Replantear el Humanismo
Por: Flor de Liz Mendoza Ruíz[1]
El
panorama en el que estamos inscritos en la actualidad, con una serie de hechos
impactantes, fuera de toda proporción y lógica, deberían llevarnos a
reflexionar y buscar la manera en que, como sociedad, recuperemos el sentido
humanista que hace algunos años aún mediaba las relaciones sociales e
interpersonales.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el
humanismo es una “doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora
de los valores humanos” (RAE, 2006: 795). A partir de esta definición podemos
destacar dos aspectos fundamentales; primero, es una actitud el creer y
reconocer que estamos relacionándonos todo el tiempo con otras personas, aunque
en algunos ámbitos se prefiere que esta actitud sea minimizada, (baste consultar
las imágenes que circularon las últimas semanas en donde personal de un
hospital escucha a una mujer llorar la muerte de su hijo y permanece indolente
debido a que no se les permite involucrarse de más con las personas que
requieren de sus servicios). En segundo lugar, debemos reconsiderar la
importancia de los valores humanos, pues con el paso del tiempo hemos ido desvalorizando,
valga la redundancia, nuestras relaciones sociales.
Revisemos, por ejemplo, nuestra relación con la tecnología, con
sus pros y sus contras. En los últimos años hemos sido testigos de cómo puede
acortar distancias en muchos casos pero contribuye a la despersonalización, es
decir, tenemos mejores relaciones con cualquier aparato electrónico que con la
gente que vivimos y convivimos. Metafóricamente, recordando la novela de
principios del siglo XX escrita por Isaac Asimov llamada “Yo Robot”, estamos
experimentando cómo las máquinas y las computadoras se rebelan e intentan
conquistar a la humanidad, nosotros mismos estamos permitiendo y creando las
condiciones para que incluso tratemos a los demás como si fueran máquinas,
viéndolos como si formaran parte de un mecanismo, como engranes de una
maquinaria, sin ninguna característica humana.
Por tanto, debe ser una prioridad en nuestra agenda el retomar los
valores, aquellos que consideremos que pueden generar las condiciones de vida
pertinentes para nuestro desarrollo; aquellos que nos permitan consolidarnos
como una sociedad consciente de que somos seres humanos; se trata de recrear
condiciones de vida dignas y suficientes para un desarrollo conjunto de nuestra
sociedad.
Una de las actitudes que más han mermado las relaciones humanas es
el individualismo, la carrera en la que la mayoría se involucra con el fin de
obtener los mayores y mejores beneficios, aún sin importar sobre quién o quiénes
se han de imponer. En esta lógica, los mejores trabajos no son de las personas
mejor preparadas, sino que se requiere conocer a la persona adecuada, o “comprar”
los puestos importantes; ésta es una realidad que tiene nombre y se llama
corrupción, pero es un antivalor que despersonaliza a quienes compiten, por ejemplo,
por un empleo. Esto puede explicar por qué nos cuesta tanto trabajo desarrollar
proyectos en equipo, y laborar con otros para alcanzar un bien común.
Considerar al otro como un ser humano nos brinda la oportunidad de
conocernos mucho más a nosotros mismos, de construirnos y reinventarnos, no
para alcanzar metas efímeras que se evaporan o brindan placeres pasajeros, sino
para alcanzar el anhelo de todo ser humano: dejar su huella en este proceso que
atravesamos al que llamamos vida.