La
Poesía [Escritura] y su relación con
el Delirio [Verdad] como expresión
del Ser [Inconsciente estructurado como
un lenguaje]
Por: Pablo Garay Marín
Colaborador
Allí
donde Ello era, Yo debe advenir.
S.
Freud.
Ahí
donde me pienso no soy y donde soy no me pienso.
J.
Lacan
I.
¿Pueden
tener el mismo cimiento estructural la
Poesía y el Delirio?
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Obra Gráfica: Miguel Escabernal
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Sin ánimo de pretensión teórica, la respuesta que intentaremos elaborar la
obtendremos desde el ámbito Psicoanalítico y Filosófico. Ahí de donde la
Verdad, sólo es presentada como un desocultamiento, donde la Escritura es el
molde de la subjetividad, donde lo Inconsciente se estructura como un lenguaje
y habita al Sujeto, ahí donde lo hace presa de éste, donde es Sujeto de lo
Inconsciente. Y no únicamente hablando de la teoría, sino desde quien escribe
este artículo. Porque de qué otra forma se puede escribir, si no es arriesgando
el propio Ser.
De esta forma, la línea
que recorreremos será la de establecer qué relación guardan la Poesía y el
Deliro como formaciones de lo inconsciente. Cómo pueden tener cierto rasgo de
semejanza dos cosas aparentemente opuestas; por un lado, una que obedece más a
un “arte” a una “estética” y por otro lado, un aspecto que obedece a una
insensatez, a una enfermedad. Paralelamente procuraremos establecer [aventurar] la relación que pueden
guardar los términos antes mencionados con la noción de Verdad (Heidegger)
Escritura (Derrida) y Lenguaje (Lacan). Ambicioso; tal vez. Cumplible; es la
apuesta. Honesto; indudablemente.
Partamos del hecho de
asemejar el delirio y la poesía. Como ya mencioné en otro lugar, la concepción del primero
ha sido y es, sin duda, la concepción como algo enfermizo, denigrante al propio
logocentrismo occidental y por qué no, hasta diabólico; mientras que el segundo
se asocia más a la belleza del Ser, la armonía de los versos al amor y la
grandeza del espíritu humano ¿Dónde entonces se pueden asemejar tales
constructos análogos?
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He aquí lo formidable del
hecho, se pueden asemejar por sus analogías, es decir; que más belleza que la
creación humana del delirio por el amor utópico, pasional; de la armonía humana
y sus vicisitudes cotidianas por lograr el tan anhelado momento mítico de la Nirvana existencial; que más armonía que
la de los versos que emanan de un espíritu hablante, rebelde, contestario a la
realidad asfixiante de nuestros propios esfuerzos de sistematización humana o
mejor dicho, de los amos que nos hemos creado a la medida; qué fuerza más
endemoniada, aquélla que nos hace vibrar con el amor carnal, el odio y los
celos de la salvaje cultura corporativista-mercantil que vivimos a través de
nuestras organizaciones capitalistas. Cómo defender, que lo que llamamos Cultura, no puede ser sino un delirio humano. Cómo saber que lo que
llamamos humano no es más que un
delirio ancestral.
Afortunadamente para los
poetas, efectivamente el delirio puede ser poético y ellos aspirar a ser
aquellos locos que mueven los hilos de la vida. Afortunadamente
tendremos siempre poetas contestatarios –entre muchos- como Saramago y su
izquierda, Sor Juana y su manifiesto contra aquellos que acusáis sin razón a la mujer…; un Sade o Cristina Rivera que nos
traslade al erotismo sin necesidad de 8 mm; lo picaresco de una noche con Sabina
y vino tinto; la profundidad de Benedetti, el bunburismo cínico de Wilde y
tantos locos que han respondido a
esto que llamamos Razón-Sentido y que
ha abierto brecha en la rebeldía del Ser, en la incontenible Verdad del Sujeto.
Y me sigo preguntando ¿Aún
es posible sostener que no hay relación entre ambos?
