Carmen
Conde: una voz maternal española
Por: Estephani Granda
Óclesis
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Fuente de imagen: http://www.elmundo.es/yodona/2008/06/13/actualidad/1213362384.html |
En algún sentido y en casi todas las
escritoras, es el acento maternal el encargado de guiar, es la voz femenina en
varias expresiones: la auto búsqueda, la protección y la maternidad, y el retorno cíclico al principio, la
madre-diosa, la hija, la niña, la vida y la muerte, etc. Sea cual sea el nombre
o imagen que nos vincule con mundos que ahora son sólo vagos recuerdos,
recuerdos que sólo son posibles para los adultos, estas autoras son
imprescindibles. Una de estas mujeres, una de las
mejores poetisas de su época, fue Carmen Conde, a quién la Guerra Civil le
rompió la vida en mil pedazos, y quien perseguida y condenada por el bando
franquista nunca quiso abandonar España, aunque de haberlo hecho, su vida y la
de su marido hubiera sido muy diferente a como fue.
La obra literaria de Carmen Conde es muy amplia y transita por distintos
géneros, sin embargo como ella misma confesó a Rosario Hiriart en una
entrevista, se sentía por encima de todo, poeta: “he cultivado varios géneros
literarios, pero es en la poesía, tanto en verso como en prosa, donde me siento
más yo misma” (Conde, 1985:10). Carmen
Conde Abellán nació en Cartagena
en 1907 aunque su infancia transcurre entre esa ciudad y Melilla, publica sus primeras poesías en las revistas" Ley",
"Sí", y el "Diario Poético" de Juan Ramón Jiménez, quien le dedicó
estas palabras: “Me ha sido
usted sumamente simpática por sus cartas y poemas... Es verdad que yo no
escribo a casi nadie... ¿Qué ha hecho usted para que yo mire hacia Cartagena
sonriendo?”.
Con 19
años, estudia el Magisterio en la Escuela Normal de
Murcia, y un año después, empieza su relación con el poeta Antonio Oliver Belmás, quien le ayuda
a encauzar su rumbo poético. En 1929, publica su primera obra, Brocal.
Pocos años más tarde, se casan ambos escritores y Carmen edita su segundo
libro, Tiempo cenital. Un suceso que marcará toda su obra será la muerte de su
única hija, en 1933. Ese mismo año que conoce a Gabriela Mistral (Premio Nobel de Literatura en 1945). Ese mismo
año, el poeta Miguel Hernández acude como invitado a la Universidad Popular de Cartagena, fundada un par de años antes por Antonio Oliver.
En 1934
publica Júbilos, y es Mistral la encargada de realizar el prólogo, esta
edición cuenta con ilustraciones de Norah
Borges, hermana del escritor Jorge
Luis Borges. Además, continúa su colaboración con periódicos nacionales,
como "El Sol", periódico en el cual publicaron muchos poetas
pertenecientes a la generación del 27.
Al
término de la guerra, continua en la literatura, firmando con los seudónimos:
Florentina del Mar y Magdalena Noguera. Años posterior a esto, le continuarían
varios reconocimientos. Poco tiempo después, fallece su marido. Hasta 1978, es
cuando la Real Academia Española de la Lengua la nombra
Nueva Académica, ocupando el sillón de la letra K, un suceso muy importante por ser la primera mujer en
tener acceso a este cargo. A principios de los 80 Carmen continúa recibiendo
premios, asistiendo a homenajes y conferencias e incluso escribiendo, a pesar
de que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad que le causó la muerte:
el Alzheimer. Fallece el 8 de enero de 1996 en Madrid.
Sobre su libro, Júbilos: Poemas de Niños, Rosas, Animales, Máquinas y Vientos, que
vio la luz en el año de 1934, bajo la editorial SUDESTE, contó con un prólogo a cargo de Gabriela Mistral, y
además, contó con ilustraciones de Norah Borges de Torre.
