miércoles, 4 de noviembre de 2015

Dafne desvanecida

Por: Blanca Flor Cipriano Santiago


Fuente de imagen:
https://www.todocoleccion.net
Considero que el ser humano siempre buscará estigmatizar parte de su vida en la sociedad, con acciones como la creación de un monumento, un puente, una pintura, una guerra, la connotación de una ideología, una teoría, o por otra parte, alguna composición musical, una película o una obra literaria.
En esta ocasión y con fundamentos relativos a los conocimientos previos que he obtenido respecto a las obras de José Carlos Samoza, expreso más allá de una forma de concebir su novela Dafne desvanecida, un contraste de discursos y la manera en que pueden percutir en los lectores, respecto a la obra citada y La dama número trece, texto también escrito por él.
Samoza tiene una expresión verbal literaria muy particular, ya que considera en sus escritos signos y símbolos que la humanidad ha logrado trascender durante generaciones, es elocuente al escribir y por ende posee la exacta sensibilidad para lograr que el lector se sienta parte de la novela. En La dama número trece, hace ver estas cuestiones, mientras que en Dafne desvanecida, pocas de ellas. No digo que esta segunda narración sea mala, lo que postulo es que como todo autor, sus trabajos no llegarán a pesar y a tratar de temas y tramas similares.
Sin embargo, los receptores –diferentes al momento de inmiscuirse en su literatura y con un contexto forjado correspondientemente- tendrán una perspectiva desigual. ¿Por qué? Quizás se deba a que los que aglomeran una gama de conocimientos en la expresión escrita y el análisis del discurso esperarán cada vez más de los textos que lleguen a sus manos, mismos que no desean, tengan solo un valor significativo por cuestiones monetarias, sino más bien, por la calidad de los elementos con los que el escritor los “conquista” –mi caso-; y a los otros, por el hecho de que la hegemonía a educado para satisfacer necesidades ficticias y no tan realistas (aunque el concepto de realidad ni siquiera se sepa describir) les parecerá fascinante.
Repito: no se puede calificar la inspiración de un redactor  con “es buena” o “es mala”, creo que el asertivo en tales casos, es un “me gusta” o “no me gusta” explicando las razones por las cuales se llega a esa conclusión.
Particularmente, rescato mi postura y la sustento, ahora de forma escrita, Dafne no me convence, es narración poco extensa en la que igualmente se dice poco de mucho que se pudo expresar, o esperé que tal trabajo de literatura superara el referente mental que tengo del mismo narrador/escritor. Contribuye a este hecho, el que en la actualidad mis gustos de lectura sean diferentes, más críticos.
            Sin más, termino este texto incitando a, sí que se lea, a leer, pero con mayor relevancia a comprender lo que se lee y forjar en cada uno de nosotros una perspectiva crítica con bases y no solo con cuestiones meramente emotivas.

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