jueves, 2 de octubre de 2014

La Poesía [Escritura] y su relación con el Delirio [Verdad] como expresión del Ser [Inconsciente estructurado como un lenguaje]


Por: Pablo Garay Marín
Colaborador

Allí donde Ello era, Yo debe advenir.
S. Freud.
Ahí donde me pienso no soy y donde soy no me pienso.
J.  Lacan

I.
¿Pueden tener el mismo cimiento estructural  la Poesía y el Delirio?

Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
Sin ánimo de pretensión teórica,  la respuesta que intentaremos elaborar la obtendremos desde el ámbito Psicoanalítico y Filosófico. Ahí de donde la Verdad, sólo es presentada como un desocultamiento, donde la Escritura es el molde de la subjetividad, donde lo Inconsciente se estructura como un lenguaje y habita al Sujeto, ahí donde lo hace presa de éste, donde es Sujeto de lo Inconsciente. Y no únicamente hablando de la teoría, sino desde quien escribe este artículo. Porque de qué otra forma se puede escribir, si no es arriesgando el propio Ser.
De esta forma, la línea que recorreremos será la de establecer qué relación guardan la Poesía y el Deliro como formaciones de lo inconsciente. Cómo pueden tener cierto rasgo de semejanza dos cosas aparentemente opuestas; por un lado, una que obedece más a un “arte” a una “estética” y por otro lado, un aspecto que obedece a una insensatez, a una enfermedad. Paralelamente procuraremos establecer [aventurar] la relación que pueden guardar los términos antes mencionados con la noción de Verdad (Heidegger) Escritura (Derrida) y Lenguaje (Lacan). Ambicioso; tal vez. Cumplible; es la apuesta. Honesto; indudablemente.
Partamos del hecho de asemejar el delirio y la poesía. Como ya mencioné en otro lugar[1], la concepción del primero ha sido y es, sin duda, la concepción como algo enfermizo, denigrante al propio logocentrismo occidental y por qué no, hasta diabólico; mientras que el segundo se asocia más a la belleza del Ser, la armonía de los versos al amor y la grandeza del espíritu humano ¿Dónde entonces se pueden asemejar tales constructos análogos?

Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
He aquí lo formidable del hecho, se pueden asemejar por sus analogías, es decir; que más belleza que la creación humana del delirio por el amor utópico, pasional; de la armonía humana y sus vicisitudes cotidianas por lograr el tan anhelado momento mítico de la Nirvana existencial; que más armonía que la de los versos que emanan de un espíritu hablante, rebelde, contestario a la realidad asfixiante de nuestros propios esfuerzos de sistematización humana o mejor dicho, de los amos que nos hemos creado a la medida; qué fuerza más endemoniada, aquélla que nos hace vibrar con el amor carnal, el odio y los celos de la salvaje cultura corporativista-mercantil que vivimos a través de nuestras organizaciones capitalistas. Cómo defender, que lo que llamamos Cultura, no puede ser sino un delirio humano. Cómo saber que lo que llamamos humano no es más que un delirio ancestral.
Afortunadamente para los poetas, efectivamente el delirio puede ser poético y ellos aspirar a ser aquellos locos que mueven los hilos de la vida. Afortunadamente tendremos siempre poetas contestatarios –entre muchos- como Saramago y su izquierda, Sor Juana y su manifiesto contra aquellos que acusáis sin razón a la mujer…; un Sade o Cristina Rivera que nos traslade al erotismo sin necesidad de 8 mm; lo picaresco de una noche con Sabina y vino tinto; la profundidad de Benedetti, el bunburismo cínico de Wilde y tantos locos que han respondido a esto que llamamos Razón-Sentido y que ha abierto brecha en la rebeldía del Ser, en la incontenible Verdad del Sujeto.
Y me sigo preguntando ¿Aún es posible sostener que no hay relación entre ambos?

