Borges y la perpetuidad del instante
en la palabra, el inmortal
Por: Gilberto González Morán
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Fuente de imagen: http://escritosdearena.blogspot.mx/ |
Cuando por primera vez el instante de
la lectura es puesta en la línea sucesiva de la lengua, el acto de la diégesis
se instala en los anales del tiempo y el espacio. Ya, Borges nos anuncia en el
ensayo de 1946 de la nueva refutación del
tiempo, la intención de transgredir el tiempo, de anularlo a través de la literatura,
de las grafías, que es una extensión más, de la lengua.
La narrativa de Borges gira entorno
a los mismos temas, varios cuentos pueden abordar la misma incógnita metafísica,
por ello es conveniente aclarar que el tiempo esta inmerso en varios cuentos,
pero la perspectiva y creación del mismo varía; por un lado lo anula y por el
otro lo puede extender hacia lo infinito. El inmortal es el cuento que plantea varios problemas de
tiempo en relación con el lenguaje.
Londres 1929 es el año y el lugar en
el que Cartaphilus ofrece los seis
volúmenes en cuarto menor de la Iliada de
Pope a la princesa de Lucinge. En la parte última de la Iliada se encuentra un manuscrito que narra el transcurrir del
tiempo de Cartaphilus. El libro está escrito en inglés y abundan los latinismo,
lo que se nos presenta es una traducción literal del libro.
La primera propuesta de Borges está
al comienzo del cuento. ¿Cómo es posible hacer una traducción literal de un
idioma a otro? Tomando en cuenta lo postulado en la biblioteca de Babel: el universo es una gran biblioteca, es posible
que exista una sola realidad discursiva, quizá la única posible para el hombre,
en la que el significante sea el elemento variable y rompa con la simbiosis
semántica propia del signo lingüístico, ergo, es posible trasladar los mismos
conceptos de un tipo de código a otro, pues, ambos no dejan de ser una
interpretación humana del mundo en otras palabra un artificio.
Una de los elementos sobre salientes
del cuento es la metadiégesis no sólo hecha dentro del propio relato, sino de
la ficción. En primer lugar, la historia de Cartaphilus y el ofrecimiento del
la Iliada de Pope a la Princesa de Lucinge finalizando con la muerte del anticuario Joseph (primera
narración), esta historia está escrita en la primeras líneas del cuento. La otra diégesis que está dentro de la anterior,
por supuesto me refiero al anecdotario del anticuario Joseph.[u1] En el
siguiente cuadro se ejemplifica de manera gráfica, en donde DP es la diégesis
de la princesa (primera narración), y DC
es la narración de Cartaphilus
DP
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Por otra parte, dentro de la historia, está implícita la impresión de metadiégesis,
pues el texto que se nos muestra viene incluido dentro de otro texto, el de la Ilada de Pope, que suponemos, es la que
leyó la Princesa, de tal manera que la historia de Joseph Cartaphilus es una
metadígesis no sólo para el lector sino para el personaje de la Princesa.
Dentro de la historia narrada por Joseph Cartaphilus hay otras dos
narraciones primero la del mortal y la del inmortal claro que aquí ya no hay
una meta diégesis, pues no hay un cambio de voz narrativa.
Joseph nos narra primero su estancia
en Tebas, después sus travesías rumbo a la ciudad de los Inmortales. Durante el
viaje se encuentra con varios pueblos que simbolizan las variadas culturas
esparcidas en la faz de la tierra. Una vez que llega a la ciudad de los
inmortales, nos encontramos en un lugar laberíntico, donde abundan las
escaleras y las puertas y cuya descripción no sabemos si es fidedigna pues el
narrador nos confiesa su imposibilidad de describir. El lenguaje es rebasado
por la realidad, pero no sabemos si esa otra realidad que escapa del lenguaje
exista.
Los inmortales son individuos que
trascienden el tiempo y espacio. Para san Agustín el tiempo sólo existe en la
memoria, es decir, sólo nos podemos referir al pasado a través de la memoria,
el presente es algo que no podemos aprehender y que cada instante escapa a nosotros,
por lo que la única forma de hacer nuestro, el presente, es la memoria pues lo
depositamos en ella; y finalmente, el futuro es una proyección del pasado, es
el tiempo que construimos a través del pasado, en otras palabras, a partir de
la memoria. Entonces los inmortales son seres alojados en la memoria. Quién
pude negar la inmortalidad de Homero es lo que nos sugiere Borges, aunque en la
nota al pie de página Borges ficcionaliza a Sabato quien nos dice que Homero,
en realidad es una construcción de varios hombres, que de alguna forma puede
ser cualquiera, incluso, Joseph Cartaphilus. Esta inclusión de Sábato nos hace
remitirnos a la Biblioteca de babel, el
universo está construido con los libros, ergo, de la palabra. Entonces, la
palabra a través de la ficción es capaz de romper el eje sincrónico /
diacrónico de la lengua, para que se establezca un paralelismo entre ambas, lo
cual nos hace apenas develar una posible
utopía literaria, acaso borgeana, la negación del tiempo. Aunque como el
propio Borges afirma en su ensayo de la
nueva refutación del tiempo:
…negar
la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico son
desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino [...] no es
espantoso por irreal, es espantoso porque es irreversible y de hierro. El
tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata,
pero yo soy el río; es un tigre que me
destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el
fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.
En este cuento Borges toma como origen
la palabra, el hombre y todo lo que es este no pude ser más que palabras, adelantándonos
en el tiempo, Benveniste afirma: Es en y
por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el solo
lenguaje funda una realidad, en su modalidad que es la de ser, el concepto de
ego. (Benveniste, 1978.a,p. 180)
Puede afirmarse, pues, que el hombre
no es el creador del lenguaje, de esa herramienta capaz de sujetar lo exterior,
sino, por el contrario, el lenguaje es el que ha fundado la especificidad de lo
humano y ha posibilitado la definición misma del hombre. Al final de cuentas
somos depositarios de un discurso histórico, el individuo cumple un ciclo pero
sus actos, pensamientos, hechos, todo lo que es él mismo, queda atrapado en la
perpetuidad de las palabras.
Si partimos de lo anterior el final,
es una gran mentira de Borges, pues Cartaphilus no muere desde el momento en
que nosotros lo leemos, entoncers la lectura es la travesía hecha por
Cartaphilus –nosotros somos lo seres que buscamos la inmortalidad cómo también
lo propone años más adelante el escritor checo Milán Kundera en su novela
titulada la Inmortalidad, somos seres en busca de
perpetuarnos y nuestros actos tienen ese fin-. Al Leer el inmortal, el lector
es el buscador de inmortales, encuentra al inmortal Homero, el de las épicas
griegas, y si el mismo lector después de leer el inmortal de Borges, se lanza a
la guerra troyana de Homero, se dará cuenta que él al igual que Cartaphilus,
tú y yo somos Homero.
Concluimos, pues, que el inmortal,
perpetua no sólo al personaje Joseph Cartaphilos sino también al lector que no
es más que discurso, palabras, palabras incrustadas en la perpetuidad de la
lectura o del instante.
Borges Jorge Luis,
otras inquisiciones, Emece 1969
Xirau Ramón, palabra y silencio, Siglo veintiuno 1993.
Maria Noel
Lapoujade, Tiempos imaginarios: ritmos y
ucronías, BUAP 2002
[u1] En el cuadro se simboliza con DP Diégesis de la Princesa y con DC
Diégesis de Cartaphilus