Interpretación
discursiva y fenomenología
Carmina Carina Ortega Moreno[1]
Introducción
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Obra gráfica: Ulises Bernal |
El presente escrito tiene la finalidad
de realizar una reflexión argumentada en torno a la manera en la que se ha
concebido la comunicación como un acto de interpretación de “fines”, en el cual,
las personas emiten información que es decodificada por “otro” a partir de sus
previos conocimientos. Esta concepción ha sido estudiada en diferentes áreas
del saber, tales como la lingüística, la filosofía y la sociología.
Y,
aunque cada una de estas disciplinas ha estudiado la comunicación humana como
un objeto de conocimiento, todas tienen puntos en común, en los que, de alguna
u otra forma, el hombre, los signos y la interpretación, constituyen sus
principales pilares del conocimiento, en un momento determinado, pues cada uno
de estos elementos varía en cada persona, cultura y pensamiento.
Interpretación y fenomenología
De acuerdo a Calsamiglia y Tusón la
comunicación “se entiende como un proceso de interpretación de intenciones”
(1999, p. 183). Tomar esta idea como una premisa válida implica considerar que
cada ser humano analiza y comprende todos los elementos que percibe a partir de
sus previas experiencias y concepciones. Ya las autoras de Las cosas del decir citando a Tusón y Unamuno (1999), hacen
referencia a que todo lo que se expresa se dice con una intención, la cual se
trata de averiguar con el “mínimo coste de procesamiento” (p.184), basado en
“previos conocimientos” (ibíd.) sobre
las características del individuo.
Aplicar este esquema en
el cual un sujeto (A) le dice a otro (B) algo que será interpretado por B de
acuerdo a su subjetividad, abre una puerta a una interpretación equivocada, y
Calsamiglia y Tusón (1999) lo reconocen, ya que mencionan que no extraña la
presencia de malos entendidos entre la gente a partir de estas acciones.
Especialmente, cuando no se activan los “esquemas apropiados” (p.184). Ante
esta idea, cabe cuestionar ¿de dónde se pueden obtener los esquemas apropiados
para interpretar adecuadamente los mensajes que se presentan en la comunicación?
Parte de la respuesta a esta pregunta la expresa Benveniste (1999) en su texto Problemas de lingüística general II, ya
que expresa que la sociedad y el lenguaje se implican mutuamente. ¿Qué
significa esto?, que el ser humano construye su sociedad a través del uso de
los signos que conforman el lenguaje y en el interior de ese contexto se
encuentran los esquemas que permiten interpretar, en un alto porcentaje de
acierto, las percepciones de varios sujetos sobre los objetos que componen el
mundo.
Esta idea hace referencia, de manera indirecta, a la
sociología fenomenológica, que tiene por objeto “la comprensión de la estructura significativa del mundo de la vida
cotidiana” (Nuñez, 2012, p.50). Uno de sus representantes más
significativos es Alfred Schütz, quien se basó en Husserl y Weber para
desarrollar sus ideas.
De acuerdo a Rizo:
La propuesta de la
Sociología Fenomenológica implica la
explicación del verstehen, la
experiencia de sentido común del mundo intersubjetivo de la vida cotidiana.
Según Schütz, los sujetos que viven en el mundo social están determinados por
su biografía y por sus experiencias inmediatas, de modo que cada individuo se
sitúa en un determinado lugar en el mundo, y su experiencia es única e
irrepetible. Los sujetos aprehenden la realidad desde esta posición que ocupan
en el mundo (2009, p.26).
Y, por ende, sus
emisiones comunicativas estarán afectadas por sus experiencias. Esta idea se
asemeja a la paráfrasis descriptiva que retoman Calsamiglia y Tusón (1999) en
su obra, en la que la forma de vida del individuo lo determina.
Las experiencias de
vida de los individuos son los “objetos de estudio” de lo que las personas
perciben y transmiten, ya que éstas pueden estar conformadas por elementos
simples como el nombre de ciertos objetos hasta experiencias complejas como un
evento de convivencia familiar o una investigación doctoral.
De acuerdo a Nuñez, haciendo referencia a Weber, “conocer el significado que el individuo atribuye a
sus actos es la vía de acceso hacia el significado de las relaciones sociales” (2012,
p.53). Esto implica que cada individuo desarrolla su propio sistema de signos y
le atribuye múltiples significados a todos los elementos que conoce, y el hecho
de que uno o más sujetos compartan esa información, permitirá el intercambio de
ideas. A este fenómeno se le llama intersubjetividad, e implica que las propias
concepciones del sujeto puedan ser conocidas por el otro, y el otro, también
puede dar a conocer, con elevado nivel de claridad, sus propias concepciones;
es decir, ambos individuos pueden conocer su subjetividad.