II
La
Escritura del Ser
La historia que
vivimos es una escritura
Octavio Paz
La primera lectura que haremos con
respecto a la Poesía como escritura, es a partir del término de Escritura de
Jacques Derrida ¿Es necesario esta lectura? Por supuesto, si es que tratamos de
demostrar que la poesía es una escritura, pero no una cualquiera, sino una
Escritura del Ser. Situémonos primeramente
sobre la polémica de la que participa Derrida, al criticar cierto logocentrismo que subordina la escritura
a la expresión oral, entendida como la palabra que además es irrumpida por el
pensamiento, de ahí el logocentrismo. A esto sumado el trabajo de Saussure con
respecto al significado y significante. Pero qué es lo que
retomamos de Derrida, para fijar los cimientos de nuestra homologación teórica de la poesía y el delirio.
¿Por qué la Poesía es la Escritura
del Ser? Derrida afirma que la escritura no puede estar subordinada por la
expresión oral, tampoco afirma lo contrario. Simplemente asevera que la
realidad no puede ser abarcada ni por la palabra escrita ni menos por la
expresión oral. Para él, la escritura es un intento banal de la adecuación de
la realidad, tan sólo es un agente de significantes que los organiza y origina,
lo que conocemos como lenguaje. Para Derrida la palabra plena nunca será un
acceso a la realidad, debido al hecho de la no-correspondencia entre
significado y significante, contrario al planteamiento saussureano. Según
Derrida (1989) hay un hecho importante al que denomina Difference, de la cual desprende que es absolutamente necesaria
esta Difference en la creación de
significado. Afirma que la consecuencia del juego entre conceptos y palabras
deja como resultado el hecho de que no haya presencia pura, que como dice él en
el texto de Escritura y Diferencia
(1989) no existe palabra plena ni
existirá jamás. Por lo que el anhelo de un signo que describa plenamente la
realidad es un sueño imposible.
Qué queda de ello. La Ausencia diría Derrida. Esto es
justamente la materia prima del poeta, hablar de las ausencias, hablar de lo
que no está físicamente, hablar de lo que por su dificultad de aprenderlo se
hace objeto de metaforizarlo. Y no sólo es asunto de establecer estructuras
gramaticales, sino de dejar o mejor dicho vaciar
esta imposibilidad de abarcar dicha realidad que sólo el poeta observa y
relaciona en versos que -con o sin- estructura gramatical ad hoc puede delinear a modo de darnos una idea –cercana quizás- de
lo que está observando, de lo que está viviendo.
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Y esto es justo a lo que
Lacan se refiere al asegurar, que la palabra es aquello que padece por el
significante, aquello que se pierde en la significación, a saber la Verdad o en
términos de Derrida; la palabra plena.
Por esto mismo la poesía
no la hacen todos, sino sólo aquellos que se dejan poseer por esta ausencia de
significado y la rellenan de sus propios significados. La poesía es escritura hecha
por aquellos que logran acuñar ciertos significantes en torno a un significado.
Aquello que está en su mente y solo a ellos responde. Ese es el valor del
Significante Lacaniano.
De otra forma, cómo
imaginaríamos –por ejemplo- el “amor” significado por el Sr. Pérez o García
solamente. La belleza de ese concepto es que cada quien le atribuye una
experiencia propia y un cúmulo de significantes propios, que en su conjunto
estructuran lo que podríamos decir; un poema. Por supuesto no todos escriben lo
que sienten, ni todos tienen el bagaje de significantes para hacerlo, pero no
por ello cada sujeto es presa de sus propios significantes para sentirlo-vivirlo,
aspecto fundamental en la lectura de la poesía. De esta forma la poesía es arma
de dos filos; arma de seducción para quien se atreve a escribirla y filo
seductor para quien se deja seducir por la lectura de ella.
III
La
Verdad como estructura del Ser.
La Verdad tiene
estructura de ficción.
Jacques Lacan
Ya hablamos del hecho de que ningún
significante logra producir la significación en sí mismo. Afirmamos la
no-existencia de una palabra plena, con base en Derrida. Comentamos acerca de
la diferencia que queda después de producida la precipitación de significado en
torno a un simple molde, a saber; la letra, la escritura en sí misma. Sin
embargo cabe la pregunta acerca de qué es entonces para un sujeto ese “resto”
que no alcanza a ser aprendido por el signo ni por el habla. A saber; la
Verdad.
