Distancia,
tiempo, distancia, tiempo. La vida del humano es un invento. Camina a paso
lento, un pie tras otro, su mente hace tiempo que dejó este momento. Distancia,
tiempo, distancia, tiempo. Un chico llega al borde de la cebra. No una cebra
animal, no un peluche barato, no; una cebra de blancas rayas sobre un suelo que
es negro.
Rojo, amarillo, verde. Verde,
amarillo, rojo. Saltar o no, vivir o morir, pregunta elemental en la mente de
un chico al borde de la calle. Verde, coches van. Rojo, personas van. Pero él
sigue ahí viendo el tiempo pasar. Verde, coches van, y si él avanza igual, la
vida se le va. Rojo, personas van, y si él avanza, otro día de miseria ha de
pasar.
Acelerar,
frenar, claxon. Un chico sin propósito en una banqueta.
Acelerar, frenar, claxon, claxon… un
coche no avanza, se ha quedado estático. El chico suicida levanta la mirada,
observa entre la multitud que se junta, un hombre desesperado. Grita que no ve,
que se ha quedado ciego, que por favor alguien lo ayude. Y todos opinan, hablan…
esa gente molesta, chismosa, cómo la odia el chico suicida. Pero antes de que
se dé cuenta, está entre esa gente, se impregna de su odiosa actitud; pero no
puede ver al hombre sufrir, porque él cree saber que tiene, no, él lo sabe,
está seguro. Fue como con su madre, primero dejó de ver, luego de caminar,
luego de respirar. Y en su tumba no sólo enterraron su cuerpo, si no, el alma
de una familia que ahora estaba en pedazos. En la casa del chico ya no había
dinero, y mucho menos amor. Algo tenía que hacer por el hombre y su familia,
tenía que salvarlos.
—
Yo lo llevo a casa, yo manejo — sus palabras eran claras, su mente no.
Sentó
al hombre en el asiento del copiloto, lo oyó llorar y murmurar su dolor. Pero
él lo iba a salvar, nadie sufriría lo que él sufrió. Le preguntó al hombre su
dirección, prendió el coche y puso una velocidad. Rojo, la gente va, pero los
coches no avanzan. Verde, los coches van, la gente se queda atrás.
El
chico aceleró, cambió la velocidad, volvió a acelerar, y de nuevo la velocidad.
Tenía que salvar al hombre y su familia. Esa era su única misión. Rojo, verde,
amarillo, eso ya no le importaba al chico. Dio una vuelta, el coche casi se
voltea, dio otra vuelta, y el coche acelera.
Distancia,
tiempo, distancia. La vida del humano es un invento.
Rojo,
blanco, azul, el sonido de una sirena a lo lejos suena.
Rojo,
blanco, azul, hay dos muertos en la calle sur.
Rojo,
blanco, azul, un coche estrellado contra un muro azul.
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