Niña camba
|
María de los Ángeles
García Tobón.
María Graciela Nerio Arriaga |
El
postestructuralismo se inicia como un antiestructuralismo al negar la
posibilidad de encontrar una gramática permanente y estática para el fenómeno
literario. Los postestructuralistas descubren la naturaleza esencialmente
inestable de la significación. Dentro de las escuelas postestructuralistas
juega un papel significativo la teoría de la deconstrucción o los
deconstructivistas como Derrida, Deleuze y Bloom (Norberto de la Torre
González).
La deconstrucción es un término utilizado por el filósofo
post-estructuralista francés Jacques Derrida. Consiste
en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos
históricos y acumulaciones metafóricas (de ahí el nombre de deconstrucción),
mostrando que lo claro y evidente dista de serlo, puesto que los útiles de la conciencia en que lo verdadero en sí ha de darse,
son históricos, relativos y sometidos a las paradojas de las figuras retóricas de la metáfora y la metonimia
(Wikipedia 2013).
A partir del método post-estructuralista
se analizará el cuento “Niña camba” escrito por Flor D. García Dávila, en dicho
método se sostiene que los textos literarios siempre contienen huecos que el
lector debe llenar lo cual es el objetivo de este trabajo.
Cecilia es una mujer que vive encerrada, reprimida.
Interpreta lo que ella cree es el papel de la mujer perfecta, esperando siempre
a un hombre, arreglándose solo para él y su vida siempre será relativa a él,
esto la lleva a dejar pasar muchas oportunidades, a no saber quién es ni a
tener sueños.
Al principio del cuento Cecilia desea descorrer las
cortinas para ver los buques náufragos, refiriéndose a éstos como sueños
frustrados, pero en vez de eso decide mirarse en el espejo y se encuentra con
el rostro de un hombre, como si no pudiera verse a ella misma pero en su lugar solo
ve sus problemas.
Ni siquiera tenía la libertad de asomarse a la puerta,
recordaba el sabor de la arena en sus pies descalzos. Los pies descalzos
representan la libertad que solía tener, enfatizando así que antes tenía la
posibilidad de ir a diferentes lugares y que en su actual estado no se le
permite.
Tomando como referente mitológico a una “sirena” la
autora en pocas palabras expresa que Cecilia fue en algún momento libre,
seductora y poderosa mientras que en el presente es una “ninfa”, una acompañante.
El eufemismo ninfa esconde a menudo una especialización sexual que nada tiene
que ver con las habilidades de las náyades, oréades o haimdríades de la
mitología clásica y entra de lleno en el mercado del sexo (Julián Bravo Vega
2002).
Cecilia se engaña a sí misma creyendo que fue por
voluntad propia que se volvió una “ninfa”, sin embargo su decisión no pudo
haber sido tomada con conciencia puesto que estaba desesperada por cambiar de
vida, idealizando una existencia perfecta sin tener más opción que esa.
Ingenuamente creía que se sentía realizada como mujer, las otras quisieron
advertirle como sería su vida de ahora en adelante, querían abrirle los ojos
para que se diera cuenta de que ellas alguna vez también estuvieron ilusionadas
pero tarde o temprano Cecilia acabaría despertando de su sueño y al igual que
ellas se quedaría sin salida.
Ella pasa de estar más que acostumbrada a su encierro, a
descubrir la verdad en lo trivial y cotidiano de su existencia. Poco a poco
comienza a darse cuenta de lo poco que está viviendo y de lo mucho que se
pierde, inicia por el deseo de contemplar cómo la gente se va mientras que ella
debe permanecer siempre encerrada entre las cuatro paredes esperando a que un
hombre llegue.
