H.P.
Lovecraft: Horror, Ficción Cósmica y el asunto esotérico
a
130 años de su nacimiento
Por:
Francisco Hernández Echeverría
Fuente de imagen:
Nació el 20 de agosto de
1890, en la ciudad de Providence, Rhode Island, EEUU, Fue hijo único de un padre que murió de
locura cuando él tenía solo ocho años. El pequeño futuro escritor crecería
entonces bajo el sobreprotector cuidado de su madre y dos tías. Siendo un
niño superdotado, tempranamente se sintió muy atraído por la poesía y la
lectura de novelas góticas, de los hermanos
Grimm y Homero. Se dedica al estudio de la química y la astronomía, la
cual influyó profundamente en sus escritos.
Después de una infancia en
total soledad, a los 14 años, Lovecraft comenzó a escribir fuertemente influido
por Edgar Allan Poe, pero ello no le daría para comer, así que tuvo que ganarse
la vida con el ingrato trabajo de revisor de textos de los aspirantes a
escritor. Nunca se sintió completamente estadounidense,
ya que se sentía ligado a los ingleses que habían llegado a EEUU y que no por
ello, dejaban de sentirse orgullosamente británicos. Por eso en su escritura se
nota la preferencia por los términos anglófonos, un estilo y un vocabulario
alejado de la América de finales del siglo XIX que estaba construyendo su
propia tradición literaria de cara a un pueblo recientemente formado y en
búsqueda de generar su propia identidad.
La mayor parte de sus
trabajos los realizó durante los últimos diez años de su vida, entre 1927 y
1937, obra dividida por los especialistas en tres fases: Los cuentos de horror (1905-1920), El ciclo del sueño (1920 -1927) y los Mitos de Cthulhu (1927-1935). Y aunque su producción
es inmensa, no fue muy reconocida en vida del autor: “Come ogni artista, come
ogni grande genialità che anticipa i tempi, anche lui venne messo da parte
dalla critica e dal pubblico a lui contemporaneo, sicuramente troppo avanguardistico
nei suoi temi e nelle sue storie” [1] (Merigo, 2018).
El 15 de marzo
de 1937, Lovecraft muere en el hospital Jane Brown Memorial, de
Providence, un cáncer de intestino le arrebata la vida.
El talento de Howard Phillips Lovecraft radica en la creación de
atmósferas en las que oscuros abismos delinean en el individuo y en la
humanidad en su conjunto giros nihilistas y pesimistas que fueron bien
asimilados por Friedrich Nietzsche. En su mundo, no hay lugar para la esperanza, dando a
entender que el universo nos quería aquí pero sin saber siquiera por qué o para
qué, es decir, sin darnos un propósito: “Non c’è amore, non c’è redenzione;
anche la ricerca della conoscenza si risolve in un naufragio senza speranza di ulissea memoria”[2] (Merigo, 2018).
Por lo tanto, no hay teleología, sino la revelación de un terror insondable y sobrenatural, de
inquietantes y apocalípticas visiones que caminan
paralelamente al estudio astronómico: el horror cósmico, faro de la
ficción lovecraftiana. Básicamente, extraños e
inquietantes seres del abismo estelar intentan afirmar su dominio sobre
los pueblos de la tierra, escondidos en lugares inalcanzables y defendidos por
sus monstruosos adeptos que viven en indescriptibles sitios que van más allá
del entendimiento humano.
En
razón de todas estas imágenes de locura y horror, Lovecraft ha llegado a ser uno de los máximos exponentes de la
literatura de terror y cándido precursor de la tradición estadounidense de
ciencia ficción.
Ahora bien, algunos especialistas han advertido en toda esta
elaboración terrorífica lovecraftiana centelleos de ocultismo y esoterismo, y
otros, han negado ello, diciendo que sólo se trata de horror fantástico y
deidades inventadas por él porque Lovecraft es un teórico consumado en casi todos los géneros que abarcan el
terror, desde el terror gótico a la fantasía al estilo de Lord Dunsany:
Weird
ou spectral ou gothic ou fantastic, c’est toujours d’horreur qu’il s’agit, et
la constellation de synonymes que nous avons décrite est subsumée par la
formule du titre (Supernatural Horror): admettons alors que c’est l’horreur
liée à la representation du surnaturel qui fait, aux yeux de Lovecraft, l’unité
de la tradition littéraire du weird tale, et admettons aussi que les textes de
Lovecraft ne sont que les derniers rejetons de cette tradition: des récits
d'horreur, donc […] Lovecraft est un théoricien de l’horreur et un écrivain
horrifique[3]
(Lazzarin, 2004: 2).
