Prometeo, figura-dios del artífice
y del
artificio ante el Patros Logos
Las jornadas de estudio organizadas por
nuestro colectivo, “Óclesis. Víctimas del Artificio”, correspondientes al
trimestre Enero-Marzo se enfocaron al análisis de un texto escrito por Sigmund
Freud en 1913: “El interés del psicoanálisis para las
ciencias no psicológicas”. Allí observamos que Freud, superando el esquema
propuesto por Jean-Martin Charcot, no realiza distinción alguna entre los
procesos llamados normales y los patológicos, posibilitando con ello que su
práctica terapéutica se vincule naturalmente con otras disciplinas, entre las
que encontramos la ciencia del lenguaje: el lenguaje no se limita sólo a la
expresión del pensamiento en palabras, aunque sea la actividad anímica más
privilegiada, sino también al lenguaje gestual y la escritura, teniendo en
cuenta que las interpretaciones del psicoanálisis son un trabajo de traducción
que permite comprender una forma expresiva que resulta ajena a nuestro
pensamiento, es decir, la exégesis del símbolo (1).
Dentro de dicha
exégesis podemos ubicar al mito, el cual más que limitarse a un relato original
pretende simbolizar aquello que mantiene al presente prisionero a dicho origen.
Por ejemplo, en Totem y Tabú, Freud
habla del papel que tiene la prohibición como anticipación de la culpabilidad
que genera la actitud rebelde, es decir, del castigo que puede caer antes sobre
aquel que pretende cometer un pecado, o mejor dicho, realizar llanamente lo que
le dicte el deseo. Entonces la ley, la prohibición, será la piedra angular de
la cultura, principalmente la prohibición del incesto, en particular, del
incesto de la madre con el hijo, impuesta por el padre, por “la palabra textual del padre”, el principio
del logos patriarcal, el logos basado en el mandato: el Patros Logos.
El padre, en consecuencia, “es él mismo una consecuencia, una
consecuencia del lenguaje hablado, del establecimiento de la relación de
causalidad entre el encuentro sexual y el nacimiento infantil y del cálculo que
liga el tiempo de los procesos humanos con los sucesos en el cielo, con las
lunas y los soles y las estaciones del año” (2).
Bajo este
esquema, Freud está inventando un mito “que es avalado por el estudio de las
sociedades de primates: hay un macho alfa que puede gozar de todas las mujeres
del grupo y que impide a sus descendientes varones el comercio sexual con
ellas” (3). Tal hecho derivará en la
sublevación de los hijos, incitados posiblemente por la madre misma, quienes se
organizarán para darle muerte al padre, callando su culpabilidad parricida con
la incorporación de la memoria del padre mediante la devoración de su carne y
sus huesos, lo cual se exteriorizará con la construcción de un templo para su
veneración. He aquí el origen del padre-tótem, el origen de la ley, de la
religión, de la ordenación familiar y cultural, en última instancia, de la vida
política centrada en instituciones que preservarán el Patros Logos como “autoridad totémica independientemente y por encima
de la vida de los gobernantes y gobernados […] El padre-tótem es el responsable
de la culpabilidad del hijo por sus deseos incestuosos; de ese modo, es quien
decreta la imposibilidad de la realización de tales deseos (4).
Esta explicación
freudiana ha servido de base a muchos pensadores para el análisis de la crisis
actual, derivada de la imposición de un Global Order único a través de un nuevo Patros
Logos, que al impactar sobre la estructura material y en los imaginarios sociales decreta prohibiciones sobre los deseos libertarios y críticos a
los devastadores efectos del sistema, que no son sólo financieros sino también
sociales, políticos, culturales y hasta ecológicos, que por más que la
saturación corporativa postmoderna y el oportunismo académico e intelectual nos
traten de convencer de lo contrario, no son “sustentables”.