A menudo confundimos el
término Verdad, como acierto-sabiduría-conocimiento validado y por lo general
se dice de la Verdad, como algo inaccesible para el sujeto y justo por
inaccesible es también misterioso y enigmático. Sin embargo, no es la única
concepción y en esta ocasión haremos uso del término, desde la lectura que
Martin Heidegger tiene al respecto y que más adelante usará el mismo Lacan para
fines de la teoría psicoanalítica.
¿Qué es la Verdad?
Heidegger (1971) afirma al respecto de la Verdad, que sólo puede ser concebida
como un desocultamiento o para ser más exactos, él la denomina: Aletheia.
Heidegger asevera la imposibilidad
del hombre de acceder a lo absoluto de la Verdad, sin embargo tampoco está
exento de ella, es por eso que propone la idea de que sólo a través de pequeños
instantes, los cuales denomina como sagrados,
es posible acceder a ella ¿y por qué desocultamiento? Justamente en la medida
en que se des-oculta, en que algo de la naturaleza de la Verdad es arrancado
del ocultamiento y se manifiesta para después volverse a ocultar y permanecer
como un enigma. De otro modo no sabríamos nada de ella.
Esto resulta más claro en
la medida en que imaginamos el mundo de las ciencias sociales y la variedad de
corrientes de pensamientos dónde ninguna por sí sola, ha logrado aprender eso
que denominamos realidad y que nos llevaría a explicar la Verdad de la esencia
humana, basta preguntarse ¿qué es lo
humano? Y el cúmulo de teorías dónde nos explicarían –unos más que otros- cuál
es el significado de ello, teniendo en cada una parcialidades de dicha
respuesta, o bien imaginar cualquier paradigma científico dónde no haya sido la
suma de investigaciones la que nos permite llegar a afirmar algún dogma que
años mas tarde se sabe que será sustituido. No es mas que esas “parcialidades”
de verdad, que se nos van des-ocultando. Incluso Heidegger (2001) también llega
a afirmar al respecto, que aquello de la Verdad del sujeto solo es manifestado
a través de lo que denomina “sendas
verdades”, refiriendo a que no existe ni siquiera una sola Verdad sino
que, es solo la Verdad que cada sujeto construye a partir de su experiencia.
¿Qué ocurre en la experiencia del
Sujeto al hablar de Verdad?
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Aplicando aquí algunas categorías
psicoanalíticas, diremos que cuando Lacan importa este concepto de Verdad
heideggeriano, lo hace para explicar que toda manifestación de lo inconsciente,
sólo puede entenderse a partir de la idea del des-ocultamiento, como lo refiere
Jorge Alemán (1998) El ser se (des)oculta,
brota como apariencia, aparece, se presenta.
En el seminario Encore (1975) Lacan afirma que la Verdad sobre el deseo -que es inconsciente-
es a menudo expresado a través de actos fallidos, tales como lapsus, sueños,
síntomas, etc. Si seguimos a Lacan en su lectura, podemos darnos cuenta que en
realidad, dicha idea proviene del mismo Freud, quién en su Interpretación de los sueños (1900) nos propone la lectura de éstos,
de una manera diferente, aquella dónde cada significante de un sueño no
necesariamente corresponde a los significados universales sino a los
significados de cada Sujeto. Uno de los aspectos que divide a Freud de Jung y a
Lacan de Saussure. Dichos conceptos de Verdad, Verité y
Aletheia apelan –desde la lectura
psicoanalítica- al hecho de que aquellas manifestaciones de lo inconsciente
serán siempre momentos sagrados –ya
lo mencione antes- los cuales se manifiestan solo por pequeños instantes y que
están ahí para ser leídos por el sujeto que emite dicha palabra, a título de
mensaje –para ser leído- y que es a través de esto, que Freud denomina;
formaciones de lo Inconsciente, dónde el Ser
del Sujeto se manifiesta para inmediatamente después, difuminarse en la sabia
expresión de la negación; ups! me equivoque, no fue lo que quise decir, etc.
