sábado, 16 de marzo de 2013


Carmen Conde: una voz maternal española
Por: Estephani Granda
Óclesis


Fuente de imagen:
http://www.elmundo.es/yodona/2008/06/13/actualidad/1213362384.html
En algún sentido y en casi todas las escritoras, es el acento maternal el encargado de guiar, es la voz femenina en varias expresiones: la auto búsqueda, la protección y la maternidad,  y el retorno cíclico al principio, la madre-diosa, la hija, la niña, la vida y la muerte, etc. Sea cual sea el nombre o imagen que nos vincule con mundos que ahora son sólo vagos recuerdos, recuerdos que sólo son posibles para los adultos, estas autoras son imprescindibles. Una de estas mujeres, una de las mejores poetisas de su época, fue Carmen Conde, a quién la Guerra Civil le rompió la vida en mil pedazos, y quien perseguida y condenada por el bando franquista nunca quiso abandonar España, aunque de haberlo hecho, su vida y la de su marido hubiera sido muy diferente a como fue.
La obra literaria de Carmen Conde es muy amplia y transita por distintos géneros, sin embargo como ella misma confesó a Rosario Hiriart en una entrevista, se sentía por encima de todo, poeta: “he cultivado varios géneros literarios, pero es en la poesía, tanto en verso como en prosa, donde me siento más yo misma” (Conde, 1985:10). Carmen Conde Abellán nació en Cartagena en 1907 aunque su infancia transcurre entre esa ciudad y Melilla, publica sus primeras poesías en las revistas" Ley", "Sí", y el "Diario Poético" de Juan Ramón Jiménez, quien le dedicó estas palabras: Me ha sido usted sumamente simpática por sus cartas y poemas... Es verdad que yo no escribo a casi nadie... ¿Qué ha hecho usted para que yo mire hacia Cartagena sonriendo?”.
Con 19 años, estudia el Magisterio en la Escuela Normal de Murcia, y un año después, empieza su relación con el poeta Antonio Oliver Belmás, quien le ayuda a encauzar su rumbo poético. En 1929, publica su primera obra, Brocal. Pocos años más tarde, se casan ambos escritores y Carmen edita su segundo libro, Tiempo cenital. Un suceso que marcará toda su obra será la muerte de su única hija, en 1933. Ese mismo año que conoce a Gabriela Mistral (Premio Nobel de Literatura en 1945). Ese mismo año, el poeta Miguel Hernández acude como invitado a la Universidad Popular de Cartagena, fundada un par de años antes por Antonio Oliver.
En 1934 publica Júbilos, y es Mistral la encargada de realizar el prólogo, esta edición cuenta con ilustraciones de Norah Borges, hermana del escritor Jorge Luis Borges. Además, continúa su colaboración con periódicos nacionales, como "El Sol", periódico en el cual publicaron muchos poetas pertenecientes a la generación del 27.
Al término de la guerra, continua en la literatura, firmando con los seudónimos: Florentina del Mar y Magdalena Noguera. Años posterior a esto, le continuarían varios reconocimientos. Poco tiempo después, fallece su marido. Hasta 1978, es cuando la Real Academia Española de la Lengua la nombra Nueva Académica, ocupando el sillón de la letra K, un suceso muy importante por ser la primera mujer en tener acceso a este cargo. A principios de los 80 Carmen continúa recibiendo premios, asistiendo a homenajes y conferencias e incluso escribiendo, a pesar de que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad que le causó la muerte: el Alzheimer. Fallece el 8 de enero de 1996 en Madrid.
Sobre su libro, Júbilos: Poemas de Niños, Rosas, Animales, Máquinas y Vientos, que vio la luz en el año de 1934, bajo la editorial SUDESTE, contó con un  prólogo a cargo de Gabriela Mistral, y además, contó con ilustraciones de Norah Borges de Torre.
Hasta pocos años, la poesía no era considerada como parte del quehacer de las mujeres, a las cuales sólo se les permitía escribir en la narrativa. Pero esta transición de un género y la exploración de otro llevan a confesar a Mistral sobre los poemas en prosa: “generalmente lo cultivamos las mujeres por pereza de construir la poesía en verso, lo cual es la norma racional.”