En este sentido, el filósofo catalán Eduardo Subirats ha abierto nuevas perspectivas de
análisis sobre lo que él llama la Crisis Management, que es consecuencia
del proceso civilizatorio fuertemente asido a la idea de progreso
económico-industrial, el cual ha sido incapaz de definir un equilibrio social y
ecológico globales, e incapaz de concebir un orden político mundial basado en
la igualdad de las naciones y los pueblos en aras de la misma supervivencia de
la Humanidad: “Estamos estropeando el delicado equilibrio ecológico que
sustenta la vida humana. Esto significa, literalmente, pedir prestado a cargo
de la vida de nuestros hijos” (5).
Ahora bien, con el surgimiento de los tan coreados “posts” (“postmodernidad”,
“post-estructuralismo”, “post-deber”), el sufrimiento y la desesperación humana
han sido trivializados hasta su desfiguración, convirtiéndolos en un
significante vacío propagado por la colonización comercial de la cultura y sus
industrias de la comunicación que se han limitado en presentar “escenarios
arquitectónicos corporativos de dimensiones colosales, deslumbrantes eventos
electrónicos de la política global, y paraísos digitales y financieros: el
espectáculo postmoderno” (6).
La postmodernidad se ha instalado bajo el grito de sus clichés más
trillados: el fin de la historia, el fin del sujeto, el fin del trabajo, el fin
de los metalenguajes, el último libro, el último cuadro, la muerte del
intelectual, en resumen, el “final del humano”: “Estamos en el laberinto y
¡claro! es peligroso porque podemos caer en las garras del Minotuaro. Hay que
ir con cuidado pero sí hay caminos. Los que están diciendo que no hay caminos
son las corporaciones, que los únicos caminos que aportan son: la guerra,
aumentar los presupuestos para los proyectos militares y para los bancos. Y
entonces quién está desde hace mucho tiempo diciendo que la historia ha acabado
y que estamos en la era de los post, son precisamente las corporaciones quienes
constantemente afirman la necesidad del apocalipsis y la santa madre Iglesia” (7).
Evidentemente con el pretexto de una guerra global llamada contra
el terrorismo o el narcotráfico —asegura Subirats, al igual que Raúl Zibechi
(en http://www.youtube.com/watch?v=vXVV4IkQYDM)—, el verdadero objetivo
corporativo-estratégico son los centros de extracción petrolífera, los centros
de concentración acuífera, y las regiones productoras de minerales estratégicos
y biodiversidad. Paralelo a esta situación no ha descuidado la destrucción de
las instituciones educativas y la manipulación y control mediáticos pues: “El
postmodernismo ha renunciado a las teorías críticas; ha abrazado el destino de
una última conciencia intelectual; ha anunciado la abolición de la filosofía,
del arte y de la resistencia política; los postmoderns han
celebrado postsujetos, posthistorias, postpolíticas y posthumanos; y se han
identificado con un proyecto corporativo de redefinición semiótica de
identidades culturales y especies biológicas, del espectáculo democrático y de
la propia conciencia humana, junto a su empaquetamiento comercial y su
manipulación mediática” (8).
Efectiva y lamentablemente los mismos centros académicos se han
prestado a ser cómplices oportunistas de esta situación, razón por la cual el pensador
catalán asevera que hoy vivimos bajo el “arresto domiciliario de la
inteligencia”, que nos ha sumergido en una actitud de pesimismo y un estado de apatía y
entumecimiento ideológico provocado por la
sobresaturación informativa postmoderna. De ahí la necesidad de ver con
claridad, “esclarecer” el problema en el que estamos enfrascados.
Subirats partirá entonces de que la postmodernidad no ha sido una
filosofía, sino su renuncia, pues su punto de partida es la negación de la
filosofía como Aufklärung, Lumière, Enlightenment, que el filósofo
traducirá mejor como Esclarecimiento más que como Ilustración. Por tanto, Subirats llamará esclarecimiento a: 1) Aquellas
figuras del pensamiento filosófico, místico y mitológico de la historia de la
Humanidad que han promovido la autonomía
de la reflexión racional (Véase a Averroes o Kant); 2) Las filosofías de la luz (Véase a
Shurawardi, Ibn Arabi) y 3) El desarrollo de las artes y las técnicas con una finalidad filantrópica, insubordinada
a su apropiación corporativa y a su utilización genocida (Véase el mito de Prometeo encadenado de
Esquilo).