En el cuento se infiere que Cecilia es prostituta; cuando
se habla de la pasarela, la autora hace un especial hincapié en los zapatos
altos. El zapato indica el status o la posición social en la
vida, tiene un simbolismo equivalente: representa tanto la libertad como el ser
poseído y es también un símbolo de control, puesto que su posesión da poder
sobre la persona (J.C. Cooper, 2004). Si bien las zapatillas estilizan la
figura, hacen ver más alta, más sexy y más atractiva a la persona que los usa y
realzan la belleza y elegancia de las piernas femeninas, se sabe que los
tacones son un fetiche: objetos con una fuerte carga erótica. Y comúnmente los
relacionamos con las sexoservidoras, a las que se les ha llamado "las
del tacón dorado" (María Esther Espinosa Calderón, 2008).
Aún cuando sale a la calle con una
sonrisa a cenar con un hombre, menciona que la arena se quedó esperándola una
vez más y que el barco anunció otra partida por lo tanto aunque salió solo fue
para complacerlo a él y no hizo nada por ella misma. Cada
barco que zarpa es una oportunidad que Cecilia pierde, asociando los barcos con la libertad, con la
exploración, con la búsqueda de uno mismo.
“La Verena” no
debe interpretarse como un nombre escogido al azar por la autora puesto que la
antropóloga Verena Stolcke, conocida por sus artículos sobre la sexualidad, el
género y el sexo, es vital en este cuento. Stolcke resalta que la opresión de
la mujer no se debe a factores biológicos o psicológicos sino que "a lo
largo de la historia, la mujer había sido construida como el "segundo
sexo", "la otra del hombre" (…) La ordenación jerárquica era un
invento patriarcal para legitimar la autoridad masculina".
Hoy en día, y mirando un poco hacia atrás, se puede pensar que esta mirada
sobre la mujer que se inició en tiempos antiguos continúa hasta nuestros días y
a través de los medios se consolida y reafirma diariamente esta valoración
sobre el género femenino. Suponiendo que ha pasado mucho tiempo con esa vida,
llega un momento en que lee a Verena y ella le avisa del accidente, es decir,
se da cuenta de lo fallido de su comportamiento, asume su sexualidad y deseos
abiertamente, como naturales en vez de reprimidos como hasta ahora. Al momento
de irse se enfrenta a sus dudas, si está haciendo lo correcto, si podrá
enfrentarse a la vida fuera de ahí; no guarda rencores ni resentimientos y
antes de que la duda la invada completamente se aleja sabiendo que eso es lo
mejor.
A partir de ese momento Cecilia se libera,
deja atrás la vida que solía tener al colocar a un lado las zapatillas. Los niños corrían descalzos hasta
alcanzar la edad adulta, por lo tanto Cecilia se siente libre de la vida que
llevaba al quitárselas.
Al final, Cecilia llega al embarcadero y por fin
encuentra la respuesta a la pregunta ¿qué le falta a este barco? Los barcos se
asocian con la libertad, con la exploración, con la búsqueda de uno mismo. Al
barco solamente le faltaba Cecilia, faltaba que ella tuviera el valor de
enfrentarse a sus miedos e inseguridades, y a todo lo que no le permitía ser
ella misma. Las cortinas de su casa le dicen adiós, es decir, todo lo que le impedía
ver la realidad se queda entre las cuatro paredes que la aprisionaban, y ahora
aunque está confundida y no sabe a dónde se dirige, es feliz.
Bibliografía
(2004).
En J. C. Cooper, Cuentos de hadas: alegorías de los mundos internos
(págs. 18 - 19). España: Sirio.
González, N. d. (s.f.). Notas acerca de la redacción y el
discurso.
Robato, F. (31 de
Marzo de 2008). Recuperado el 12 de Marzo de 2013, de Infografía - diseño -
ilustración: http://fernando1957.blogspot.mx/2008/05/navebarco.html
Stolcke, V. (2004).
La mujer es puro cuento:* la cultura del género. Estudos Feministas ,
77 - 105.
Vega, J. B. (2002).
Ninfa intertextual: actualización de un modelo literario. 370 - 372.
Wikipedia. (s.f.). Recuperado el 11 de Marzo de 2013, de
http://es.wikipedia.org/wiki/Deconstrucci%C3%B3n
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