domingo, 12 de agosto de 2012

Valores morales en el Romanticismo


Por: Hugo Coronel
Óclesis

La ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad, es ciencia de una forma específica de conducta humana que responde a la necesidad de un tratamiento científico de los problemas morales. La ética es parte de cierto tipo de hechos tratando de descubrir sus principios generales, y aunque parte de datos empíricos, no puede mantenerse al nivel de una simple descripción o registro de ellos, sino que los trasciende con sus conceptos, hipótesis y teorías. No existe una moral científica, pero sí hay un conocimiento de la moral que puede ser científico. Lo científico radica en el método, en el tratamiento del objeto y no en el objeto mismo. Pero si no hay una moral científica de por sí, puede darse una moral compatible con los conocimientos acerca del hombre, de la sociedad y, en particular, acerca de la conducta humana moral. Todo individuo humano se enfrenta a la necesidad de ajustar su conducta a normas que se tienen por adecuadas o dignas de ser cumplidas. Esas normas son aceptadas íntimamente y reconocidas como obligatorias; de acuerdo con ellas, los individuos comprenden que tienen el deber de actuar en una u otra dirección. Acerca de este comportamiento, fruto de una decisión reflexiva, los demás juzgan conforme también a normas y se formulan juicios morales, tanto los actos como los juicios morales presuponen ciertas normas que señalan lo que se debe o no hacer.
Imagen extraída de
http://lacrestadecicirro.blogspot.mx/2008/06/el-romanticismo-pintura.html
El Romanticismo, -algunas veces más que una actitud que desborda los límites del movimiento artístico que lleva ese nombre- tuvo una fuerte carga de idealismo y emociones. Por reacción al neoclasicismo y al llamado “Siglo de las Luces”, en los que imperó la razón rectora, el despotismo ilustrado, la disciplina clasicista, un afán universalista y las formas rígidas, el Romanticismo proclamó una libertad total, un culto a lo irracional, lo instintivo, lo pasional y lo onírico. Reivindicó afanes de libertad en contra de las formas opresivas del gobierno y reclamó el valor de lo nacional como distintivo frente a las variedades de lo universal y sobre todo, la autonomía del individuo frente a las seriedades que buscaban unificar su sentir. Avaló la expresión de la angustia y excitación del amor y los ideales individuales y nacionales. El movimiento también produjo un clima de insatisfacción que se manifestó en rebeldías individuales y revoluciones sociales y artísticas. Energía, imaginación y sensibilidad son los ingredientes que necesitaron los románticos para elevarse por encima de los estruendos de los cañones, sin descuidar los intereses políticos y sociales de sus países, a tal grado que la mayor parte de los escritores románticos desempeñaron un importante papel como pensadores sociales; rebeldía, inconformidad, protesta, indisciplina, valoración de lo individual y subjetivo; nueva posición frente a la vida; otros caminos para decir las cosas; todo está mal, todo es defectuoso; protesta contra tanto artificio en el arte; rebeldía contra todo, contra la política, ya que el Romanticismo aparece en Europa casi al mismo tiempo que el régimen constitucional; “Todo nace perfecto de manos del creador, todo degenera en manos del hombre”, dice Rousseau, precursor del Romanticismo en Francia; y las “víctimas de la sociedad” no son culpables, puesto que significan consecuencia de esa sociedad defectuosa, mal organizada. El Romanticismo reacciona en forma violenta: es verdad que el hombre, el individuo significa la máxima perfección, pero sobre su razón está su emoción, su sentimiento. Dos hombres podrán pensar de la misma manera, pero jamás sentir en forma idéntica, porque el sentimiento es lo más personal, íntimo, inaccesible y valioso que el hombre tiene. Así piensan los románticos y bajo estos valores morales se rige la ideología romántica.
Entre las características más notables de la ideología romántica, encontramos la búsqueda de identidad en el pasado, es la Edad Media la que sirve de fuente de inspiración, de donde la literatura romántica toma valores tales como lealtad, belleza, interioridad emocional inspirada en lo caballeresco, en la naturaleza como parte del ser, la subjetividad, la imaginación. Es el Romanticismo una ideología contradictoria, se debate entre valores subjetivos, heterogéneos que responden más a los sentimientos que a la razón, el Yo vs el rescate de lo social, el refugiarse en el individualismo ante la realidad cruel que observa el romántico de su sociedad. El romántico antepone el subjetivismo ante el racionalismo neoclásico; el estado nostálgico ante el empirismo; la idea de lo espiritual, la intuición y la virtud del mundo interior contra el hedonismo; su mundo exótico ante lo estático. Toman de la Edad Media modelos que les son útiles, virtudes como la virginidad, amor, lealtad, olvido de la realidad y