H.P.
Lovecraft socialista: ¿Cthulhu rojo?
Paco Echeverría
Óclesis
![]() |
Ilustración de Víctor Anzaldo |
Gracias a los trabajos de investigación de Valerio Evangelisti,
Gianfranco de Turris, Sebastiano Fusco, entre otros exponentes de la Literatura Fantástica
Italiana, los trazos tradicionales que han configurado la estampa del escritor
norteamericano Howard Phillips Lovecraft se ha resquebrajado, como parece que
ha ido sucediendo también con muchos otros personajes. Por ejemplo, hoy se sabe
que Vincent van Gogh no se cortó su propia oreja sino que la perdió en una
pelea con su colega Paul Gauguin tras una trifulca frente a un burdel, asimismo
las actuales pesquisas han arrojado datos de que la muerte del gran poeta Vladímir
Maiakovski más que suicidio fue un asesinato ordenado por Iosef Stalin.
Efectivamente,
los que nos especializamos en el estudio de la vida y obra de Lovecraft de
manera seria, sabemos de sobra que algunos de sus biógrafos comúnmente lo han
presentado como un hombre solitario, doliente, traumado y otros muchos
caracteres, que si bien son ciertos hasta cierto punto, muchas veces se ha
abusado de ellos. Por desgracia han construido un Lovecraft que la imaginación
colectiva ha aprehendido sin indagar si muchas las peculiaridades que se le
endilgan son reales o no, perpetrando así, como ha sucedido también en el caso
de Edgar Allan Poe, una “tradición” impuesta hacia los lectores pasivos.
Sin
embargo, no solamente los lectores pasivos han caído en esta vorágine de
especulaciones en torno a la figura lovecraftiana, sino que peor aún, las
mismas agrupaciones culturales dedicadas al estudio del fenómeno fantástico en la Literatura presentan filistea
conducta cuando salen a la luz nuevas interpretaciones o contradicciones,
producto del desmenuzamiento de los rasgos que los biógrafos “tradicionales”
han pasado por alto. En medio de un escándalo mojigato niegan y rasgan sus
vestiduras a toda clase de propuestas que trastornen el sacrosanto perfil
habitual del escritor de Providence, máxime si se atiende a los rasgos de su
pensamiento sociopolítico, y al “giro” que supuestamente dio hacia el
socialismo.
Definitivamente, esas
posiciones trasnochadas en nada contribuyen al esclarecimiento de las líneas
maestras del devenir histórico tanto de la vida y obra de H.P. Lovecraft.
Ahora bien, abordar a
un autor desde la perspectiva ideológica que lo reviste es indicar —como
comenta Giovanni Sartori — la parte política de un sistema de creencias; llevar
a la vez una carga de verdad (elemento cognitivo) y una carga de pasión
(elemento dinámico). Por tanto, es absurda la parafernalia de algunos, como bien
lo dice Jean Bruhat, de actuar como una especie de Metternich que tiemblan a la
más mínima mención de los términos “socialismo” o “comunismo”.
Hasta la década de
1920, Lovecraft fue un abierto simpatizante de Hitler y Mussolini y se
estremecía ante la idea del comunismo, algo común en los ciudadanos
norteamericanos de la época. Podemos ver esta conducta en su artículo “Bolshevism”
(Bolchevismo, 1919), en el que se refiere a la Gran Revolución de
Octubre como “el nocivo ejemplo del infrahumano populacho ruso, el elemento
menos inteligente de todo el mundo”. No hay que olvidar que ya desde la década
de 1860, cuando Marx se encontraba residiendo
en Londres, su influencia se había reducido a un pequeño grupo de personas,
situación que aprovecharon los conservadores para presentarlo a él y
posteriormente a los Soviets como demonios de la clase trabajadora, capaces
explotar sistemáticamente las peores pasiones del pueblo llano para “minar y
destruir la paz y la moral de la sociedad civilizada”.
Afortunadamente, ante
la victoria de Franklin D. Roosevelt en las elecciones de 1932, H.P. Lovecraft
virará su pensamiento sociopolítico para abrazar el conjunto de medidas
económicas llamadas “New Deal”, y poco a
poco irá cediendo terreno a las ideas del socialismo, un rasgo poco estudiado,
pero que cobra relevancia para entender los rasgos de su vida ya en plena
madurez, y a la vez, extirpar el unilateral artificio que se tiene de él como
fascista acérrimo.
