Escribir en medio de la
tempestad:
Apuntes sobre la ópera
de Andrés Cisneros de la Cruz
Existe
la posibilidad de destruir al Uno con la imaginación del otro Uno y hacer de
esa rebelión, misión perfecta con la palabra y el verso. Derrumbar al héroe
para vencer y salir triunfante de la deconstrucción en la estética propuesta
por Andrés Cisneros:
Arte
bélico
I
Contra
Uno es la rebelión,
derrumba
al héroe para vencerte.
En
esa tarea de no ser sólo uno, en la maravillosa multiplicidad de poder ser
varios al mismo tiempo. Muchos en un sólo cuerpo, polifonías en una sola
imagen. En esa tarea nos reconocemos en los versos de Cisneros de la Cruz.
No
sugiere con sutileza, exige con el derecho natural del poeta de ser otro, de
matar al ego, de reconstruirse en el polvo y ser libres de cualquier basura que
interfiera esta infinita construcción del ser.
Poemas que empujan a no quedarse
tranquilo, a moverse, a recordar para que el olvido nos tenga en su mejor
memoria. Poemas puros, transparentes en su dulce violencia.
Si la creación es una obra de la
tempestad o el poeta crea su obra en medio de esa tempestad que podríamos
llamar la vida consciente, es parte de lo que podremos abrir como diálogo con
las afirmaciones y reflexiones que en versos se nos presentan.
Poemas como: Se desmorona invisible
el monumento de la vida. Música con espinas, que arañan fraternalmente y
para bien el telón falso que podríamos llamar o entender por vida.
Cisneros de la Cruz nos confronta con
nuestro maltrecho Yo y provoca esa incomoda necesidad de ser el otro, pero no
para adorarlo sino para seguirlo en una búsqueda que no nos completará pero que
nos hará sentir vivos por siempre.
II
La
obra se construye con hélices que el poeta hace brotar en las manos del
Quijote. Mil quinientos libros llegaron a América en la primera edición de ese
libro y Cervantes le escribió al rey para que le diera un trabajo en el
Soconusco, el rey le negó este trabajo y con mucha tristeza y queriendo ser
poeta Cervantes escribe el Quijote para que leyeran sus versos.
Cisneros de la Cruz hace que broten
hélices en la mano y en el muñón de Cervantes. Nos llama correctamente: hermanos
de la adversidad. Y sin temblor en la palabra nos dice que no somos al
final de cuentas quijotescos. Nos anima a no quedar roncos ni enloquecidos y
nos ilumina para cambiar la imagen que baila en el espejo.
De eso se trata la creación, de
cambiar todo cuanto existe y todo cuanto somos. Matar el conformismo, y matarlo
ya, antes de continuar alimentando esa estética gubernamental que hace años se
instauró entre los versos y que tanto mal ha hecho entre los escritores de este
país.
La conversación de Enrique González
Rojo Arthur, de Adriana Tafoya, de Ángel Carlos, Sánchez, de Norma Bazúa, de
Jung, de Gloria Gómez Guzmán y de Cisneros de la Cruz nos dicen que hay que
mantener cargada el arma y dar escopetazos a todo delirio de perpetuidad.
Que la transgresión en verdad transgreda el verso y mate poetas con una sola
palabra: Ópera. Porque si no transgrede lo que escribes ocupará el papel de tu
propio verdugo. Nos afirma Andrés en un profundo verso.
Qué tal si vuelve el que era Nombre
ya sin casa, ya sin tiempo, ya sin
hambre,
ya sin amo, ya sin furia.
Últimos versos del poema que da título
al libro: Ópera de la tempestad. Cuando Próspero planea su dulce
venganza lo hace con la ayuda majestuosa de la belleza en la acción. Los versos
de este poema son una clara venganza contra el mal hombre que vamos dejando
nacer día a día. Versos de una claridad
inusitada que en algún momento se podrían transformar en buenos consejos para
seguir y hacer de lo que quede de nosotros algo nuevo y despierto. El fatalismo
existiría en lo estático. En el no querer darse cuenta de lo que estamos
deteniendo:
Qué tal si
el mundo es
un hombre
que de verdad lo intenta,
y vuelve a
encontrarse
con el
mismo hombre cada vez que lo logra,
con los
mismos dientes, la misma angustia,
con el
mismo gesto
arrogante,
impasible,
resignado a
cargar sobre los hombros
su narciso
enfermo
su orquídea
vacía su filosa llama.
