SOR JUANA ANTE LA PRECEPTIVA DE
BALTASAR GRACIÁN
Karla
Avilés Gutiérrez
![]() |
Fuente de imagen: http://redfilosofia.es/atheneblog |
Los siglos XVI y XVII fueron siglos que se
distinguieron por eventos tanto históricos como literarios. Vieron nacer a grandes
figuras de la literatura tanto en España, en la Nueva España y en otros lugares
del mundo. Este trabajo estará enfocado a la puesta en práctica de una de las
preceptivas más trascendentes, se trata de Agudeza
y Arte de ingenio de Baltasar Gracián, aplicado a un soneto de la monja
mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. Antes de iniciar me gustaría que recordemos
algunos de los eventos más importantes de la época de nuestros dos escritores.
En cuanto a lo literario
aparecen mediados del siglo XVI, dos tendencias básicas distinguían a los
preceptistas italianos, la de los “finalistas” y la de los “hedonistas”. La
primera reconsidera principios como
mímesis, catarsis, es decir, es de raigambre aristotélica. Aquí aparecen los
nombres de Sperone Speroni, Giraldo Cinzio y Francastoro. La segunda, por su
parte, busca una invención fascinadora y una excitación agradable. Los máximos
exponentes de esta corriente fueron Mazzi, Carchi, Minturno. En el fondo se
oculta la disputa entre el estudio del texto literario como una estructura y la
poética de la inefabilidad. Ambas tendencias, sin embargo, conservan el
gradiente moral. Hacia finales de este siglo, aparecen nuevos preceptistas
(Pallavicino, Castelvetro, Piccolomini, Riccobono, Tasso) con una nueva
estética de índole barroca. Hay en ellos una renuncia al fin moral y educativo
de la literatura. Pugnan por el “embellecimiento de lo verdadero en versos
delicados”. De 1647 a 1651 se halla en los varios pueblos de Aragón dedicado a
la predicación y a la enseñanza en los Colegios de la Compañía.
En lo histórico, 1642 tiene
lugar la secesión y guerra de Cataluña, fomentada por Francia que intenta
apoderarse de Rosellón. La conquista de América. La batalla de Lérida contra
los franceses y el éxito de los españoles, entre otros eventos no de menor
importancia.
En el ámbito intelectual los
preceptistas españoles buscaron sin éxito una teoría de la literatura que se
opusiera de modo consistente a los italianos. Entre ellos encontramos al que
será herramienta fundamental para este trabajo: Baltasar Gracián. Es en este
marco que Gracián propone una estética absolutamente barroca, es decir, un
estilo en que “los misterios hagan preñado, las ponderaciones profundo, los
empeños picante, las ironías le den sal, las paronomasias donaire, las
sentencias gravedad” (Gracián, 2001: 103)
Cuando
Gracián comienza a publicar lo hace bajo el seudónimo de Lorenzo Gracián y sin
permiso y aprobación de sus superiores eclesiásticos. Esta situación le fue
tolerada durante el periodo intelectual que va de El político (1640) a Oráculo
manual (1647). Sin tomar en cuenta las advertencias, publica los tres tomos
de El criticón -el último en 1657-
sin permiso y bajo el antiguo seudónimo. Fue reprendido de modo severo y, como
castigo, se le retiró la Cátedra de Escritura. Gracián se disgustó tanto con la
decisión que intento abandonar la orden. Este permiso le fue negado. Pocos meses
después, en diciembre de 1658, muere.
Baltasar Gracián en El Arte de ingenio, de 1642 muestra su
conocimiento poético y retórico adquirido en sus estudios de la compañía. Hay
en la reflexión de Gracián un rompimiento con las preceptivas clásicas, renacentistas,
a las que trata de superar en el estudio y denominación de los fenómenos estilísticos.