De Turris y Fusco en
su artículo “Compagno Cthulhu” (Camarada Cthulhu) dan a conocer un par de
cartas de Lovecraft que por su contenido resultan reveladoras. En la primera,
fechada el 19 de junio de 1936, el escritor se define como socialista, pero
dentro de la corriente del fabianismo y en manifiesta oposición al marxismo; en
la segunda misiva, del 8 de julio de 1936, Lovecraft escribe: “En la primavera
de 1931, por primera vez en toda mi vida he aceptado las argumentaciones
sociales y políticas de la izquierda. Y no las evado más. De hecho siempre me
he inclinado más a la izquierda —aunque he rechazado totalmente los dogmatismos
específicos del marxismo puro, que indiscutiblemente se fundan sobre
estupideces (falacias) científicas y filosóficas bien precisas”.
Como podemos
advertir, gradualmente el conservadurismo lovecraftiano se irá refrescando, y
efectivamente simpatizará con el Fabianismo, una organización socialista de
principios del siglo XX, pero conforme comienza a interesarse por la crítica
marxista de la economía reconocerá el valor del colectivismo, del marxismo y
hacia el final de sus días la socialdemocracia sueca. He aquí una carta de
Lovecraft de 1936 dada a conocer por Valerio Evangelisti en la que el escritor estadounidense
reconoce la extraordinaria labor de Marx y Engels: “La gran inteligencia de
Marx y Engels, y su capacidad de vislumbrar el futuro está fuera de discusión,
así como la importancia de los principios económicos que han descubierto y
formulado”.
Según Evangelisti,
este reconocimiento refleja que H.P. Lovecraft ya se había acercado a la
lectura del “Manifest der Kommunistischen Partei” (Manifiesto del partido
comunista), además de la positiva influencia que estaba ejerciendo sobre él la
ideología de algunos de sus amigos muy relacionados con la izquierda como era
el caso de Robert E. Howard o el escritor comunista Frank Belknap Long.
Cabe aclarar que las
exploraciones realizadas por parte de estos investigadores italianos, han
creado dos vertientes: la primera representada por Evangelisti es considerada
“extremista” ya que trata de hacer encajar forzosamente a Lovecraft como un
marxista convencido, cosa que no fue así dado que detestaba cualquier tipo de
ortodoxia, por lo menos la ortodoxia marxista que ya había generado la URSS ; la segunda corriente
representada por De Turris y Fusco es más moderada y critica las especulaciones
de la anterior.
Seguramente si la
muerte no se hubiese llevado a Lovecraft a una edad todavía productiva, al
igual que H.G. Wells, hubiera utilizado la literatura fantástica para hacer
fuertes críticas al “Establishment” norteamericano de postguerra, y por qué no,
hasta su genio le hubiera dado vida a un “Cthulhu rojo”, dejando con un palmo
de narices a aquellos “tradicionalistas”
—como dice Gustavo Faverón Patriau— que se agazapan a un canon
intelectual dudoso en sus mejores momentos e indignante en los peores, que
reúnen lecturas seudo-históricas de la antigüedad clásica y de la
Edad Media así como a escritos
sociológicos, económicos, políticos y esotéricos de intelectuales definidos por
su proximidad al fascismo en diversos grados y variantes.
De ahí, que el
trabajo de investigación serio y concienzudo de grupos dedicados a la Literatura y la Filosofía como “Óclesis.
Víctimas del Artificio”, “Fisura” o “Colectivo Minutero” en la ciudad de
Puebla, vayan creando un espacio no-excluyente en donde a través del franco reconocimiento
previo de los individuos y del entorno han de ser también espacios
democráticos, abiertos y participativos, fuera de las reacciones conflictivas
cuando se da el caso de una autoridad monolítica y autoritaria que bajo sus
unilaterales decisiones, obstaculiza el sano desarrollo de la libertad de
investigación y sobre todo, de la convivencia humana dentro de las agrupaciones
culturales, por medio de estatutos y reglamentos, “mezcla de tecnofobia,
ignorancia ramplona y pasión por pegarle a todo lo que huela a innovación para
no darle la cara a esta realidad desfondada” (usando la expresión de Ignacio
Lewkowicz).
Con base a lo
comentado hasta este momento, lo único rescatable es que el giro ideológico de
H.P. Lovecraft cumple las palabras citadas por Francisco Cardona Castro en una
obra biográfica que dirigió sobre Karl Marx (2002, Madrid. Edimat Libros): “La
doctrina marxista se podrá o no admitir, podrá uno manifestarse partidario de
ella o no o su más acérrimo enemigo, pero lo que no puede hacerse es prescindir
olímpicamente de la figura de Marx y de lo que ha representado en el mundo
contemporáneo que nos ha tocado vivir”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario