Dafne desvanecida
Por:
Blanca Flor Cipriano Santiago
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Fuente de imagen: https://www.todocoleccion.net |
Considero
que el ser humano siempre buscará estigmatizar parte de su vida en la sociedad,
con acciones como la creación de un monumento, un puente, una pintura, una
guerra, la connotación de una ideología, una teoría, o por otra parte, alguna
composición musical, una película o una obra literaria.
En
esta ocasión y con fundamentos relativos a los conocimientos previos que he
obtenido respecto a las obras de José Carlos Samoza, expreso más allá de una
forma de concebir su novela Dafne desvanecida,
un contraste de discursos y la manera en que pueden percutir en los lectores,
respecto a la obra citada y La dama
número trece, texto también escrito por él.
Samoza
tiene una expresión verbal literaria muy particular, ya que considera en sus escritos
signos y símbolos que la humanidad ha logrado trascender durante generaciones,
es elocuente al escribir y por ende posee la exacta sensibilidad para lograr
que el lector se sienta parte de la novela. En La dama número trece, hace ver estas cuestiones, mientras que en Dafne desvanecida, pocas de ellas. No
digo que esta segunda narración sea mala, lo que postulo es que como todo
autor, sus trabajos no llegarán a pesar y a tratar de temas y tramas similares.
Sin
embargo, los receptores –diferentes al momento de inmiscuirse en su literatura
y con un contexto forjado correspondientemente- tendrán una perspectiva
desigual. ¿Por qué? Quizás se deba a que los que aglomeran una gama de
conocimientos en la expresión escrita y el análisis del discurso esperarán cada
vez más de los textos que lleguen a sus manos, mismos que no desean, tengan
solo un valor significativo por cuestiones monetarias, sino más bien, por la
calidad de los elementos con los que el escritor los “conquista” –mi caso-; y a
los otros, por el hecho de que la hegemonía a educado para satisfacer
necesidades ficticias y no tan realistas (aunque el concepto de realidad ni
siquiera se sepa describir) les parecerá fascinante.
Repito:
no se puede calificar la inspiración de un redactor con “es buena” o “es mala”, creo que el
asertivo en tales casos, es un “me gusta” o “no me gusta” explicando las
razones por las cuales se llega a esa conclusión.
Particularmente,
rescato mi postura y la sustento, ahora de forma escrita, Dafne no me convence,
es narración poco extensa en la que igualmente se dice poco de mucho que se
pudo expresar, o esperé que tal trabajo de literatura superara el referente
mental que tengo del mismo narrador/escritor. Contribuye a este hecho, el que
en la actualidad mis gustos de lectura sean diferentes, más críticos.
Sin más, termino este
texto incitando a, sí que se lea, a leer, pero con mayor relevancia a
comprender lo que se lee y forjar en cada uno de nosotros una perspectiva
crítica con bases y no solo con cuestiones meramente emotivas.
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