Sobre la obra de preceptiva de Gracián, Marcelino Menéndez Pelayo, tomando en cuenta la confusa y poco clara
división entre conceptismo y culteranismo, dice:
La Agudeza y arte de ingenio no es de ningún modo una
retórica culterana: es precisamente lo contrario; es una retórica conceptista,
un tratado de preceptiva literaria, cuyo error consiste en haber reducido todas
las cualidades del estilo a una sola; todas las facultades que concurren a la
producción de la obra artística a una sola también. Es el código del intelectualismo poético. El autor se
propone dar artificio a la agudeza, y la agudeza es para él la única fuente de
placer estético, la noción genérica que abraza dentro de sí todas las
perfecciones y bellezas del estilo. (Menéndez Pelayo, 1985: 582)
Lo anterior obliga, indudablemente, a la
consideración del barroco no como un simple período histórico del arte sino
como un particular modo de relación del hombre con el mundo o, mejor, del
sujeto con el objeto.
Por qué hacemos estas
observaciones acerca de las cualidades del barroco? Porque es precisamente la
autora que hemos elegido para la aplicación de la preceptiva de Gracián, un
extenso y magistral ejemplo del manejo del estilo imperante en la época, el
barroco. A este estilo Sor Juana añade una particularidad esencial en su
escritura; la intuición o la sensibilidad del artista que le permitió abordar
de manera puntual cualquier tema que trabajó. Desde el amor de pareja, la
pasión, el engaño hasta cuestiones religiosas la obra de Sor Juana nos devela
el ente en su forma más original y profunda. En un poema de amor nos devela el
amor. En un Auto sacramental se nos descubre el comportamiento que se debía
adoptar en la época. Al contrario de lo que se piensa, la obra de Sor Juana no
es sólo un mero recursos retórico-estilístico, su obra la proyecta, nos
proyecta, nos atrae, nos causa fruición estética, es polisémica, es artística. Cuando
hablamos de una Sor Juana que cultivo el tema amoroso lo hacemos no creyendo
que el tema es anterior a su vida conventual, más bien la monja fue transmisora
de amores ajenos.
Cuando Gracián habla de que la
poesía debe ser bella, toma una actitud que parece bastante moderna. Ver el
poema como una construcción cuyo fin último es el de proporcionar goce
estético. Además un poema será bello cuando el autor haya ordenado de un modo
particular las palabras y las imágenes que el poema nos presenta nos ericen la
piel, es decir, cuando esté escrito con agudeza. Al respecto podemos poner como
ejemplo el soneto de Sor Juana que lleva por título “Procura desmentir los
elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión”
Este
que ves, engaño colorido,
que
del arte ostentando los primores,
con
falsos silogismos de colores
es
cauteloso engaño del sentido;
éste,
en quien la lisonja ha pretendido
excusar
de los años los horrores,
y
venciendo del tiempo los rigores
triunfar
de la vejez y del olvido,
es
un vano artificio del cuidado,
es
una flor al viento delicada,
es
un resguardo inútil para el hado:
es
una necia diligencia errada,
es
un afán caduco y, bien mirado,
es
cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
Podemos decir primero que la poesía es
poseedora de un lenguaje analógico, es decir, que está, fundado en la
semejanza. Observamos en el soneto que las imágenes de los versos 9, 10, 11,
12, 13 y 14 están construidas con este principio. Artificio, flor, resguardo,
diligencia, afán, cadáver, polvo, sombra y nada, son los elementos que se
utiliza para dar cuenta de la pasión.
Para
Gracián la idea de concepto es importante, lo define como “un acto de entendimiento que exprime
la correspondencia que se halla entre los objetos” añadiendo que “la misma
consonancia o correlación artificiosa es la sutileza objetiva”. La agudeza, la
esencia del concepto que posee calidad literaria se percibe, se intuye diríamos
nosotros, pero no se define; es para el entendimiento lo que la hermosura a los
ojos, o la consonancia para el oído. (Valbuena, 1963: 660)
De lo anterior observamos en el poema de Sor
Juana, sobre todo en los dos primeros cuartetos, el fenómeno de la agudeza y de
concepto. La primera dota al soneto el elemento que da estatuto
artístico o literario a un texto cualquiera, es decir, esto se ve reflejado en
los tropos que el autor emplea en la construcción del poema. En el caso del
soneto que estudiemos, podemos distinguir, sobre todo, la metáfora y la
metonimia.