Si hablamos de la Verdad del Sujeto,
precisamente nos referimos a que es sólo a través de lo que denominamos como
formaciones de lo Inconsciente, como se puede tener noción del propio Ser, que
se despliega a través de los sueños, los lapsus, los síntomas, las mentiras y
efectivamente en el Delirio, que es el núcleo central de nuestro trabajo.
Y aquí nos encontramos con la critica
que hace Lacan a Saussure, mientras este afirma que el significante es el
elemento fonológico del signo, su imagen mental acústica que significa un significado. Lacan afirma que es cosa
contraria y que cada significante no significa nada en sí, sino a través de la
mediación del Sujeto es que se carga de significado y es entonces que un árbol puede ser a la vez un árbol de levas como también un árbol genealógico o incluso ambas, según
el sujeto que lo enuncia.
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En este contexto, qué es entonces un
Delirio; palabras burdas e insensatas que no tienen ningún sentido para quien
las oye ó bien; una creación lingüística donde cada significante está lleno de
los propios significados del delirante en turno y quizás por accidente o con
intención, son acomodados de una forma tal, que generan un Texto, dónde la diferencia
–de la que nos habla Derrida- queda subyacente-suspendida como niebla en la
estructura de dicho texto delirante, pero que sin embargo, es ahí donde reside la
Verdad de dicho Ser, que se
des-oculta en cada significante del delirio y que si tiene suerte, alguien
llegará al intento de leerlo ¿Dónde marcar la diferencia de la poesía?
Y justo es el punto en que Freud, se
atreve a cambiar la concepción del Delirio, como una tentativa de cura, que
solo a través de su lectura es posible estabilizarlo. Lo que Lacan denominaría
muchos años más adelante como el Sinthome.
Viene a mi mente, un ejemplo que bien
puede ilustrar esto, a saber; el tan citado caso del Presidente Daniel Paul
Schreber, el cual tras ser nombrado Juez de la Suprema corte de Dresde, le
sobreviene el delirio sobre, qué se sentiría ser una mujer en el momento del
acoplamiento y de ahí desarrolla dicho delirio, en que él puede ser la mujer de
Dios, del cual nacerá una nueva especie humana ¿Este argumento futes puede
significar lo mismo para quien lo escucha que para el Dr. Scherber? Sin duda
alguna no. En el caso clínico de El Sr.
De los lobos de Freud, la imagen “V”, juega un papel importante en su
alucinación y nadie podría atribuirle un significado tan sólo por verlo. Ese es
el punto de la significación en
psicoanálisis, en el cual no existe un tesoro de los significantes universal que
explique todo, sino que cada sujeto produce sus propios significantes en torno
aquello que –cree- que es su Verdad.
De aquí deriva que la clínica psicoanalítica no es aplicar leyes patógenas a
cada síntoma psicológico, sino que cada sujeto construya su propio edificio de
Verdad, dónde los significantes adquieran un valor y una lógica propia. Sin
duda esto puede generar más angustia, que meramente aplicar un diccionario
médico. Es como descender al infierno acompañado de la mano delirante de Dante.
IV.
Poesía y Ser
Poetizar es nombrar
una palabra para el oficio
de hablar del ser;
inventarle a un vulgar
físico sonido, el
oficio de hablar del ser.
J.D. García Bacca
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En párrafos anteriores empezamos a
dilucidar esta relación desde la lectura psicoanalítica y hasta ahorita hemos
aseverado la relación de la poesía como
producción literaria íntimamente ligada al campo de la Verdad, entendida esta
como Verdad del Sujeto, en tanto que es expresada a través de las formaciones
de lo inconsciente, las cuales son pequeñas manifestaciones que se desocultan
en la medida que se retienen como ocultamiento.
