domingo, 4 de octubre de 2015

De estereotipos y estereotipados en la televisión
Por: Jorge Luis Gallegos Vargas
Óclesis


Fuente de imagen:

http://culturacolectiva.com/los-estereotipos-al-desnudo/
La televisión juega un rol muy importante dentro de la sociedad actual y es justamente ahí en donde la mayoría de los estereotipos de difunden. La sociedad actual se encuentra caracterizada porque ven la televisión como un “espejo”, es decir, creen encontrar en ella un reflejo de lo que le sucede en la vida cotidiana. Cada vez más tiempo a ella: un mexicano pasa de cinco a ocho horas del día frente al televisor.
La comunicación que se da en los ‘mass-media’, recibe el ‘feedback’ o retroalimentación a través de la reproducción social, la modulación e identificación con lo que ahí se ve. Cabe aclarar, que el mensaje en la comunicación masiva está destinado a un público heterogéneo, tratando de crear una uniformidad de pensamiento, aportando valores, modelos y normas culturales estandarizadas. Los medios de comunicación actúan como agentes reforzadores de creencias.
Es imposible negar el poder que la televisión ejerce sobre la moral, la estética de las masas, entendiendo por tales multitudes humanas, susceptibles de manipulación, una frágil cohesión de sus eventuales y efímeros integrantes. Así pues, la sociedad a partir de la segunda mitad del siglo XX, es una sociedad con una severa crisis moral; crisis que se ha acentuado gracias a la aparición de la televisión.
Un estereotipo es un conjunto de creencias sobre los atributos que caracterizan a un grupo social, y sobre los cuales existe un acuerdo básico. Las funciones con las que cumple un estereotipo es la de categorizar y generalizar al mundo para que exista una comprensión más coherente del mismo. Dichas funciones hacen que los roles desempeñados dentro de una sociedad se caractericen en la persona, generalicen las diferencias en el comportamiento: indicadas por su naturaleza y no por su tradición previamente estereotipada.     
La coincidencia de encontrar personajes similares, demuestran que los televidentes aceptan los estereotipos, haciendo que éstos se adopten en el imaginario colectivo. Dentro de los melodramas es necesaria la existencia de la imagen antagónica para justificar la existencia de una heroína.
No es raro que la mujer busque identificarse y buscar dentro de ellas los valores que tienen las protagonistas, sobre todo las amas de casa, que son el público al cual van dirigidos dichos programas televisivos.
Hasta hace algunos años, la imagen femenina más recurrente en las telenovelas era al de las ‘Marías’. Estas mujeres viven con alguno de sus familiares, pero siempre se enfrentan ante la ausencia de uno de ellos: el cual siempre es adinerado; el dinero que recibe por su trabajo es utilizado para beneficiar a los demás; es discriminada por su nivel económico; es mal educada; es analfabeta; son nobles, bellas y tímidas; aman en silencio al personaje masculino, quien es pareja de la antagonista; lloran como símbolo de fragilidad; es poco inteligente pero sus valores la llevarán a la consecución de un final feliz; entre otros.
Estas características se aplican a la gran mayoría de melodramas. Es difícil encontrar telenovelas en donde no existan bueno ni malos; en donde no existan personajes tan delineados, es decir, que no cuenten con figuras estereotipadas. Las telenovelas emiten mensajes permeados de valores, o falsos valores que son adoptados por el receptor.
Es claro que los discursos telenoveleros son sexistas, limitando el desarrollo intelectual de las personas; al mismo tiempo, se hace un ejercicio de discriminación hacia la mujer, ya que la mujer que es inteligente (antagonista), tiene un final trágico.
Al mismo tiempo, la mujer dentro de los medios es manifestada como un ente emocional y afectiva; donde quizá, los únicos roles que pudiera desempeñar es el de madre, esposa o ama de casa.
Los discursos televisivos pues, subestiman a la mujer, quitándoles características que también son propias de ellas: inteligencia, independencia, capacidad para tomar decisiones, fortaleza... Los estereotipos femeninos no aceptan que la mujer sea cariñosa e independiente, tierna y creativa al mismo tiempo. Quizá el problema tiene connotaciones culturales y no sociales.

Así, los estereotipos parten de una realidad, misma que es reconstruida y determinan valores, modelos a seguir, cánones estéticos; y al mismo tiempo imponen una forma de control social, un modelo violento para la demostración de poder de cualquier índole, y todo esto para controlar la interacción social.

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