El
segundo habla de que las palabras, los conceptos pueden ser un chiste, una idea
banal, pero que el arte radica en la manera de exponerlo. Por eso cuando leemos
un verso como el tercero y cuarto del soneto “/con falsos silogismos de
colores/ es cautelosos engaño del
sentido/” no nos viene a la mente una imagen o un referente, sin embargo, no
deja de provocarnos goce por la manera en la que está urdido el lenguaje.
La poética de Sor Juana es barroca tanto en
los temas como en la forma. Recordemos que el barroco, principalmente, se
distingue por el abigarramiento de la forma, por la variedad de las imágenes,
por el colorido, pero sobre todo porque produce la sensación del engaño, es
decir, el creer que se ha encontrado un hilo conductor y descubrir que es el
mismo hilo quien nos ha enredado. Esta idea barroca se distingue claramente en
el primer cuarteto del soneto con palabras en contraposición como
silogismos/engaño/falsos, no sólo eso, sino que el juego de las vocales (o, u,
i, son cerradas y oscuras, y a, e claras y abiertas) dan la idea del contrarios
de oxímoron, pero además, dan la impresión de que el poema está cargado de
tonos que se dan por la combinación de las vocales abierta y cerradas, oscuras
y claras.
En cuanto al tema podemos decir,
recordando que Gracián era asiduo lector de los epigramas de Marcial y que esto
se caracterizaban, principalmente por su tono humorístico, que este soneto de
Sor Juana habla no sólo de la pasión humana sino un poco de la fugacidad de la
vida y lo hace con un tono satírico y una estructura muy parecida a la que
Quevedo utilizó en el soneto “Amor constante más allá de la muerte”
El
último terceto cargado de repetición da, también, la idea del Ouroborous, el dragón mordiéndose la
cola, o en términos de análisis literario tradicional, una estructura ad ovo. Es decir, todos los adjetivos
describen una misma cualidad, es como si volvieran a un mismo punto de origen
que, en este caso, termina siendo la nada. Da lo mismo leer los últimos tres
versos en el orden en el que están escritos o de atrás hacia adelante: necia
diligencia errada, afán caduco, polvo, sombra, nada, son adjetivos que parecen
conducir a la degradación total del hombre.
Se
habló mucho en el presente trabajo de la obra de Baltasar Gracián, de su vida y
sus ideas estéticas literarias, me gustaría finalizar hablando brevemente de
Sor Juana Inés de la Cruz quien nación el mes de Noviembre de 1648. Fue una
mujer excepcional que consiguió ganarse el cariño de personajes importantes de
la época pues recordemos que fue amiga de Carlo de Sigüenza y Góngora, que a los
diescisiete años vivía en la corte de Virrey Marqués de Mancera. Es en esta
época que decide ir al convento del que, tiempo más tarde decide salir para
reincorporarse a su vida de monástica en el convento de San Jerónimo donde años
más tarde muere. Poseía un pensamiento harto desarrollado, un don de
interpretación de la vida y sus símbolos que le permitió desarrollarse
cultualmente en una época en la que las mujeres eran rechazadas y reprimidas. Era
poeta, músico, docente, prestaba servicios a la comunidad, archivista y
contadora, fue una intelectual.
BIBLIOGRAFÍA
De
la Cruz, Juana Inés (1989). Obras
completas. México, Porrúa, Colec. Sepan Cuantos
Gracian, Baltazar (2001) Agudeza y Arte de Ingenio. Madrid,
Castalia.
Menéndez Pelayo, Marcelino (1985) Historia de las ideas estéticas en Espalña.
México, Porrúa.
Valbuena Prat, Ángel (1963) Historia de la literatura española II.
Barcelona, Gustavo Gili.
No hay comentarios:
Publicar un comentario