         Así pues, es como dentro de Júbilos, de Carmen Conde, podemos encontrar varias veces traspasada esta línea de la prosa y el verso en todas las secciones, incluso, algunos textos tienen tintes de cuento por la estructura, por la personificación de objetos y animales. Otro elemento interesante que marca este libro es el uso de la primera persona a lo largo todas las páginas que lo coloca en un gran lirismo intimista.
La publicación está dividida en secciones:
1.     Poemas de niños:
Esta sección está constituida por una serie de niños que existieron en la infancia de Carmen
2.     Insomnios:
Sección formada por un solo poema titulado el niño con miedo, el cual está dividido en dos secciones en donde se reinterpreta el miedo a la soledad, la ausencia de la Madre y la oscuridad: “¿Por qué no llamar en la noche apretada, ¡MADRE!, y fundirnos junto con ella, tibia siempre de calor de ave, hasta que la luz se desperece”
3.     Poemas de Rosas:
Cuatro poemas, con estructura de cuento, narran  los sentimientos de Rosas y la muerte: la Rosa “comprendió que (el niño) estaba muerto porque alguien debió cortarlo aquella madrugada de su rosal dorado y blanco…”
4.     Poemas de Animales:
Memorias sobre la presencia de caballos, burritas y de perras: “llegó la adolescencia de (la perra) Sultana. Se llenó el zaguán de perros enamorados; todos los rincones empezaron a denunciar libertades y franqueza de los rondadores… A Sultana, atada a una silla, encerrada, se le oía lanzar breves suspiros de amor.”
5.     Poemas de Máquinas:
Son tres los poemas que componen esta breve sección que hacen referencia a máquinas que para principios del siglo anterior, eran algo difícil de creer.
6.     Poemas de vientos:
La penúltima sección está dedicada para los vientos, en la que encuentra una forma diferente: “¡Yo soy el que te arremolina de luz! Yo, el viento ancho, bronco, tierno y apacible del mar.”
7.     La creación:
Última sección, también breve, tiene como personajes a los hongos, en su figura pequeña, y a Dios en un estado dubitativo.El alma representada por el vapor, por el soplo de vida, y la sonrisa de Dios asomándose a su obra. He aquí la presencia del poeta, en el primer día del mundo.
         Así pues, estos textos que pudieran considerarse dentro de la prosa poética, en los cuales no está determinado el ritmo ni la métrica, y que se deja influir de mayor manera por la temática. Podemos definir de algún modo a estos textos como una forma de autobiografía. Es la infancia de Carmen Conde la que despliega sus letras y se plasman de manera sencilla pero fuerte para mostrar lo femenino. “Las autobiografías de las mujeres, entonces, constituyen fuentes documentales de índole personal, que representan la vida de las mujeres  en sus diversos niveles de desarrollo, etapas y situaciones sociales. Proporcionan, asimismo, un retrato de diferentes medios, colectividades sociales, así como de instituciones que inciden en la vida de las mujeres que influyen en sus mentalidades.”
         Las características de este autobiografía, para Philippe Lejeune es “un relato retrospectivo en prosa que una persona real cuenta de su propia experiencia, haciendo énfasis en su vida individual y en la historia de su personalidad”; para otros autores, como Burgos Martine, la autobiografía “designa cualquier texto gobernado por un pacto autobiográfico en el que el autor ofrece al lector un discurso sobre el yo; pero también una versión particular de ese discurso, en el cual el autor se plantea la pregunta: ¿Quién soy? Por medio de una narración que relata ¿cómo he llegado a se la persona que soy?”


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