En ese
mismo tenor, Brian J.
Reis, en un artículo titulado “Structurally Cosmic Apostasy: The Atheist Occult
World of H.P. Lovecraft” (Apostasía estructuralmente cósmica: el oculto mundo
ateo de H.P. Lovecraft, 2013), plantea que Lovecraft siguió el mismo método que
Helena Petrovna Blavatsky utilizó para desenmarañar la pugna materialismo-espiritualismo
en lo que respecta a la interpretación de los problemas de lo oculto. Por un
lado, la fundadora de la Sociedad Teosófica echó mano de la Teosofía para
limpiar las verdades espirituales de la contaminación de las prácticas espiritistas
y, por ende, se opuso al materialismo científico que se había adueñado del
ambiente intelectual del siglo XIX. De ahí, su afirmación de que había
traducido un antiguo libro por medios ocultos en el que se hablaba del
verdadero origen de la humanidad, pero que no llegó a concluir.
Por
el mismo camino, Lovecraft, que se decía ateo y seguidor del materialismo de
Thomas Henry Huxley —aunque en realidad este naturalista tenía una posición
filosófica que estaba entre el materialismo y el idealismo— explotaba ante
cualquier afirmación religiosa y también escribió un texto que nunca fue
revelado (Necronomicon), en el que
ocupó muchos conceptos teosóficos como la cuestión de que el estado actual del
hombre es sólo una etapa de un ciclo cósmico.
No
obstante, la diferencia entre Blavatsky y Lovecraft, es que éste último siempre
admitió que su libro era producto de la ficción, y con ello, contradecía a la
autora de Isis Unveiled (Isis sin
velo), utilizando su propio método, de que no había entidades que estuvieran
dictando cosas a los mortales.
[…]
l’originalité des œuvres de cet auteur […] réside dans la position qu’elles
occupent entre un ésotérisme que Lovecraft crée de toutes pièces et un
matérialisme qui repousse la futilité des croyances religieuses. C’est avec
cette contradiction qu’il crée un monde imaginaire influencé par le contexte
américain de l’entre-deux-guerres. Les changements et tensions engendrés par
les années vingt et trente lui inspirent cet univers placé sous le signe de la
démence et des progrès scientifiques[4]
(Gorusuk, 2013: 7).
Consecuentemente,
al ser Lovecraft un hombre bastante materialista, racionalista y ateo, los
aspectos habituales del terror no le convencían, y buscaba algo en lo que
pudiera creer y que lograra suplir a vampiros, fantasmas y demonios. Así,
mirando las estrellas, encontró en ellas la respuesta.
Irónicamente, pese a su ya
mencionado materialismo y racionalismo, su obra ha influido en numerosas
corrientes esotéricas, inclusive en la formación de Órdenes que reclaman su inspiración.
Lo que ha dado pie a que otra corriente de estudiosos afirmen que el Soñador de
Providence estaba imbuido de asuntos ocultos y que por alguna razón no quiso
darlos a conocer y prefirió encubrirlos en el seno de su ficción. John Engle en
uno de sus ensayos comienza diciendo lo siguiente:
His pantheon of deities and the
mythology interlinking them has become a rich tapestry for a myriad of
successive authors, as well as a powerful influence on the style of horror
fiction. Yet a particular subset of his adherents have taken a step further
from the norms of appreciation, emulation, and inspiration, and into the realms
of quasi-religious adulation. The very real world of esoteric magical and
occult practices has adopted Lovecraft and his works into its canon, which have
informed the ritual practices, or even formed the bedrock, of certain cabals
and magical circles. This bizarre phenomenon has swept Lovecraft's work into a
real world realm that has received little serious academic study. It is especially
bizarre because Lovecraft himself was a committed rationalist. That core
tension between Lovecraft’s rejection of the occult and the occult’s embrace of
his fiction drives much of this essay[5] (Engle, 2014: 85).