En este último punto podemos notar que para abordar aquellas
zonas de fracaso civilizatorio, Subirats ensaya respuestas echando mano del mito griego de Prometeo, sin que por ello pierda de vista lo concreto, es
decir, no asciende al Olimpo para fantasear sino porque, según su visión de
mundo, los mitos pueden reactualizarse, de tal manera que “la corporación de
los dioses” persiste en destruir la
planta humana en la Tierra (9).
La corporación que ha fundado Zeus con los demás dioses personifica hoy en día
los grandes consorcios financieros del planeta, que segundo
a segundo, el pensamiento burocratizado de las universidades y la maraña de
mensajes apologéticos que vomita la industria cultural tienden a oscurecer las
causas y registros de sus crisis (10).
Por ello, la figura de Prometeo, el ladrón del fuego de los dioses
para regalárselo a los hombres, simboliza “una perspectiva objetiva y afirmativa, como
una gota de optimismo en estos tiempos de destrucción y
exclusión” (11). El rescate de este mito para
resignificarlo nos sirve de plataforma
para penetrar en las entrañas de la postmodernidad que ha confundido el positivismo de August Compte y el tecnocentrismo del
descubrimiento de la luz eléctrica —de Benjamin Franklin a Thomas Alva Edison—
con el fuego sagrado de la reflexión y rebeldía titánica contra la opresión.
En el Prometeo
encadenado del dramaturgo griego Esquilo, el fuego arrebatado a Zeus por el
titán es definido como instructor de las
artes: “el manantial del fuego robado, que es para los mortales maestro de
todas artes y gran recurso” (12);
igualmente en el Mito de Prometeo contenido
en el Protágoras de Platón el fuego
es identificado con las fuentes de energía necesarias para la conservación de
la especie humana y para el desarrollo de la civilización: “En cambio, en la
vivienda, en común, de Atenea y de Hefesto, en la que aquéllos practicaban sus
artes, podía entrar sin ser notado, y,
así, robó la técnica de utilizar el fuego de Hefesto y la otra de Atenea y se
la entregó al hombre. Y de aquí resulta la posibilidad de la vida para el
hombre […] En el tallo de una caña me llevé la caza, el manantial del fuego
robado, que es para los mortales maestro de todas artes y gran recurso” (13).
Cabe aclarar que esta mirada tecnológica y civilizatoria
de un fuego indispensable para la supervivencia
humana no es exclusiva del mundo griego, pues también ya se encontraba
presente tanto en la religión de Zoroastro, así como en ciertos himnos
dedicados al dios del fuego de algunas otras culturas de la Antigüedad. Sin
embargo, en la progresiva expansión de la tecnociencia moderna ese fuego civilizador ha sido reducido catastróficamente
a un
tipo de cultura predominantemente tecnológica que absorbe y desplaza las formas
tradicionales para empujar todos los ámbitos de la vida al consumo de
petróleo, gas, uranio y plutonio, al surgimiento de conflictos y guerras
fratricidas por acaparar a toda costa estos recursos. Este
totalitarismo que gradualmente adquiere un carácter masivo despoja todos los
actos humanos de su dimensión subjetiva, anulando por tanto las posibilidades
de auténtica participación individual y colectiva, convirtiéndose en una seria amenaza de la supervivencia humana en todo el orbe.
Entonces, si comparamos el fuego prometeico únicamente bajo esta
acotación tecno-industrial del consumo indefinido de energía se cambia
completamente el sentido de lo que en realidad entraña el mito y el culto al
dios-titán Prometeo, pues como ya lo habíamos dicho precedentemente su
significado es el de “instructor de las artes”, pues de lo contrario estaríamos
pasando del fuego imprescindible para la supervivencia humana al fuego que
aniquila su misma sobrevivencia. En otros términos, la idea de retomar el mito
prometeico es para tratar de actualizarlo sin perder de vista la necesariedad
de ese fuego para sobrevivir como especie y combatir, abandonando completamente
la vulgar vinculación que se le ha hecho con la función explotadora de recursos
o con su función como energía, para
mejor verlo como luz que ayuda a tener
claridad en la oscuridad, uno de los aspectos también indispensables para
la supervivencia. Así, al tratarse de una claridad, el fuego se transforma
automáticamente en “principio de formación intelectualmente esclarecedora,
espiritualmente iluminadora y políticamente emancipadora de las tiranías. En
pocas palabras, un principio de
resistencia y no se sacrificio (14).
