Del dicho al hecho y el olvido
Por:
Ladislao Aguilar Sánchez[1]
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Fuente de imagen: http://terr.ae/invierno-2014/entre-ninguna-parte-y-el-olvido/ |
Desde
hace ya muchos años el interés por la comunicación humana ha despertado una
numerosa cantidad de debates en torno al lenguaje; escuchar esta “mágica”
palabra nos lanza de inmediato hacia aquel diccionario mental que cada quien
forma a través del tiempo con ayuda de algunos profesores e indirectamente de
algunos autores.
Hablar
de lenguaje no es simplemente hablar de símbolos escritos que encriptan
saberes, ni de palabras perdidas que revelan verdades al ser escuchadas, sino
también de todo aspecto comportamental expresado con ademanes, posturas de
cuerpo e incluso con gestos faciales, todo esto nos ayuda a interpretar lo que
el otro nos intenta comunicar.
Las
lagunas del discurso no sólo se encuentran en el dialogo hablado o escrito, no
por lo menos como lo proponía Freud[2] con respecto al desliz de
la palabra, sino también se hace notar en el lenguaje corporal a veces sutil, a
veces expreso pero siempre inconsciente.
Atender
sólo a un plano del lenguaje compromete la comunicación, dejando así aquel
vacío que impide llegar con bien al mensaje, propuesta que da Lacan[3] al decir que la
comunicación se ve alterada en lo real de Yo a Yo por lo simbólico de cada
sujeto, por tanto el discurso del otro no se recibe adecuadamente.
Al
observar a profundidad el lenguaje del otro, podremos reconocer el discurso que
éste habla, siente y mueve en toda su corporalidad, tratando de develar aquello
que llevado por el inconsciente se trata de guardar. Aún dentro de la ciencia
del lenguaje encontramos limitantes que impiden comprender el discurso de una
manera íntegra, fragmentándolo sólo en palabras que resuenan de oído a oído
interrumpidas por el propio deseo que gozamos.
Entre
las ciencias que abordan el estudio del lenguaje, se deja únicamente al
descubierto el nivel de la palabra, escrita, hablada e incluso algunas otras
formas como los pictogramas; sin embargo se ha dejado de lado la manifestación
quinestésica del discurso, es decir, el acto. Por ello, hablar del acto, como
parte del discurso deja ver con mayor precisión las lagunas entre las
existentes como parte de lo encubierto, es decir aquello que no se quiere decir
pero no se puede omitir.
Aquí
se desarrolla el trabajo que propone Freud[4] al tratar de significar
actos fallidos, olvidos y palabras entre dichas que escapan al contexto de
aquella amena conversación de café entre amigos, que se manifiestan en los
informes de altos mandos por todo el mundo, de los juegos de palabras no
planeados por algún escritor de cuentos.
De
lo que se dice a lo que se entiende, sin mencionar lo que realmente se quiere
decir queda el camino abierto hacia lo latente para hacerlo manifiesto,
recorrerlo sólo con cautela para así descubrir el “verdadero” mensaje que el
otro “verdaderamente” lanza.
Lista
bibliográfica
Freud, S. (2003). Obras Completas Totem y Tabú.
Buenos Aires: Amorrortu.
Lacan, J. (1956). Los escritos de Jacques Lacan. El
seminario sobre la carta robada (págs. 4-21). No hay dato: No hay dato.
Masota, O. (1996). Lecciones de Introducción al
Psicoanálisis. En O. Masota, Lecciones de Introducción al Psicoanálisis
(Quinta ed., págs. 55-65). Barcelona, España: Gedisa editorial.
[1][1] Sobre el autor: Es estudiante de
psicología y colaborador en Óclesis, Víctimas del Artificio. Coordina las
jornadas académicas 2015 en torno a la obra de Freud.
[2] Cf. MASOTA, O.
(1996). Lecciones de introducción al psicoanálisis. Gedisa Editorial.
Barcelona, p. 55.
[3] Seminario de Lacan
del profesor Jorge Alberto santos Guzman (2013).
[4] Ídem.