Óclesis. Víctimas del Artificio

De Hera a Afrodita... de Artemis a Démeter:

las diosas en la mitología griega

Por: Jorge Luis Gallegos.

Óclesis

La mitología griega surgió por la necesidad de explicar al mundo mediante narraciones y leyendas un tanto fantásticas, y de plantearse el por qué de lo existente; de explicarse el cómo y el por qué el hombre existe en la Tierra y posee dichas características.

Los antiguos helenos poseían una concepción patriarcal, es decir, todo era hecho por y para los hombres, mientras que a las mujeres se les relegaba a un segundo término. Gracias a esa concepción patriarcal, con la cual contaban, se le fue asignado a las diosas el papel de la madre; la que ha tenido que cargar en sus espaldas con la virginidad, la pureza, la castidad; la protectora en las batallas.

Fuente: Imagen extraída de  http://curioseandoporahi.blogspot.mx/ 

El desarrollo de la mitología se dio aproximadamente hacia el año 700 a.C.; los dioses griegos son seres parecidos a los humanos, con sentimientos, no incluyen enseñanzas de orden espiritual, y la vida de los hombres dependen enteramente de ellos; además, la relación entre los seres humanos y los dioses era amistosa. Sin embargo, también eran ellos los encargados de la aplicación de castigos severos a todos aquellos que actuaran de forma contraria a los cánones impuestos por ellos mismos.

La mitología se encontraba unida a los aspectos de la vida cotidiana. Las ciudades se ofrecían a un grupo de dioses y edificaban templos en su honor. Los dioses eran venerados en fiestas y reuniones especiales y los poetas eran los encargados de dar a conocer al pueblo sus aventuras.

En el monte más alto de Atenas, es decir el Olimpo, se reunían los dioses en sociedades organizadas jerárquicamente, controlando tres poderes principales: el cielo, la tierra y el mar. Diez deidades eran las que radicaban en el olimpo y estas se les fueron atribuidas diferentes características. De las diez divinidades seis eran mujeres: Atena, Artemis, Afrodita, Démeter y Hera.

Hera o la “señora” era considerada como la como la parte femenina del cielo: la luna; Démeter o “madre” representaba a la agricultura y la recolección de semillas que las que el hombre puede producir pan; Artemis tenía a su cargo la tierra no cultivada; Afrodita la protectora del amor, la belleza y la fertilidad; Atena velaba por el bienestar del pueblo, su principal característica: la virginidad.

La diosa se manifestó de formas muy distintas, algunas de las cuales echaron por tierra los estereotipos popularmente relacionados con la feminidad. Únicamente podía ser participe de “cosas de mujeres”, a ella se le encargó la maternidad, era ella la madre, la encargada de engendrarlos y de cuidar lo que hacían. También era de su incumbencia la caza, la recolección, actividades que, para los helénicos, eran únicamente las que las mujeres podían realizar.

A la diosa también le era conferido lo bello, la virginidad, la pureza; incluso, eran las encargadas de generar la inspiración artística y ser las compañeras de los dioses. No sólo las diosas eran las encargadas de la maternidad, sino también eran las encomendadas de llevar la desgracia, de lo oscuro, lo malévolo, ya que a ellas les era confiadas las guerras.

La diosa era una representación de la pasividad y al mismo tiempo de la agresividad. Era ella la que tenía que ser pasiva por su situación de mujer, la que complementaba a los dioses, pero al mismo tiempo era agresiva porque creaba la muerte, las luchas entre los hombres y entre los ejércitos.

La diosa era luz y sombra; ejemplificaba vida y muerte; era la que engendraba pero al mismo tiempo era la que mata. La diosa era la luna, la oscuridad, lo frío, lo otro, mientras que el dios era el sol, la luz, el fuego, el que creador de la diosa.

Así pues, la dualidad hombre-mujer, o mejor dicho dios-diosa en los griegos, se presenta porque la diosa es la que pare, la que ora, la que es casta, la que es virgen y el dios es el que gobierna.

No obstante, la diosa sirve para la reificación y la asignación de los arquetipos de la mujer accidental, arquetipos que hasta la fecha siguen siendo parte importante de la concepción cultural.