En las diferentes lecturas que se le
pueden dar a un poema, existen todas las posibilidades de interpretación, en
este caso podríamos interpretar que la ópera de la tempestad es el hombre mismo
destruyendo al hombre mismo y construyendo al mismo tiempo al hombre.
Esto que podría parecer un círculo
infinito se vuelve verso total de manufactura excelente. Nada es gratuito en
este poemario, todo como en la naturaleza tiene su por qué de existir y lo que
es mejor para el lector tiene su correspondencia con nuestro propio espíritu.
Versos lúdicos, versos oníricos con su
toque de ironía y sensualidad de humor negro, versos heráclitos, versos
sobrehumanos.
III
Toda
tempestad tiene su ópera o toda ópera merece una tempestad. Cisneros de la Cruz
nos sitúa en ambas posibilidades. Si pudiéramos acercarnos al término de
madurez en la palabra de un poeta, creo que este poemario da ejemplo claro de
una estética propuesta y bien definida por parte de Cisneros de la Cruz. Y no
porque esto ya de pie a concluir su búsqueda personal, mas bien como una piedra
de toque la cual pueda servir como un punto para impulsar los nuevos poemas que
vengan. Los cánticos que laten dentro del poemario son incitadores al
relámpago. Para Maimónides las ideas eran relámpagos en la noche del cerebro.
En estos poemas los cánticos son ideas en imágenes que hay que acompañar con el
filo de la visión.
No existe poemario perfecto como
tampoco poemario menor o pequeño. Existe como la vida, poemas que laten y nos
dicen mucho o poemas en los que no podemos fincar diálogo. Esto más que un
defecto son todas las gracias y desgracias danzando en un mismo espacio y
tiempo. Quien busque perfección en una obra poética pierde su vida y su
imaginación.
Se agradece como lector que existan
lugares en donde podamos encontrar sorpresas gigantes y en versos en donde
podamos reposar como si estuviéramos frente a un lago apacible.
Los versos del poema: Ejercicio
para demostrar de diversas formas la inexistencia de la locura, son como
vivir una hora dentro del cerebro de Hölderlin o de Artaud. La claridad más
clara, la transparente palabra que nos hace ver lo que intuimos y lo que es
real. Santa locura compartida por el poeta a sus lectores. Lo grave
sería no tener esa locura. La inexistencia de la locura no existe. Está su
práctica y esa práctica es parte de saber que al que consideran loco, él mismo
sabe que no lo está. Así de bendita es la locura.
IV
Ópera
de la tempestad es un poemario que se instala en el imaginario colectivo, en el
espíritu humano, en la ciudad de todos los días y de todos nosotros. Un
fragmento de realidad masticado por el poeta.
Poemario que acierta en cada uno de
los poemas que lo conforman. Dentro del panorama poético nacional, es una
cicatriz creada por el fuego prometeico. No es un poemario conformista ni viene
a cantar la comodidad de los poetas del erario público.
Ópera
de la tempestad apuesta por la acción grave y totalitaria de derribar la
estatua que uno mismo pudiera formarse de uno mismo. Tumbar el falso ídolo,
tumbar al héroe y cuestionar radicalmente a todos los poetas nacionales o
internacionales que hacen del ego su casa y su poema.
Andrés Cisneros de la Cruz,
afortunadamente, no nos deja en paz ni con Paz, eso siempre se agradece cuando
viene de un poeta combativo, despierto, con la buena piedra de la locura. Y qué
mejor que esos versos incendiarios vengan en un objeto tan bellamente
construido como es el libro de Ópera de la tempestad.
Ópera
de la tempestad será durante mucho tiempo y espacio una piedrita que moleste a
los falsos poetas falsos. Ópera de la tempestad como bien lo indica su nombre
creará de nosotros, si cumplimos cabalmente lo que nos dice, unos seres
ajustados perfectamente a la libertad salvaje y creativa.
Marco Fonz
Ciudad Mutante D.F. 2012