Ashton Smith o la poética del no olvido de lo mítico
Por: Paco
Echeverría.
Óclesis
El domingo 13 de
enero de 2013 se cumplieron 120 años del nacimiento del escritor y poeta
californiano Clark Ashton Smith, sirva de homenaje esta colaboración (corregida
mínimamente) que apareció en el No. 5 de la revista Óclesis. Víctimas del
Artificio dentro de la sección “Varda Inentro”, pp. 23-26, primavera de 2007.
Entre las muchas singularidades que se le pueden
endilgar a la Literatura Fantástica, una se puede circunscribir como muy
importante: la de haber producido una considerable cantidad de escritores de
primera línea, que por desgracia, aún son desconocidos o yacen en el más
absoluto olvido. Tal es el caso del poeta y escritor Clark Ashton Smith, nacido
el 13 de enero de 1893 en Long Valley, California, y muerto el 14 de agosto de
1961 en Pacific Grove. Justo es tributarle este sencillo pero digno homenaje a
114 años de su nacimiento.
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Fuente de imagen: http://www.gwthomas.org/clarkashtonsmith.htm |
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En
algunas ocasiones es la miopía de quererlo ver como simple entretenimiento, otras,
la propensión hacia nuevas plataformas para la difusión literaria, lo que
distrae la atención del público lector por lo fantástico, o bien, el solo hecho
de que generalmente su postura se sumerge en la constelación mítica,
antimoderna, lo que ha hecho que este género haya situado su morada lejos de la
castrante modernidad utilitaria, históricamente unidimensional y de desarrollo
material instrumentalizado.
Es
precisamente en este último rasgo donde las exploraciones poéticas de Smith se
ajustan, creando un territorio que muy pocos se atreven a recorrer por la
cantidad de códigos herméticos y verdades mitológicas que salen al paso para
mostrar que, más que un ejercicio de la imaginación, el programa de poetización
smithiano es una muestra, como dice el filósofo polaco Leszek Kolakowski, de
que “el olvido de lo divino, tan característico de nuestra contemporaneidad,
rebaja el valor del hombre, al privarle de un referente de altura, de un modelo
ideal”.
Aunque
la educación de Clark fue muy limitada debido a la pobreza de su familia, hizo
acopio de una sorprendente cantidad de conocimientos mediante una fuerte
voluntad autodidacta: estudió palabra por palabra la Enciclopedia Británica y el Oxford
Unabridged Dictionary (algunos dicen que fue el Webster), aprendió francés y castellano, y más tarde cultivó la pintura,
la escultura, la poesía y el cuento.
Inspirado
en los cuentos de hadas, en Las Mil y una
Noches, el Medioevo, los hermanos Grimm, Thomas Lovell Beodez, Edgar Allan
Poe, Rudyard Kipling, William Beckford, Charles Fort, Howard Phillips
Lovecraft, Charles Buadelaire, Abraham Merrit, Robert W. Chambers y Arthur
Machen, Smith comenzó a escribir sus primeras historias con apenas once años de
edad. En 1907 aparece The Black Diamonds
(Los diamantes negros) y la pequeña colección fantástica que después se
publicaría como The Sword of Zagan and
Other Writings (La espada de Zagan y otros escritos). Sin embargo, el
desarrollo de este género en Smith tendría que esperar varios años para darse a
conocer en el público.
Durante
el período 1911-1926, Smith se dedicó por completo a escribir poesía. Algunos
poemas fueron publicados en periódicos locales, inclusive en el Auburn Journal, lo que le acarreó ser invitado
en diversas ocasiones para declamarlos en clubes bohemios. Emily J. Hamilton,
una profesora inglesa del Placer Union
High School, al enterarse de la veneración que Smith sentía por el poeta
George Sterling, le sugirió que le enviara algunos de sus poemas para ponerlos
a su consideración. Por esas fechas, Sterling era en San Francisco una sólida
figura literaria dentro de un círculo que incluía a lumbreras tales como
Ambrose Bierce, Bret Harte, Joaquin Miller, Edwin Markham, Jack London y
Gertrude Atherton.
Sterling
quedaría impactado por la madurez del trabajo de Smith, indicando que mostraba
“verdadero ingenio” haber sido escrito por alguien tan joven (Smith acababa de
cumplir 18 años). Le sugirió algunos cambios, le recomendó leer habitualmente a
Robert Browning y el Antiguo Testamento, para contrarrestar así los muy
normales excesos en que incurren los poetas jóvenes. Por abril de 1911,
Sterling se tomó la libertad de citar el soneto de Smith “Last Night” (Anoche)
durante una entrevista con el Town-Talk
de San Francisco.
Esto
comenzó a genera cierto conocimiento público sobre el potencial creativo de que
gozaba el joven poeta, por lo que repentinamente tuvo que viajar a San
Francisco a solicitud de Boutwell Dunlap, un diplomático jubilado que, al llegar
a sus oídos noticias sobre Smith, exigió la pronta presencia de su
“descubrimiento”. En esta ciudad fue entrevistado por la prensa y gracias a
Sterling pudo publicar algunas líneas del poema “Nero” (Nerón) en los diarios,
las cuales llegaron a ser comparadas con el célebre poema “Thanatopsis” de
William Bryant. Ahora, altamente valorado por la crítica, Smith aparecería en
primera plana como “The boy genius of the Sierras” (El chico genio de las
Sierras) o como “The new Keats of the Pacific Coast” (El nuevo Keats de Costa
del Pacífico).