refugio interior, despiertan su interés por mundos desconocidos, mundos distantes e imaginarios. El alma del hombre es su enemigo interior, identificable con una obsesión incurable por lo imposible, que priva del goce de la vida al individuo y hace que ésta le sea adversa. El alma romántica no es dada desde fuera al individuo, sino que éste la crea cuando tiene conciencia de sus sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de modo que el Universo sólo es posible concebirlo partiendo del conocimiento de sí mismo, pues el hombre es la imagen del macrocosmos. El reino de la libertad absoluta es el ideal romántico, el principio de toda ética romántica: libertad formal en el arte, entendida como necesidad del individuo para explorarse y explorar el mundo exterior y para lograr la comunicación del Uno con el Todo en una marcha progresiva hacia la infinitud. El romántico se concibe como un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un buscador de la verdad. No puede aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Muchos románticos heredaron la crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al cuestionar, en nombre de la razón, los dogmas religiosos. La libertad, como el infinito, es más una aspiración que una realidad, a través de ella cree el romántico poder superar los límites del Yo y reconciliar sujeto con objeto. El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su principal objetivo, pero no alcanzará la armonía en el amor. El romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le precipita a la muerte y lo hace desearla descubriendo en ella un principio de vida y la posibilidad de convertir a la muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte. En el amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque en el amor se deposita la esperanza en un renacer, se encarna toda la rebeldía romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis). En la muerte, el alma romántica encuentra la liberación de la finitud.
Las posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general la creencia no la fundan los románticos en ninguna norma establecida, en ninguna moral instituida, sino en un sentimiento interior y en una intuición esencial de lo divino que conduce a una unión mística con Dios. Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión de los románticos es este sentimiento interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo denota una vida superior y la primera condición de la vida moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia individualidad conlleva una responsabilidad moral. Para todos los románticos no existe Dios fuera del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el entusiasmo y el amor "sintiéndose lleno de Dios" (F. Schlegel).
El advenimiento de la modernidad está contenido en el Romanticismo, por cuanto éste supuso una regeneración o una reconstrucción frente a la decadencia estética del Neoclasicismo. Pero el Romanticismo no sólo supuso la irrupción de la modernidad a principios del siglo XIX, sino la creación de la esencia de lo moderno incluso tal como se entiende hoy en día, por cuanto legitimó la libertad de la forma artística, concibió al hombre como una unidad en el seno de una unidad superior y le hizo aspirar al infinito mediante la reconciliación de su mundo interior con el mundo exterior. Todo el arte actual deriva en cierto modo de la revolución que supuso el Romanticismo. La clave unificadora del complejo fenómeno que es el Romanticismo radica en que éste invierte el orden de aproximación humana a la realidad. El individuo modela el mundo, lo interior condiciona lo exterior sin admitir nada que de fuera constriña el Yo. Libertad interior, libertad, meta suprema. Esta libertad ha presidido el proceso libertador del mundo actual hasta hoy mismo: liberación del individuo frente a la sociedad, de la mujer frente al hombre, de la región frente a la nación, de la colonia frente a la metrópoli y del obrero frente al burgués. Liberación en la palabra, admitiendo lo vulgar y aun lo soez. Liberación en la religión, admitiendo la convivencia de cultos. Liberación en la educación, permitiendo el desarrollo de la personalidad. Pero toda esta liberación tiene un precio, que suele ser un hondo sentimiento de soledad y vacío. Romper con un orden, con una seguridad, con una obediencia lleva consigo ese doloroso desgarramiento en que el individuo se encuentra de pronto consigo mismo, sin nadie más. Aquí radica sin duda el pesimismo, la angustia, la melancolía, el "mal del siglo" con su insatisfacción imposible de colmar, que tan admirablemente expresaron los románticos y que tras ellos sigue expresando la cultura occidental moderna. La herencia romántica está presente en las actitudes que se siguen manifestando en literatura, música, pintura, etc. El término se sigue utilizando y sus connotaciones han evolucionado, a veces vanalizándolo. 

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