Síndrome de Estocolmo
Por:
Jozajandy Guzmán Aranjo
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Fuente de imagen: https://elmejorhumorinteligente.blogspot.mx |
Imagina
que vas caminando por la calle, acabas de salir de una tienda y vas rumbo a
casa, todo parece tranquilo y normal en la acera hasta que notas que un auto va
muy lento junto a ti. Caminas un poco más rápido porque empiezas a desconfiar,
el carro aumenta un poco la velocidad, das gracias porque hay una esquina en la
que puedes doblar e intentar entrar a alguna tienda antes de que pase cualquier
cosa. Justo al dar vuelta un sujeto te impide el paso, te cubre la boca y te
lleva hacia la camioneta mientras alguien más abre la puerta, una vez dentro
arranca a toda velocidad. Imagina ahora que estás en un cuarto medio oscuro con
alguien vigilándote mientras otras personas hablan por teléfono en la
habitación continua, sabes que has sido secuestrada, estás aterrada y temes por
tu vida.
Pasan las horas y comienzas a notar
que el tipo que te vigila se ve amable, te pone la comida suavemente sobre el
banquillo, te sonríe en modo de comprensión, pareciera ser que no le gustara
que estés en esa situación, no se ve como si fuese violento y, si no estuvieras
en una situación seria, hasta podrías pensar que es guapo. Mientras los otros
tipos te gritan o golpean cosas en la otra habitación, tu vigilante no se
separa de ti. Sabes que eso hacen las personas que vigilan, no quitar la vista
de las otras personas, pero sientes como si a él realmente le gustara estar ahí
vigilándote. Empiezas a sentir simpatía por el tipo y comienzas a entender y
comprender las razones que lo llevaron a secuestrarte y no lo culpas por eso. De
repente ya no tienes ansias porque llegue alguien a tu rescate, estás casi
segura de estar enamorada de tu vigilante.
Esto podría ser el inicio de una
novela dadas las raras circunstancias que presenta, y como se trata de romance,
a los lectores no les importará que el chico sea alguien que planea matar a la
protagonista. Podría ser un éxito en ventas. Pero no, esta situación no es una
novela, según datos del FBI esto le ocurre al 27% de 4700 personas
secuestradas. El 23 de agosto de 1973 hubo un intento de asalto en un banco de
Estocolmo en Suecia, el asaltador secuestró a 4 personas al verse acorralado, a
pesar de todas las amenazas contras sus vidas, los rehenes acabaron defendiendo
a su captor y afirmando que confiaban plenamente en él. Ese fue el principio
del nombre de este peculiar síndrome: Estocolmo.
El síndrome de Estocolmo es un
estado psicológico pasajero en donde la víctima de un secuestro siente un
fuerte vínculo por su captor, tiene una justificación moral y gratitud hacia el
secuestrador llegándolo a defender de las autoridades y negarse a dejarlo. Los
psicólogos dicen que esto puede ser un mecanismo de defensa de las mismas
víctimas al no poder soportar el shock que les causaría la situación. Otros
expertos se muestran reacios al llamar síndrome a este estado, porque “no
cuenta con un conjunto clínico de signos y síntomas bajo una misma entidad para
considerarse una categoría psicopatológica con diagnóstico diferenciado”
(Abardía, s.f.)
Pero,
¿qué puede hacer que una persona entre en ese estado mental? Los expertos
concluyeron que deben de ser necesario 3 factores para provocarlo en alguna
persona: 1) la situación de crisis o secuestro debe durar varios días; 2) los
secuestradores permanecen en contacto con sus rehenes; 3) los secuestradores se
rehúsan a maltratarlos o golpearlos. Éstos pueden ser los culpables de la
activación del síndrome de Estocolmo. Puede o no ocurrir estrictamente a pesar
de presentar los 3 puntos mencionados, cada persona es diferente y como
consecuencia reacciona diferente.
Debe
ser frustrante, aunque las víctimas no lo noten en ese momento, que la razón,
que es al fin de cuentas una de las pocas cosas que nos diferencían de otras
especies, se ve pasada a segundo plano y el instinto de supervivencia es el que
toma el relevo, manifestándose como empatía a tu captor. No sabremos lo que una
persona afectada con este síndrome esté pensando en ese momento, pero desde
fuera podemos ver que no es racional. Al hablar de un tratamiento no deberíamos
olvidar que la memoria es selectiva, la víctima recordará lo que quiera
recordar y se olvidará, en estos casos, de que su vida estuvo en peligro. Una
vez fuera de peligro la víctima seguirá pensando de la misma manera, seguirá
viendo a su captor como el bueno del asunto, razón por la cual deben tener
ayuda psicológica para volver a la realidad, el tiempo que se tome dependerá
del tiempo que ha sido secuestrada.
Es
importante destacar que la información del síndrome de Estocolmo aún es poca y
que se debe estudiar las reacciones de las víctimas cuidadosamente. Tampoco
debemos olvidar que al fin de cuentas el síndrome de Estocolmo mantiene, de
alguna manera, a las personas secuestradas lo más “cuerdas” posibles para no
caer en un estado de shock o demasiado estrés de lo que pueden soportar. El
cerebro busca como salvarnos la vida, siempre lo hace, hasta cuando dormimos,
el síndrome de Estocolmo es sólo una de sus maniobras para hacerlo.
Bibliografía:
Abardía,
R. B. (s.f.). lifeder.com. Obtenido de https://www.lifeder.com/sindrome-de-estocolmo/
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