En
noviembre de 1912, Smith publica en San Francisco su primer volumen de poesías The Star-Treader and Other Poems (El viajero estelar y otros poemas), el cual encontró tanto elogio como desprecio descomunales. Algunos
compararon a Smith con Shelley y Keats; otros lo acusaron de “siniestro”,
incluso de “morboso”. No obstante dicha popularidad gratuito provocó que se
vendieran más de mil copias de la obra.
Otros
poemas fueron publicados en las convencionales Current Literature (Literatura actual) y Current Opinion (Opinión actual) entre 1912-1913. Durante el verano
de 1914, Smith participó en el coro de la obra Nec-Natama (Camadarería) de J. Wilson Shields, pero iba 2tan vacío
de energía creadora” (según Hal Rubin, amigo del poeta) que pasarían seis años
para que escribiera los quince poemas de Ode
and Sonnets (Oda y sonetos, 1918), publicado por el prestigioso Book Club
of California.
Después
sacó a la luz dos volúmenes más: Ebony
and Crystal (Ébano y cristal, 1922) y Sandal Wood (Sandalia de madera, 1925).
El primero estaba compuesto por 29 poemas en prosa y 85 poemas en verso, en el
que se incluía el famoso “The Hashish-Eater-or-The Apocalypse of Evil” (El
devorador de Hashish o El Apocalipsis del mal, 1920) —Smith recibiría la carta
de un fan muy especial, Howard Phillips Lovecraft, quien ensalzaba este último
poema como “la más grande orgía imaginativa dentro de la literatura inglesa”—;
el segundo, se considera lo mejor de la poesía smithiana.
Aunque
los dioses aparecen frecuentemente nombrados en la acción, no es mera poesía
sacra, sino que su destino es la recitación de la travesía órfica como núcleo
de enseñanzas y revelaciones que amplían y universalizan nuestra conciencia,
abriendo así la posibilidad de que se logre en nosotros ese Conocimiento
reprimido como sombra, olvidado, pero latente. Se trata, pus, de una enseñanza
simbólica e iniciática que utiliza como vehículo de expresión para transmitir
las verdades más elevadas el lenguaje emotivo de la poesía, lenguaje que
revalida para todo tiempo y lugar el despertar mágico de los mitos y la
capacidad que tienen sobre nosotros, tanto de abrir las puertas de la
percepción como de cerrarlas.
A
manera de ejemplo, veamos los siguientes trabajos de Smith titulados “The
Unknown” (Lo ignoto) y “Cycles” (Ciclos).
Lo ignoto
Las bóvedas del tiempo y del abismo
no conocen otro ejemplar de tu beldad;
y ningún escultor es capaz de cincelar
la esencia de tu forma y de tu faz.
Atraídos por un engañoso magnetismo,
buscamos y no hallamos tu fugaz
palacio... y el farol del ocultismo
no te ha revelado en tu magnitud.
¿Te escondes en la noche estrellada?
¿o moras en el átomo profundo?
¿Descubierta, serás pira humeante?,
¿o llama nueva de un mundo inaudito?...
¿o luz del cielo en faros terrenales?...
¿o fuego fatuo de los tremedales?
Ciclos
El hechicero se marcha. . . y su gran torre se hunde
poco a poco los comunales mares bajos y planos que lo aplastan todo. . .
Mientras multitud de siglos se alejan, regresan y caen
En el cíclico golfo que ciñe el cosmos entero,
todo es expansión y extensión más allá del infinito…
Hasta que las henchidas campanas de la joven Atlántida repiquen;
y otra vez, restaurada la torre del hechicero, se reconstruirán sus
muros,
regenerándose un ciclo, coronado por un torreón.
Renacido, el mago renombra con más fuerza los potentes hechizos y
espíritus
Revestido de deslumbrante oscuridad y ardiente flama,
recuperado de un sueño que ha durado eones. Todos los poderes
heredados de los genios y del sabio Salomón;
Y allí, consumiendo con cegadora gloria las tediosas horas,
llama sobre Shem-Hamphorash al Nombre sin nombre.
En el primer poema podemos observar un marco de
erudición mítica compuesto de elementos tomados del esoterismo ocultista y de
la ciencia (astronomía, matemáticas, física cuántica), generando un ambiente
que une conocimiento sagrado y saber profano, lo ordinario se transforma en
extraordinario y lo mítico se confunde con lo real.
En
el caso de Ciclos, se tata de un
poema muy interesante: dentro del orden arquetípico, está ritmado al compas de
los ciclos cósmicos, indisoluble a la linealidad de la Historia como eje
central de ordenación; circularidad mítica que si llegara a desaparecer, solo
quedaría en el hombre el animal mecánicamente socializado por el estado de
derecho y el mercado. Quizá por esto, ante la inesperada fama, Smith se mostró
apático, incapaz de respirar cómodamente la enardecida atmósfera de los clubes
bohemios y salones literarios de San Francisco y optó, como Lovecraft, por ser
enemigo de la modernidad y buscar la calma y la vida solitaria en su terruño de
Boulder Ridge. Allí pasaría sus años en relativa oscuridad, dedicando parte
importante de su tiempo en crear mundos de ensueño, macabros y fantásticos en
torno a la cosmogonía cthuliana.
Sería
grato que este modesto trabajo sirviera como estímulo para poder acercarse a la
vasta obra de Smith y así poder rescatarla del anonimato. Colosal trabajo de
este poeta ambulante de reiteradas leyendas, cuentos de hadas y mitos que nos
invita a emprender, cada vez que lo leemos, un viaje incierto a través de un
cúmulo de avatares, que no son otra cosa que aspectos devoradores de nuestro
inconsciente.