Por: Estephani Granda Lamadrid
Es cierto que una obra literaria, sea cual sea
el género al que pertenezca, no se encuentra separada de las circunstancias
socio-culturales presentes en el momento de su creación: Corrían los últimos
años del siglo XIX, y en países del Río de Plata se intensificaba el comercio,
principalmente de la producción ganadera, consiguiendo una expansión económica
importante, siendo, tal vez, una razón para que un buen número de inmigrantes provenientes
de diversos países Europeos, se instalaran en lugares como Montevideo y Buenos
Aires.
El cambio no fue mecánico en el estilo de vida:
“al cambiar la historia, cambia la cultura.”[1] Así
pues, particularmente en la literatura, el Realismo nacido en Europa, echó
raíces en América, adoptando rasgos distintivos que posteriormente serán
característicos en cada uno de los países que conforman Hispanoamérica.
“El Realismo
es la continuación del Romanticismo y no, como muchas veces se afirma, su
oposición”.[2] Es decir, que si el
Romanticismo buscaba el “ideal”, el Realismo, basándose en la vida y las
costumbres de la gente, trataría de reflejar, como su nombre lo dice, lo “real”,
llegando incluso a lo didáctico, a moralizar, a enseñar formas de conductas, a
dejar de ser mero entretenimiento para adoptar una función social, en la cual
se reconoce y se muestra al todo el mundo.
Dentro del Realismo, se distinguen varios
matices. Uno de ellos es el denominado costumbrismo, del que analizaremos
algunas características dentro de la obra de teatro Barranca Abajo, del uruguayo Florencio Sánchez, que vio la luz en Montevideo, el 26 de abril de 1905.
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Imagen extraída de http://puertolibros.com/505157.htm |
En Barranca Abajo, se transparenta ésta nueva forma de vida, la manera
en que la gente vive estos cambios: La historia gira en torno a una familia
gaucha que bien pudiera encontrarse en cualquier rancho de Uruguay, en donde los
personajes tratan de adaptarse, individualmente y a su manera, a las nuevas
reglas del juego, a la gente extranjera, dudando de la medicina y sus remedios,
aferrándose a sus creencias, encomendándose a todos sus santos, etc. Es decir, que
el costumbrismo, en esta obra, manifestada a través de tres actos, trata de
reconstruir la vida cotidiana de las capas más desfavorecidas.
Una característica importante es la
que se encuentra presente dentro del lenguaje que se emplea dentro de la obra,
en donde se hace uso de “estereotipos
verbales”, en otras palabras, es hacer mención de lugares comunes,
proverbios y otro tipo de expresiones, que son de uso común, creíbles para cada
personaje, y dependiendo de su situación social y cultural: “Se deshace más
fácilmente el nido de un hombre que el nido de un pájaro”, en voz de Zoilo;
“¡Virgen de los Desamparados, como pa historias estoy yo con esta cabeza!”, con
Dolores; o Martiniana “¿Anda de recorrida o viene derecho?”.
Además, también muestran
ciertas deformaciones hechas al lenguaje (al menos
el escrito) y que de un modo oral son de un
uso frecuente, incluso en nuestro días, por ejemplo: “gueno”, “aceta”, “se jue”,
“¡Usted es la pior!”, entre otras.
Otra característica que podemos encontrar es “cierta ambigüedad y
pesimismo frente al cambio”[3]
inminente, esto se encuentra bien ejemplificado en el personaje de Dolores, la
cual tiene serios problemas cuando tiene que decidir si abandona a su viejo
esposo Zoilo junto con su machismo y falta de entereza por sus familia, o irse
con una amiga para encontrar un lugar con mejores oportunidades para vivir; por
otro lado, tenemos al personaje de Zoilo, quién es padre, un gaucho obstinado,
orgulloso, que no acepta su condición, la pérdida de su hogar y trata de
justificarse con todo, y finalmente al sentirse sólo, deja ver un deseo por
suicidarse.
A lo largo de la obra, podemos
encontrar varios referentes de algunas cuestiones que nos dejan ver las
creencias, prejuicios y desconocimientos en varios aspectos. Uno de ellos es el
de una epidemia que infecta a varios animales cerca de la casa de Zoilo, y de
la existencia de una vacuna, pero que no quieren usar por creer que es sólo para
“animales finos”, y que seguramente “Ese franchute (probablemente el
veterinario) no más ha de haber sido el
que trajo la epidemia”.
Algo parecido ocurre con el caso de Robustiana, que sufre de una tos,
que en realidad era una enfermedad muy frecuente por aquellos años, la
tuberculosis, por lo que en varias ocasiones dentro de los diálogos entre los
personajes se referían a Robustiana como “tísica”,
y ofreciéndole como remedio el descanso, los vasos de agua, y tal vez la
promesa de curarse algún día, casarse, vivir, vivir tranquila con su “tatita” en una “casita blanca”; sin embargo, irremediablemente muere (igual que el
propio autor de la obra de teatro) luego de que esta enfermedad se agravara.
En barranca abajo, se deja
claramente expuesto, que las acciones y reacciones que acontecen dentro de la historia corresponden, sin duda
alguna, a las que los mismos personajes se han provocado, y sobretodo que han
elegido, es decir, que el destino lo manejaban ellos mismos, como la elección
de no aceptar hacer tratos con Juan Luis por parte de Zoilo, o la decisión de
casarse con la hermana de su antigua prometida en el caso de Aniceto, aunque la
mayor parte del tiempo hagan expresiones en las que aparentemente muestran su
devoción, aunque esta siempre sea de dientes para fuera.
Por otro lado, insertado en el nombre mismo de la obra, encontramos una
expresión que nos remite a una imagen bastante desolada, que tiene a bien representar el ritmo de la obra, el
modo en que todo va en picada desde el inicio hasta el momento de insinuarnos
un desenlace fatal.
Concluyendo, podemos decir que esta obra es una representación de lo
que ocurría en algunos países Sudamericanos, que sufrieron flujos migratorios,
y por ende cambios que los llevaron a buscar la reestructuración de una
realidad que buscaba adaptarse aceleradamente.
De esta forma, a grandes rasgos, es como Florencio Sánchez traduce, adopta y adapta el realismo, a través
del costumbrismo, en obras como ésta,
reflejando lo cotidiano: la realidad de su tiempo
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