II
La Escritura del Ser

La historia que vivimos es una escritura
Octavio Paz


La primera lectura que haremos con respecto a la Poesía como escritura, es a partir del término de Escritura de Jacques Derrida ¿Es necesario esta lectura? Por supuesto, si es que tratamos de demostrar que la poesía es una escritura, pero no una cualquiera, sino una Escritura del Ser. Situémonos primeramente sobre la polémica de la que participa Derrida, al criticar cierto logocentrismo que subordina la escritura a la expresión oral, entendida como la palabra que además es irrumpida por el pensamiento, de ahí el logocentrismo. A esto sumado el trabajo de Saussure con respecto al significado y significante. Pero qué es lo que retomamos de Derrida, para fijar los cimientos de nuestra homologación teórica de la poesía y el delirio.
¿Por qué la Poesía es la Escritura del Ser? Derrida afirma que la escritura no puede estar subordinada por la expresión oral, tampoco afirma lo contrario. Simplemente asevera que la realidad no puede ser abarcada ni por la palabra escrita ni menos por la expresión oral. Para él, la escritura es un intento banal de la adecuación de la realidad, tan sólo es un agente de significantes que los organiza y origina, lo que conocemos como lenguaje. Para Derrida la palabra plena nunca será un acceso a la realidad, debido al hecho de la no-correspondencia entre significado y significante, contrario al planteamiento saussureano. Según Derrida (1989) hay un hecho importante al que denomina Difference, de la cual desprende que es absolutamente necesaria esta Difference en la creación de significado. Afirma que la consecuencia del juego entre conceptos y palabras deja como resultado el hecho de que no haya presencia pura, que como dice él en el texto de Escritura y Diferencia (1989) no existe palabra plena ni existirá jamás. Por lo que el anhelo de un signo que describa plenamente la realidad es un sueño imposible.
Qué queda de ello. La Ausencia diría Derrida. Esto es justamente la materia prima del poeta, hablar de las ausencias, hablar de lo que no está físicamente, hablar de lo que por su dificultad de aprenderlo se hace objeto de metaforizarlo. Y no sólo es asunto de establecer estructuras gramaticales, sino de dejar o mejor dicho vaciar esta imposibilidad de abarcar dicha realidad que sólo el poeta observa y relaciona en versos que -con o sin- estructura gramatical ad hoc puede delinear a modo de darnos una idea –cercana quizás- de lo que está observando, de lo que está viviendo.  

Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
Y esto es justo a lo que Lacan se refiere al asegurar, que la palabra es aquello que padece por el significante, aquello que se pierde en la significación, a saber la Verdad o en términos de Derrida; la palabra plena.
Por esto mismo la poesía no la hacen todos, sino sólo aquellos que se dejan poseer por esta ausencia de significado y la rellenan de sus propios significados. La poesía es escritura hecha por aquellos que logran acuñar ciertos significantes en torno a un significado. Aquello que está en su mente y solo a ellos responde. Ese es el valor del Significante Lacaniano.
De otra forma, cómo imaginaríamos –por ejemplo- el “amor” significado por el Sr. Pérez o García solamente. La belleza de ese concepto es que cada quien le atribuye una experiencia propia y un cúmulo de significantes propios, que en su conjunto estructuran lo que podríamos decir; un poema. Por supuesto no todos escriben lo que sienten, ni todos tienen el bagaje de significantes para hacerlo, pero no por ello cada sujeto es presa de sus propios significantes para sentirlo-vivirlo, aspecto fundamental en la lectura de la poesía. De esta forma la poesía es arma de dos filos; arma de seducción para quien se atreve a escribirla y filo seductor para quien se deja seducir por la lectura de ella.

III
La Verdad como estructura del Ser.

