Aplicación del modelo semiosis, de Charles Morris, a los términos “feminista” y “feminazi”
Por:
Andrea Bermúdez Morales
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Portada Revista Óclesis num. 1 Obra gráfica: Isis Samaniego y valencia |
Existen diversas y profundas diferencias
entre los términos “feminista y “feminazi”, los cuales pueden ser desentrañados
a partir de distintas concepciones semióticas, siendo la semiosis de Charles
Morris el elegido para explicar la función de estos términos para el presente
análisis.
El movimiento feminista
ha estado en constante reinvención desde su creación con la lucha liderada por Olimpia
Gouges, quien promulgó la "Declaración de los Derechos de la Mujer y la
Ciudadana" en 1791. Las sufrajistas retaron al poder afirmando que los
derechos naturales de la mujer estaban limitados por la tiranía del hombre, por
lo cual se necesitaba una reforma más incluyente. Desde entonces, las mujeres
han participado en los grandes acontecimientos históricos para exigir derechos
políticos, civiles, sexuales, reproductivos y un reconocimiento en el mundo
laboral. (MDA, 2017)
Los feministas han
asumido esta etiqueta o términos para denominarlos en apoyo a este movimiento;
sin embargo, la invención del término feminazi fue creado y no asumido, usado
de manera peyorativa “por los antifeministas para señalar el feminismo que les
incomoda.” (Castillo, s.f.). Dada esta problemática, se utilizará el modelo de
Charles Morris para analizar los elementos que lo estructuran. El presente
trabajo está delimitado para explicar estas diferencias empezando desde su
significado; quién y cómo inventó el término; la percepción social que se tiene
de estos términos y lo que realmente representan. Se realiza por el interés
para contribuir, en la medida de lo posible, contra la desinformación que
existe en este tema de conceptualización de la lucha feminista.
De acuerdo con Charles
Morris, “la semiosis es el proceso que permite que algo pueda operar como
signo. Con ello, a Morris le interesa determinar cuáles son las condiciones
para la existencia del signo” (S. A. 2019). Feminazi fue mencionado por primera
vez por noventas, Rush Limbaugh, un conductor de televisión estadunidense
ligado al Partido Republicano, quien utilizó por primera vez la palabra en su
libro The way Things Ought To Be.
Limbaugh se inclinaba por llamar
así a las mujeres que defendían el derecho al aborto. Comparaba el hecho con el
Holocausto, pues a su parecer el número de muertes debían semejarse al de los
campos de concentración. Por ello, afirmó repetidas veces que una feminazi era
una mujer "para quien lo más importante era practicar tantos abortos como
fuera posible". Por supuesto, no se detuvo sólo en esto, extendió el
término hacia todo el discurso feminista, creó la analogía simplista de que
toda feminista era feminazi, y del feminazismo al hembrismo sólo había un paso;
esta última ideología considera que el hombre es simplemente inferior. (MDA,
2017)
La creación del término
de feminista tampoco fue de manera positiva en primera instancia. Tuvo que ser
reivindicado y apropiado para que se refiera al empleo que se tiene hoy en día.
El primero en usar la palabra
feminista fue el escritor francés Alexandre Dumas en 1872, cuando
sarcásticamente tocaba el tema de las feministas y su búsqueda por ser educadas
igual que los varones, a partir de ahí la palabra se difunde como un
calificativo despectivo. Hasta que en 1882 la sufragista francesa Hubertine
Auclert se apropia de la palabra declarando: “Reivindicarme feminista es una
manera de honrar a todas aquellas que me precedieron, lucharon, sufrieron y a
veces murieron por que las mujeres tengan los mismos derechos que los varones”.
(MDA, 2017)
Para fines prácticos en
la aplicación del modelo de Charles Morris se sigue su modelo triádico “que
aparece primero en su libro Fundamentos
de la teoría de los signos, Morris define el signo como algo que alude a
algo para alguien. Esto implica al menos tres componentes: vehículo sígnico,
designatum e interpretante.” (S. A. 2019); siguiendo estos componentes
empezaremos por el vehículo sígnico. “El vehículo sígnico es la manifestación
material del signo, lo que actúa como signo” (S. A. 2019). En este caso, los
mismos conceptos de feminazi y feminismo. El concepto feminazi es utilizado
peyorativamente para referirse a la lucha feminista. El feminismo es un
movimiento político y social que busca la igualdad económica, social y cultural
entre hombres y mujeres.
El segundo elemento que
Charles Morris explica es el designatum, este es “lo designado por dicho
vehículo sígnico, aquello a que el signo alude” (S. A. 2019). En primera
instancia tenemos lo que designa el término feminazi:
Feminazi no describe a una clase
de feminismo radicalizado, ni siquiera existen grupos que se asuman como tal.