Realmente esta relación en la
tradición psicoanalítica, no la inicia Lacan con Heidegger, viene desde el
mismo Freud. Como mencionamos anteriormente, en Interpretación de los sueños
(1900) ya inicia una manera diferente de analizar los sueños, los lapsus e
incluso los mismos síntomas y no porque el sueño o cualquier otra manifestación
de lo Inconsciente sea poética por su estética, sino mas bien es poético por su
arquitectura, ya sea del sueño o del Delirio podríamos afirmar que tanto uno
como otro, son escritura poética del deseo, que quizás no están apegados a las
leyes de la métrica, sino a las leyes de la pasión –si es que existen-. La poesía “clásica” implica tal vez rima y
métrica, la poesía leída desde el psicoanálisis implica “estallido” y es además
una guerrillera del sentido
La poesía métrica acomoda las palabras
ordenadamente de acuerdo al sentido que quiere significar; el poeta que hace
poesía, por el contrario, es aquel que se deja poseer por la Palabra y de la
cual hace texto, dónde las palabras se revelan, irrumpen, se convierten en a-dicción, dónde van y vienen en una
pasión marítima, dónde la ola que revienta por la noche, hace que los
significantes se precipiten en torno a un texto, texto a partir de la
experiencia de quien se arriesga a hacerlo. De ahí su Verdad, de ahí la Verdad
de su Decir, que lo implica y que lo hace quizás mi-ser-hable, en la medida que es sabedor, de que nunca vendrá la Palabra
que logre capturar su propio deseo, su propia Verdad.
Por lo tanto, si argumentamos lo que
una formación inconsciente tiene de naturaleza poética, luego entonces, cabe la
pregunta ¿Cómo es la arquitectura de una formación de lo Inconsciente? Según LaPlanche y Pontalis (1993) las formaciones
del Inconsciente se definen como aquellos fenómenos en los cuales las leyes del
inconsciente se ven con mayor claridad, a saber; el chiste, los síntomas, los
lapsus y aquí distingo el delirio. Freud denomina estas “leyes” como la
condensación (conjunto de distintas
imágenes en una sola) y el desplazamiento (imagen que es desplazada por otra) que Lacan redefine como metáfora
y metonimia. En ambos casos –Freud y Lacan- lo que denominan dichos conceptos, son las irrupciones
involuntarias en la existencia del sujeto, que siguen procesos lógicos e
internos del lenguaje y que permiten registrar el deseo. Inconsciente estructurado como un lenguaje (Lacan 1966)
Tal es el caso de los síntomas. Por
citar alguno; en el síntoma histérico por ejemplo, la imagen inconsciente –trauma dirían algunos- es reemplazada
por una nueva imagen que representa a la anterior y dónde se concentran varias
representaciones de tipo inconsciente. El síntoma se presenta por ejemplo en el
dolor de piernas o en alguna dermatitis por citar alguna patología específica
¿Qué función tiene dicho síntoma? Representar para el sujeto una vivencia que
fue dolorosa o penosa, a partir de una imagen que resulte ajena. En este caso
la zona del cuerpo, que por alguna razón asociativa, se convierte en la
receptora de todo ese cúmulo de significados que en principio son enigmáticos
para el sujeto, que solo sabe que sufre.
En este caso, tanto el síntoma como la
zona del cuerpo se conjugan en una sola representación, la cual se convierte en
metáfora de un proceso inconsciente, que llevo a fusionar ambas y que tras la
experiencia analítica, al sujeto se le revela un significado. En este caso es
dónde Lacan afirma que no existe la correspondencia entre significante y
significado. Un dolor de piernas no necesariamente puede ser una mera artritis
sino más bien puede ser el dolor de caminar, de caminar en la vida… Nótese la resonancia de posibles
significados; caminar en la vida… cómo
se convierten en la metáfora de un cúmulo de significados propios de quién lo
padece.
¿Qué ocurre en el delirio? Bajo esta
perspectiva el deliro es el juego de significantes en movimiento constante
–metonímico- los cuales dejan de tener un solo significado lingüístico y
adquieren el significado que cada sujeto le asigna. De esta manera, un delirio
se nos presenta no solo como algo extravagante e insensato, sino también como
algo loable y digno de todo el respeto posible, como la paz del mundo. En resumen, el delirio como toda formación del
inconsciente, expresa la verdad del sujeto. La estructura del lenguaje –que
preexiste al sujeto- es su condición, la que lo estructura. En este sentido, el
lenguaje en psicoanálisis será siempre vinculado a la búsqueda de la verdad
–del sujeto mismo- aunque esta se revele en la estructura de la ficción, misma ficción o realidad, que leemos en los
múltiples poemas de aquellos que escriben o bien de aquellos que trascienden la
experiencia analítica.