La Verdad tiene estructura de ficción.
Jacques Lacan

Ya hablamos del hecho de que ningún significante logra producir la significación en sí mismo. Afirmamos la no-existencia de una palabra plena, con base en Derrida. Comentamos acerca de la diferencia que queda después de producida la precipitación de significado en torno a un simple molde, a saber; la letra, la escritura en sí misma. Sin embargo cabe la pregunta acerca de qué es entonces para un sujeto ese “resto” que no alcanza a ser aprendido por el signo ni por el habla. A saber; la Verdad.
A menudo confundimos el término Verdad, como acierto-sabiduría-conocimiento validado y por lo general se dice de la Verdad, como algo inaccesible para el sujeto y justo por inaccesible es también misterioso y enigmático. Sin embargo, no es la única concepción y en esta ocasión haremos uso del término, desde la lectura que Martin Heidegger tiene al respecto y que más adelante usará el mismo Lacan para fines de la teoría psicoanalítica.
¿Qué es la Verdad? Heidegger (1971) afirma al respecto de la Verdad, que sólo puede ser concebida como un desocultamiento o para ser más exactos, él la denomina: Aletheia.
Heidegger asevera la imposibilidad del hombre de acceder a lo absoluto de la Verdad, sin embargo tampoco está exento de ella, es por eso que propone la idea de que sólo a través de pequeños instantes, los cuales denomina como sagrados, es posible acceder a ella ¿y por qué desocultamiento? Justamente en la medida en que se des-oculta, en que algo de la naturaleza de la Verdad es arrancado del ocultamiento y se manifiesta para después volverse a ocultar y permanecer como un enigma. De otro modo no sabríamos nada de ella.
Esto resulta más claro en la medida en que imaginamos el mundo de las ciencias sociales y la variedad de corrientes de pensamientos dónde ninguna por sí sola, ha logrado aprender eso que denominamos realidad y que nos llevaría a explicar la Verdad de la esencia humana, basta preguntarse  ¿qué es lo humano? Y el cúmulo de teorías dónde nos explicarían –unos más que otros- cuál es el significado de ello, teniendo en cada una parcialidades de dicha respuesta, o bien imaginar cualquier paradigma científico dónde no haya sido la suma de investigaciones la que nos permite llegar a afirmar algún dogma que años mas tarde se sabe que será sustituido. No es mas que esas “parcialidades” de verdad, que se nos van des-ocultando. Incluso Heidegger (2001) también llega a afirmar al respecto, que aquello de la Verdad del sujeto solo es manifestado a través de lo que denomina “sendas  verdades”, refiriendo a que no existe ni siquiera una sola Verdad sino que, es solo la Verdad que cada sujeto construye a partir de su experiencia.
¿Qué ocurre en la experiencia del Sujeto al hablar de Verdad?

Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
Aplicando aquí algunas categorías psicoanalíticas, diremos que cuando Lacan importa este concepto de Verdad heideggeriano, lo hace para explicar que toda manifestación de lo inconsciente, sólo puede entenderse a partir de la idea del des-ocultamiento, como lo refiere Jorge Alemán (1998) El ser se (des)oculta, brota como apariencia, aparece, se presenta.  
             En el seminario Encore (1975) Lacan afirma que la Verdad sobre el deseo -que es inconsciente- es a menudo expresado a través de actos fallidos, tales como lapsus, sueños, síntomas, etc. Si seguimos a Lacan en su lectura, podemos darnos cuenta que en realidad, dicha idea proviene del mismo Freud, quién en su Interpretación de los sueños (1900) nos propone la lectura de éstos, de una manera diferente, aquella dónde cada significante de un sueño no necesariamente corresponde a los significados universales sino a los significados de cada Sujeto. Uno de los aspectos que divide a Freud de Jung y a Lacan de Saussure. Dichos conceptos de Verdad, Verité y Aletheia  apelan –desde la lectura psicoanalítica- al hecho de que aquellas manifestaciones de lo inconsciente serán siempre momentos sagrados –ya lo mencione antes- los cuales se manifiestan solo por pequeños instantes y que están ahí para ser leídos por el sujeto que emite dicha palabra, a título de mensaje –para ser leído- y que es a través de esto, que Freud denomina; formaciones de lo Inconsciente, dónde el Ser del Sujeto se manifiesta para inmediatamente después, difuminarse en la sabia expresión de la negación; ups! me equivoque, no fue lo que quise decir, etc.
        Si hablamos de la Verdad del Sujeto, precisamente nos referimos a que es sólo a través de lo que denominamos como formaciones de lo Inconsciente, como se puede tener noción del propio Ser, que se despliega a través de los sueños, los lapsus, los síntomas, las mentiras y efectivamente en el Delirio, que es el núcleo central de nuestro trabajo.
Y aquí nos encontramos con la critica que hace Lacan a Saussure, mientras este afirma que el significante es el elemento fonológico del signo, su imagen mental acústica que significa un significado. Lacan afirma que es cosa contraria y que cada significante no significa nada en sí, sino a través de la mediación del Sujeto es que se carga de significado y es entonces que un árbol puede ser a la vez un árbol de levas como también un árbol genealógico o incluso ambas, según el sujeto que lo enuncia.

Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
       En este contexto, qué es entonces un Delirio; palabras burdas e insensatas que no tienen ningún sentido para quien las oye ó bien; una creación lingüística donde cada significante está lleno de los propios significados del delirante en turno y quizás por accidente o con intención, son acomodados de una forma tal, que generan un Texto, dónde la diferencia –de la que nos habla Derrida- queda subyacente-suspendida como niebla en la estructura de dicho texto delirante, pero que sin embargo, es ahí donde reside la Verdad de dicho Ser, que se des-oculta en cada significante del delirio y que si tiene suerte, alguien llegará al intento de leerlo ¿Dónde marcar la diferencia de la poesía?   
Y justo es el punto en que Freud, se atreve a cambiar la concepción del Delirio, como una tentativa de cura, que solo a través de su lectura es posible estabilizarlo. Lo que Lacan denominaría muchos años más adelante como el Sinthome.
          Viene a mi mente, un ejemplo que bien puede ilustrar esto, a saber; el tan citado caso del Presidente Daniel Paul Schreber, el cual tras ser nombrado Juez de la Suprema corte de Dresde, le sobreviene el delirio sobre, qué se sentiría ser una mujer en el momento del acoplamiento y de ahí desarrolla dicho delirio, en que él puede ser la mujer de Dios, del cual nacerá una nueva especie humana ¿Este argumento futes puede significar lo mismo para quien lo escucha que para el Dr. Scherber? Sin duda alguna no. En el caso clínico de El Sr. De los lobos de Freud, la imagen “V”, juega un papel importante en su alucinación y nadie podría atribuirle un significado tan sólo por verlo. Ese es el punto de la significación en psicoanálisis, en el cual no existe un tesoro de los significantes universal que explique todo, sino que cada sujeto produce sus propios significantes en torno aquello que –cree- que es su Verdad. De aquí deriva que la clínica psicoanalítica no es aplicar leyes patógenas a cada síntoma psicológico, sino que cada sujeto construya su propio edificio de Verdad, dónde los significantes adquieran un valor y una lógica propia. Sin duda esto puede generar más angustia, que meramente aplicar un diccionario médico. Es como descender al infierno acompañado de la mano delirante de Dante. 
      
IV. Poesía y Ser

Poetizar es nombrar una palabra para el oficio
de hablar del ser; inventarle a un vulgar
físico sonido, el oficio de hablar del ser.
J.D. García Bacca