Esta acción es relevante
en el mundo actual debido a que explica parte de lo que cuestiona John Searle,
al comienzo de su obra en el capítulo primero, él plantea las preguntas:
¿Cómo se relacionan las palabras con el mundo?
¿Cómo es posible que cuando un hablante está ante un oyente y emite una
secuencia acústica ocurran cosas tan destacables como: el hablante quiere decir
algo; el oyente comprende lo que se
quiere decir; ¿el hablante hace un enunciado, plantea una pregunta o da una
orden? (1969, p.13).
La relación de las palabras con el mundo, se dan a
partir del significado que les da el sujeto en su contexto social, cultural e
histórico, determinado. Así, por ejemplo, si Platón escribió diez libros que
conformaron el texto titulado La
república, en el año 380 a. C, y en su libro siete
presenta ideas acerca de una caverna. Se cita a continuación un fragmento:
(…) compara con la siguiente
escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se
halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea
provista de larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda
la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas
y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia
adelante, pues las ligaduras les impiden mover la cabeza; detrás de ellos, la
luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los
encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha
sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los
titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas
(Platón, 2010, pp.405-6).
De su obra (que es un
diálogo), se interpretarán muchas ideas. Unos, por ejemplo, dirán que habla de
la educación, otros del conocimiento, otros de la verdad y algunos más,
brindarán una explicación más compleja de su texto; con base en su edad, nivel
de preparación y experiencias. Una explicación, que se puede considerar
acertada, es la del académico Angelo Altieri Megale, quien en su obra Dos ensayos:
Platón y Anselmo de Aosta, expresa que el
mito de la caverna presenta:
(…) dos planos de la realidad y de la vida en el
interior de la caverna se halla el mundo de la opinión (doxa) o “reino de lo visible” (oratón),
fuera de ella, el “mundo de la ciencia” (episteme)
o “reino de lo inteligible” (noetón)”
(2000, p.47)
Lo que
indica al lector su alto grado de preparación respecto al tema, aunque, no por
ello, necesariamente, le da a conocer sus experiencias sobre su vida o su
contexto cotidiano.
Pasando
a la otra pregunta de Searle, en relación con la posibilidad de un evento
comunicativo, en el cual intervienen un hablante y un oyente, y en el que se
enuncia, se cuestiona o se ordena; se puede mencionar que las bases de un
conocimiento bien fundamentado, nos permiten realizar estas acciones, esto
significa que a partir de que el sujeto adquiera mayor conocimiento y
experiencias, y sepa cómo utilizarlas, podrá intervenir con mayor certeza en el
mundo de la vida.
Aunado
a estas ideas cabe cuestionar ¿qué elementos se requieren para conformar
adecuadamente un fenómeno, una experiencia?
De
acuerdo Heidegger, citado en Xolocotzi (2009), la experiencia puesta en la
fenómeno pregunta:
1. Por el
“qué” originario que es experienciado
en él (contenido)
2. Por el
originario “cómo” en que es
experienciado (referencia)
3. Por el
originario “cómo” en que el sentido
referencial es ejercido (ejercicio)
Estas tres direcciones de sentido (sentido de
contenido, de referencia y de ejercicio) no están colocadas sencillamente las
unas junto a las otras. “Fenómeno” es una totalidad de sentido según estas tres
direcciones. La “fenomenología” es la explicación de esta totalidad de sentido
[…].
Tal
como lo menciona Heidegger, (lo que se presenta a continuación es una manera de
interpretarlo), reflexionar sobre la experiencia, implica cuestionar los
elementos, de inicio, que conforman la experiencia [que puede ser un objeto de
estudio o una situación determinada], es decir, que se presenta el fenómeno, de
qué manera se originó y cómo sucedió.
Estas ideas me recuerdan a las cosas que distingue
Aristóteles sobre los objetos:
° Materialà
Composición o contenido.
° Formalà Forma.
° Eficiente à Origen
o, constructor.
° Finalà
Objetivo o finalidad.
Ya que éstas mismas brindan características para estudiar
un objeto. Y, si se toma el fenómeno o la experiencia como un objeto de estudio
pueden utilizarse [diferentes tipos de clasificación] propuestas teóricas para
distinguir los elementos que los conforman.
Aunado a ello, considero que la idea que plantea Saussure
(en su Curso de lingüística general)
acerca del signo se encuentra estrechamente relacionado con los planteamientos
ya presentados, debido a que él expone que el signo une “un concepto y una imagen acústica” (1991, p.102). A
partir de la cual, se presenta una relación entre los signos que utilizamos y
las palabras, ideas o imágenes a las que hacen referencia las personas en una
conversación.
Ante
este hecho cabe cuestionar ¿qué imagen se presenta en la mente de la otra
persona o a qué hace referencia el objeto de expresión cuando lo mencionó? Esta
pregunta nos remite nuevamente al comienzo de este trabajo, en el cual se
menciona que la interpretación de nuestras expresiones depende de nuestras
creencias, costumbres, contexto social, cultura, previos conocimientos y
experiencias. Adicionando a esto, que en la medida que más se conozcan las
convenciones sociales de un grupo determinado, mayor será la comprensión de
conductas y formas de actuar sobre éste.
A modo
de conclusión
La interpretación es un proceso
que abarca el análisis y la comprensión. Estas acciones se realizan al estudiar
un objeto de estudio ya que brindan elementos significativos e información
básica sobre un hecho, lugar, sujeto, etc.
Al
respecto, Calsamiglia y Tusón han expresado que interpretar
implica poseer los esquemas cognoscitivos correctos que serán para conocer el
objeto de estudio bajo el contexto en el cual se encuentran.
Este
hecho está relacionado con la fenomenología, ya que, quien analiza alguna cosa
a partir de esta línea de estudio debe tomar en cuenta los antecedentes
históricos que la conformaron para conocerla e interpretarla adecuadamente.
El análisis
del discurso, como uno de los objetos de estudio que se trata de comprender,
implica realizar un acto fenomenológico, en el que, a partir de la propia
experiencia, se trata de conocer al otro (debiendo tomar en cuenta las
experiencias de ese otro).
Uno de
los problemas, que surge al tratar de analizar, es la interpretación
equivocada, ya que lleva a creer que uno comprende lo que está percibiendo,
pero puede, en realidad estar influenciado por la subjetividad.
Al
respecto, uno de los problemas que se presenta en la sociedad humana, ante el
acto de interpretar adecuadamente bajo los esquemas adecuados, es que las personas
no siempre reflexionan sobre sus expresiones verbales/lingüísticas, corporales
o kinestésicas, y esto trae consigo muchos problemas, pues, a falta de los
“esquemas” correctos o del conocimiento cultural del otro o los otros, se cometen
muchos errores de comunicación, aunque no por ello esa situación se convierte
en un problema, si no, en una oportunidad para ampliar el panorama de
conocimiento que ya se posee, implementando nuevas ideas, estructuras, formas
de pensar y comportarse.
Altieri, A. (2000). Dos ensayos: Platón y Anselmo de Aosta. México: Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla.
Benveniste, E. (1999). Problemas de lingüística general II.
México: Siglo XXI Editores.
Calsamiglia, H & Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. España: Ariel.
Nuñez, M. (2012). Una aproximación desde la sociología fenomenológica de Alfred Schütz
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Platón. (2010). República. España: Alianza Editorial
Rizo, M.
(2009). Sociología fenomenológica y comunicología: Sociología Fenomenológica y
sus aportes a la comunicación interpersonal y mediática. Fronteiras 11 (1), 25-32.
Saussure,
F. (1991). Curso de lingüística general.
España: Akai.
Searle, J. (1969). Actos de habla. España: Planeta-Agostini.
Xolocotzi, A. (2009). Fenomenología Viva. Introducción. Fenomenología: ¿La filosofía
del siglo XX? (pp.11-23) México: Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla.
[1] Licenciada en filosofía por la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha participado como ponente
en diferentes eventos académicos tales como el Primer Encuentro de estudiantes
y pasantes de Filosofía “Construcción y Ruptura: Manifestaciones del
pensamiento”, UNAM, con el ensayo titulado: Rousseau:
La desigualdad entre los individuos, construcción del pensamiento y actuar
humano y el XV Jornadas Filosóficas Leibniz, con el trabajo El pensamiento de San Agustín en sus
confesiones, entre otros.
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