José
Revueltas: un autor que rompió sus propios muros
Jorge Luis Gallegos Vargas[1]
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Fuente de imagen: http://www.revistac2.com/ideario/ |
La
Historia de la Literatura Mexicana ha visto en José Revueltas a uno de sus más polémicos
escritores; siempre adelantado a su época, rompió las formas de escritura de la
década de los treinta e incorporó temas que innovaron la narrativa nacional
desde el monólogo interior, la memoria, la fragmentación.
José
Revueltas Sánchez nació el 20 de noviembre de 1914 en Durango. A su llegada al
Distrito Federal, en 1920, cursó la primaria en el Colegio Alemán, escuela en
la que estudió hasta la muerte de su padre; posteriormente, ingresó a la
escuela pública. A corta edad tuvo su primer acercamiento con la muerte: se
fugó con un amigo y se internó en la morgue del Hospital General; este evento,
quizá, marcó la vida y la escritura de José.
Desde pequeño fue rebelde. A la muerte de su padre, por
una afección renal, los problemas económicos se hicieron presentes: Consuelo,
hermana mayor del escritor, se hizo cargo de los negocios y la familia emigró
de la Colonia Roma a La Mereced; gracias a esto, Revueltas conoce el mundo del
arrabal, los barrios y la miseria. Es en el barrio de La Merced la que sirvió
de inspiración para presentar en sus novelas personajes marginales. El acercamiento que Fermín, hermano mayor,
tuvo con el Parido Comunista, alentó al joven José a ingresar a las filas del
comunismo. Para ese entonces, ya militaban en él los artistas plásticos José Clemente
Orozco y Diego Rivera. Manuel Rodríguez fue de vital importancia en la vida de
Revueltas; éste significó la entrada del escritor en el Partido Comunista, el
cual era considerado ilegal. Esta asociación política constituyó una afrenta
seria al Partido Nacional Revolucionario (PNR); ese mismo año fue encarcelado
por primera vez: la redada se llevó a cabo mientras se hacía un mitin en el
Monte de Piedad: los camaradas izaron una bandera roja en el Zócalo, acto que
fue considerado como peligroso para el gobierno. A su salida de la
correccional, participó en huelgas obreras, mítines políticos y movilizaciones
campesinas. Además, dentro de la cárcel se impregnó de ideas de solidaridad, anticristianas,
y convivió con seres marginales,
apáticos, olvidados por el sistema; todos ellos, quedaron registrados en las
páginas de la vida narrativa de Revueltas.
En 1932, vuelve a caer preso. Fue detenido en una
manifestación y trasladado, primero, a la Jefatura de la Guarnición y,
posteriormente, fue llevado a la prisión de Santiago Tlatelolco y días más
tardes fue enviado a las islas Marías, lugar en el que permaneció por cinco
meses. Este hecho fue trascendente para el autor, el traslado al archipiélago,
el viaje en el viejo lanchón El Progreso y
estar preso en la isla, sirvió de inspiración para su primera novela, la cual
plasma este acontecimiento. En las Islas Marías, José reconoció el espacio
carcelario mexicano, se impregnó de las vivencias del mundo marginal, entendió
que la burguesía traicionó los ideales promovidos por la Revolución Mexicana.
La cárcel orilló a Revueltas a refugiarse en la
escritura. Su participación como escritor comenzó en un folleto llamado El Activista, lugar que le sirvió como
trinchera para cuestionar a la burguesía y afianzar sus ideales comunistas.
Grandes escritores significaron un bastión importante para ir configurando la
escritura de José: D.H. Lawrece, Gorki, Tolstoi, Gorostiza, Novo, Chejov y
Thomas Mann. Todos ellos, fueron analizados por Revueltas, unos significaron
una aportación importante para la escritura revueltiana,
otros fueron severamente criticados.
En 1938 comienza a laborar en El Popular, el Diario del
sureste –en Mérida– y El Machete, publicación en la que
escribieron personajes como Xavier Guerrero, Diego Rivera, Fermín Revueltas,
José Clemente Orozco, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros, entre otros. José se propuso abrir una brecha para una
narrativa nueva, en la que los jóvenes escribieran desde su condición
proletaria; así, la actividad literaria de Revueltas se consagró entre 1935 y
1940.
En 1941 publica su primera novela: Los muros de agua, historia que no fue muy bien acogida por la
crítica literaria. En 1943, mientras escribía para El Popular, redacta su segunda novela: El luto humano, historia que en el extranjero fue recibida con
beneplácito. Ésta es una historia adelantada en su época, no existe linealidad,
el tiempo está fraccionado y utiliza el monólogo interior; además, hace una
crítica a la Revolución mexicana y a la Guerra Cristera. Ese mismo año, fue
expulsado del Partido Comunista Mexicano. Un año más tarde, en el 44, publica
el libro de cuentos Dios en la Tierra; en
esta serie presenta una crítica a los cristeros y a la crueldad de Dios
reflejada en el mundo terrenal.
Para los años posteriores presenta dos obras significativas:
la primera Los días terrenales (1948),
obra que coincidió con su ingreso al Partido Popular, de Vicente Lombardo
Toledano, y en ella hace una crítica mordaz a los ideales comunistas mexicanos.
La segunda fue la obra de teatro El
cuadrante de la soledad (1950) puesta en escena que significó la primera obra
mexicana en llegar a las cien representaciones y en la que actuaron importantes
actores como Wolf Rubinski, Lina Santamaría, Tana Lin, Armando Arriola, Rosaura
Revueltas y, en los personajes principales, Rafael Banquells y Silvia Pinal.
Las críticas de estas obras no fueron favorecedoras, situación que lo alejó de
las marquesinas literarias durante un buen tiempo; no obstante, siguió
colaborando en distintos periódicos; además, se reincorporó al Partido
Comunista.
Fue hasta 1950 cuando publica Los motivos de Caín novela que pudo salir gracias a Juan José Arreola;
además, visitó la URSS. En 1962, publica Los Errores y en 1969 El apando.
Revueltas muere el 14 de abril de 1976. Gracias a sus
creaciones literarias se ganó el reconocimiento de autores como Octavio Paz,
Augusto Monterroso, Efraín Huerta, José Agustín, Carlos Monsiváis, José Emilio
Pacheco, entre otros, dejando como legado a la literatura nacional una obra
crítica, que enjuicia al sistema político mexicano y que, a pesar de la
polémica que desató, logró un reconocimiento como el mejor narrador que ha dado
nuestro país.
[1]
El autor es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por la FFYL de la
BUAP, licenciado en Comunicación por la ECCH. Es maestro en Literatura Mexicana
por la FFYL de la BUAP. Miembro activo de Óclesis. Víctimas del Artificio.
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