La existencia del término alude a una mala propaganda dirigida a mostrar
rechazo hacia la ruptura de paradigmas arcaicos, siendo así que burlonamente
comparen a las mujeres con los nazis. (Arellano, 2019)
Y por otro lado el de
feminista:
Feminista es una persona, de
cualquier género, que busca alcanzar la inclusión de mujeres y hombres en
relaciones basadas en la equidad, igualdad de oportunidades y la democracia.
Marcela Lagarde, antropóloga mexicana creadora de la Comisión Especial de
Feminicidio menciona “el feminismo es un movimiento transformador que pone en el
centro los Derechos Humanos, que quiere construir un tipo de sociedad en la que
hacer vivible la vida, edificar unas relaciones de convivencia de mujeres y
hombres sin supremacía ni opresión”. (Arellano, 2019)
A partir de aquí se
marca una enorme diferencia entre lo que un término y el otro denotan. Por lo
que, para nada, son sinónimos o son similares.
Según Charles Morris “el
interpretante es la conducta observable que desencadena en el receptor, el
efecto que produce en determinado intérprete” (S. A., 2019). Para los términos
de feminazi y feminista es la interpretación, es lo que la gente piensa que
estos son. “Una feminazi es una mujer frustrada con el género masculino que
busca irracionalmente vengarse a toda costa de los hombres después de siglos de
vivir bajo el patriarcado” (Arellano, 2019). Además de que puede ser
caracterizada como fea, solterona, resentida, gorda, marimacha, quejumbrosa,
agresiva, descuidada, etc.
Este adjetivo se ha
difundido a través de Internet como chistes, memes, comentarios
"graciosos", insultos y discriminación; se ha adoptado en el lenguaje
cotidiano, y se ignora su connotación. Su uso constante hunde sus raíces en una
campaña de desprestigio hacia las feministas. La desinformación y banalización
del término ha provocado odio, así como un estereotipo que pretende
desacreditar al movimiento. “A las feministas las califican básicamente de la
misma manera cuando no existe el conocimiento de los principios y objetivos por
los que luchan” (Arellano, 2019). Así que, a pesar de ser totalmente
opositores, estos términos, gracias a la desinformación, son empleados
indistintamente a través de diversos medios de comunicación.
A partir de estos elementos, se pueden
evidenciar al menos tres dimensiones semióticas.
Cuando el signo entra en relación
con su designatum, se habla de una dimensión semántica. El signo en relación
con su interpretante, constituye una dimensión pragmática. El signo en relación
con otros signos, forma la dimensión sintáctica. Los signos están en
bifurcación con el conjunto universo de los signos, es decir, el intérprete
sólo pude decir de un signo en términos de otros signos. (S. A., 2019)
De las anteriores
dimensiones semióticas es quizás la más adecuada, dada la “naturaleza” de la
problemática la dimensión pragmática, ya que es ella la que mide la conducta de
los intérpretes de los signos como emisores y receptores.
A lo largo de la
historia hemos sido testigos una y otra vez de cómo el poder del lenguaje puede
sacudir al mundo entero, por lo que su uso responsable debería ser un básico en
la vida, sobre todo cuando se trata de hechos tan relevantes. La mala
implementación del lenguaje repercute en la ideología de la sociedad. Nuestro
código verbal, la forma de hablar, repercute en los códigos sociales (Arellano,
2019).
El modelo triádico de
Charles Morris fue aplicado de manera exitosa con la problemática que fue
planteada. Dicho autor, a pesar de que no habla de movimientos sociales en sus
postulados, sí entiende la función del lenguaje en dichos ámbitos, por lo que
los elementos de su modelo pueden ser aplicados para la terminología de
feminazi y feminista para así poder explicar cómo estos componentes están
entrelazados y compararlos con éxito.
Referencias
bibliográficas
Arellano, M. (2019). 4 diferencias entre feministas y feminazis.
Cultura Colectiva. [sitio web] Recuperado de: https://culturacolectiva.com/estilo-de-vida/diferencias-entre-ser-feminista-y-feminazi?fbclid=IwAR17GkXdXx2NurNZa0CPrSw42ZcD-_sESWo7VyWR8mxEGJ3U-iD9pIvEZsQ
Castillo, G. (s. f.). La verdadera historia de la palabra
"feminazi". Actitud FEM. [sitio web]. Recuperado de: https://www.actitudfem.com/entorno/genero/mujeres/la-verdadera-historia-de-la-palabra-feminazi
MDA, G. (2017). Por qué llamar a una mujer feminazi sólo te hace quedar en ridículo.
Cultura Correctiva. [sitio web]. Recuperado de: https://culturacolectiva.com/estilo-de-vida/historia-de-la-palabra-feminazi-y-el-feminismo
S. A.
(2019). Charles Morris. BlogSpot. [sitio web]. Recuperado
de: http://semioticos-ucc.blogspot.com/2014/09/charles-morris.html
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México. [sitio web]. Recuperado de: https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/existe-el-termino-feminazi-1900564.html
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