Por: Jorge Luis Gallegos
Vargas
Óclesis
La mujer, hasta antes de la aparición de la crítica y la
teoría literaria feminista, había sido tratada como un objeto de ornamentación
más en las páginas de la Historia literaria; había sido producto de la
marginación de la cultura patriarcal. Eran pocas las mujeres productoras de
letras y casi todas ellas pelearon en contra de las ideas falocéntricas de la
época.
Es importante resaltar, que una constante literaria en
las producciones del siglo XIX y del siglo XX es que la mayor parte de las
protagonistas de las obras son mujeres: Emma Bovary, Ana Karenina, Carmen,
María, Clemencia, Marianela, Santa, la señora Dolloway. Mónica Monteys destaca
que “Lo verdaderamente heroico de estos personajes femeninos no ha sido
alcanzar el desencanto del mundo, sino resistir a él.”
Los personajes de ficción femeninos fueron forjando su
carácter, mismo que todavía no logran, del todo, expresar libremente, dejando
porcas alternativas para que los personajes literarios acabaran hundidas en la
humillación y la degradación, dejándoles como única alternativa la muerte o el
exilio.
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Imagen extraída de http://www.laguia2000.com/el-mundo/el-dia-internacional-de-la-mujer |
Las creaciones literarias del siglo pasado, han
transgredido la costumbre de antaño. Los personajes femeninos son capaces de vivir
grandes pasiones, pasar por diferentes estados anímicos, ser objetos de
representaciones psíquicas; ya no sólo son un medio para el desarrollo de la
historia, ahora también son partícipes de la misma. Resulta contradictorio,
pues, que las obras más representativas del siglo XIX le correspondan a la
mujer: Jane Austen, Emily Brontë, Georges Eliot, entre muchas otras.
Al hablar de estas novelistas, Woolf hace mención del
cómo es que estaban sometidas ante su propio genio; ante la construcción de la
identidad como escritora; de su identidad femenina: “(...) pienso que estamos
en la pista de (...) una Jane Austen muda y sin gloria, de una Emily Brontë
rompiéndose los sesos en el páramo o recorriendo con desolación los caminos,
trastornada por la tortura de su genio.”
Así pues, en la literatura producida por la mujer, las
actividades cotidianas se vieron manifestadas de forma inmediata dentro de las
letras; la temática giró en torno a las labores domésticas, vivencias de la
infancia, amores frustrados, a la vida del claustro; dichas obras, muestran una
narración más íntima, una representación de la mujer más verosímil, personajes
femeninos palpables.
Las escritoras contemporáneas rompen con el status
quo, creando universos correspondientes a sus valores propios, no dejando
de lado sus asuntos biológicos. Pareciera ser, entonces, que estamos frente a
una nueva especie de canon literario: un canon en donde las imágenes de la
mujer sea captada por una mirada femenina; en donde se plasme un discurso
propio de ésta; en donde de las imágenes de las que se hablen sean de las
femeninas.
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