Derechos Culturales en la Sociedad. Literatura y Medios de Comunicación
Por: Ángela García Vidal
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Actualmente se debate la idea sobre el papel que juega la
literatura y los medios de comunicación en la sociedad, sobretodo para contribuir
a la práctica de un hábito que desde hace décadas no ha sido muy característico
de nosotros: la lectura.
Lo que
intentamos plasmar en este ensayo es mirar desde otra perspectiva la relación que
hay entre la literatura y los medios de comunicación; es decir, hablaremos a
grandes rasgos del esfuerzo que han hecho los medios de comunicación por crear
espacios para la divulgación de los diversos géneros literarios; y cómo son
herramientas útiles para la sociedad, contribuyendo así a enriquecer nuestros
derechos culturales[1].
Quizá valga
la pena preguntarnos ¿cómo se comporta la sociedad de nuestros días frente al
mundo tecnológico?, ¿qué beneficios obtenemos con el uso de estos medios?, y
finalmente ¿cómo expresar la literatura en los medios de comunicación?
Lectura literaria en la era tecnológica.
Los cambios sociales, culturales y tecnológicos que hemos
vivido nos permiten abrir el panorama y analizar cómo convivimos diariamente con
ellos, pues es evidente que la humanidad se adapta a la realidad que le toca
vivir.
Con base en
lo anterior, la práctica de la lectura literaria de forma tradicional (lector y
libro) también ha evolucionado y debemos admitir que se está adaptando a los
cambios tecnológicos; por ello coincidimos con la afirmación de Martín Barbero;
retomada por el investigador Néstor García
Canclini: “El punto de partida es averiguar cómo conviven ahora la
cultura letrada, la cultura oral y la audiovisual.”[2]
El entorno
actual nos obliga a entender cómo el hábito de la lectura literaria se
manifiesta en varias formas además de la tradicional. Consideramos que las
diferentes prácticas siguen siendo valiosas mientras los practicantes
encuentren en ella algún fin, ya sea de ocio, recreativo, de aprendizaje o
informativo, pues el conocimiento y la cultura se pueden adquirir de varias
formas; en diversos espacios y actividades.
Es
importante mencionar que, la lectura de los textos literarios (novela, cuento,
ensayo, poesía, etc) también se ha transformado de acuerdo con los cambios
tecnológicos, pero en la actualidad se encuentra en desventaja con el poder de
los medios de comunicación, al respecto comenta José Antonio Marina y María de
la Válgona:
La magia de la lectura se
enfrenta, pues, con otras magias muy poderosas: el cine, la televisión, los
juegos de ordenador. En teoría todas podrían convivir, pero en la práctica no
es posible, y no sólo por falta de tiempo, sino porque las otras magias
utilizan una competencia desleal.[3]
Por desleal Marina
y De la Válgona se refieren a la capacidad que tienen los medios para captar la
atención tanto del público infantil como adulto, y en este aspecto tienen razón,
pues cada día aumenta el número de horas que grupos de diferentes edades pasan
frente al televisor o la computadora. Si bien es una actividad de ocio y
recreación, también es un hecho que genera en ellos un comportamiento inactivo.