Hasta pocos años, la poesía no era
considerada como parte del quehacer de las mujeres, a las cuales sólo se les
permitía escribir en la narrativa. Pero esta transición de un género y la
exploración de otro llevan a confesar a Mistral sobre los poemas en prosa:
“generalmente lo cultivamos las mujeres por pereza de construir la poesía en
verso, lo cual es la norma racional.”
Así pues, es como
dentro de Júbilos, de Carmen Conde, podemos encontrar varias veces traspasada
esta línea de la prosa y el verso en todas las secciones, incluso, algunos
textos tienen tintes de cuento por la estructura, por la personificación de
objetos y animales. Otro elemento interesante que marca este libro es el uso de
la primera persona a lo largo todas las páginas que lo coloca en un gran
lirismo intimista.
La publicación está dividida en secciones:
1.
Poemas de niños:
Esta sección está constituida por una serie
de niños que existieron en la infancia de Carmen
2.
Insomnios:
Sección formada por un solo poema titulado el niño con miedo, el cual está dividido en dos secciones en donde
se reinterpreta el miedo a la soledad, la ausencia de la Madre y la oscuridad: “¿Por
qué no llamar en la noche apretada, ¡MADRE!, y fundirnos junto con ella, tibia
siempre de calor de ave, hasta que la luz se desperece”
3.
Poemas de Rosas:
Cuatro poemas, con estructura de cuento, narran los sentimientos de Rosas y la muerte: la Rosa “comprendió que (el
niño) estaba muerto porque alguien debió cortarlo aquella madrugada de su rosal
dorado y blanco…”
4.
Poemas de Animales:
Memorias sobre la presencia de caballos, burritas y de perras: “llegó
la adolescencia de (la perra) Sultana. Se llenó el zaguán de perros enamorados;
todos los rincones empezaron a denunciar libertades y franqueza de los
rondadores… A Sultana, atada a una silla, encerrada, se le oía lanzar breves
suspiros de amor.”
5.
Poemas de Máquinas:
Son tres los poemas que componen esta breve sección que hacen
referencia a máquinas que para principios del siglo anterior, eran algo difícil
de creer.
6.
Poemas de vientos:
La penúltima sección está dedicada para los vientos, en la que encuentra
una forma diferente: “¡Yo soy el que te arremolina de luz! Yo, el viento ancho,
bronco, tierno y apacible del mar.”
7.
La creación:
Última sección, también breve, tiene como personajes a los hongos, en
su figura pequeña, y a Dios en un estado dubitativo.El alma representada por el
vapor, por el soplo de vida, y la sonrisa de Dios asomándose a su obra. He aquí
la presencia del poeta, en el primer día del mundo.
Así pues, estos textos
que pudieran considerarse dentro de la prosa poética, en los cuales no está
determinado el ritmo ni la métrica, y que se deja influir de mayor manera por
la temática. Podemos definir de algún modo a estos textos como una forma de
autobiografía. Es la infancia de Carmen Conde la que despliega sus letras y se
plasman de manera sencilla pero fuerte para mostrar lo femenino. “Las
autobiografías de las mujeres, entonces, constituyen fuentes documentales de
índole personal, que representan la vida de las mujeres en sus diversos niveles de desarrollo, etapas
y situaciones sociales. Proporcionan, asimismo, un retrato de diferentes
medios, colectividades sociales, así como de instituciones que inciden en la
vida de las mujeres que influyen en sus mentalidades.”
Las características de
este autobiografía, para Philippe Lejeune es “un relato retrospectivo en prosa
que una persona real cuenta de su propia experiencia, haciendo énfasis en su
vida individual y en la historia de su personalidad”; para otros autores, como
Burgos Martine, la autobiografía “designa cualquier texto gobernado por un
pacto autobiográfico en el que el autor ofrece al lector un discurso sobre el
yo; pero también una versión particular de ese discurso, en el cual el autor se
plantea la pregunta: ¿Quién soy? Por medio de una narración que relata ¿cómo he
llegado a se la persona que soy?”
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