miércoles, 15 de agosto de 2012

La imagen femenina en la literatura



Por: Jorge Luis Gallegos Vargas
Óclesis

La mujer, hasta antes de la aparición de la crítica y la teoría literaria feminista, había sido tratada como un objeto de ornamentación más en las páginas de la Historia literaria; había sido producto de la marginación de la cultura patriarcal. Eran pocas las mujeres productoras de letras y casi todas ellas pelearon en contra de las ideas falocéntricas de la época.
Es importante resaltar, que una constante literaria en las producciones del siglo XIX y del siglo XX es que la mayor parte de las protagonistas de las obras son mujeres: Emma Bovary, Ana Karenina, Carmen, María, Clemencia, Marianela, Santa, la señora Dolloway. Mónica Monteys destaca que “Lo verdaderamente heroico de estos personajes femeninos no ha sido alcanzar el desencanto del mundo, sino resistir a él.”
Los personajes de ficción femeninos fueron forjando su carácter, mismo que todavía no logran, del todo, expresar libremente, dejando porcas alternativas para que los personajes literarios acabaran hundidas en la humillación y la degradación, dejándoles como única alternativa la muerte o el exilio.
Imagen extraída de
http://www.laguia2000.com/el-mundo/el-dia-internacional-de-la-mujer
Las creaciones literarias del siglo pasado, han transgredido la costumbre de antaño. Los personajes femeninos son capaces de vivir grandes pasiones, pasar por diferentes estados anímicos, ser objetos de representaciones psíquicas; ya no sólo son un medio para el desarrollo de la historia, ahora también son partícipes de la misma. Resulta contradictorio, pues, que las obras más representativas del siglo XIX le correspondan a la mujer: Jane Austen, Emily Brontë, Georges Eliot, entre muchas otras.
Al hablar de estas novelistas, Woolf hace mención del cómo es que estaban sometidas ante su propio genio; ante la construcción de la identidad como escritora; de su identidad femenina: “(...) pienso que estamos en la pista de (...) una Jane Austen muda y sin gloria, de una Emily Brontë rompiéndose los sesos en el páramo o recorriendo con desolación los caminos, trastornada por la tortura de su genio.”
Así pues, en la literatura producida por la mujer, las actividades cotidianas se vieron manifestadas de forma inmediata dentro de las letras; la temática giró en torno a las labores domésticas, vivencias de la infancia, amores frustrados, a la vida del claustro; dichas obras, muestran una narración más íntima, una representación de la mujer más verosímil, personajes femeninos palpables.
Las escritoras contemporáneas rompen con el status quo, creando universos correspondientes a sus valores propios, no dejando de lado sus asuntos biológicos. Pareciera ser, entonces, que estamos frente a una nueva especie de canon literario: un canon en donde las imágenes de la mujer sea captada por una mirada femenina; en donde se plasme un discurso propio de ésta; en donde de las imágenes de las que se hablen sean de las femeninas.

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