Pongamos como ejemplo el caso de la televisión en el público infantil:
Según los expertos, la
televisión hace que los niños se conviertan en aprendices pasivos. […] Es un
espejismo de actividad, más que una actividad. Por oposición a este embeleso,
leer, que antes era la gran diversión, la magnífica válvula de escape, se ha
tornado un quehacer arduo y desangelado.[4]
Varios son
los factores que propician que los individuos lean o no lean. Por ejemplo
muchos afirman que el gusto por la
literatura debe ser inculcado desde la infancia, otros piensan que es una
decisión personal, unos más consideran que el gusto por las lecturas literarias
no debe ser una obligación, sino que lo comparan con un virus positivo que
puede contagiarse con el simple hecho de expresar nuestras experiencias
literarias con otras personas. Todas estas opciones, son válidas y consideramos
que los individuos conocemos el poder y la riqueza de la literatura de formas
distintas; y cada una de ellas posee el mismo valor si la lectura ha servido
para modificar el pensamiento, la actitud y ampliar los conocimientos, como el
investigador Juan Domingo Argüelles argumenta citando la opinión de Juan Rulfo
sobre la inmaterialidad de la literatura:
La literatura no es, como creen
algunos, un elemento de distracción. En ella hay que buscar la certeza de un
mundo que las restricciones nos han vedado. El conocimiento de la humanidad
puede obtenerse gracias a los libros; mediante ellos es posible saber cómo
viven y actúan otros seres humanos que al fin y al cabo tienen los mismos goces
y sufrimientos que nosotros.[5]
Sin duda, la literatura con sus diversos
géneros, enriquece la vida de los seres humanos. Cada género está destinado a
cumplir un objetivo en particular: el cuento y la novela pueden transportarnos
a otros espacios, a distintas épocas. Con la poesía, despertamos sentimientos
que hasta entonces se hallaban dormidos en nuestro interior. Por medio del
ensayo conocemos varios puntos de vista sobre un tema y aprendemos a ser
críticos y reflexivos. Es decir, la literatura
nos ayuda a ver el mundo con otra mirada. Se refuerzan conocimientos, se aprenden
ideas, se recrea la imaginación, se comparten o difieren puntos de vista, etc.
A través de
la literatura podemos acceder a una parte del conocimiento de la humanidad y
con ella sentirnos en otros espacios, coexistir con los personajes y en ciertas
ocasiones hasta identificarnos con ellos, como acertadamente menciona José Antonio
Marina y María de la Válgona:
La emoción de la lectura tiene
que ver con el texto y, también con el contexto. Las palabras tienen una
expresividad propia, una cercanía peculiar. La narración está contada y
comentada, por un personaje, un escritor, que está en contacto con nosotros,
con su humor, con su violencia, con su sentimentalidad. Cuenta las cosas tan
bien, dice las cosas tan bien, que proporciona el fulgor nuevo a la realidad.[6]
El lenguaje en la literatura.
La riqueza que posee la literatura, y la pasión que ha
despertado en las personas, se debe, principalmente, a que ésta posee uno de
los recursos más valiosos que la humanidad ha creado para la conservación de
las ideas a lo largo del tiempo: el lenguaje.
El
lenguaje forma parte de la historia. Ha permitido conservar y transmitir el
conocimiento generado por siglos. A través de la lectura y la escritura, se han
plasmado infinidad de ideas y la literatura ha sido parte de ello. Obras de
grandes escritores han traspasado fronteras: parlamentos, frases, personajes,
escenarios, y otros elementos viven en la mente de los lectores, debido a la
capacidad y fuerza que tiene el lenguaje para permanecer en la memoria, así lo
manifiesta Michel Foucault:
…durante mucho tiempo se ha
considerado que el lenguaje tenía un profundo parentesco con el tiempo. (…)
Porque el lenguaje es esencialmente lo que permite hacer un relato y al mismo
tiempo lo que le permite hacer una promesa. Además, el lenguaje (…) es
escritura y, como tal, va a mantenerse en el tiempo y a mantener lo que dice en
el tiempo. La superficie cubierta de signos no es, en el fondo, sino la astucia
espacial de la duración.[7]
Entonces, si
todo lo anterior podemos obtenerlo de la literatura ¿cómo lograr que los medios
de comunicación incluido el Internet, puedan interactuar con ella? El
valor de la literatura y el lenguaje es inconmensurable, así como la lectura
por ser una actividad inherente a la primera. Por ello, es imprescindible
buscar nuevos caminos donde los seres humanos y la literatura puedan estar en
contacto y entre ellos exista una comunicación de ideas, historias, reflexiones
y sentimientos como acertadamente afirma M.A.K. Halliday:
(…) debemos
estar preparados para volver a apreciar el significado de la lectura y la
escritura en un mundo de televisión, cintas grabadas y de resurgimiento de la
literatura oral. Pero nada de eso destruye la necesidad de leer y escribir,
crear nuevos contextos para la lectura y la escritura, con nuevas dimensiones
de significación.[8]
Esta cita
refuerza nuestra postura al considerar que los medios de comunicación pueden
ser recursos que se utilicen de modo positivo para difundir la tradición
literaria de autores tanto clásicos como modernos, en sus diferentes géneros.
Cultura literaria y medios de comunicación.
La humanidad evoluciona. Tiempos y espacios cambian, así como
las ideas, y formas de vivir. En nuestros días, algunos estudiosos afirman que
somos la sociedad de la información. Los avances tecnológicos y la
cantidad de información que percibimos, generalmente de manera audiovisual, son
indicios de que nosotros como sociedad formamos parte de otro momento histórico,
por lo que nuestras prácticas y hábitos, incluido la práctica de la lectura,
también se han ido transformando y adaptando al contexto que vivimos. Así lo
manifiesta Michéle Petit en Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura:
Hoy en día resulta cada vez más
difícil estar aislado de la comunicación escrita, y cada vez más imprescindible
tener la posibilidad a lo largo de la vida de iniciarse en nuevas técnicas y
ámbitos.
Además el saber, no lo
olvidemos, no es tan sólo una cosa que se adquiere con la finalidad de darle un
uso inmediato, práctico. Puede ser un medio para no sentirse “tonto”, para no
estar al margen de su tiempo.[9]
Si bien,
los medios de comunicación nos han
permitido acceder a diversas fuentes de información y estar al tanto de lo que
acontece a nuestro alrededor, actividad importante para cumplir con su
responsabilidad social, también se debe complementar esta obligación abriendo
espacios a la cultura en sus diversas manifestaciones, y dentro de éstos
divulgar la tradición y la creación literaria, ya sea en televisión, radio,
prensa (revistas y periódicos) y páginas electrónicas a través de Internet.
Hasta aquí,
el lector de estas líneas quizá se pregunte cómo pueden relacionarse la
literatura y los medios de comunicación. Actualmente, ya no es posible imaginar
la práctica de la lectura de obras literarias sólo de modo tradicional es
decir; autor(a), lector(a) y libro. Esta actividad está cambiando con el uso de
la tecnología de los medios de comunicación; tanto radio, televisión,
periódicos, revistas e Internet con sus recursos, han llevado a la sociedad la
cultura literaria en formatos diversos.
Comenzaremos
a hablar brevemente de los espacios que los medios de comunicación han abierto
a la literatura.
Hay
infinidad de opiniones afirmando que la televisión es un medio dañino para la
sociedad, ya que la poca calidad de los programas transmitidos no dan la
oportunidad al público de que vea en este medio una opción para cultivar su
conocimiento, pues la mayoría lo considera un medio de mero entretenimiento, y no ve en él otro provecho.
Pero no todo
lo que puede ofrecer la televisión debe ser negativo. Actualmente ésta también
puede contribuir a la construcción del conocimiento y a enriquecer la cultura
de los individuos, como acertadamente afirma la Dra. Margaret Meek:
Es posible que empecemos a
hablar de una “cultura audiovisual televisiva” para que la televisión pueda ser
considerada del mismo modo que la cultura escrita impresa, como un medio
cultural serio e interpretativo que la gente pueda usar para analizar el mundo
en el que vive y no solamente para evadirse de él.[10]
Es un hecho
que la mayoría de los programas de televisión carecen de un contenido positivo
para los espectadores, pero creemos y compartimos la opinión de la Dra. Meek
porque en nuestros días no dudamos que existan productores dedicados a llevar a
la pantalla adaptaciones literarias o bien, que haya programas culturales que
dediquen un espacio a la literatura.
