“El
masaje” de Margarita Peña
Por: Jorge Luis Gallegos
Vargas
Óclesis
El nombre de Margarita Peña se adhiere a otros más que
han indagado sobre los asuntos femeninos en la literatura y que, como tal,
intentan reflejar parte de esas vivencias, de esas experiencias, de esas
narraciones de los asuntos propios de la mujer. Además de ser una estudiosa de
la literatura novohispana y de tener por lo menos una decena de libros al
respecto, Peña nos muestra que la narrativa es parte de su legado literario.
En “El masaje y
otras historias de amor”, Margarita nos cuenta trece historias,
sin embargo, resalta de todas ellas “El
masaje”. En este cuento encontramos algunos rasgos
característicos de la literatura femenina.
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Fuente de imagen: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0312/pena/03pena.html |
Carmelina es una mujer que rebasa la línea de la frigidez
para vivir una pasión, aunque sea imaginaria, con Chuy, su Mesías, su salvador.
Jesús, entonces, significa esa redención de la mujer que, ante la indiferencia
del marido, le ofrece un amor realizable.
A través de la descripción detallada, la escritora nos da
ese sentido de intimidad de la cual se habla en la escritura femenina; dicha
descripción a detalle nos lleva a familiarizarnos más con el personaje
principal: “Carmelina creía percibir un latido en las yemas de esos dedos que
adquirían vida propia, ritmo propio, y se aventuraban hasta el nacimiento del
monte de Venus, o por debajo de las axilas, cuando ella yacía boca abajo, hasta
la base de los senos; se demoraban en las corvas, rascaban tenuemente el hueco
de las palmas de las manos, pasaban aladas sobre el empeine, repasaban
concienzudamente, con los nudillos, el arco del pie; se perdían entre el
vientre y la cadera, el ombligo y el hueso sabroso, el coxis y la ingle.”
La relación entre Carmelina del Rosario y Jesús refleja
el vínculo madre e hijo que la tradición cristiana nos marca. Las vírgenes del
Carmen y del Rosario encarnadas en la protagonista protegen a su hijo, “al
fruto de su vientre... Jesús”: Ella quiere procurarle un bienestar económico,
lo idealiza como su protegido, lo visualiza como una imagen intacta,
inmaculada, como la virgen cuidó de su vástago. Carmelina tenia planes para
Chuy; él sería quien atendiera el nuevo negocio de masajes, instaurado con
dinero proveniente de una herencia recibida por la protagonista, para que él y su
hermano menor no tuvieran carencias.
Peña indaga en el erotismo femenino, descubre y
redescubre el cuerpo de la mujer, ella tiene derecho a la sexualidad, a sentir,
a amar, aunque sólo lo haga en el ámbito privado. “(...) le pareció ver un
doncel desnudo y gallardo que, envuelto en llamas, la apremiaba a hacer el amor. O aquel otro, cuando sintió
que una serpiente de metal y fuego se le deslizaba por el abdomen, y lego se le
enroscaba en el sexo.”
Además, nos pone de manifiesto que el orgasmo femenino es
mucho más intenso que el masculino. Mientras que el hombre necesita eyacular,
expulsar el semen, la mujer no necesita ser penetrada, ni ser estimulada en el
clítoris; únicamente necesita establecer acuerdos tácitos con el otro, sentirse
plena, identificarse con su cuerpo, explorarse: “Y no sabía que amaba más
(...), si sus dientes blanquísimos, sus largos silencios, o sus manos
recorriendo lenta, amorosamente el vientre, los glúteos, los muslos, los
brazos, la nuca... llevándola al punto del orgasmo aunque la vagina y el
clítoris permanecieran intactos, cercanos tan sólo al estímulo, al tacto, a la
vibración de una intensa y delicada ternura.”
La complicidad que se establece entre la protagonista y
la escritora es sumamente importante. No hay una desvinculación evidente, pues
se nota una voz femenina que describe el sentir de Carmelina del Rosario. No la
enjuicia, simplemente muestra los hechos, los narra.
Pareciera ser, entonces, que Margarita Peña muestra, con El
masaje, una conciencia femenina de escogerse y saberse mujer,
relacionándose de una forma intrínseca entre escritora y la protagonista,
pretendiendo encontrar características para renovarse, para reinventarse,
reificarse.
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