La
metáfora de Caín: el infierno de Jack Mendoza
Por:
Noé Cano Vargas[1]
Fuente de imagen: http://laspiedrascantan.blogspot.mx/2014_11_01_archive.html |
Los días terrenales,
expresión trivial atribuible a la vida de cualquier persona y su andar por una
parte de este globo terráqueo, por mencionar un espacio específico: México; más
si bien es clara la trivialidad de la frase, no es trivial lo que le puede
acontecer a un hombre, lo que a José Revueltas en este deambular cotidiano le
hizo escribir sus obras.
La
primera novela de José Revueltas, Los
muros de agua aparece en 1941, los siguientes títulos y la connotación de sus
novelas permiten percibir el sello y la forma peculiar en que el autor escribe,
de ahí que en entrevista con Margarita García Flores el 16 de abril de 1972
José Revueltas menciona “Yo hubiera querido denominar a toda mi obra Los días terrenales. A excepción tal vez
de los cuentos, toda mi novelística se podría agrupar bajo el denominativo
común de Los días terrenales, con sus diferentes nombres: El luto humano, Los
muros de agua, etc.” (Revueltas,
1979, pág. 7) .
Uno de los títulos que dejan entrever esos
días es la novela publicada en 1957: Los
motivos de Caín, José Revueltas toma el pasaje bíblico del libro de Génesis
Capitulo 4 versículo 1-16 para darle título a la novela, la parte medular es
cuando Caín asesina a su hermano Abel y cuyo castigo por el crimen es ser
“errante y extranjero en la tierra”, en condición de fugitivo.
La
novela surge de una charla trivial en una taberna de Tijuana, una conversación
entre José Revueltas y otro individuo cuyo nombre nunca conoce, al principio él
se negaba a comentar una palabra de lo que le había ocurrido, pero al final se
da el diálogo, el resultado es esta novela, el personaje principal adquirió el
seudónimo de Jack, el sargento de infantería Jack Mendoza; la escenografía: el
sur de Estados Unidos, es decir, la frontera y el distrito comercial de Tijuana;
la escena central: Jack tratando de comprender la realidad, de afrontarla pasando
desapercibido, el problema es que su pasado lo condena, es un soldado
norteamericano desertor de la guerra con Corea, pero hay algo más, por eso vive “… con el terror lleno de
sobresaltos ante la idea de que alguien lo descubra bajo su disfraz de humano…”,
que descubran lo que hizo.
En los motivos de Caín el “infierno” que
vive Jack es de índole moral, al haber capturado durante la guerra a un
comunista universitario coreano mexicano de nombre Kim, Jack fraterniza con él por
hablar castellano y considerarlo paisano, pues ambos eran de ascendencia
mexicana, le da un consejo, pero él tira el carnet del prisionero que lo liga
al partido comunista, y se ve envuelto en un embrollo peligroso que le puede
costar la vida; el prisionero es entregado y torturado, Kim no da información,
a Jack le conviene su silencio, después, al sargento Mendoza lo llaman como
intérprete del prisionero, sólo él habla castellano, Jack siente un alivio, puede
salvar su pellejo; de pronto una mujer obesa, la doctora Jessica Smith es
presentada a Jack, ella con una actitud sínica se le insinúa sexualmente
mediante una expresión en los labios y un guiño en el ojo, Jack inicia el
interrogatorio, el oficial Buck y Tom se van, ella se queda a ver el espectáculo,
Kim responde, se confiesa comunista pensando que sólo Jack le entiende, acto
continuo le pide que lo mate, de pronto la doctora Jessica deja de fingir, ella
entiende español, apunta a Jack con la pistola y lo desarma, por el miedo se
orina en los pantalones, la doctora hace que Jack torture al prisionero, él la
ayuda, de aquí en adelante Jack no es nada; La doctora excitada le pide a Jack
acostarse con ella, mientras lo empieza a tocar, él podía haberla desarmado y matado, pero no
hace nada, Jack accede con la condición de que mate a Kim, la doctora le aplica
al coreano una carga de insulina, estaba hecho, su paisano murió, su muerte le
permite salvarse al dejar de ser cómplice del comunista, pero el precio fue muy
alto, el Sargento Jack Mendoza se convierte en Caín.
Al huir
y llegar a la casa de sus amigos los Mascorro, Bob y su esposa Marjorie
sabiéndolo desertor, sin conocer la causa exacta, sólo con la explicación de no
querer volver, le brindan ayuda: alojamiento, comida, ropa para el trayecto y
el punto exacto para cruzar la frontera, en ese tramo, tuvo que esquivar las
balas del guardia fronterizo escapando ileso hacia un nuevo comienzo, donde ya
no sería sargento, sin identidad, Jack llega a Tijuana, pero la situación que
enfrenta es como estar muerto en vida, ése es su infierno, “un creer que se
vive, (…) un tratar de vivir que jamás se logra; una desprotagonización absoluta, sin que pueda uno aceptar, un solo
instante, que ha dejado de ser el protagonista.”
Estando
en Tijuana al sentirse perseguido, acosado, lo que vivió en la guerra y en el
cuartel le hace pensar a Jack que todos eran cómplices y tramaban algo para
perjudicarlo, amas de casa, empleados, vendedores, el cargador, hombres,
mujeres y niños, situación que se acrecentó por el sueño y las cuatro noches
sin dormir después de cruzar la frontera, paranoico, asustado, nerviosos, quiere
pensar que es un sueño, pero es la cruda realidad en la que está inserto sin
poder participar por su peculiar situación, un prófugo disfrazado de civil, por
eso comenta “Ellos viven, sueñan, comercian, copulan; yo estoy fuera, extraño,
tal vez sin rostro, tal vez sin labios, sin voz (…)”, el infierno de Jack es huir,
es no poder ser él mismo.
En
un día terrenal se puede dar una charla trivial de un sujeto con otro un día
cualquiera, cada día tiene sus propias inquietudes, sus propios pesares, como
menciona José Revueltas:
“Acababa de salir del infierno y, sin embargo,
aún no podía salir. Esto finalmente –la búsqueda de una salida– lo resolvió a
decirme poco a poco las cosas, lento, con esfuerzo, con dolor. Nada sensacional
ni tampoco para una novela: cosas que se han visto simples y triviales en un
mundo que parece acostumbrarse cada vez más a la locura. A Jack no lo volví a
ver jamás.” (Revueltas, 1979, pág. 9)
Bibliografía
Revueltas, J. (1979). Los
motivos de Caín. México: Ediciones Era S.A.
[1] El
autor es licenciado en Historia por la FFyL de la BUAP, maestro en Historia por
el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la misma
casa de estudios. Es miembro activo en la coordinación académica de Óclesis,
Víctimas del Artificio.
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