Lo
anterior es lo que el investigador Guillermo Orozco Gómez denomina Educación
para la Recepción, que consiste en la implementación de estrategias o
programas de calidad para los espectadores:
La Educación para la Recepción
tiene que mantenerse siempre como un medio para preparar a la sociedad, a la
audiencia, a disfrutar más de la televisión, aprovechar sus posibilidades para
la vida cotidiana y a la vez, a participar más informada y organizadamente en
el rescate cultural de la pantalla. Rescate, que finalmente tiene por objeto la
recuperación de formas emancipatorias de comunicación, de expresión y
reconocimiento de sus identidades culturales cambiantes y de su consumo
simbólico.[11]
La
creación de programas con este enfoque, es lenta y escasa debido al poco
interés que muestran los empresarios, ya que sus decisiones siempre han ido en
función del bienestar económico que puedan obtener. Sin embargo, debemos
reconocer que hay espacios televisivos que apuestan y están comprometidos con
la formación cultural de la sociedad, y por ello existen medios como Canal Once
del Instituto Politécnico Nacional, Canal 22, Sicom, etc éstos ofrecen
programas culturales y de opinión, que no es muy común encontrarlos en
monopolios como Televisa y Tv. Azteca. Las televisoras culturales en nuestro
país muestran un compromiso serio con la audiencia que los sintoniza
reflejándolo en el tipo de programas que transmiten.
La
radio también ha dedicado espacios para la difusión de obras literarias;
realizando adaptaciones que apoyándose con sonidos, efectos y voces, logran que
los radioescuchas imaginen los contextos en los cuales se va desarrollando la
historia.
En
nuestro país, en la década de los 30´s este medio conquistó el interés de la
población gracias a la producción de radionovelas. A través de ellas se pudo
captar la atención de los radioescuchas, debido a la calidad de los actores,
actrices, y productores reflejada en la solidez de las historias adaptadas.
En
la actualidad, las producciones de radionovelas son escasas, sin embargo hay ejemplos
como el de la estación juvenil Radioactivo 98.5, en la capital del país, donde
el director José Álvarez apuesta por recuperar este género radiofónico basado
en las necesidades del radioescucha, señalando que: “es
imprescindible rescatar a las radionovelas pero no desde una perspectiva añeja,
pensando en un posible público mayor de edad, sino abriendo el espectro a
personas de todas las edades y situaciones económicas”[12].
Tomando en cuenta los intereses de
nuevos públicos y la diversidad de historias que pueden contarse por las ondas
radiales, el rescate de las radionovelas sigue siendo una buena opción para
propagar el legado de la tradición literaria y con ello lograr otros objetivos como
subraya Octavio Isaac Rojas Orduña[13]:
Así las cosas,
entre permitir que la radionovela siga su camino hacia el olvido o se le
busquen bifurcaciones que la dirijan a su resurgimiento, se encuentran el gusto
comprobado del público hacia estas series, las indiscutibles posibilidades
pedagógicas del género, la opción de alcanzar a poblaciones apartadas en las
que ningún otro medio tiene acceso, la oportunidad de servir como teatro para
ciegos, para enfermos e imposibilitados y en sí para toda la gente que añora
ejercitar su imaginación con el pretexto de una buena historia.[14]
Cuando
se combina la imaginación, con los efectos, voces, fondos musicales y la
calidad de una obra literaria; el poder del lenguaje se transforma, conquistando
auditivamente la atención de los radioescuchas, pues la unión de estos
componentes permiten construir escenarios, personajes y épocas en la imaginación
de quien decide distraerse y conocer la riqueza de la literatura a través de la
radio.
Por
último, la invención y el uso del Internet han modificado los hábitos y la
presentación no solo de los textos literarios, sino de todo tipo, ampliando la
difusión de éstos. En el caso de la literatura, la publicación de sus diversos
géneros en formato digital ha permitido que los individuos podamos acceder a
ellos con sólo teclear palabras claves de obras significativas y autores
reconocidos. Las ventajas que ofrece este medio son infinitas, porque no sólo
disfrutamos del contenido de obras clásicas, sino que tenemos la posibilidad de
escuchar los versos en la propia voz de los poetas, los autores pueden crear
sus propios espacios para dar a conocer sus producciones, etc. Esto nos da a
entender que el lenguaje escrito está adaptándose a la realidad tecnológica.
