sábado, 19 de noviembre de 2016

Sumergida de deseo
Por: María José Pérez García.

Fuente de imagen:
http://www.fantasymundo.com/articulos/3052
Hay millones de preguntas que han resurgido mientras descubría quien era Blanca, haciendo de mí una persona que ha quedado manchada por cierta culpa al disfrutar de esta lectura, en donde “ritual” se convirtió en mi palabra favorita, pero ¿acaso no son los rituales un símbolo de adoración o festejo?, ¿No es un ritual aquel que se manifiesta derivado de una creencia que se adopta?, O bien, ¿Pueden ser simplemente acciones especiales que salen de lo cotidiano?, he quedado sumergida de deseo por un ritual, un ritual tan gráfico, tan claro, tan erótico pero a la vez tan lleno de intriga, culpa y soledad.
La sexualidad, un tema –tan– “tabú” hoy día, un tema en donde las personas con doble moral levantan en lo más alto del asta su bandera, un tema en el que todos negamos con la cabeza como si se estuviera presenciando un partido de tenis y no entendemos que, según Alexander Lowen, “La sexualidad no es distracción o una actividad de medio tiempo. Es una forma de ser”.[1] Concuerdo con dicho autor, ya que la sexualidad no es más que un conjunto de condiciones, fenómenos y prácticas asociadas a la búsqueda del placer sexual, logrando de esta forma satisfacer alguna necesidad, misma que nació de un deseo, el cual cada persona desarrolla de una manera diferente.
¿Es entones el “deseo sexual” una necesidad errónea?, ¿Una necesidad que no merece ser satisfecha?, “algo” tan mío que aspira a ser compartido con alguien más, me parece es la forma más exquisita de desear, pero según la sociedad y Verónica Arcos debo sentir vergüenza y culpa por querer complacer una de las necesidad que todo ser humano tiene y obtener como respuesta que “no me miren, se levanten y caminen hacia la puerta” (Somoza, 1996), tan exquisito es esto que me siento pecar, haciendo de esta forma que el pecado y yo “bailemos con la sinceridad del deseo” (Somoza, 1996).
Todos somos conscientes de que soñamos y fantaseamos con aquella Blanca silenciosa, una fantasía que sólo nosotros conocemos, siendo socorrida por nuestros deseos más carnales y primitivos, hago énfasis en la palabra silenciosa porque si esa fantasía nuestra pudiera ser exteriorizada miles de Blancas morirían y cientos de Lazaros “se alejarían dignamente con un silencio poderoso” (Somoza, 1996).
Tomo como profesores a Héctor, y a Aschenbach, personaje del libro Muerte en Venecia escrito por Thomas Mann, cuando se refiere a que el deseo es algo que se apodera de uno mismo, es algo que no se pide, es algo que sin darte cuenta te posee cual demonio y se hace dueño de tu ser, porque existe ese “…terror sagrado que invade al hombre de sentimientos nobles cuando se le presenta un rostro semejante al de los dioses, un cuerpo perfecto y fuera de sí, apenas si se atreve a mirarlo…” (Mann, 2011), porque junto con ellos soy testigo de que “…la belleza es a la vez visible y digna de ser amada…” (Mann, 2011). Ambos personajes se embelesan por la belleza y adolescencia de sus respectivos personajes secundarios.
Es la adolescencia la etapa en donde el comportamiento sexual despierta y estos se transforman en seres sexuales, muchos de nosotros fuimos Elisa alguna vez, temerosos de hacer algo que nuestro cuerpo pedía a gritos y llenándonos de dudas sobre si lo que estábamos haciendo, pensando o sintiendo estaba bien o mal lo que queríamos hacer, o fuimos un Lázaro repletos de culpa por disfrutar de algo como la sexualidad a tan corta edad o tal vez una combinación de ambos.
No puedo llamar a Héctor culpable, de la misma forma en la que no puedo llamar a Elisa y a Lázaro víctimas, pero tampoco puedo llamar a Verónica prejuiciosa porque estaría siendo hipócrita con mi forma de pensar, fue el deseo el que los hizo actuar de la forma en la que lo hicieron. Siendo honestos, ¿Quién no ha sentido atracción por alguien, que de acuerdo al punto de vista de la sociedad, “no es adecuado”? Debemos comprender que el deseo sólo es el anhelo de saciar un gusto, es algo que nace desde el fondo de nuestro ser y,  a veces, incluso es imperceptible para nosotros, y cuando nos damos cuenta de que existe, ya no hay vuelta atrás, y nos sentimos obligados a satisfacer ese deseo incontrolable.
Espero que algún día, todos podamos experimentar algo tan revelador como un  ritual de la ceguera.

Trabajos citados

Mann, T. (2011). muerte en venecia. México: grupo editorial tomo, S.A de C.V.
Somoza, J. C. (1996). silencio de blanca. Madrid: suma de letras .




[1] Adriana Gonzalez. (2013). Sexualidad: ¿Qué es?, ¿Cómo la expreso?, ¿Es una forma de vincularse? Recuperado de: http://bsexcurious.blogspot.mx/2013/09/sexualidad-que-es-como-la-expreso-es.html),

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