Total que el
asunto esotérico aún está por escribirse, y conforme se avance en el estudio de
la obra lovecraftiana irá saliendo a la luz todo ese caudal que emana de su
obra. De momento conformémonos con saber que la actualidad
de Lovecraft la podemos encontrar en esa descripción que hace de una humanidad
desolada que, si en pleno siglo XX solo fue un presagio ominoso, hoy es un
espejo y retrato mítico de una sociedad que ha día a día sigue perdiendo el
control sobre su propio destino, sobre su propia vida, sobre su propia finalidad.
Referencias bibliográficas
ENGLE, John (2014):
“Cults of Lovecraft: The Impact of H.P. Lovecraft’s Fiction on Contemporary
Occult Practices”. Mythlore (EEUU),
Vol. XXXIII, No. 1, Otoño-Invierno, pp. 85-98.
GORUSUK, Elisa
(2013): “Science et mythologie dans les oeuvres d’Howard Phillips Lovecraft”. Mémoire de master,
Université Stendhal. Grenoble, Francia.
LAZZARIN, Stefano (2004): “Horreur, hyperbole et
réticence chez Lovecraft”, en Belphégor
(Francia), Vol. III, No. 2, pp. 1-33.
MERIGO, Marta (2018): “H. P. Lovecraft: un mondo
fantastico all’ombra di Cthulhu”, en Art
Special Day. L’Arte nel tuo quotidiano (Milán, Italia), 20 de Agosto.
Recuperado el 18 de Septiembre de 2019, desde: http://www.artspecialday.com/9art/2018/08/20/lovecraft-mondo-allombra-di-cthulhu/
[1]
Como
todo artista, como todo gran genio que se anticipa a los tiempos, él también
fue marginado por la crítica y por el público de su tiempo, seguramente por ser
demasiado vanguardista en sus temas y en sus relatos (Trad. nuestra).
[2] No hay
amor, no hay redención; incluso la búsqueda de conocimiento es un irremediable
naufragio sin esperanza de ulissea
memoria (Trad. nuestra).
[3]
Raro o
espectral, gótico o fantástico, siempre es una cuestión de horror, y la
constelación de sinónimos que hemos descrito está subsumida por la fórmula del
título (Horror sobrenatural): admitamos entonces que es el horror ligado a la
representación de lo sobrenatural lo que hace, a los ojos de Lovecraft, la
unidad de la tradición literaria del cuento extraño, y admitamos también que
los textos de Lovecraft son solo el último florecimiento de esta tradición: las
historias de terror […] Lovecraft es un teórico del terror y un escritor de
terror (Trad. nuestra).
[4]
[…] la
originalidad de las obras de este autor […] radica en la posición que ocupan
entre un esoterismo que Lovecraft crea desde cero y un materialismo que rechaza
la trivialidad de las creencias religiosas. Es bajo esta contradicción que crea
un mundo imaginario influenciado por el contexto estadounidense de los años de
entreguerras. Los cambios y tensiones engendrados por los años veinte y treinta
le inspiran este universo puesto bajo el signo de la locura y el progreso
científico (Trad. nuestra).
[5] El entramado que hace de su panteón de deidades con la
mitología, se ha convertido en un rico escenario para un sinnúmero de autores
posteriores, así como en un poderoso referente en la forma en que se diseña la
ficción de terror. Sin embargo, una particular subcategoría de sus seguidores
han dado un paso más allá de las normas de apreciación, emulación e
inspiración, para dirigirse a los reinos de una adulación cuasirreligiosa. El
mundo real de las prácticas mágico-esotéricas y ocultas atrapó a Lovecraft y a
sus obras dentro de su canon, motivando prácticas rituales, o incluso, poniendo
las bases para ciertas cábalas y círculos mágicos. Este extraño fenómeno ha
extendido el trabajo de Lovecraft a un ámbito del mundo real que ha recibido
pocos estudios académicos serios. Es especialmente extraño porque el propio
Lovecraft era un racionalista comprometido. Esa tensión central entre el
rechazo de Lovecraft hacia lo oculto y la admisión de lo oculto de su ficción,
impulsa gran parte de este ensayo (Trad. nuestra).