Con base en
lo antes mencionado, Roger Chartier enfoca su pensamiento en el presente, sobre
las nuevas formas de publicar la cultura escrita y sostiene que ésta se ha
“caracterizado por una nueva técnica y forma de inscripción, difusión y
apropiación de los textos, ya que las pantallas del presente no ignoran la
cultura escrita, sino que la transmiten y multiplican.”[15]
El
desarrollo de la Internet ha cambiado la forma de acercarnos a la literatura,
no solo por tener un acceso instantáneo a ella, sino porque ha creado una nueva
forma de practicar la lectura, con el uso del e-book, o libro
electrónico. El uso de éste, es una muestra de cómo la tecnología puede
utilizarse positivamente. Aunque la lectura de obras literarias a través de
este medio está desarrollándose, es una estrategia interesante del Internet para
promocionarla y practicarla, ya que tenemos la posibilidad de descargar las
obras a texto completo, almacenarlas en la computadora y darles lectura cada
vez que lo deseemos.
Derechos culturales a través de la
literatura y medios de comunicación.
Las opciones que nos ofrece tanto la Internet
como los otros medios son variadas para incrementar nuestro acervo cultural, el
cual incluye el derecho al conocimiento, incluso el derecho a imaginar y
fantasear. Lo anterior parafraseando a Michéle Pétit:
...cada uno de nosotros tiene
derechos culturales: el derecho al saber, pero también el derecho al
imaginario, el derecho a apropiarse de bienes culturales que contribuyen, en
cada edad de la vida, a la construcción o al descubrimiento de sí mismo, a la
apertura hacia el otro, al ejercicio de la fantasía (…) a la elaboración del
espíritu crítico. Cada hombre y cada mujer tienen derecho a pertenecer a una
sociedad, a un mundo, a través de lo que han producido quienes lo componen:
textos, imágenes, donde escritores y artistas han tratado de transcribir lo más
profundo de la experiencia humana.[16]
Los
individuos tenemos la posibilidad de acceder a los bienes culturales, incluso
lo hemos hecho a lo largo de nuestra vida: leyendo el periódico, viendo algún
programa cultural por televisión, escuchando diversos géneros musicales,
leyendo algún libro (académico, literario, informativo), visitando algún museo
o exposición. Consideramos que todas ellas son valiosas y enriquecedoras cuando
contribuyen a ampliar nuestro criterio.
La
cultura entendida en este texto como el desarrollo de las facultades
intelectuales reflejadas en el conocimiento, tiene un fin práctico, una
utilidad. Puede conducirnos a una mejor convivencia con lo que nos rodea, a una
socialización más tolerante con los otros. Nuestra forma de habitar el lugar donde
nos desarrollamos se transforma en la medida en que incrementamos nuestro
conocimiento. La lectura de los diversos géneros literarios forma parte de este
derecho cultural.
La
literatura ha sabido superar los cambios temporales y espaciales. Ha traspasado
las fronteras. Con el tiempo ha logrado la permanencia y transmisión de grandes
obras, por lo que bien cabe citar lo dicho por Foucault: “La literatura, en
realidad, sólo existe en la medida en que no ha dejado de hablar, en la medida
en que no deja de hacer que circulen signos.”[17].
Ese hablar y circular de signos en la literatura aparecen tanto en páginas
impresas de papel, en imágenes proyectadas en televisión, en sonidos emitidos
por la radio, como en espacios
electrónicos de Internet reflejados en las pantallas de computadora.
Una parte de
la riqueza cultural que ha creado y
heredado la humanidad se encuentra en la literatura. En nuestros días, los
medios de comunicación pueden llegar a convertirse en útiles herramientas para
difundir la producción de obras literarias.
Cualquier
manifestación de la cultura escrita, es enriquecedora y cumple su
responsabilidad cuando los individuos se ven nutridos de ella, cuando reflejan
en su forma de vivir un comportamiento distinto y favorable al que mostraban
antes.