Este
será el programa de esclarecimiento subiratiano que no se detiene
ante lo dado, sino en el análisis de una serie de conceptos que considera clave —la techné, la philia, el antropocentrismo, el mito de Pandora, el esclarecimiento y el sacrificio—
con la finalidad de llevarnos a reconocer que el famoso titán,
independientemente de proveer al hombre del fuego civilizador, le muestra al
mismo tiempo la tarea de hacer crítica hacia el asunto sacrificial, pues en su comunicación con lo divino el hombre tiene
la capacidad de construir una relación reflexiva.
La palabra techné
significa técnica o arte, pero la techné prometeica
no nace de la voluntad bíblica de sojuzgamiento y dominación total por medio de
la violencia, que posteriormente derivará en dominación tecnocientífica
planetaria a partir de las premisas baconianas que le darán cimiento a la
sociedad industrial del siglo XVIII. La techné que Prometeo hereda al hombre es
el fuego iluminador, el alumbramiento
filosófico. En el Prometeo encadenado
de Esquilo la palabra Philia (que
significa amor fraterno, incluyendo la amistad y afecto) será lo primero que
los verdugos de Zeus, Krátos (Fuerza) y Bía (Violencia), echen en cara a
Prometeo mientras Hefesto, dios del fuego y de la fragua, lo encadena a unas
rocas del Cáucaso para que un águila le devore todos los días el hígado como
castigo por haber osado robar el fuego para los hombres: “para que aprenda a
soportar la tiranía de Zeus y renunciar a sus sentimientos Humanitarios” (15). Más adelante el mismo Hefesto
igualmente le recriminará a Prometeo: “Esto has ganado con tus sentimientos
humanitarios” (16). Repetidas veces
Prometeo es reprendido por su philia
hacia el humano, su filantropía que
le ha impulsado a robar el fuego iluminador de todas las artes desobedeciendo
las palabras de Zeus, el Patros Logos.
De suma importancia es subrayar esto, ya que
nos indica que la filantropía es una acción humana que rebasa la racionalidad
que define a los humanos como agentes de un confuso proceso de acumulación
monetaria conforme con la antropología capitalista de Adam Smith. Así mismo, el
titán amigo de los mortales indiscutiblemente se encuentra más cercano al ideal
antropofílico de cercanía, hospitalidad y amistad con la Madre Tierra (Gaia), que
a la tradicional teoría filantrópica occidental muy asociada al ideal cristiano
de caridad.
Bajo esta óptica, Subirats se opone a la
visión de Francis Bacon cuando éste circunscribe la función del fuego bajo una
noción industrial y tecnocientífica, ignorando el papel que el mismo fuego
desempeña dentro del mito: resistencia, desobediencia y rebeldía hacia el
Patros Logos. Es decir, le suprime al fuego la fuerza de Aufklärung, pero en cambio, le inventa una nueva direccionalidad, que inclusive hemos
asumido como sagrada: el
antropocentrismo, el ser humano como centro del universo; idea muy
respaldada por la ciencia moderna y ejemplificada en las ferias industriales
del siglo XIX o en la conquista del espacio del siglo XX. Con esto, el padre
del empirismo reemplaza la antropofilia prometeica por una teleología antropocéntrica
de la razón industrial que posiciona al hombre como centro.
Después Subirats analizará el
concepto de Pandora como elemento de
misoginia para justificar que la única responsable de las infinitas miserias de
la familia humana a lo largo de la historia no es la expansión industrial y
comercial con sus múltiples expresiones militares y políticas, sino… Pandora:
“de esta fuente —afirma Bacon— provienen todas las guerras, todos los tumultos
y todas las tiranías del género humano”. En referencia al concepto “esclarecimiento”
—que como ya lo mencionamos anteriormente, suplanta el concepto de Ilustración ya que éste último en
realidad no significa nada, es una palabra vacía: “lustre”, “ilustrarse”,
“lustrarse”, lo que no significa “ser inteligente”— Prometeo representa el mito
esclarecedor por excelencia, Prometeo mismo es el esclarecedor por antonomasia, que actúa como un sofista, no
desde la amañada interpretación de Platón en el Protágoras (sophistoe), sino como sophistés que se encuentra directamente relacionado con la idea de
“filósofo”, la cual era aplicada a los Siete Sabios o la exclamación de Kant: “¡Ten
valor de servirte de tu propio entendimiento” (17).
Ya con la mirada esclarecida, la mirada
inteligente, una mirada emancipadora que es capaz de desentrañar la lógica
interior de las cosas debajo de su apariencia, podemos denunciar la tiranía del
Olimpo (las Corporaciones de hoy) que ha impuesto su Patros Logos con leyes
colmadas de alienación y promotoras del sacrificio que todos debemos hacer
hacia ellas. Así, Prometeo no es creador ex nihilio,
sino figura del segundo creador, figura del artífice y del artificio, pues al
ser un crítico
del ritual sacrificial de los dioses, impone un sacrificio contra el sacrifico
(regalar el fuego), una relación dialéctica que resulte beneficiosa para los
hombres, un sacrificio que transforma el sacrificio impuesto (prohibición según
la tesis freudiana) en una acción
reflexiva de separar y juzgar que tiene su punto máximo en la medida en que
logra que los humanos utilicen el fuego divino como principio regenerador de la
creatividad, del artificio mismo para gozar de “un
nuevo esclarecimiento del humano humanizado” ante el nuevo Patros Logos de la liquidez
postmoderna.
____________________________
(1)
José Töpf y Heberto Rojo, Psicología, lo inconsciente, Eudeba,
Buenos Aires, 2014.
(2) Néstor
A. Braunstein,
“El mito científico de Freud”, en El Universal, suplemento “Confabulario”, México, 2013, pp. 4-5.
(3) Ibídem.
(4) Ibídem.
(5) Richard J. Barnet, La economía de la muerte. Siglo
XXI, México, 1976, p. 12.
(6)
Eduardo Subirats, “Life is beautiful. Esclarecimiento
del Esclarecimiento, y el final del Postmodernismo”, 2012, en http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/12.140/4201
(7) Eduardo Subirats en Alejandro
Flores, “Debemos
re-energizar la confianza en la creatividad: Subirats”, 2011, en: http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2011/10/24/debemos-re-energizar-confianza-creatividad-subirats
(8) En
Eduardo Subirats, Op. cit., 2012.
(9) En
Eduardo Subirats, Op. cit., 2011.
(10)
Aureliano Ortega Esquivel, “El universo dividido”, 2015, en http://cvisaacs.univalle.edu.co/crisisycritica/index.php?option=com_content&view=article&id=60:el-universo-dividido&catid=30:recensiones
(11) Eduardo
Subirats, “Prometeo o esclarecimiento en una edad de destrucción”, 2014.
Conferencia organizada por el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Instituto
Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP) del H. Ayuntamiento de la Ciudad
de Puebla de Zaragoza.
(12) Esquilo, Tragedias,
Grupo Editorial Tomo, México, 2007, p. 88.
(13) Platón, Protágoras, Gredos, Madrid, 1993, p. 320.
(14) Eduardo Subirats, Op. cit., 2014.
(15) Esquilo, Op. cit., p.
85.
(16) Ibídem, p. 86
(17)
Immanuel Kant, Filosofía de la historia. Qué es la
ilustración, Terramar,
Buenos Aires, 2004, p. 33
[1] El autor es Maestro en
Educación Superior por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Coordinador
General de Óclesis.
Víctimas del Artificio, y docente en diversas instituciones universitarias.