Obra Gráfica:
Miguel Escabernal

Fuente de imagen:
https://www.facebook.com/escabernal/photos/
En párrafos anteriores empezamos a dilucidar esta relación desde la lectura psicoanalítica y hasta ahorita hemos aseverado la relación de  la poesía como producción literaria íntimamente ligada al campo de la Verdad, entendida esta como Verdad del Sujeto, en tanto que es expresada a través de las formaciones de lo inconsciente, las cuales son pequeñas manifestaciones que se desocultan en la medida que se retienen como ocultamiento.
Realmente esta relación en la tradición psicoanalítica, no la inicia Lacan con Heidegger, viene desde el mismo Freud. Como mencionamos anteriormente, en Interpretación de los sueños (1900) ya inicia una manera diferente de analizar los sueños, los lapsus e incluso los mismos síntomas y no porque el sueño o cualquier otra manifestación de lo Inconsciente sea poética por su estética, sino mas bien es poético por su arquitectura, ya sea del sueño o del Delirio podríamos afirmar que tanto uno como otro, son escritura poética del deseo, que quizás no están apegados a las leyes de la métrica, sino a las leyes de la pasión –si es que existen-. La poesía “clásica” implica tal vez rima y métrica, la poesía leída desde el psicoanálisis implica “estallido” y es además una guerrillera del sentido
            La poesía métrica acomoda las palabras ordenadamente de acuerdo al sentido que quiere significar; el poeta que hace poesía, por el contrario, es aquel que se deja poseer por la Palabra y de la cual hace texto, dónde las palabras se revelan, irrumpen, se convierten en a-dicción, dónde van y vienen en una pasión marítima, dónde la ola que revienta por la noche, hace que los significantes se precipiten en torno a un texto, texto a partir de la experiencia de quien se arriesga a hacerlo. De ahí su Verdad, de ahí la Verdad de su Decir, que lo implica y que lo hace quizás mi-ser-hable, en la medida que es sabedor, de que nunca vendrá la Palabra que logre capturar su propio deseo, su propia Verdad.
Por lo tanto, si argumentamos lo que una formación inconsciente tiene de naturaleza poética, luego entonces, cabe la pregunta ¿Cómo es la arquitectura de una formación de lo Inconsciente? Según LaPlanche y Pontalis (1993) las formaciones del Inconsciente se definen como aquellos fenómenos en los cuales las leyes del inconsciente se ven con mayor claridad, a saber; el chiste, los síntomas, los lapsus y aquí distingo el delirio. Freud denomina estas “leyes” como la condensación (conjunto de distintas imágenes en una sola) y el desplazamiento (imagen que es desplazada por otra) que Lacan redefine como metáfora y metonimia. En ambos casos –Freud y Lacan-  lo que denominan dichos conceptos, son las irrupciones involuntarias en la existencia del sujeto, que siguen procesos lógicos e internos del lenguaje y que permiten registrar el deseo. Inconsciente estructurado como un lenguaje (Lacan 1966)
          Tal es el caso de los síntomas. Por citar alguno; en el síntoma histérico por ejemplo, la imagen inconsciente –trauma dirían algunos- es reemplazada por una nueva imagen que representa a la anterior y dónde se concentran varias representaciones de tipo inconsciente. El síntoma se presenta por ejemplo en el dolor de piernas o en alguna dermatitis por citar alguna patología específica ¿Qué función tiene dicho síntoma? Representar para el sujeto una vivencia que fue dolorosa o penosa, a partir de una imagen que resulte ajena. En este caso la zona del cuerpo, que por alguna razón asociativa, se convierte en la receptora de todo ese cúmulo de significados que en principio son enigmáticos para el sujeto, que solo sabe que sufre.
        En este caso, tanto el síntoma como la zona del cuerpo se conjugan en una sola representación, la cual se convierte en metáfora de un proceso inconsciente, que llevo a fusionar ambas y que tras la experiencia analítica, al sujeto se le revela un significado. En este caso es dónde Lacan afirma que no existe la correspondencia entre significante y significado. Un dolor de piernas no necesariamente puede ser una mera artritis sino más bien puede ser el dolor de caminar, de caminar en la vida… Nótese la resonancia de posibles significados; caminar en la vida… cómo se convierten en la metáfora de un cúmulo de significados propios de quién lo padece.
         ¿Qué ocurre en el delirio? Bajo esta perspectiva el deliro es el juego de significantes en movimiento constante –metonímico- los cuales dejan de tener un solo significado lingüístico y adquieren el significado que cada sujeto le asigna. De esta manera, un delirio se nos presenta no solo como algo extravagante e insensato, sino también como algo loable y digno de todo el respeto posible, como la paz del mundo. En resumen, el delirio como toda formación del inconsciente, expresa la verdad del sujeto. La estructura del lenguaje –que preexiste al sujeto- es su condición, la que lo estructura. En este sentido, el lenguaje en psicoanálisis será siempre vinculado a la búsqueda de la verdad –del sujeto mismo- aunque esta se revele en la estructura de la ficción, misma ficción o realidad, que leemos en los múltiples poemas de aquellos que escriben o bien de aquellos que trascienden la experiencia analítica.   
            En este sentido, entendemos el delirio como el juego de significantes que el sujeto articula en un discurso y en dónde cada significante tiene un papel y significado propio. La poesía es en cierto sentido lo mismo; la armonización de un cúmulo de significantes en dónde cada uno es revelado a modo de enigma, a veces hasta del mismo creador.
En ambos casos –delirio y poesía- están ahí siempre para ser leídos, pero siempre ocultando la fibra intima de su significado (Des)ocultándose y por eso mismo, nunca se decodifican o acaso algún poeta explica el porqué de una palabra en lugar de otra.      

