El rigor del oído en la simpatía del
corazón:
Afinidades
Poéticas entre Juan Rulfo y José Gorostiza.
Por: Omar
Martínez
Colaboración
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Obra gráfica: Gustavo Mora. Revista Óclesis 5 |
La poesía
mexicana moderna, si por moderna se entiende: los momentos que el
hombre ha vivido siempre en cada momento; y por mexicana: el espacio de
vida de un idioma y una historia que apuntan su momento; posee características
que la distinguen como una de las tradiciones más sólidas, acaso accidentada,
del espíritu poético.
La poesía
mexicana moderna, en efecto, no tiene sino el significado de la
intemporalidad, la vida en el idioma, la historia en el idioma. Se ha nutrido
con la sangre de sus mejores hijos, se ha fortalecido a cada diálogo, a cada
verso y crítica; se ha formado en el verbo.
La poesía
mexicana moderna nace en un momento de universalidad, su destino es la
universalidad. Dos de sus hijos más queridos, Juan Rulfo (1917-1986) y José
Gorostiza (1901- 1973), no sólo la reafirman sino que observan la continuidad
poética de su espíritu.
A
partir de un par de versos, de un poema
A veces me dan ganas de
llorar,
pero
las suple el mar.
Y
del nombre de un personaje
Susana
San Juan
Puede observarse la
trayectoria de un mismo espíritu, el espíritu de la poesía mexicana.
Las
figuras de repetición pueden dar una idea. En el presente caso el nombre de Susana
San Juan acusa una notable repetición en
estrecho margen, repetición que al pasar a la disposición de sus elementos se
vuelve ritmo, una presencia sólida en el color de la poesía mexicana. El caso
de muchos nombres toponímicos, patronales, revela en ello, en el ritmo, su
carácter vital para el hombre; la relación entre ideal, respiración y palabra,
muestran en el caso de Susana San Juan un acierto
concertado en el espíritu poético. No es casual encontrarla cuando dan
ganas de llorar, sobre todo, porque las suple el mar, Susana
san Juan. La presencia de las vocales /a/ /u/,
pareciera sugerir la contención del espectro plástico del lenguaje, alfa y
omega que la rima entre llorar y mar
confirmaría a través de la imagen de una gota en comunión con un todo, con el
mar. Así, las consonantes /s/ /n/ /j/ /g/ que acompañan
a dichas vocales quizá llevarían a pensar en el límite y el horizonte, en las
señas del cristal, en el efecto ilusorio pero cierto de unir el cielo con el
mar. Una de las intervenciones en voz íntima de Susana San Juan deviene en
comunión con el mar. Otras intervenciones revelan que no llora Susana San Juan
ni ante la muerte de su madre, ni ante la muerte de su padre, ni ante su muerte
misma, antes percibe lo bello de una mañana de febrero o sonríe o despide a
quien por ella llora; no llora Susana el alma de su amado muerto sino siente la
ausencia del cuerpo vivo. La contención de un mar aclara el cristal y ya muchos
sabios han dicho que ante los más altos sufrimientos cualquier ademán es vano, dicen
que los muertos ya no se quejan. Nótese también la trinidad de la
consonante /S/, su natural
complemento no sin misterio en la consonante /J/; nótese que en el caso de la Elegía
de Gorostiza el heptasílabo (pero
las suple el mar) presenta una curiosa duplicación de la consonante
/P/. La doble /P/ a su vez vuelve e encontrase en el título de la obra de Rulfo: Pedro Páramo.
Las
Noticias sobre Juan Rulfo, que
Alberto Vital hace llegar de manera magnífica, hablan de la presencia en el
apellido de Susana San Juan del apóstol que anuncia la buena nueva, la
redención y el Apocalipsis, al lado de la de San Juan Nepomuceno; a ello podría
quizás añadirse la consideración de un tercer Juan, San Juan Bautista, un
profeta que se inscribe en una larga tradición. Un serio estudio sobre el
simbolismo de esta tríada de santos y la escritura de Juan Rulfo no dejaría de
ser interesante, como no dejaría de serlo el caso de San José, P.P. San
José: el sueño y la reflexión; la palabra y el no turbar ni el silencio
ni la vida; la penitencia y
el Apocalipsis; el secreto de confesión, las cosas dichas a media voz, en tono
suave. En la obra de Rulfo, el santo de la buena fama y confesión, San Juan
Nepomuceno, resulta especialmente intrigante pues involucra una tradición oral,
si bien no como podría ser el caso de los cantares de gesta que se difundían en
plazas y calles, sí la de un recinto habilitado por el espíritu que lo inspira
y lleva al recogimiento, al misterio y certeza de su misión para con él. Así,
al tiempo que Susana San Juan conserva su dolor en un lugar seguro, tan seguro
que nadie sino su intimidad conoce y que Pedro Páramo nunca llegó a conocer
como nunca nadie llegó a conocer la intimidad de Pedro Páramo, se dibuja en el
alma del lector un movimiento de voz íntima, un mecanismo de simbolización que
involucra la memoria universal de los hombres. El movimiento de voz íntima es
característico de la poesía mexicana, sus poetas la dibujan con un lápiz muy
fino, con ...
Una
luz difusa; una luz en el lugar del corazón, en forma de corazón pequeño que palpita como llama parpadeante.
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