A través de
este trabajo hemos manifestado que la literatura se ha convertido en un buen
elemento para difundir la cultura. Así como ella, los medios de comunicación también
juegan un papel fundamental para incrementar el acervo cultural en los
individuos. Su responsabilidad social debe complementarse con la creación de
programas de calidad, capaces de captar la atención de los receptores para que
no sólo se consideren medios de distracción o enajenación. La literatura es
cultura en sí misma, y los medios de comunicación pueden ser piezas claves para
transmitirla, contribuyendo a que los individuos puedan formarse un criterio
propio ampliándoles las posibilidades para mirar con otros ojos la realidad.
BIBLIOGRAFÍA
Argüelles,
Juan Domingo, ¿Qué leen los que no leen? El poder inmaterial de la
literatura, la tradición literaria y el hábito de leer, México, Croma
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2005.
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García
Canclini, Néstor “Leer ya no es lo que era” en Goldin, Daniel (Ed.), Encuesta
nacional de lectura. Informes y evaluaciones, México, UNAM-CONACULTA, 2006.
Halliday,
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lenguaje y del significado, México, Fondo de Cultura Económica, 1982.
Instituto
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México, Porrúa-UNAM, 2000.
Marina,
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Meek,
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Orozco
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cultural de la pantalla, Reporte ocasional 2, México, Universidad
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Michéle, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, México, FCE,
2001.
Petit,
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2003.
Rojas Orduña, Octavio Isaac, “El drama de la
radionovela” en: http://www.etcetera.com.mx/rad43.asp
(11 de octubre de 2008).
[1]
“Son los que aseguran a todo individuo su acceso a la educación y su libre
participación a la vida cultural, el goce de las creaciones artísticas y el
disfrute de los beneficios de los progresos científicos e intelectuales, así
como a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan
como autor de inventos científicos o de obras literarias y artísticas.”
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Nuevo Diccionario Jurídico Mexicano,
t.2, México, Porrúa-UNAM, 2000, p. 1246.
[2] García Canclini, Néstor “Leer ya no es lo que era” en
Goldin, Daniel (Ed.), Encuesta nacional de lectura. Informes y evaluaciones,
México, UNAM-CONACULTA, 2006, p. 31.
[3] Marina, José Antonio y De la Válgona, María, La
magia de leer, España, Plaza y Janés, 2005, p. 42.
[4] Ibíd.
[5] Argüelles, Juan Domingo, ¿Qué leen los que no
leen? El poder inmaterial de la literatura, la tradición literaria y el hábito
de leer, México, Croma Paidós, 2004. P.22.
[6] Marina, José Antonio y De la Válgona, María, La magia de leer, España,
Plaza y Janés, 2005, p. 44
[7] Foucault, Michel, De lenguaje y literatura, España,
Paidós-I.C.E-U.A.B, 1996, p. 95.
[8] Halliday, M.A.K., El lenguaje como semiótica
social. La interpretación social del lenguaje y del significado, México, Fondo
de Cultura Económica, 1982, Págs. 268-269.
[9] Petit, Michéle, Nuevos acercamientos a los jóvenes
y la lectura, México, FCE, 2003, p. 67.
[10] Meek, Margaret, En torno a la cultura escrita, México,
FCE, 2004, p. 311.
[11] Orozco Gómez, Guillermo, Televisión pública y
participación social: al rescate cultural de la pantalla, Reporte ocasional 2, México,
Universidad Iberoamericana, 1992, p. 10.
[12]
Rojas Orduña, Octavio Isaac, “El drama de la radionovela” en: http://www.etcetera.com.mx/rad43.asp
(11 de octubre de 2008).
[13] Octavio Isaac Rojas Orduña es guionista de radio. Obtuvo
mención honorífica en el concurso de radioteatro convocado por la Deutsche
Welle y la Feria Internacional del Libro en Frankfurt. Ibíd.
[14]
Ibídem.
[15] Chartier, Roger, El presente del pasado. Escritura
de la historia, historia de lo escrito, México, Universidad Iberoamericana.
Departamento de Historia, 2005, p.216.
[16] Petit, Michéle, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, México,
FCE, 2001, págs 23-24.
[17] Foucault, Michel, De lenguaje y literatura, España,
Paidós-I.C.E-U.A.B, 1996, p. 94.
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