VI
Conclusión

Definitivamente pensar que el oficio de la escritura o de hacer poesía esta descrito solo por haber hecho algunas líneas de reflexión en torno a ella, sería más que presunción, una insensatez absoluta. El asunto aquí fue argumentar una hipótesis, en torno a qué tanto el delirio como formación del inconsciente –estructurado como un lenguaje- puede encontrar las mismas coordenadas artífices de la poesía como actividad humana. Ambas son producciones un tanto espontáneas, inexplicables en función de su momento creativo y en definitiva implican a quien lo produce, a veces más a veces menos, pero en definitiva vaya que un poeta como un sujeto, están jugados en su creación, llámese esta; novela, poema ó bien lapsus, síntomas o discursos delirantes. Cabría la pregunta sobre quiénes en realidad pueden escribir poesía, considerando que todos, de alguna manera somos sujetos de lo inconsciente. Mucha gente es asidua lectora a la literatura, pero sin embargo no tienen el oficio de escribir poesía. Me parece una respuesta tan enigmática y misteriosa como un poema mismo.
       Queda abierto el elemento, acerca de cómo se juega específicamente el delirio psicótico y su relación con lo Real lacaniano y la creación poética, incluso podría reflexionarse sobre esta misma perspectiva, a partir de aquello que el psicoanálisis lacaniano entiende por lo femenino y su relación con lo Real, con la creación artística y sobretodo con la poesía.
             Asemejar el arte de la poesía con la clínica psicoanalítica es muy fructífero pero a la vez muy arriesgado, pues es mezclar “lo bueno” con “lo malo”, sin embargo esa era la apuesta. Lo que si debe quedar claro es que a partir de la pluma de Freud, el psicoanálisis abrió una brecha insoslayable entre la interpretación y la decodificación, entre el significado y el significante, en la cual gana únicamente quien pierde, a saber; el sujeto, como sujeto de lo inconsciente y esa es la mal-dicción del Psicoanálisis.  

      La realidad es un manojo de poemas sobre los cuales nadie reclama derechos de autor. Debajo de cada piedra, de cada baldosa, se esconde un poema.
M. Benedetti.


REFERENCIAS.
Aleman, J. & Larriera, S. (1998) Lacan:Heidegger. El Psicoanálisis en la tarea de pensar. España: Ed. Miguel Gómez Peña.
Derrida, J. (1989) La escritura y la diferencia. España: Anthropos. 
Freud, S: (1996) La interpretación de los sueños. Tomo IV. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S: (1996) De la historia de una Neurosis Infantil (Hombre de los Lobos) Tomo XVII. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S: (1996) Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoides) descrito autobiográficamente. Tomo XII Buenos Aires: Amorrortu.
Heidegger, M. (1971) El Ser y el Tiempo. México: Fondo de Cultura Económica.
Heidegger, M. (2001) Introducción a la Filosofía. Univesitat de Valencia, España: Frónesis Cátedra.
Lacan, J. (1966) Función y campo de la palabra y el lenguaje en Psicoanálisis. Escritos I. Buenos Aires: Siglo XXI Ed. 
Lacan, J. (2001) La instancia de la Letra en el Inconsciente ó la Razón desde Freud. Escritos I Buenos Aires: Siglo XXI Ed. 
Lacan, J. (1975) El Seminario, libro 20 “Encore”. Buenos Aires: Paidós. 
La Planche, J. & Pontalis, J. (1993) Diccionario de Psicoanálisis. España: Ed. Labor.



[1] Garay, P. (2012) El Delirio: entre la locura y la poesía. Revista Amanecer Universitario, (135), 4-5

No hay comentarios:

Publicar un comentario