domingo, 19 de octubre de 2014

La virgen de los sicarios

Por: Esther Sánchez[1]

Fuente de imagen:
https://www.flickr.com/photos/78010698@N06/7002816248/
Los ángeles portan pistolas y rosarios cuelgan de sus cuellos, ésta es la ideología misma que se tiene en Medellín, una ciudad corrompida, pisoteada y pintada de sangre, donde todos hacen justicia con su propia mano. Es la realidad de muchos y la ruleta de la muerte de todos. . . . .  Ya que estamos condenados a vivir así, entre matadero de gente, entre personas “justicieras”  capaces de matar hasta la madre que los parió.
Quiero escribir por la única razón de expresar lo que siempre se ha callado, de lo  que ha  muchos emociona y de otros es la perdición. La delincuencia, el narcotráfico lo que ante ojos de todos son los prototipos que muchos jóvenes tienen pensando ser, “buchones” gente de poder que presumen de sus millones y que muchos artistas o cantantes les componen corridos, a esos personajes llamados “narcos”, son lo que para estas alturas representan el héroe, el que todo lo puede, pero que hay detrás de ellos, gente buena que se volvió codiciosa corrompida por el dinero, gente humilde que no tenían ni dónde caerse muertos, ahora lo tienen todo, yo no me baso en cifras porque las cifras mienten, yo lo veo y veo jóvenes de mi edad que están tan involucrados en el narcotráfico, tan perdidos en las drogas. Pero ¿cuánto les dura el gusto de tenerlo todo?, dos meses, un año, dos años y medio. Si bien les va y si no terminan como piñatas colgados de los puentes o en bolsas negras pagando las traiciones, pagándole a la muerte por todo lo que le debían.
He visto a niños de once a doce años portando cuernos de chivo, los he visto repartir “la mercancía” de los patrones, a estos niños se les perdió la inocencia, se les fugo la idea de un futuro. ¿Pero qué paso? ¿Cuándo fue que se perdió el respeto a los pequeños? ¿Qué les ofrecieron para que ellos hayan aceptado tratar con la muerte?
Pero a quién va a importarle si cada que vemos las notas rojas sobre los muertos, las fosas clandestinas, sobre tantos niños siendo halcones de los sicarios y siendo abatidos por un ajuste de cuentas, si se les olvida cada que pasa una tonta novela o un estúpido partido de futbol. Muy pocos los que podemos ver más allá de nuestras narices, muy pocos los que sabemos qué tan cruda es la realidad en un país y somos muy pocos los que creemos que la muerte en vez de ser lo más temido, es ahora la liberación a las opresiones de una sociedad infestada de la peor vasca que la madre tierra pudo haber creado, que fuimos nosotros los prejuiciosos humanos.
¡Pero! Aún confío en que algún día y si es que no me atraviesa un pedazo de plomo por mi cabeza, ver que la sociedad deje de ser consumista de todo lo malo, de todo lo que entorpece, y se pasen a ingerir historias de 350 páginas.



[1] Estudiante de la Licenciatura en Negocios Internacionales; Universidad del Valle de Puebla.

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