lunes, 27 de agosto de 2012


Agniezka

 
Por: Miguel Ángel Vega
 
Háblame de los astros que conspiran en nuestro destino,
de la esencia invisible a los ojos,
de la nueva historia que causa  deseo en nuestra piel ,
Kinga, háblame de ti...
Obra de Ulises Bernal

En el capitulo 11 del Génesis, tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras, y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo... Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero...
Existen millones de personas que habitan en un país, miles que conforman culturas, pero también existen personas que habitan en su propio cuerpo. El hombre existe, se comunica con las demás personas gracias a su mutua apertura, pero...
¿Qué hacer si no entiendo tus palabras?
Ella estaba ahí, frente a mis ojos. Su cabello de sol y su mirar azuloso lleno de agua. Me acerqué atraído por su ritmo, por la impasible armonía de su belleza lejana, por los mares que flotaban en su cristal imagen. Quise empaparla de mi mundo, contarle magias de mi universo, entrelazar letras infinitas, volcar palabras en sus labios... pero todo fue inútil. Ella no entendía mi idioma. Ni yo pude entender el suyo. Sólo le extendí la mano y bailamos toda la noche...
Lo primero que debes hacer es sentir. Únicamente sentir. Usa todo tu cuerpo como una furiosa tempestad. Traza pentagramas, círculos, leves respiros con la suavidad del silencio, traza el tiempo mientras recorres cada milímetro, cada átomo, cada límite ocasional. Arriésgate al contacto. A la comunión de la carne. Siente cómo las entrañas son incansables guerreros que saben querer. Quiere. Aprovecha cualquier momento para abrazar. Abraza con cuidado, no lo olvides. Lentamente. La eternidad de la caricia. Moldea la piel, pinta en el lienzo de los músculos, invoca poesías en el laberinto de la sangre. La capacidad del amor radica en lo que quieras ofrecer. Ofrece. Imagina. Continúa. No ocultes miradas. No ocultes labios. Amarra tu aliento y déjalo salir como un azul dragón en los horizontes de la epidermis. Contrólate. Respira. Debes estar consciente del lenguaje de tu cuerpo. Continúa. Es el momento. Atrévete a más. Nunca dudes. Nunca te quedes a la mitad del océano. Date cuenta de que cada pieza muscular contiene sinfonías, inexplorados terrenos donde se perpetúa la existencia, en donde se explotan las extremas ansias de placer, en donde la improvisación cobra forma. Abre los ojos y deja que la imagen secuestre a tus nuevos ojos. Asómbrate de la creación. Descubre toda posibilidad que tiene el cuerpo de sumergirse en el espacio. De perpetuar el cosmos con el movimiento, con la danza del cuerpo, entrégate completo, sin pasados ni futuros, tu alma estalla en una lucha plena, el combate ha despegado de la tierra firme. ¡Ahora vuela! ¡Vuela! ¡Extendiéndote en el cielo! ¡Copulando en mareas fugaces! ¡Detente!...
La vida está llena de momentos inesperados en los que reaccionamos de las maneras más diversas e insospechadas, pero indefectiblemente honestas. La improvisación es sistema refinado de comunicación corporal. Un conjunto de informaciones neuromusculares que se transmiten instantáneamente entre dos o más cuerpos en movimiento. Estos cuerpos están inmersos en un intercambio continuo de peso y de energía cinética. Por este medio, todos los sentidos están en alerta, particularmente el tacto. El entrenamiento y la práctica agudizan los reflejos y desarrollan una presencia hacia una manera extraordinaria de comunicarte intensamente y sin palabras. Nuestro cuerpo reacciona antes de que nuestro cerebro pueda ordenarle nada. Improvisar es un ejercicio de entrega y requiere de la persona que lo realiza un estado de apertura total, no importa que las palabras se entiendan, la comunión es inigualable.
Platícame del sabor que tiene el viento,
de la profundidad que tiene el sol a la orilla del mar,
dime si algún día regresarás de la luna llena de silencios,
Kinga, dime qué es amar...
 
 
 
Texto Publicado en la Revista Óclesis número 3.

 

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