Hablando de un poco de
justicia, mejor me quedo con el Valeroso de la Mancha
Por: Hugo López Coronel
Óclesis
Supongo
que el mundo está inundado de luz y mis ojos pueden verlo. Supongo que aún
existen flora y fauna sobre este planeta, aún viento y una atmósfera que
respirar, lluvia y figuras de nubes en el cielo, aún pedazos de bosques exentos
de conciencia humana y planetas distantes, y montañas, mares, amaneceres;
supongo. Y todo esto como regalo del mundo natural; mas, no es así con los
valores de Justicia en una sociedad humana determinada, en donde éstos, los
llamados valores de Justicia, se construyen desde el otro mundo, el que vivimos
y nos vive por dentro, y desde el cual, creamos hacia fuera hasta tocar, teñir
e iluminar todo lo contiguo y cotidiano en nuestras vidas. El sentido de
Justicia tiene su comienzo en la propia soledad, en el silencio propio que
conecta el mecanismo de la reflexión, en las penas propias y en las alegrías
también propias y que, desde la raíz incansable por debajo de la piel, erupciona
descifrada en signos o señas hacia el lado de afuera de nosotros mismos,
alcanzando al prójimo que está al lado nuestro.
Fuente de imagen: http://www.distintaslatitudes.net/numero-18-injusticia-en-america-latina |
El
sentido de Justicia, de las Leyes y del Derecho no son más cosa alguna que el
mismo instinto de preservación de toda especie. Los instintos son los que nacen
el vuelo organizado de las aves en sus migraciones, y son los que mueven a
millones de mariposas en sus frágiles aleteos, y lo mismo sucede con la labor
incansable de las hormigas, con la eficiente función de las metrópolis de
abejas, con el paseo de las manadas de grandes mamíferos sobre las sabanas, con
la danza colectiva de millones de peces para sobrevivir el concertado asedio de
depredadores inclementes: ¡esto es la Justicia, las Leyes y el Derecho!, sin
duda alguna, esenciales y eficientes, y por los que las otras tantas especies
del planeta procrean y logran sobrevivir las Eras. Pero, ¿y el hombre? El ser
generador de la fuerza misma que impulsó a la especie humana a abandonar África
hace aproximadamente un millón de años para luego extenderse por todos los
rincones del planeta. ¿Qué ocurrió, de manera cierta con nuestra especie? ¿En
qué punto geográfico o de la línea del tiempo perdimos el rumbo? ¿Cómo
explicamos hoy en día que hay millones de mexicanos que viven sin Justicia para
ellos, y que no son sino víctimas de nosotros mismos, y esto, como el rasgo
principal que nos distingue de las demás especies animales? Los grandes cambios
radicales y todas las grandes revoluciones que han transformado el mundo han
hablado de Justicia y supongo, que nacido desde aquel breve instante personal,
punto de partida de una emancipación en la propia conciencia y de una
sublevación implacable en nuestra mente contra los propios privilegios y las
mentiras con las que nos distraemos, desviamos y nos engañamos diariamente. No
somos más que los cotidianos opresores de nosotros mismos y, a la vez, nuestros
libertadores íntimos. Con la liberación de nosotros mismos es que llegamos
recién al punto de partida para iniciar el recorrido en el camino y dar
comienzo al instante donde se puede ver la luz en el paisaje que nos rodea y
escuchar los cantos del mundo. Vivimos tiempos donde los futuros gobiernos
prometen hacer Justicia, trabajamos para empresas que ofrecen salarios llamados
de Justicia, se promulgan leyes bajo el nombre de la Justicia para dar Justicia
a quien carece de ella y hasta con la misma Justicia nos olvidamos de la misma.
Eras van y vienen mientras a este país nunca se le ha hecho Justicia. Los
grandes capitales y los poderosos intereses se sirven de la Justicia sin que
nadie pueda hacer algo, en tanto millones de niños se quedan al margen de esa
misma Justicia. Alguna vez, entreabrí ciertas páginas y leí las palabras
propias del caballero valeroso de la Mancha –como él mismo se hace llamar–:
...“en la Edad de Oro, la Justicia se estaba en sus propios términos, sin que
la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la
menoscaban, turban y persiguen...”. Y hablando de un poco de justicia... mejor
me quedo con el Valeroso de la Mancha.
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