jueves, 7 de marzo de 2013


Gabriela Mistral: extranjera siempre



Por: Estephani Granda Lamadrid

Óclesis


Me nació de cosas que
que no son país:
de patrias y patrias
que tuve y que perdí;
de las criaturas que yo vi morir;
de lo que era mío
y se fué de mi.

(Fragmento)
País de la ausencia/
GABRIELA MISTRAL


El exilio, según la mitología judía, es un estado natural para la mujer y el hombre retomando aquella historia paradisíaca dentro del Edén, en donde irremediablemente era un Adán y su esposa Eva los que salían expulsados. He ahí la peregrinación y la añoranza por la patria, la tierra de donde fueron creados.
Sin embargo, este exilio, a través del tiempo ha tomado muchas formas, hasta convertirse en un estado simplemente de peregrinaje, dentro del cual se busca el conocimiento de uno mismo dentro de los demás, desde una óptica distinta, en la que el encuentro siempre está inmerso en el otro.
Durante la primera mitad del siglo XX, específicamente en Chile, surgen las voces que comenzaron a cambiar la concepción de la poesía. Esta fuerte influencia sobre Latinoamérica no es simplemente con una cuestión geográfica, sino que se extiende más allá para posar delicadamente en algunas fibras de Europa.
Temporalmente, esta época está situada entre grandes conflictos donde están involucrados muchos países: España pierde sus últimas colonias en América y sufre una guerra civil, la Primera Guerra Mundial, y el preámbulo de una Segunda Guerra Mundial que estremecen los conceptos de nación y patriotismo, entre otros. Estos acontecimientos, junto con la reciente aparición del Modernismo, que es herencia de Rubén Darío, dan como resultado la aparición de dos corrientes visiblemente marcadas, por un lado la imponente visión y postura que toma Vicente Huidobro y su creacionismo, y por el otro lado, el maternal tono en que Gabriela Mistral presenta al mundo literario su trabajo a través de la conciencia de la Americanidad.
Hablar de la poesía lírica, es de por sí enfrentarse con un mundo libre, un mundo diferente, propio y auténtico. Hablar de pocos y buenos poetas líricos es aún más complicado, empero, Gabriela Mistral resulta ser un ejemplo contundente.
Al referirnos a esta poesía lírica, naciente entre este remolino de sentimientos patrióticos que envolvían a casi todo el mundo, es hablar de la poesía que busca su propia imagen, su propia identidad, y que resulta novedosa al mismo tiempo que encuentra su origen dentro de su propio cuerpo, una América que se reconoce así misma en cada localidad que se encuentra hermanada de algún modo, tal vez ahí se encuentre el artificio de Mistral.
Lucila Godoy Alcayata, como se llamaba en realidad la poeta chilena Gabriela Mistral, encuentra dentro de un exilio tal vez creado a propósito para alejarse de la fatalidad que la marcó desde joven, sea el motivo por el cual durante prácticamente toda su vida haya estado viajando, desde México, Estados Unidos, Brasil, Portugal, Francia, Italia, hasta España. En este último país, es donde encuentra la oportunidad para aflorar su irrestañable piedad hacia los niños abandonados de la guerra disponiendo de los recursos que se obtuvieran de su trabajo para ellos, mostrando así como la madre frustrada en la carne se hacía un poco la madre espiritual de muchos, como maneja Guillermo de Torre en un pequeño estudio sobre Mistral en su libro Tres conceptos de la literatura Hispanoamericana
Este acento materno perdurará dentro de su segundo libro, titulado Tala, en donde se encuentran reunidos varios poemas agrupados en ocho secciones, y en donde, además, se agrega un sección para las notas dentro de las cuales se explica algún sentido, en un principio, este lazo doloroso que ardía dentro de Mistral cuando los niños vascos eran los perseguidos, los exiliados, los desaparecidos.
Es mi mayor asombro, podía decir también que mi más aguda vergüenza, ver a mi América Española cruzada de brazos delante de la tragedia de los niños vascos. En la anchura física y en la generosidad natural de nuestro Continente, había lugar de sobra para haberlos recibido a todos (…)

Fuente de Imagen:
http://www.arts-history.mx/sitios/index.php?id_sitio=391660&id_seccion=504249&id_subseccion=204119

         Pese a ello, este poemario hace muestra de una América en la cual podríamos decir que Gabriela vive, canta, duele y es conmovida por cada  fragmento que va recolectando en su travesía por este continente, en el que cada paso dado es una pieza del rompecabezas que forman la americanidad, en la cual están circunscritos los poemas. Así por ejemplo, en la sección denominada América, se encuentran plasmadas las cosmovisiones con las cuales, esta poeta sensiblemente deslumbrada por un mundo desconocido, encuentra una estrecha relación, desapareciendo las divisiones físicas entre los países, dejando simplemente la voz de un poeta lírico cantando a las más bellas estampas, y en donde, además, se encuentra un tono bastante personal, que es una marca en el trabajo que Mistral hereda a la literatura, ondeando su siempre bandera de extranjera con la cual describió una perspectiva femenina y cotidiana dentro de la poesía Chilena.




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