domingo, 20 de octubre de 2013

EL VECINO DE LA ESCALERA

Laura Margarita Sánchez Peña.

Subía las escaleras con mucha prisa y desconcierto.  Había sentido su corazón palpitando intranquilamente y su rostro pálido había escondido por completo el maquillaje y el rubor que en la mañana se pusiera antes de ir al trabajo.
Ella empezó a recordar el día en que se encontró por primera vez al nuevo vecino del quinto piso y él la saludó con una linda pero descarada sonrisa, hacía poco que se había mudado al edificio y parecía simpático.

Fuente de imagen:
apuntesdelechuza.wordpress.com/tag/schopenhauer/
Después de un mes, era rutina encontrarlo en las escaleras, siempre a las ocho de la mañana. Desde el principio había existido una extraña química entre ambos y pronto de las sonrisas pasaron ambos a unos apasionados besos.
Por las madrugadas ella tenía el anhelo de ir a buscarlo al piso de arriba, pero prefería darse a desear un poco más, sabía que no siempre sería así, pero era impactante verlo a diario y respirar la loción de su camisa y sentir sus manos mientras la abrazaba tiernamente en el descanso de la escalera.
Además, aunque un piso los separaba, en los ratos en que ya no coincidían pero ambos estaban en sus respectivos pisos, ella se sentía unida a él, cuando ponía la televisión o el radio en la estación romántica y hasta medio abría la puerta del departamento para que ella escuchara canciones que parecían dedicadas exclusivamente a ella.
Un día, ella se levantó con un vacío especial en el estómago, se arregló como de costumbre y espero a que su adorable vecino bajará, pero fue inútil, ella no podía esperar más y salió a su trabajo a prisa. Todo el día se sintió intranquila, le faltaban sus besos, pero sobre todo le faltaba tener noticias de él. La noche anterior fue la primera vez que él bajo a la puerta de su departamento y le regaló un anillo azul.
 Se despidieron con la promesa de que se verían a la mañana siguiente en la escalera como siempre.
Al regresar del trabajo, ella preguntó al conserje si sabía algo del vecino del quinto piso y su sorpresa fue grande cuando le dijeron que el quinto piso estaba desocupado hacía más de medio año; ella no lo creía y por eso subía desconcertada la escalera, el maquillaje eran huellas del pasado y no comprendía cómo es que tenía puesto el anillo azul que él le diera la noche anterior. Ella tenía que cerciorarse si eso era verdad. Llegó al departamento, tocó y tocó la puerta sin recibir respuesta.
Bajó la escalera para entrar a su departamento. Aún no repuesta de la impresión, contestó el teléfono que sonaba insistentemente; era el conserje para decirle que le acababan de dejar unas rosas rojas con una tarjeta que decía: -¡Te quiero! Mañana vendré a verte.


1 comentario:

  1. Al iniciar leyendo, no sabia bien como estaba el tema, pero felicito a la autora porque poco a poco va llevando el interés al lector de lo que sucede y creo que tiene el gancho del misterio y cumple con el objetivo que es envolver a quien lee en el trama. Ojala siga así esta autora para crecer literariamente. Muy interesante el escrito. Gusta!..

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