Mare Magnum
Por. Hugo López Coronel
Óclesis
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Fuente de imagen: http://elviajedeanonimo.blogspot.mx/ |
El discurso de la
historiografía francesa ha mitificado el hecho revolucionario de 1789 como la
bisagra que marca el giro del proceso histórico que hizo entrar al Mundo
Occidental en una nueva etapa que ella misma bautizó con el nombre de
"contemporaine". Sin duda, es verdad que aquel fenómeno histórico fue
de importancia trascendental, pero también hay que observar que alrededor de
esa fecha se produjeron otros acontecimientos que vinieron a reforzar la idea
de cambio. En ese mismo año, George Washington fue nombrado primer presidente
de los Estados Unidos de América, y también en ese año se instaló la primera
máquina de vapor para la industria del algodón en Manchester. Fueron tres
acontecimientos que, aunque muy diferentes en importancia, simbolizan el
comienzo de una nueva edad impregnada: el conflicto entre las “realidades”
vieja y nueva en Francia, el nacimiento de una nación en América y el comienzo
del predominio de la máquina para la producción industrial. Con todo esto, la
fecha de 1789 prevaleció sólo en los países latinos, entre ellos, por supuesto
España, fuertemente influida por la cultura francesa. En tanto en los países
anglosajones, al hablar de Historia Contemporánea, se hace referencia más bien al
periodo del pasado reciente que se inicia con el siglo XX o incluso, más
adelante, con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Todo lo anterior es para
ellos Historia Moderna o Modern History. Se utiliza, por tanto, un criterio
distinto y se retrae su comienzo a una fecha más reciente. Sin embargo, aun
respetando todos los criterios que, de acuerdo con los argumentos de
convencionalidad empleados anteriormente, pueden ser perfectamente válidos. Hay
razones para justificar que alrededor de los últimos años del siglo XVIII y
primeros del XIX, se inicia una nueva era histórica. Todos los movimientos
revolucionarios o independentistas que se produjeron durante estas fechas están
marcados por una nueva ideología, por ciertas diferenciales que los distinguen
de los fenómenos históricos que se produjeron en la Edad Moderna. Hay
quienes estiman que estas diferenciales estaban también implícitas en la etapa
histórica anterior, pero ello no contradice la realidad incontestable del
cambio y por tanto es natural la relación entre las distintas épocas
históricas; se ha negado ya la existencia de cortes bruscos en el proceso
histórico. Los cambios, aun siendo revolucionarios, no significan la ruptura
total con lo anterior, ni la aparición de realidades totalmente nuevas; esto
quiere decir que los procesos históricos se realizan paulatinamente y desde
diversos contextos, por eso suele suceder que los contemporáneos no tengan
conciencia de los fenómenos transformadores. Sin embargo, la observación del
historiador, con la ayuda que representa la perspectiva del tiempo, puede
fácilmente apreciar el contenido diverso de los distintos periodos en los que
se suele dividir el discurso histórico. En efecto, por su contenido, la Historia Contemporánea
resulta de más fácil aceptación como unidad monográfica; comprende el
desarrollo histórico del Nuevo Régimen salido de la crisis de finales del siglo
XVIII y comienzos del XIX, que se contrapone al Antiguo Régimen, anterior a la Revolución. El
concepto de Nuevo Régimen fue fijado por los historiadores de la cultura a
principios de siglo XX y constituye una realidad histórica coherente, cuyos
supuestos políticos, sociales, económicos e institucionales se han mantenido,
cuando menos, hasta la
Segunda Guerra Mundial. En este sentido, la novela “El Siglo
de las Luces” de Alejo Carpentier nos instala en el centro de la tensión virado
al marco caribeño durante el devenir de los sucesos. Basado en una exhaustiva
investigación histórica acerca de la existencia de Víctor Hugues, ignorado por
la historia oficial de la Revolución Francesa , Carpentier nos lleva al
contexto colonial caribeño de una forma aguda, magistral e intensa, dejándonos
ver aquella sociedad de castas, esclavista, con cierto aire de escrutinio y
crítica hacia la moral pertenecientes a esta época de esclavitud, en donde
precisamente es Víctor Huges, quien “envestido de poderes” lleva a cabo las
ideas revolucionarias aboliendo la esclavitud en estas tierras de paraíso, en
donde “Dos tiempos históricos, inconciliables, se afrontaban en esa lucha sin
tregua posible, que oponía el Hombre de los Tótems al hombre de la Teología. Porque
súbitamente, el archipiélago en litigio se había vuelto un archipiélago
Teológico. Las islas mudaban de identidad integrándose en el auto sacramental
del Gran Teatro del Mundo”. (Carpentier, 2004: 293). Bien cabe señalar la
importancia de los sucesos históricos para poder comprender el orden
geopolítico, social y económico de nuestros tiempos. Tal pareciera que nuestras
sociedades modernas viven en un “mare mágnum” al no querer visualizar la
importancia que tiene el conocer los hechos históricos, fundamentales para
nuestra idea de nación, condenándonos a
tantos otros a vivir bajo la ignominia y la desazón. .