto de manos del creador, todo degenera en
manos del hombre”, dice Rousseau, precursor del Romanticismo en Francia; y las
“víctimas de la sociedad” no son culpables, puesto que significan consecuencia
de esa sociedad defectuosa, mal organizada. El Romanticismo reacciona en forma
violenta: es verdad que el hombre, el individuo significa la máxima perfección,
pero sobre su razón está su emoción, su sentimiento. Dos hombres podrán pensar
de la misma manera, pero jamás sentir en forma idéntica, porque el sentimiento
es lo más personal, íntimo, inaccesible y valioso que el hombre tiene. Así
piensan los románticos y bajo estos valores morales se rige la ideología
romántica.
Entre
las características más notables de la ideología romántica, encontramos la
búsqueda de identidad en el pasado, es la Edad Media la que sirve de fuente de
inspiración, de donde la literatura romántica toma valores tales como lealtad,
belleza, interioridad emocional inspirada en lo caballeresco, en la naturaleza
como parte del ser, la subjetividad, la imaginación. Es el Romanticismo una
ideología contradictoria, se debate entre valores subjetivos, heterogéneos que
responden más a los sentimientos que a la razón, el Yo vs el rescate de lo
social, el refugiarse en el individualismo ante la realidad cruel que observa
el romántico de su sociedad. El romántico antepone el subjetivismo ante el
racionalismo neoclásico; el estado nostálgico ante el empirismo; la idea de lo
espiritual, la intuición y la virtud del mundo interior contra el hedonismo; su
mundo exótico ante lo estático. Toman de la Edad Media modelos que les son
útiles, virtudes como la virginidad, amor, lealtad, olvido de la realidad y
refugio interior, despiertan su interés por mundos desconocidos, mundos
distantes e imaginarios. El alma del hombre es su enemigo interior,
identificable con una obsesión incurable por lo imposible, que priva del goce
de la vida al individuo y hace que ésta le sea adversa. El alma romántica no es
dada desde fuera al individuo, sino que éste la crea cuando tiene conciencia de
sus sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de modo que
el Universo sólo es posible concebirlo partiendo del conocimiento de sí mismo,
pues el hombre es la imagen del macrocosmos. El reino de la libertad absoluta
es el ideal romántico, el principio de toda ética romántica: libertad formal en
el arte, entendida como necesidad del individuo para explorarse y explorar el
mundo exterior y para lograr la comunicación del Uno con el Todo en una marcha
progresiva hacia la infinitud. El romántico se concibe como un ser libre, el
cual se manifiesta como un querer ser y un buscador de la verdad. No puede
aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Muchos románticos heredaron la
crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al cuestionar, en
nombre de la razón, los dogmas religiosos. La libertad, como el infinito, es
más una aspiración que una realidad, a través de ella cree el romántico poder
superar los límites del Yo y reconciliar sujeto con objeto. El romántico asocia
amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae al romántico
como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte
y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor
proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su
principal objetivo, pero no alcanzará la armonía en el amor. El romántico ama
el amor por el amor mismo, y éste le precipita a la muerte y lo hace desearla
descubriendo en ella un principio de vida y la posibilidad de convertir a la
muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte. En el
amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque
en el amor se deposita la esperanza en un renacer, se encarna toda la rebeldía
romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es
limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis).
En la muerte, el alma romántica encuentra la liberación de la finitud.
Las
posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general
la creencia no la fundan los románticos en ninguna norma establecida, en
ninguna moral instituida, sino en un sentimiento interior y en una intuición
esencial de lo divino que conduce a una unión mística con Dios. Lo que hay de
esencialmente nuevo en la religión de los románticos es este sentimiento
interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo denota
una vida superior y la primera condición de la vida moral. La conciencia de
pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia individualidad
conlleva una responsabilidad moral. Para todos los románticos no existe Dios
fuera del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el entusiasmo y el
amor "sintiéndose lleno de Dios" (F. Schlegel).
El
advenimiento de la modernidad está contenido en el Romanticismo, por cuanto
éste supuso una regeneración o una reconstrucción frente a la decadencia
estética del Neoclasicismo. Pero el Romanticismo no sólo supuso la irrupción de
la modernidad a principios del siglo XIX, sino la creación de la esencia de lo
moderno incluso tal como se entiende hoy en día, por cuanto legitimó la
libertad de la forma artística, concibió al hombre como una unidad en el seno
de una unidad superior y le hizo aspirar al infinito mediante la reconciliación
de su mundo interior con el mundo exterior. Todo el arte actual deriva en
cierto modo de la revolución que supuso el Romanticismo. La clave unificadora
del complejo fenómeno que es el Romanticismo radica en que éste invierte el
orden de aproximación humana a la realidad. El individuo modela el mundo, lo
interior condiciona lo exterior sin admitir nada que de fuera constriña el Yo.
Libertad interior, libertad, meta suprema. Esta libertad ha presidido el
proceso libertador del mundo actual hasta hoy mismo: liberación del individuo
frente a la sociedad, de la mujer frente al hombre, de la región frente a la
nación, de la colonia frente a la metrópoli y del obrero frente al burgués.
Liberación en la palabra, admitiendo lo vulgar y aun lo soez. Liberación en la
religión, admitiendo la convivencia de cultos. Liberación en la educación,
permitiendo el desarrollo de la personalidad. Pero toda esta liberación tiene
un precio, que suele ser un hondo sentimiento de soledad y vacío. Romper con un
orden, con una seguridad, con una obediencia lleva consigo ese doloroso
desgarramiento en que el individuo se encuentra de pronto consigo mismo, sin
nadie más. Aquí radica sin duda el pesimismo, la angustia, la melancolía, el
"mal del siglo" con su insatisfacción imposible de colmar, que tan
admirablemente expresaron los románticos y que tras ellos sigue expresando la
cultura occidental moderna. La herencia romántica está presente en las
actitudes que se siguen manifestando en literatura, música, pintura, etc. El
término se sigue utilizando y sus connotaciones han evolucionado, a veces
vanalizándolo.
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