De
estereotipos y estereotipados en la televisión
Por:
Jorge Luis Gallegos Vargas
Óclesis
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Fuente de imagen: http://culturacolectiva.com/los-estereotipos-al-desnudo/ |
La
televisión juega un rol muy importante dentro de la sociedad actual y es
justamente ahí en donde la mayoría de los estereotipos de difunden. La sociedad
actual se encuentra caracterizada porque ven la televisión como un “espejo”, es
decir, creen encontrar en ella un reflejo de lo que le sucede en la vida
cotidiana. Cada vez más tiempo a ella: un mexicano pasa de cinco a ocho horas
del día frente al televisor.
La
comunicación que se da en los ‘mass-media’, recibe el ‘feedback’ o
retroalimentación a través de la reproducción social, la modulación e
identificación con lo que ahí se ve. Cabe aclarar, que el mensaje en la
comunicación masiva está destinado a un público heterogéneo, tratando de crear
una uniformidad de pensamiento, aportando valores, modelos y normas culturales
estandarizadas. Los medios de comunicación actúan como agentes reforzadores de
creencias.
Es
imposible negar el poder que la televisión ejerce sobre la moral, la estética
de las masas, entendiendo por tales multitudes humanas, susceptibles de
manipulación, una frágil cohesión de sus eventuales y efímeros integrantes. Así
pues, la sociedad a partir de la segunda mitad del siglo XX, es una sociedad
con una severa crisis moral; crisis que se ha acentuado gracias a la aparición
de la televisión.
Un
estereotipo es un conjunto de creencias sobre los atributos que caracterizan a
un grupo social, y sobre los cuales existe un acuerdo básico. Las funciones con
las que cumple un estereotipo es la de categorizar y generalizar al mundo para
que exista una comprensión más coherente del mismo. Dichas funciones hacen que
los roles desempeñados dentro de una sociedad se caractericen en la persona,
generalicen las diferencias en el comportamiento: indicadas por su naturaleza y
no por su tradición previamente estereotipada.
La
coincidencia de encontrar personajes similares, demuestran que los televidentes
aceptan los estereotipos, haciendo que éstos se adopten en el imaginario
colectivo. Dentro de los melodramas es necesaria la existencia de la imagen
antagónica para justificar la existencia de una heroína.
No
es raro que la mujer busque identificarse y buscar dentro de ellas los valores
que tienen las protagonistas, sobre todo las amas de casa, que son el público
al cual van dirigidos dichos programas televisivos.
Hasta
hace algunos años, la imagen femenina más recurrente en las telenovelas era al
de las ‘Marías’. Estas mujeres viven con alguno de sus familiares, pero siempre
se enfrentan ante la ausencia de uno de ellos: el cual siempre es adinerado; el
dinero que recibe por su trabajo es utilizado para beneficiar a los demás; es
discriminada por su nivel económico; es mal educada; es analfabeta; son nobles,
bellas y tímidas; aman en silencio al personaje masculino, quien es pareja de
la antagonista; lloran como símbolo de fragilidad; es poco inteligente pero sus
valores la llevarán a la consecución de un final feliz; entre otros.
Estas
características se aplican a la gran mayoría de melodramas. Es difícil
encontrar telenovelas en donde no existan bueno ni malos; en donde no existan
personajes tan delineados, es decir, que no cuenten con figuras estereotipadas.
Las telenovelas emiten mensajes permeados de valores, o falsos valores que son
adoptados por el receptor.
Es
claro que los discursos telenoveleros son sexistas, limitando el desarrollo
intelectual de las personas; al mismo tiempo, se hace un ejercicio de
discriminación hacia la mujer, ya que la mujer que es inteligente
(antagonista), tiene un final trágico.
Al
mismo tiempo, la mujer dentro de los medios es manifestada como un ente
emocional y afectiva; donde quizá, los únicos roles que pudiera desempeñar es
el de madre, esposa o ama de casa.
Los
discursos televisivos pues, subestiman a la mujer, quitándoles características
que también son propias de ellas: inteligencia, independencia, capacidad para
tomar decisiones, fortaleza... Los estereotipos femeninos no aceptan que la
mujer sea cariñosa e independiente, tierna y creativa al mismo tiempo. Quizá el
problema tiene connotaciones culturales y no sociales.
Así,
los estereotipos parten de una realidad, misma que es reconstruida y determinan
valores, modelos a seguir, cánones estéticos; y al mismo tiempo imponen una
forma de control social, un modelo violento para la demostración de poder de
cualquier índole, y todo esto para controlar la interacción social.
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