En este sentido, entendemos el delirio
como el juego de significantes que el sujeto articula en un discurso y en dónde
cada significante tiene un papel y significado propio. La poesía es en cierto
sentido lo mismo; la armonización de un cúmulo de significantes en dónde cada
uno es revelado a modo de enigma, a veces hasta del mismo creador.
En ambos casos –delirio y poesía-
están ahí siempre para ser leídos, pero siempre ocultando la fibra intima de su
significado (Des)ocultándose y por eso mismo, nunca se decodifican o acaso
algún poeta explica el porqué de una palabra en lugar de otra.
VI
Conclusión
Definitivamente pensar que el oficio
de la escritura o de hacer poesía esta descrito solo por haber hecho algunas
líneas de reflexión en torno a ella, sería más que presunción, una insensatez
absoluta. El asunto aquí fue argumentar una hipótesis, en torno a qué tanto el
delirio como formación del inconsciente –estructurado como un lenguaje- puede
encontrar las mismas coordenadas artífices de la poesía como actividad humana.
Ambas son producciones un tanto espontáneas, inexplicables en función de su
momento creativo y en definitiva implican a quien lo produce, a veces más a
veces menos, pero en definitiva vaya que un poeta como un sujeto, están jugados
en su creación, llámese esta; novela, poema ó bien lapsus, síntomas o discursos
delirantes. Cabría la pregunta sobre quiénes en realidad pueden escribir
poesía, considerando que todos, de alguna manera somos sujetos de lo
inconsciente. Mucha gente es asidua lectora a la literatura, pero sin embargo
no tienen el oficio de escribir poesía. Me parece una respuesta tan enigmática
y misteriosa como un poema mismo.
Queda abierto el elemento, acerca de
cómo se juega específicamente el delirio psicótico y su relación con lo Real lacaniano
y la creación poética, incluso podría reflexionarse sobre esta misma
perspectiva, a partir de aquello que el psicoanálisis lacaniano entiende por lo
femenino y su relación con lo Real, con la creación artística y sobretodo con
la poesía.
Asemejar el arte de la poesía con la
clínica psicoanalítica es muy fructífero pero a la vez muy arriesgado, pues es
mezclar “lo bueno” con “lo malo”, sin embargo esa era la apuesta. Lo que si
debe quedar claro es que a partir de la pluma de Freud, el psicoanálisis abrió
una brecha insoslayable entre la interpretación y la decodificación, entre el
significado y el significante, en la cual gana únicamente quien pierde, a
saber; el sujeto, como sujeto de lo inconsciente y esa es la mal-dicción del Psicoanálisis.
La
realidad es un manojo de poemas sobre los cuales nadie reclama derechos de
autor. Debajo de cada piedra, de cada baldosa, se esconde un poema.
M. Benedetti.
REFERENCIAS.
Aleman, J. & Larriera, S. (1998) Lacan:Heidegger. El Psicoanálisis en la
tarea de pensar. España: Ed. Miguel Gómez Peña.
Derrida, J. (1989) La escritura y la diferencia. España: Anthropos.
Freud, S: (1996) La interpretación de los sueños. Tomo IV. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S: (1996) De la historia de una Neurosis Infantil (Hombre de los Lobos) Tomo XVII.
Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S: (1996) Puntualizaciones
psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoides) descrito
autobiográficamente. Tomo XII Buenos Aires: Amorrortu.
Heidegger, M. (1971) El Ser y el
Tiempo. México: Fondo de Cultura Económica.
Heidegger, M. (2001) Introducción a la
Filosofía. Univesitat de Valencia, España: Frónesis Cátedra.
Lacan, J. (1966) Función y campo de la
palabra y el lenguaje en Psicoanálisis. Escritos I. Buenos Aires: Siglo XXI
Ed.
Lacan, J. (2001) La instancia de la Letra
en el Inconsciente ó la Razón desde Freud. Escritos I Buenos Aires: Siglo XXI
Ed.
Lacan, J. (1975) El Seminario, libro
20 “Encore”. Buenos Aires: Paidós.
La Planche, J. & Pontalis, J.
(1993) Diccionario de Psicoanálisis. España: Ed. Labor.